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Lena


Termino de secarme el pelo húmedo y me cepillo los dientes con la canción Sweater Weather de fondo. Después, con un estiramiento de espalda, voy a abrir la ventana del dormitorio, pasando por los pétalos de las rosas lilas que posan libremente sobre mi cama y todo el suelo.

Han pasado unos días desde la última vez que nos vimos y todavía sigue insistiendo en llenarme la cama de flores, cada día de un color distinto o un tipo de flor diferente.

Ese gesto hace que con cada pétalo haya una inseguridad menos, y a cada noche que mantenía la llamada en curso incluso cuando caía dormida un trozo de mi corazón se marchaba con él. No me gusta eso, pero dudo que haya algo que pueda hacer para evitarlo.

Hablamos por teléfono mucho más que antes, a diario y sin falta. Él ahora está de viaje en Palermo así que es la única forma en la que podemos hablar. Y lo agradezco bastante porque no creo ser capaz de verlo y actuar normal después de todo.

Sus palabras todavía siguen rondando por mi cabeza y más de una vez he querido saber a quién o a quiénes ha matado. ¿Es normal que ya no me provoque tanto temor su actitud enfermiza? Tal vez me estoy acostumbrando a ella. Tampoco puedo negar que me gusta, al final eso es lo que siempre había querido, que estuviera locamente enamorado. Pero a veces me aturde y me hace querer alejarse al mismo tiempo que la atraía como un imán.

Además ahora ni siquiera sé cómo debo hablarle. ¿Cómo si fuéramos novios?¿Y es que acaso lo éramos o solo éramos exnovios que tenían sentimientos el uno por el otro? Antes pensaba que él no era de esas personas románticas que se involucran en relaciones con otros. Lo sospeché desde el instituto cuando veía su actitud y su forma de hablar con los demás, sobre todo con las chicas.

Por eso me cuesta asimilar que él realmente esté interesado en mí de forma romántica, o mejor aún, que negara poner fin a nuestro supuesto noviazgo. Cosa que tampoco tiene mucho sentido tomando en cuenta los años que estuvimos sin hablar y sin vernos. Pero nada de eso importa, porque estos días he sido la más feliz al saber que él siente algo por mí, al menos eso creo yo, y prefiero vivir en una mentira que despertarme en la cruda realidad.

Mi cabeza es un total lío de emociones y pensamientos contradictorios. Él me está volviendo loca.

Hundo las cejas con molestia cuando la canción se detiene varias veces con unas vibraciones, notificándome de algunos mensajes. Cojo el móvil desde el bolsillo de mis pantalones cortos y lo desbloqueo viendo de quién se trata, sonrío al leer los mensajes de Grace preguntando si estoy libre para una llamada.

De inmediato respondo que si y un par de minutos más tarde recibo una videollamada suya que no tardo en aceptar.

—Hola. —digo ensanchando mi sonrisa, y tan rápido como vino desaparece cuando veo sus ojos hinchados y su cara entristecida. —¿Qué pasó?

La única respuesta que recibo es un fuerte sollozo de su parte, después empieza a balbucear de forma ininteligible, con la nariz llena de mocos y las lágrimas llegando hasta sus labios.

—No te entiendo. —respondo con una mueca haciendo que su sollozo sea más fuerte que antes, teniendo que bajar el volumen de la llamada antes de que me deje sorda.

—Trata de calmarte, inspira hondo y exhala. —indico mientras le hago una demostración, pero tampoco funciona, lo único que consigo es que se me dé una mirada extraña.

Vuelve a balbucear, y tengo que reprimir una sonrisa cuando sin darse cuenta algunos pelos se meten en su boca.

—Lo siento. —me disculpo con rapidez apretando mis labios.

Siempre es lo mismo, a veces en situaciones malas o incómodas me sale una risita nerviosa que no puedo controlar, como cuando ves esas escenas en las películas donde alguien importante se muere o vas por la calle y ves a un niño pequeño caerse.

—Está bien. Iré a verte, ¿Quieres? —ella solo asiente sacudiéndose los mocos con fuerza.

Cuelgo la llamada y empiezo a buscar una nueva falda que ponerme junto a cualquier camiseta. Para los pies no tengo que pensarlo mucho. Las mismas botas de siempre están esperándome al lado de la puerta.

Cuando estoy a punto de salir Jason me detiene, trotando por las escaleras.

—¿Adónde vas?¿Alguna cita? —habla moviendo las cejas con una sonrisa.

—Saldré un momento con Grace.

—¿Y has pensado en lo que te dije? Perdonar es de sabios y purifica el alma.

—Déjalo ya, Jason. —replico en un tono cansado.

Ha estado días queriendo meterse en mi cabeza con lo bueno que es perdonar y con lo bonito que es el amor. Me gustaba más en su etapa de brujo.

—Solo recuerda que no hay nada más bonito y placentero que vivir en armonía con los que te quieren. Sobre todo con dientes. —dice remarcando las palabras te quieren con bastante ímpetu.

Fijo mis ojos en los suyos buscando algo que me diga que está bromeando. Pero no, a él definitivamente se le ha ido la cabeza.

—¿Estás en una secta o alguna cosa rara? —pregunto enarcando las cejas.

—Hablo en serio.

—Yo también, estás empezando a dar miedo, ¿Sabes? —suelto antes de seguir mi camino hacia la puerta.

—Está bien. Sigue ignorando a tu pretendiente hasta que se le suelten los tornillos y nos mate a todos. —suelta a mis espaldas antes de que cierre la puerta. ¿Qué pretendiente?¿Y a quién se supone que ignoro?

La respuesta a eso nunca aparece en mi camino a casa de Grace.

—Gracias, nos vemos luego en este mismo sitio. —Leto asiente mirándome desde el retrovisor.

Me bajo del auto caminando hacia la entrada de la casa, desde la entrada hasta la puerta principal hay unos cuantos metros que recorrer, y yo odio caminar por mucho tiempo con este calor.

Cuando estoy allí tocó el timbre esperando a que alguien me abra la puerta mientras le devuelvo el saludo a algunos guardias que merodean por allí.

—Hola, siento haberte hecho esperar, pero vienes justo a tiempo. Pasa por favor. —habla uno de los empleados cuando por fin se abre la puerta, echándose a un lado.

—No te preocupes, estaré en el cuarto de Grace.

—Si, a ver si se calla de una vez, sus berridos me tienen verdaderamente estresado. —murmura con una mueca de molestia haciéndome soltar una risita.

Con pasos rápidos subo las escaleras y entro a su dormitorio sin molestarme en tocar la puerta. Entreabro los labios con sorpresa al encontrarme el suelo lleno de papeles, después mis ojos van hasta la rubia que se encuentra sollozando abrazada a una almohada.

—Dios Santo. —musito consternada al ver el panorama de Grace tumbada en la cama con el pelo totalmente desordenado, la cara hinchada y los ojos rojos. Es el maquillaje perfecto para Halloween.

Me subo a la cama y le acaricio el pelo, así pasan los minutos hasta que su llanto finalmente cede y decide levantar la cabeza de la almohada.

—Me voy a morir sola. —musita entre hipos y yo la miro con confusión, hasta que sus palabras cobran sentido.

—No me jodas que todo esto por Leto.

Ella se queda en silencio un rato limpiando sus lágrimas empeorando el rímel que tiene puesto hasta que decide hablar.

—Y bien, ¿Qué pasó?

—Que tiene novia, eso pasó, y tienen planes de boda y todo. Y yo como una estúpida detrás suyo. —responde con tanta rapidez que me cuesta entender lo que dice.

—Oh. —es lo único que soy capaz de decir. Jamás me imaginé que estuviera saliendo con alguien, era algo que no me esperaba. —¿Y cómo sabes todo eso? —ella me da una mirada divertida.

—Solo te diré que nunca subestimes mis poderes. —se sorbe los mocos con un pañuelo antes de intentar encestarlo en el cubo de la basura. —Además, unos miserables me robaron todo hoy.

—¿Cómo? —escupo casi de forma automática.

—Esta mañana he ido al spa y de un momento a otro vinieron unos hombres y me vendaron los ojos. Cuando me desperté estaba en mi casa, justo en la oficina de mi padre, donde tengo guardada la caja fuerte, y me obligaron a darles todo lo que había dentro.

—Pero, ¿Estás bien?¿Te pegaron? —digo buscando hematomas debajo del maquillaje de su cara.

Mientras yo estoy aquí preocupada como la mierda ella lo cuenta todo como si se tratase de un cuento.

—Si, pero joder, era mucho dinero, y yo ni siquiera sé cómo sabían donde vivíamos, ni dónde estaban nuestras cosas. Todo esto es muy raro. Y los muy desgraciados ni siquiera me dejaron vestirme. —dice esto último con un ápice de resentimiento y molestia.

Suelto un suspiro.

—No te preocupes, estoy segura de que encontrarán a los culpables. Lo importante es que no te hicieron nada

—Lo van a pagar muy caro. —susurra entre dientes, pasando de la tristeza a la ira en cuestión de minutos.

—¿De verdad que no quieres que vayamos a comisaría? —ella niega con la cabeza.

—Los encontraremos más rápido que ellos, sería inútil.

En eso tiene razón, con los contactos que tenemos conseguiríamos encontrar al culpable mucho más rápido de lo que lo haría cualquier policía.

—¿Y tú qué tal con Míster Lengua Mágica? —inquiere mirándome con ojos curiosos y una sonrisa sugerente.

—Nada nuevo, solo hablamos.

—Habláis demasiado, ¿Cuándo pensáis tener algo más de acción? —responde moviendo las cejas de forma sugerente.

—No lo sé, pero es mejor así por ahora, quiero tener mi tiempo para pensar.

Ella me mira con ambas cejas elevadas

—¿En? —inquiere ella con ímpetu.

—En nuestra relación o no-relación, no sé Grace, toda la situación me confunde y no creo que sea buena idea que estemos follando si mi cabeza es un total lío.

Hago un chasquido con la lengua al ver su expresión divertida y esa gran sonrisa.

—Yo tengo la solución perfecta para eso. —habla relamiéndose los labios, la miro con curiosidad acomodándome mejor en la cama.

—¿Cuál?

—Tenéis que eliminar la tensión sexual que tenéis. Así seguro que te aclaras mucho mejor. —la miro expectante.

—Follando, Lena. —responde en un tono de obviedad.

—¿Y después qué?¿Dejo que me tenga de esclava sexual unos días y después adiós? —suelto con total incredulidad.

—¿Y qué tiene de malo? —pregunta ingenua y yo la miro como si acabara de decir alguna locura.

—Yo no sirvo para eso, dices que acostarme con el es la solución cuando lo más probable es que sea mi tumba. Definitivamente no.

Así acabaría muchísimo peor de lo que ya estoy, es un hecho. Ni siquiera me veo capaz de separar mis sentimientos de mi atracción sexual hacia él, ¿Cómo podría tener una relación que solo se basara en sexo? Lo mezclaría todo y él se acabaría deshaciendo de mí de la peor forma. Ella solo se muerde el labio inferior, pensativa.

—¿Y no crees que eso de que es un mujeriego que odia las relaciones formales y duraderas tal vez sean suposiciones tuyas? Ni siquiera le hemos visto con una sola chica en todo este tiempo. Además, ha pasado por nuestras pruebas a y b de cuando hay un conflicto. Pocos hombres la pasan a día de hoy, eso significa que está muy interesado en ti. 

—No. Sino ya me hubiera pedido ser su novia otra vez o hubiera formalizado lo nuestro desde hace tiempo. —respondo con una amargura que escondo.

Cada vez que le hablaba de eso por teléfono desviaba el tema o decía que era mejor hablarlo en persona. Cómo si estuviera ocultando algo o quisiera esconder lo nuestro, no solo de mis padres pero del mundo entero.

—A mi me suena más a que te estás poniendo trabas porque te da miedo empezar algo serio con él. O continuarlo. —niego con la cabeza varias veces, olvidando el agujero que estaban formando en mi pecho mis pensamientos de antes.

—Tal vez. Todo es demasiado bueno para ser verdad. 

Miro a mi alrededor fijándome en las fotos que hay de nosotras dos colgadas en la pared en el intento de eliminar los recuerdos de Kyle.

Luego veo de reojo cómo me da una mirada de soslayo con una sonrisa.

—Eso no va a pasar, deja de sabotearte a ti misma todo el rato, Len. Él te quiere y lo sabes. —suelto un suspiro lastimero al sentir sus caricias en mi cabello, justo como él lo hizo ese día antes de que me quedara dormida. —Al final te acabará raptando y te encerrará en su palacio de pladur.

Su risita se me hace contagiosa, aunque no me hace gracia lo que ha dicho, en parte porque sé que no está muy lejos de la realidad.

Ambas nos quedamos en silencio por un rato centradas en nuestros móviles.

—Hagamos algo entonces, algo que nos ayude a olvidarnos de los hombres por un rato. —dice con una sonrisa apartando su vista de la pantalla del móvil.

—Si, por favor. Necesito alcohol o alguna mierda así en mis venas ahora mismo. —ella esbozó una gran sonrisa antes de saltar de la cama e ir hacia su dormitorio.

No es la primera vez que compartimos la ropa, y como tenemos el gusto muy similar no hay ningún problema en encontrar algo que me guste.

Después de habernos duchado y estar buscando durante unos eternos minutos encuentro un top negro que deja al descubierto mis hombros y mi estómago. Lo combino con una mini falda muy parecida al top que apenas me cubre el culo.

En los pies me pongo unos botines de Prada con algunas piedras que combinan con unos guantes sin dedos que encuentro. En el pelo me hago una coleta simple dejándome un par de pelos al aire libre.

—Te queda mejor que a mí. —murmura Grace con un puchero observando el top.

—Ni siquiera tengo con qué rellenarlo.

—No seas tonta, te queda como anillo al dedo, es más, si quieres te lo puedes quedar. —sugiere con determinación.

—No, es tuyo.

—A mi no siquiera me gusta. Quédatelo tu. —insiste con una sonrisa amable.

—Está bien, entonces lo guardaré como si fuera mi tesoro. —respondo con una amplia sonrisa terminando de ponerme el gloss de frambuesa.

—¿Nos vamos? —dice después de varios minutos.

—Si. —la miro fijándome en su vestido corto de seda rojo. —Te ves como una diosa.

—Eso es justo lo que somos.

Suelto una risita mientras salimos del dormitorio, camino hasta la camioneta que nos espera fuera. Doy gracias de no haberme puesto tacones, el camino de piedras que hay es verdaderamente infernal.

—¿Adónde? —inquiere un hombre robusto de mediana edad frente a nosotras, Grace me da una mirada expectante.

—A LIV Nightclub, por favor.

—Es una buena opción. —murmura Grace a mi lado moviendo las cejas.

—Lo es. —respondo con una sonrisa ladina, recordando la última vez que fui con Jason y sus amigos hace unos meses atrás. Y hablando del rey de Roma justo en ese momento recibo una llamada suya.

—¿Hola? —hablo nada más pulsar el botón verde.

—Hola. Mamá quería saber si vendrás a cenar.

—No, dile que estoy con Grace y que muy posiblemente me quedé a dormir en su casa está noche. —respondo mirándola de reojo, su sonrisa se me hace contagiosa.

—Genial. ¿Y adónde iréis? Por si me preguntan.

—Iremos a ese club al que fuimos juntos una vez, ¿Te acuerdas?

—Ah si, ese, bueno, que os lo paséis muy bien. Y no le des saludos a esa rata de mi parte. —habla después de unos segundos haciendo que Grace suelte un insulto a mi lado.

—Vete a la mierda, Jason. —en ese momento cuelgo la llamada.

—No le soporto. —murmura mirando a través de la ventana con la cara arrugada, molesta.

—¿Puedo saber por qué? Siempre os lleváis como el ratón y el gato.

—Simplemente no le soporto, ya lo sabes.

Asiento despacio, si que lo sé, desde el primer momento en que se la presenté se han llevado mal.

Tras unos minutos más por fin llegamos al sitio, como casi todos los fines de semana está abarrotado de gente, así que hasta que podemos aparcar el coche en un sitio pasa un rato largo.

En la puerta hay un par de hombres bastante corpulentos, ambas les enseñamos los DNI falsos en donde aparece que tenemos veintiún años en vez de diecinueve, y con una especie de brazalete puesto en las muñecas ya estamos dentro.

—No te separes. —chilla Grace en mi oído cogiéndome de la muñeca y llevándome hacia nuestra mesa. —¿Qué quieres que pida para beber? —habla esta vez en un tono más bajo.

Saco la petaca de mi bolso con una sonrisa divertida, haciendo que Grace suelte una carcajada. A veces es mejor prevenir que curar.

—Supongo que necesitaremos algo para mezclarlo. A menos que te lo quieras beber a palo seco. —dice con ambas cejas elevadas y una sonrisa.

—Vamos a la barra. —propongo con rapidez levantándome del alargado sofá.

Detrás de mí Grace sigue mis pasos.

Al llegar a la barra tenemos que esperar a que algunas personas sean atendidas, y en eso echo un rápido vistazo al lugar encontrándome con su mirada. No me lo esperaba aquí, ni siquiera sabía que había vuelto a la ciudad y se ve muy bien acompañado con sus amigos y esas dos chicas. Ellas parecen estar discutiendo algo a su lado.

¿Debería saludarlo?¿Sonreírle tal vez o es mejor hacer como si no estuviera?
Al final me decanto por saludarlo a lo lejos moviendo mi mano con una sonrisa amable, pero justo en ese momento él aparta su vista a dos chicas que vienen con él para decirles algo.

Una es la Pollita y la otra una castaña que no he visto nunca. Enseguida ellas dejan de discutir a regañadientes.

Cuando estoy a punto de volver a saludarlo alguien más llama mi atención a lo lejos.

—¡Hola!¡Cuánto tiempo! —me giro encontrándome a Antoine con una ancha sonrisa.

No sé si sentir alivio porque siguiera vivo o si salir corriendo para evitar su irritante presencia.

—Hola. —habla Grace en un tono seco.

—¿Dónde estáis sentadas? Si queréis os puedo llevar yo las bebidas. Sin ningún problema. —habló guiñándome un ojo, de reojo vi a Grace echarle una mala mirada.

—Gracias, pero no hace falta.

—Insisto, permíteme llevarlas, además hay mucha gente, vais a tardar un buen rato aquí.

—Está bien, solo trae un par de refrescos y unos vasos. —responde Grace de sopetón cogiéndome del brazo y llevándome al sofá de antes.

—Sigue sin caerme bien el franchute ese.

—A ti no te cae bien nadie. —replico con una mueca divertida.

—Tu si.

—Oh. Me siento honrada. —digo tras soltar una pequeña carcajada con una mano en el pecho.

Ambas seguimos compartiendo bromas hasta que los gritos de una mujer un par de mesas lejos nos llama la atención. Viene de su mesa.

La mujer está totalmente enfurecida, parece estarle reclamando algo a uno de los hombres de allí. Suelto un jadeo cuando le lanza una bebida a ese mismo hombre que ahora la mira furioso antes de levantarse y pegarle una bofetada, después la arrastra del pelo hasta llevarla hacia algún lugar alejado de la sala.

El rubio amigo de Romina también está en esa mesa, pero él solo se ríe y mira la escena divertido.

—Wow. Menudo espectáculo—habla Grace sin demasiado interés tras darle un trago a la petaca.

Vuelvo a mirar a aquel lugar otra vez, está vez sus ojos azulados me miran con enfado, haciendo que arrugue el ceño. ¿Qué se supone que hice ahora? Son sus amigos los que están formando un escándalo, y uno muy desagradable de ver además. Ni siquiera es chisme del bueno.

—¿¡Ese no es Sergio!? — habla Grace a mi lado fijando sus ojos en su mesa. —Y viene bien acompañado. —usa un tono sugerente mientras me da un golpecito en las costillas.

Yo solo me quedo en silencio, apretando los labios tratando de ignorar su gélida mirada que me está empezando a atravesar la frente.

—Señoritas, aquí tenéis. —surge Antoine de la nada con un par de latas de Coca Cola sin abrir y unos vasos con un par de hielos dentro.

Es justo en ese momento cuando recuerdo sus palabras y entiendo a qué viene su repentino enfado, pero no hago nada. Si él no me avisó de que había vuelto y prefería estar de fiesta con sus amigos entonces yo también estaría con Antoine. Aunque después nos hiciera pedazos a los dos. Es un riesgo que pienso tomar encantada.








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