31: Nuevo trabajo

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El aroma a patata y carne asada inundaba la planta baja de la casa. Lilith inspiró con gozo. Olía a domingos de la infancia y a celebración. Grace siempre asaba pollo y patatas en los días especiales. Domingos, buenas notas, graduaciones, o como en este caso, nuevo trabajo. Siempre se reunían alrededor de la mesa a degustar ese plato Esta vez sería un poco diferente, pero Lilith no quería centrarse en eso. Normalmente estaban todos. Esta vez solo serían Conrad, Grace y ella. La familia Davies no acudiría.

—Con —Lilith recibió a su hermano con un abrazo.

Pusieron la mesa juntos. Discutiendo por qué cosa se llevaba cada uno. Conrad echó a correr cubiertos en mano. Lilith lo siguió, sabía lo que su hermano pretendía, dejarle a ella el tenedor malo. El que pinchaba mal y se doblaba.

Cuando Lilith llegó corriendo tras él, Conrad estaba sentado en su sitio, mirando a Lilith desafiante. Ella intentó arrancarle el tenedor de las manos, pero su hermano sacó la lengua y la pasó por las púas.

—Ya es mío —dijo Conrad con una carcajada.

Lilith extendió el dedo corazón de su mano izquierda. Grace entraba en el salón en ese momento.

—¡Lilith! —regañó su madre —¿Qué te he dicho de hacerle ese tipo de gestos a tu hermano? A nadie en realidad. Espero que mi hija no vaya por ahí haciendo ese tipo de cosas.

—No, mamá —contestó Lilith. De pronto volvía a tener doce años.

Grace sacó del horno la comida. Se sentaron a comer los tres juntos. Entre charla y risas. Contaron anécdotas de la infancia y se pusieron al día de sus vidas. Más bien Conrad las puso a ellas al día. Las dos mujeres no tenían mucho que contarse, puesto que vivían juntas. Y aquello que Lilith no había contado no quería hacerlo tampoco ahora.

Cuando Conrad rebañó la última gota de salsa del pollo, Lilith estuvo a punto de tirarle el plato, quería contar ya su noticia y su hermano era un tardón, Lilith por fin contó aquello que había provocado esa comida.

—Tengo un nuevo trabajo —dijo emocionada.

Lilith había firmado el contrato esa mañana. Había sido rápido y fácil, como Olivia le había dicho. Conoció a un superior de Olivia, pero este no hizo preguntas u objeciones sobre su contratación. Se limitó a darle la bienvenida. También le presentaron a sus nuevos compañeros. La encargada de redes sociales también era nueva, contratada por Olivia, los demás llevaban en el club desde antes. Le enseñaron las instalaciones y luego salió a comer con Olivia. No había llegado a conocer a ninguno de los jugadores. Ya lo haría al día siguiente cuando empezase a trabajar de verdad.

—¡Qué alegría! —Su madre la abrazó con fuerza y le besó ambas mejillas.

—¿Dónde? —preguntó Conrad con suspicacia. Se alegraba por su hermana, pero después de su último trabajo era preocupante.

Lilith lo miró con los ojos chispeantes. Era la pregunta que estaba esperando.

—En el Manchester United.

Conrad abrió la boca, pero no salieron palabras.

Lilith y Grace rieron a carcajadas. Era gracioso ver como abría y cerraba la boca, boqueando como un pez.

—¿Existe el día de llevar a tu hermano al trabajo? Si no existe debería ser tu primera propuesta.

—No creo que me hayan contratado para eso —contestó Lilith sin parar de reír.

—Por fin podremos tener acceso a un buen equipo. Y no esa estupidez del City —siguió Conrad a lo suyo.

—¡Oye! Que siguen siendo mis amigos —Lilith le dio un golpe en el hombro a su hermano.

Eso sacó a Conrad de su estado, ahora él y su madre se reían de ella.

—¿Qué pasa? —preguntó Lilith.

—Nada, nada —dijo Conrad. Intercambiando una mirada burlona con su madre.

—Sois tontos —contestó Lilith.

—¡Jovencita! —Grace señaló a su hija con el dedo.

—Perdón, mamá. Conrad es tonto. Tú no.

Grace sacudió la cabeza, sin perder la sonrisa de sus labios. Cuánto tiempo había añorado volver a tener a sus hijos así.

—Anda, vamos a ver la película. Cariño ve eligiendo mientras voy a por el postre —le dijo Grace a Lilith.

—Es febrero —contestó Conrad.

—Gracias por el dato innecesario —dijo Lilith con una sonrisa maliciosa que provocó las quejas de su hermano.

Conrad siguió a su madre a la cocina. Lilith se acomodó en el sofá, mando de la tele en mano. Buscó una película navideña que no hubieran visto, era difícil porque desde que se mudó, su madre y ella habían visto un montón. Pero la encontró. Conrad odiaba que durante el invierno, su madre y ella siempre eligiesen películas navideñas, aunque las fiestas hubieran acabado hace semanas.

—Uy, esa tenía muchas ganas de verla —dijo Grace mirando la pantalla.

Dejó el bizcocho sobre la mesa de café y se sentó junto a su hija, abrazándola. La mueca de Conrad se transformó en una sonrisa e imitó el gesto de su madre. Se colocó al lado de la mujer y le pasó el brazo por los hombros. Todas las películas navideñas del mundo valían la pena por ver esa sonrisa en el rostro de Grace.

Pasaron las siguientes dos horas entre bizcocho, té, risas y lágrimas. Grace siempre se emocionaba con las películas.

—¿Vemos otra? —preguntó la madre cuando las últimas letras desaparecieron de la pantalla.

—Yo no puedo —dijo Lilith con pena —. Tengo que hacer unas compras y no quiero que me cierren. Y la verdad es que me quiero llevar a Conrad. Necesito ayuda.

—No pasa nada, cariño. Haced vuestras compras y pasadlo bien.

—¿Yo no tengo derecho a opinar?

—No —contestaron a la vez madre e hija.

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Lilith había conseguido, con mucho esfuerzo, echar a su hermano del apartamento. Conrad no había parado de preguntar a quién había invitado, y por qué se tomaba tantas molestias. En opinión de Lilith, y así se lo hizo saber, había sido increíblemente pesado. Conrad por su parte, opinaba que tenía derecho a preguntar ya que había tenido que hacer de mula de carga y llevar al apartamento los dos taburetes que ahora estaban colocados frente a la isla de la cocina.

Lilith todavía no había cobrado el primer sueldo de su nuevo trabajo y ya se estaba gastando sus ahorros. Pero no le importaba. Eran perfectos para su casa. Con largas patas de madera clara y un tapizado blanco que hacía juego con su sofá.

Lilith se secó las manos en la parte trasera de los vaqueros. Se había puesto un vestido y unos zapatos de tacón, pero se había sentido ridícula así vestida en su propia casa, por lo que lo había cambiado por ropa más cómoda. Si no hubiera sido por lo tarde que se había ido su hermano y que el tiempo se le echaba encima era probable que se hubiera cambiado de ropa alguna vez más, debido a los nervios. Sin embargo, tenía que conformarse con eso. La puerta acababa de sonar.

Cogió aire intentando calmar su desbocado corazón y volvió a secarse las manos antes de abrir la puerta.

Jack no se encontraba menos nervioso que Lilith. Era la primera vez que iba a verla queriendo ambos verse, ella lo había invitado a su casa a cenar. Y no iba a mentir, era más fácil cuando se la encontraba de casualidad o sin pensar mucho. Al menos en esas situaciones no se pasaba todo el día nervioso esperando la hora de la cita.

Jack le entregó a Lilith la botella de Sauvignon Blanc que traía. No podía presentarse sin nada en las manos. Y, aunque Lilith casi siempre bebía cerveza, le parecía muy cutre traer una caja de cervezas.

—Gracias —dijo Lilith agarrando la fría botella.

—Está frío —dijo Jack.

Lilith sonrió. De alguna manera, ver que él también estaba nervioso ayudaba a apaciguar sus propios nervios.

Lilith dejó la botella de vino en la isla de la cocina, junto a los platos que ya había preparado. Y sacó del mueble un par de copas. Jack aprovechó ese movimiento para observarla mejor. En su opinión, estaba guapísima con esos vaqueros negros ajustados y el jersey verde botella que resaltaba su pelo rojo, que caía suelto por la espalda en perfectas ondas. Jack se alegró de haberse vestido con una sudadera y unos vaqueros. Hubiera sido un poco raro llegar con su ropita Gucci, como ella dijo la última vez. Aunque a decir verdad sus pantalones si eran Gucci. Pero eso no tenía por qué llegar a saberlo Lilith.

—¡Eh! Esto es nuevo —exclamó de pronto Jack, cuando se obligó a sí mismo a mirar algo que no fuera a la mujer que tenía delante.

—Era raro invitarte a cenar y que no hubiera donde sentarse —contestó Lilith, mientras colocaba las copas.

—¿Lo has comprado para mí? —preguntó Jack boquiabierto.

—Bueno, y para mí. Por eso hay dos —Las mejillas de Lilith enrojecieron bajo la mirada de Jack. La observaba como si comprar unos taburetes de cocina, para su propio apartamento, fuera el acto más maravilloso del mundo —. ¿Cenamos? Que se va a calentar tu vino.

—¿Te ayudo a servir la comida?

—No. Tú siéntate —Lilith señaló el asiento —. Solo tengo que sacarlo del horno, y estamos comiendo en la cocina, no es un viaje muy largo.

Jack tomó asiento como la chica le había indicado. No se podía decir que fuera una mesa elegante o romántica. Lilith se había limitado a colocar los utensilios necesarios sobre la isla. Nada de velas o flores para adornar, aunque ese incesante olor a jazmín impregnaba la habitación, como siempre.

—Cierra los ojos. O mira para otro lado o algo —dijo Lilith.

Jack cerró los ojos. Sintió a Lilith pasar, dejó un plato y se inclinó sobre él. Muy cerca, demasiado cerca para estar con los ojos cerrados, se le estaban ocurriendo ideas que nada tenían que ver con la comida.

—Ya puedes abrirlos.

Jack se encontró sobre su plato un sandwich. No era algo que él prepararía, ya que estaba tostado y relleno de un montón de cosas. Él se limitaría a untar pan, como había hecho en el desayuno, y meter algún fiambre. Pero, un sandwich al fin y al cabo.

Lilith lo observaba con expresión divertida, esperando su reacción.

—¿Tanto alabar tus dotes de cocina y has hecho un Sandwich? Esto no te da para el balón de oro, eh —dijo Jack.

Lilith respondió con una carcajada que terminó de aniquilar los nervios o miedos de Jack. Definitivamente la mujer que tenía al lado no era la misma que había conocido ese verano. La Lilith con la que se encontraba ahora era aquella de la que Kendall le había hablado tantas veces, y a la que siempre había querido conocer.

—No puedo desvelar todos mis trucos a la primera. Aún así es mejor que tus tostadas. —Lilith se sentó en el otro taburete y agarró la copa —. No se si tu vino, caro seguro, marida con esto. Pero quiero probarlo.

Lilith le dejó a Jack el honor de servir el vino, para algo lo había traído él. Mientras ella pudo admirar la sonrisa que llenaba la cara del hombre, formando arruguitas alrededor de sus ojos. Las facciones de Lilith mostraban una expresión similar.

Lilith le dio el primer bocado a su sándwich, indicando con eso que Jack podía hacer lo mismo.

—Eso es increíble —dijo Jack cuando se lo tragó —. No sabía que un sandwich pudiera saber a tantas cosas.

Lilith sonrió orgullosa. En realidad no era una cena tan simple como había dado a entender. Se había pasado horas cocinando. Primero marinar el pavo en especias y horneandolo para hacer el pastrami. Luego había tenido que caramelizar la cebolla para la salsa. Fundir el queso en la sartén, junto a las finas lonchas de pavo, hornear el pan para que se quedara crujiente. Y finalmente, montarlo todo, con la lechuga y la salsa en los panes calentitos. Pero se guardó esa información.

Comieron en un cómodo silencio. Lilith le dio un último trago al vino de su copa. Podía acostumbrarse a eso, y no al barato del supermercado que ella compraba.

—Este ha sido el peor error de tu vida —dijo Jack limpiándose algunas migas con la servilleta —. A partir de ahora me presentaré en casa de tu madre todos los días para que me alimenteis.

—Ella seguro que está encantada de darte de comer. Pero yo puede que no esté —dijo Lilith con una sonrisa —Tengo un nuevo trabajo y voy a volver a vivir aquí.

No era solo que iba a volver a disponer de un sueldo lo que la había hecho tomar la decisión. Adoraba a su madre y estos meses viviendo con ella habían tenido cosas geniales. Pero solo se mudó allí porque quería esconderse del mundo y ya no tenía necesidad de hacerlo. Además, hacer la compra, preparar la cena escuchando música y cantando a todo volumen. Volver a estar en su apartamento como una adulta independiente le había recordado lo mucho que le gustaba, por qué lo había comprado y se había mudado allí incluso sin tener casi muebles.

—Enhorabuena —Jack quería abrazarla, pero le resultaba raro hacerlo. También quería preguntarle sobre ese trabajo, pero no que sonara como si no se fiase de donde podía ser. Aunque había una parte de él que se había asustado, no tenía muy buen recuerdo del anterior trabajo de Lilith.

—No se parece en nada al anterior —dijo Lilith contestando a una cuestión que no se había formulado. No le costó hacerlo, al fin y al cabo era un tema que tenía pensado sacar en la cena —Hablando de eso...—Lilith pensó bien lo que iba a decir. La idea era hablar bien esta vez, y que no hubiera malentendidos —. Siento lo que hice en mi anterior trabajo.

—Ya me has pedido perdón —dijo Jack —. No hace falta que sigas haciéndolo.
Lo decía con total sinceridad, hacía mucho que él la había perdonado por eso. Estaba incluso agradecido porque si Lilith nunca hubiera publicado aquello en aquel momento, Jack estaba seguro de que no habrían llegado a conocerse de verdad nunca, sin aquel artículo Kendall nunca le habría contado nada, y mucho menos Lilith.

—En realidad si. No solo por publicar lo nuestro. Sino por todas las cosas que dije sobre ti, sobre todos en realidad, durante los años que fui Laila. Muchas de ellas eran mentira, y yo lo sabía.

—Ya, pero otras no lo eran.

—Lo sé. Y por eso, no me arrepiento totalmente de lo que hacía, hay cosas que están mal, no se deben hacer y yo sigo pensando muchas cosas de las que escribí. Pero ahora sé qué hacerlo público y convertir la vida privada de la gente en un circo no es la mejor forma de ayudar a nadie.

—Yo no engañaba a Sasha. He cambiado, ya no soy la persona que era cuando estaba con Alison. Sé que fue demasiado tarde, y que eso no borra el daño que le hice a ella, pero ya no soy la misma persona.

—Te acostaste conmigo —dijo Lilith con pena. Era algo que siempre estaba en su mente, molestando, ella intentaba apartarlo, pero cuando menos lo esperaba volvía. Todo el mundo trataba de convencerla de que el Jack del pasado, el que ella conocía, ya no existía y que ahora era alguien mejor. Ella lo veía también, el Jack que había conocido en las últimas semanas le gustaba, y parecía sincero, quería creer que era real. Pero la realidad era que había engañado a Sasha con ella, y era algo que no podía negar.

—Si. Me equivoqué. Debí romper con Sasha antes, mucho antes. Ni siquiera aquella noche. Tendría que haber roto con ella en Grecia, o cualquier día desde entonces. Me daba miedo dejarla, acabar con una relación estable y aparentemente perfecta por un calentón. Esperaba que se me pasara, que la próxima vez que te viera ya no sintiera nada, y lo único que hacía era empeorarlo, porque cada vez sentía más, no menos. Aquella noche me di cuenta de que no se me iba a pasar y de que no estaba enamorado de Sasha. No sé si lo he estado alguna vez. Iba a romper con ella. Pero, me distraje —mostró una pequeña sonrisa sugerente, a la que Lilith intentó corresponder, aunque no sabía si había sido capaz de hacerlo. El discurso de Jack la había dejado algo atontada —. A la mañana siguiente tenía dos cosas claras. Que tenía que contárselo todo a Sasha y romper finalmente con ella y que lo que sentía por tí era mucho más que un calentón.

Esa confesión sacó a Lilith de su ensimismamiento. Ya el había dicho en casa de Kalvin que rompió con Sasha, y en ese momento se había sentido tonta por dejar que sus celos lo enrredaran todo como lo habían hecho.

Y aún así lo que había dicho ahora era mucho más, no se trataba sólo de romper con ella porque se había acostado con alguien más, sino de que sentía algo por ella, algo que iba más allá de lo físico. No le salían las palabras para responder.

Se abalanzó sobre Jack. Besándolo con pasión, ya no lo sentía como algo malo. Jack la rodeó por la cintura y recibió sus besos con la misma intensidad.

A la mierda ir despacio, pensó Lilith. Jack solo podía pensar en campos de flores y en el cuerpo de Lilith bajo el suyo, o sobre él. O en ambas posiciones.

Estrenaron el sofá blanco de forma mucho más placentera que la primera vez.

❀~✿ ❀~✿ ❀~✿ ❀~✿

—Entre unas cosas y otras no me has dicho cuál es tu nuevo trabajo —dijo Jack dejando un beso en el hombro desnudo de Lilith.

Lilith escondió la cara en el pecho de él, en el que tenía apoyada la cabeza.

—Trabajo en el departamento de prensa del Manchester United —dijo casi sin vocalizar.

—Es broma ¿No? —dijo Jack.

Lilith se incorporó para mirarlo a la cara, apoyando el codo en el sofá. El pelo que caía le hacía cosquillas a Jack en la barbilla.

—No. Fue idea tuya lo que trabajara en este mundo —dijo Lilith —. Ahora no te quejes.

Volvió a dejarse caer y acarició el pecho de Jack. Por un momento, los finos dedos de Lilith sobre su cuerpo distrajeron a Jack de lo que iba a decir.

—Pero en el City, no en el enemigo —protestó.

Lilith se rio.

—El enemigo me parece un poco exagerado.

—Nada exagerado —Esta vez fue Jack el que se incorporó, quedando sentado con la espalda apoyada sobre el respaldo del sofá. A Lilith no le quedó más remedio que imitarlo, ya que lo estaba usando de almohada. Cruzó las piernas, sentada frente a él. No podía tomarse muy en serio su supuesto enfado cuando lo veía mirar su sujetador como si el enfado fuese con él por estar ahí puesto —. ¿Y cómo has conseguido ese trabajo? —dijo Jack con el ceño fruncido.

—Gracias a Kalvin, su amiga que nos presentó ayer en el partido, resulta que es la jefa de prensa y Kalvin le habló de mí para que me contratara.

—Voy a matarlo. Debí hacerlo hace mucho. Nunca he querido matar a alguien tantas veces como al maldito Kalvin Phillips desde el día que lo ficharon para este club.

—No lo pagues con él —Lilith cada vez encontraba aquello más divertido —. Solo quería ayudar a una amiga. O a dos más bien.

—El bueno de Kalvin, que siempre quiere ayudar —Jack se pasó la mano por el pelo, enfurruñado.

Lilith se movió por el sofá hasta encontrarse al lado de Jack. Le dio un beso en la mejilla. Estaba empezando a adorar la sensación de aspereza sobre sus labios. Bajó, dejando otro beso en la barbilla.

—No te creas que no me doy cuenta de que estás intentando distraerme —dijo Jack dejándose besar.

Lilith soltó una carcajada. Dejó un último beso sobre los labios de Jack, más largo que los anteriores, antes de hablar.

—Deberías irte. Mañana tengo que madrugar para mi primer día de trabajo.

—Cada segundo odio más ese estúpido trabajo —protestó Jack, provocando las carcajadas de Lilith.

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