Prólogo

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Su corazón se paralizó en el instante en que el hermoso omega se plantó en frente.

Su parte humana se olvidó de como respirar y su lobo daba vueltas eufórico en su interior.

Todo su ser se agitó en sincronía con la serendipia más hermosa de todo el universo.

¿Cuántas personas en la actualidad tenían la dicha de encontrar a su destinado?

¡Min YoonGi era un alfa completamente bendecido!

¡Por fin había llegado el glorioso momento en dónde sus días y noches de soledad se acabarían!

Tan sólo con sentir la brisa atrayendo su dulce aroma, supo que él era la persona por la que había estado esperando durante toda su vida.

Sus miradas se cruzaron y en dónde YoonGi sólo esperó encontrar alegría, pudo vislumbrar el verdadero pánico.

Así como él había reconocido a su pareja, el omega que tenía en frente también pudo reconocer a su alfa, su destino, el gran amor de su vida...
O más bien, quien podría haber sido el amor de su vida...

Sólo que el hermoso joven parado a centímetros de sí, no estaba dispuesto a dejar ir su camino actual.

— ¿Lo sientes verdad? — preguntó con dificultad, tratando de que todo fuera una simple ilusión producto de sus nervios.

El alfa asintió, dando otro paso más hacia el omega.
Una fina lágrima rodo por el rostro del joven y YoonGi no pudo evitar acariciar su recorrido.

Una pequeña descarga eléctrica viajó por su cuerpo, otra señal de que todo lo que estaban viviendo era real, aumentando la angustia.

— Yo... — habló el alfa.

¿Qué decir cuando su voz estaba a punto de dejarlo mudo?
Las palabras no podían alcanzar para describir el sinfín de emociones que tenía al haberlo encontrado.

"Mira sí busqué, mira sí busqué..."

¡No! — le detuvo el contrario, sin embargo su mano se posó sobre la del alfa. Incapaz de resistirse a probar aunque fuera tan sólo una vez el toque de su destino, sólo necesitaba una pequeña pizca de la vida que no se atrevía a vivir. — ¡No puedo hacerle esto a él! — trató de autoconvencerse.

La comprensión llegó al alfa como un balde frío.
Por mucho destino que les uniera, eso no era suficiente para una vida juntos.
Estaba claro que sus caminos estaban cruzados pero eso no significaba que fueran hacía el mismo lugar.

YoonGi no conocía a la persona que tenía en frente, pero se atrevería a decir que ya le amaba...

Amaba la voluntad de dejar ir sus deseos para no lastimar a alguien más, amaba su sacrificio y valentía de la decisión que estaba tomando.

Su alfa respetaba eso...

Acarició nuevamente su fino rostro, tratando de grabar en su mente cada pequeño detalle para poder recordarle en las noches más frías en las que su corazón pidiera el contacto del menor y poder consolarse con el recuerdo de su toque.

Min YoonGi, a sus casi treinta y cinco años, acababa de aprender de la peor manera que no importa cuan cercano estés a la cima, algunas veces quizás nunca llegues a conquistarla.

El alfa aprendió que existen amores que marcarán profundamente tu vida, pero que no serán para tus días...

El mayor había tenido la bendición de encontrar a su destinado, y la maldición de ser quien tuviera que entregarlo a otro.

— Entiendo... — aceptó... — Sólo quiero que sepas... — YoonGi necesitaba que su omega supiera que él siempre había estado en su mente, que le había buscado en cada amanecer y que sólo le quedaría el consuelo de haberlo encontrado — Te he buscado en un millón de auroras... — se tomó el atrevimiento de besar su frente despejada, saboreando el contacto con su piel y el exquisito aroma que el omega tenía... — Lamento haberme tardado tanto, — un nudo amenazaba con formarse en su garganta, sin embargo no arruinaría el momento, luego tendría toda una eternidad para llorarle. Con delicadeza, tomó ambas manos del omega y dejó un tibio beso en ellas. — Espero que seas infinitamente feliz con tu alfa, JiMinnie...

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