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Lena

—¿Vamos? —pregunto a Jason una vez llego a la camioneta.

—¿Qué has preparado esta vez?

—Comida. —respondo sentándome en la zona de atrás. Él suelta un bufido con ironía.

—Eso espero, porque lo del año pasado era incomestible.

Me acerco y le doy un fuerte golpe en la nuca a modo de respuesta.

—Otro día más siendo chófer y niñero. —susurra Leto al frente con la vista fija en la carretera. La desilusión de su cara me hace reír.

—¿Te quedarás? —pregunto cuando lo veo bajar con nuestras cosas.

—¿Una fiesta llena de pubertos en la playa y con fuego? No, gracias. —habla mientras vamos a un pequeño camino que lleva a la playa.

—Va a estar bien, solo será una reunión amistosa. ¿Verdad, Jase? —reprimo una carcajada al ver la mueca de mi hermano ante su nuevo mote.

—Define eso de reunión. —responde burlón sacando un envoltorio lleno de una hierba verdosa.

De un manotazo le indico que lo guarde antes de que Leto se de la vuelta y lo vea.

Luego seguimos caminando hasta encontrar a Theo, Romina y un par de chicos más de los que no me acuerdo.

Sin embargo mis ojos caen sobre el rubio que tantas veces he visto antes. Él al verme me saluda elevando la botella de vodka con una amplia sonrisa, captando la atención de Leto que ve todo a mis espaldas.

—¿Eso es alcohol? —pregunta en una mueca incrédula dejando las bolsas en el suelo.

—¿Qué? —bufé. —No, solo es un poco de soda.

—Si, eso. —secunda mi hermano.

Él sigue sin creer nuestras palabras, así que lo terminamos echando antes de que vea sustancias ilegales.

Le doy un corto abrazo a Romina y me siento a su lado, Jason se sienta al otro tras darle un pico en los labios. Supongo que para nadie es un secreto su nueva relación.

—¿Qué quieres beber? —ofrece ella con una amplia sonrisa casi contagiosa. Me alegra verla feliz, se lo merece.

—Una cerveza está bien.

—Marchando. —dice el rubio antes de traerme una cerveza.

Los minutos se pasan volando, entre risas y malvaviscos a la leña a la vez que echo leves vistazos al caminito de antes, preguntándome dónde demonios se ha metido Grace.

—¡Hey! —como si la hubiera invocado ella sale de un lado de la playa.

Ese lado da a un pequeño bosque que no es frondoso. Tampoco me llama la atención como para haberlo visitado antes. Aunque la pregunta aquí es, ¿Qué coño hacía ella ahí?

—Perdonad la tardanza, el tráfico está jodido ahí fuera.

Tal vez los demás no han percibido sus nervios mientras ella se presenta uno por uno, pero yo la conozco como si la hubiera parido.

—La primera vez que te veo atascada en el tráfico en todos estos años. —digo en un tono bajo con diversión.

Por su forma de conducir ya la veo sobrevolando los coches con el suyo.

—Siempre hay una primera vez para todo. —murmura a mi lado dándole un largo trago a su lata de cerveza.

Suelto una carcajada desviando mi atención a Theo. Él ahora fuma un cigarrillo de marihuana que le ha ofrecido mi hermano antes, con su torso bien trabajado al descubierto dejando a la vista una larga cicatriz que tiene en el costado derecho.

Hundo las cejas al ver las perforaciones de sus pezones y la de su ombligo. ¿A qué vienen tantos piercings? Vuelvo a subir la mirada a sus ojos y la aparto cuando me da una sonrisa ladina.

—Otro que se quiere morir. —habla Grace a mi lado con diversión. —Este por lo menos está bueno.

—Solo somos amigos, nos conocemos desde hace tiempo. Jamás tendría esas intenciones conmigo.

—De todas formas hay algo de él que no me gusta, no me cae bien. —dice entrecerrando los ojos.

—¿Lo intentarás matar también? —suelto al aire entre carcajadas.

Ella solo me da una mala mirada mientras sigue inspeccionando al resto del grupo con sus avellanados ojos.

—¡Pongamos algo de música! —grita uno con un litro de cerveza en la mano.

En cuestión de segundos la música rock se hace presente retumbando en mis oídos. Sonrío cuando mi hermano se lanza al agua de cabeza junto a Romina. Ellos dos hacen una buena pareja.

Aún no le he contado nada sobre lo de nuestro padre, no sé si soy yo la más indicada para contarlo, tampoco me gusta la idea de estarlo ocultando hasta que decida contarlo por él mismo, porque tal vez sea algo que no piense contar nunca.

Poco después me uno a ellos quedando en traje de baño.

Al salir mi cuerpo se estremece por el aire fresco de la noche, y me sorprendo al encontrar a Theo sosteniéndome una toalla con una sonrisa amable.

—Gracias.

—No hay de qué. —responde antes de sentarse en la arena.

Me decanto entre volver con los demás o sentarme a su lado. Al final hago lo segundo, él siempre me ha llamado mucho la atención. No de forma sexual. Simplemente lo veo como a un enigma y hoy parecía estar de buen humor para responder a mis dudas.

—No sabía qué también te gustaba fumar. —me mira con ojos curiosos.

—¿Tu también fumas? —niego con la cabeza.

—Lo digo por lo de la coca. Estás lleno de vicios. —lo suelto así sin más, sin ningún tapujo. Él asiente muy despacio volviendo a fijar su vista al frente.

—Es malo, ¿Sabías?

—Claro que lo sé, pero a veces, incluso si sabemos que algo no nos conviene, nos aferramos a eso con tal de ser felices unos cuantos minutos.

Dejo mis labios en una fina línea, sin saber qué responder ante aquello y sintiendo mis nervios a flor de piel por su mirada intensa.

—Mi hermano lleva obsesionado contigo desde que tengo memoria, y no creo que eso sea bueno tampoco. Pero al final del día ahí estás tú, volviendo a él una y otra vez, sin importarte que sea un monstruo. —lo miré como si le hubiera salido un segundo brazo.

—¿De qué hermano hablas? —él deja salir una carcajada que me deja más confusa que antes.

—No me jodas que no lo sabías.

—¿Saber el qué?

—Que Alekei y yo somos hermanos, de sangre además. —dice lo último con una mueca de desagrado y yo parpadeo varias veces analizando lo que ha dicho.

—¿Y por qué no me lo habías dicho antes? —pregunto observándolo una vez más, comparando sus rasgos con los de él. —Vosotros ni siquiera os parecéis.

—Lo sé, y créeme que me ha costado un dineral dejar de parecerme a él. —su sonrisa de orgullo acompaña a sus palabras llenas de resentimiento.

—¿Por qué no querrías parecerte a él?¿Por qué no os habláis?¿Estáis peleados o algo así?

—Simplemente nos llevamos mal, desde siempre.

—¿Por qué?

—De verdad que eres jodidamente curiosa.

—Lo soy. —respondo sonriente.

El sonido de unas llantas a lo lejos capta nuestra atención y yo giro mi cuello en esa dirección. Al verlo salir de una Jeep Wrangler negra mis ojos brillan.

No espero un segundo más antes de ir hacia él y fundirme en sus brazos, sin importarme que siga mojada o las miradas de los demás.

—Hola. —él parece tan distraído que no me hace mucho caso. Hasta que vuelvo a hablar y baja su mirada.

Luego se agacha posando sus labios en mi frente y en mis labios por un corto periodo de tiempo. Aún así lo sigo notando distante, sus músculos tensos dan fé de que algo le pasa.

Él me coge de la mano y me lleva hasta la fogata. Ninguno se atreve a saludarlo directamente, sólo mueven la cabeza mientras hacen un intento de sonrisa, pero yo estoy tan bien en sus brazos que ni siquiera me siento incómoda.

Incluso disfruto haciéndoles saber a los demás que él es totalmente mío, y que siempre lo ha sido.





Alekei





—¿Qué mierdas?¿Qué me he perdido?
—preguntó una chica que venía de la playa junto a su hermano con una sonrisa burlesca.

—¿Qué hay? —saludó Jason levantando una mano que ignoré mientras secaba su pelo con ella entre mis piernas.

—¿Tienes frío? —pregunté después dejando la toalla en la arena. Ella negó pegándose más a mi pecho. —¿Segura? Tengo tu sudadera en el coche.

—Si, estoy bien. —respondió con una sonrisa haciendo que ese hormigueo apareciera de nuevo en mi estómago.

Comencé a llenar su rostro de besos deteniéndome en sus labios, después introduje mi lengua soltando un gemido gutural y sosteniendo su rostro en mis manos.

Quise profundizar el beso, pero fuí interrumpido por un trozo de malvavisco crudo que me había lanzado su jodido hermano.

—¡La vas a ahogar! —replicó después haciendo que los demás empezarán a reír ignorando la mirada furiosa que le estaba dando. 

—Voy al baño. —habló Lena levantándose de mi regazo antes de que pudiera decirle algo.

Luego aproveché que se había ido y me levanté yo también, quería saber dónde mierdas se había metido Sergey.

No me sorprendió encontrarlo en una parte no muy alejada del bosque con una mano en el culo de Grace y otra apoyada en el árbol mientras escondía la cara en su cuello. Enseguida lancé una de mis navajas, yendo esta al pequeño espacio entre sus dedos ocasionando un roce que en segundos comenzó a sangrar.

Sergey se giró disimulando el ardor de su dedo bajo una sonrisa forzada y Grace se alejó con una cara pálida.

—Eh. Yo, bueno, nos vemos. —habló con torpeza antes de salir trotando perdiéndose entre los árboles.

—¿Te pago para esto, Sergey?

—N-no. Lo siento, no volverá a suceder.

—Por supuesto que no, porque si vuelve a suceder te quedas sin brazos. —le dije con una mirada severa antes de pretender volver.

En el camino de vuelta lo encontré apoyado en un árbol con una sonrisa ladina.

—Al final tienes lo que tanto querías.

Dibujé una sonrisa ladina echando mi pelo hacia atrás, alborotándolo un poco más de lo que ya estaba.

—Te equivocas, no todo. —respondí pasando mi piercing por mi labio inferior.

Nunca descansaría hasta recuperarla por completo, destrozar su alma y llenarla con mi oscuridad. Esa que nos ha unido siempre y pareció desvanecerse de ella el día en que me la arrebataron.

Quería tener a mi pequeño demonio de vuelta

—Eres un maldito cabrón. —escupió él borrando esa sonrisa.

—Y tu un imbécil. Solo a ti se te ocurre desobedecer mis órdenes, Viktor. —dije su nombre con burla a la vez que me acercaba reprimiendo las ganas que tenía de clavar mi navaja en su otro costado. —Tenía que haberte sacado los intestinos y ahorcarte con ellos cuando tuve la oportunidad.

Mátalo de una jodida vez. Pensé para mis adentros echando un vistazo a la cicatriz de su costado.

—Si te encuentro a tan solo un metro de ella, no correrás con la misma suerte.

—¿Por qué?¿Tienes miedo de que se entere de que fuiste tú el que mató a nuestra madre?¿O que la mandaste a secuestrar cuando era tan solo una niña?¿Que la manipulaste para tenerla a tu antojo? —escucharlo casi me hace reír.

Sabía que no tenía ni una pizca de remordimiento por lo que había hecho. Siempre conseguía lo que quería sin pedir permiso a nadie y ella no fue la excepción, pasando por encima de su familia que siempre desconocería lo que verdaderamente pasó esa semana en la que estuvo desaparecida.

Podría haber sido poco tiempo, pero fue el suficiente para hacer que todos esos años en los que había estado lejos hubieran valido la pena. Volvería a estar en esa jodida academia un milenio si con eso conseguiría volver a estar otra semana a su lado.

—Dime una cosa, ¿De qué crees que vas a morir?¿De mis manos o de las mierdas que te metes? —susurré con palabras que rozaban lo agresivo y un brillo divertido en los ojos.

—Muy seguramente por lo segundo.

—Eso ya lo veremos. —respondí antes de irme pasando por su lado chocando mi hombro con el suyo.

Sin darse cuenta mis labios ya habían reflejado esa felicidad que sentía en mi pecho al verla frente a la fogata sentada con las piernas recogidas.

El fuego se veía bien combinado con su pelo y el brillo de sus ojos y quise guardarme esa imagen en la cabeza por siempre.

—Estamos jugando a verdad o reto, ¿Te apuntas? —acepté sin siquiera pensarlo. No había nada que me atreviera a negarle, no cuando sus ojos me miraban de esa forma.

Denis me echó una sonrisa divertida recibiendo como respuesta el dedo de en medio que le enseñé disimuladamente.

—Genial, empecemos entonces. —dijo la chica pelinegra de antes girando una botella de ron vacía.

La botella se detuvo señalando a Grace.

—Grace era, ¿No? —ella asintió. —Bien,¿Verdad o reto?

—Reto.

—Te reto a que beses a Denis. Te lo pondré más fácil, puede ser sin lengua.

Grace dió un resoplido yendo hasta Denis. Cuando sus bocas colisionaron eché un vistazo a Sergey que miraba la escena con ganas de querer saltarle a la yugular.

Moví la cabeza con una mirada severa indicándole que no se moviera del sitio cuando estuvo a punto de levantarse. Si no lo había hecho oficial con ella antes era su jodido problema.

—¿Tan malo es? —preguntó Lena entre risas cuando Grace volvió a su lado.

—No metas el dedo en la llaga. —murmuró ignorando la mirada de Sergey.




Lena




Suelto un bostezo viendo como Grace intenta hacer la danza del fuego sin tener ni idea de cómo hacerlo, y mucho menos sin importarle que se pudiera quemar. Se nota que va un poco entonada.

Una risita escapa de mis labios cuando casi prende fuego a su propio pelo.

—Al final morirás como tus antepasadas las brujas. Quemada. —dice Jason en un tono divertido tras darle una calada al porro que sostiene en sus dedos.

—Si así fuera te convertiría en la rata que ya eres.

—¿Quieres que nos vayamos? —habla con sus labios rozando mi oído.

No quiero irme, pero mis ojos se cierran sin quererlo. Supongo que ya no tengo el mismo aguante que dos años atrás, y eso es muy triste. Estoy envejeciendo.

—Como tu quieras, si quieres podemos quedarnos un rato más.

—La verdad es que me muero por estar contigo a solas. —susurra en mi oído con una voz grave.

Junto mis labios reprimiendo una sonrisa y me giro clavando mis ojos en él.

—Yo...estoy cansada, creo que será mejor que nos vayamos a dormir.

—Está bien, vayamos a dormir entonces.

Cuando me ayuda a levantarme la brisa del aire fresco no tarda en golpear mi piel haciendo que me estremezca un poco del frío.

—¿Os vais ya? —se acerca mi hermano con los ojos ligeramente rojos. —Me avisas cuando lleguéis. —asiento con la cabeza dejando un beso en su mejilla.

Cuando va a darle la mano él se da la vuelta de camino al coche, haciendo que los pensamientos que me había guardado vuelvan a resurgir queriendo saber cuál es la razón por la que evita tanto el contacto de los demás. Menos el mío.

Pero esos pensamientos se alejan al acabar en los brazos de Romina siendo apretujada por ellos. En cuestión de pocos segundos se separa con una amplia sonrisa.

—¿A qué vino eso? No tenía ni idea de que sabías abrazar. —hablo divertida tras soltar una risita.

—Por si no nos volvemos a ver en siglos otra vez. Se te echa de menos por aquí.

—Nos veremos. —aseguro con una sonrisa.

Volviendo al coche lo veo apoyado en la parte delantera con un cigarro en sus labios.

Luego suelta el humo sin alejar su mirada de la mía en ningún momento, consumiéndome como las cenizas lo hacen con su cigarro. Sigue poniéndome nerviosa como la primera vez que lo vi en esa biblioteca.

Después me visto y me dejo caer en el asiento del copiloto. Enseguida el coche se pone en marcha y su mano comienza a rozar mi muslo con suavidad.

Las palabras de Theo hacen eco en mi cabeza. Todavía no entiendo porqué se empeñan en decirme que me aleje y que es un monstruo. Sé que todavía hay cosas que desconozco de él, pero para mí no es ningún monstruo, y aunque lo fuera jamás me alejaría de él.

Tal vez ellos no lo conocen tan bien como yo. Eso es más que seguro porque yo soy la única que puede ver su lado vulnerable. He visto todas sus facetas y amo absolutamente todas. Incluso la más sádica.

—No sabía que Theo era tu hermano.

—Si lo sabías, pero no lo recordabas. ¿Él te lo dijo? —asiento con la cabeza bajo su silencio. Sus rasgos ahora son unos más duros por la tensión de sus músculos.

—¿Qué más no recuerdo?

—Son muchas cosas. —su voz es baja y suave y yo aprieto los labios frustrada. Cansada de no recordar.

Quiero saberlo todo, es horrible no poder recordar cosas relevantes. Siento que mi vida está dividida en dos y no que sea una sola.

—Cuéntamelas. Quiero saber.

—Ahora no. —responde de forma casi autoritaria.

—Tengo derecho a saber. —refuto cruzándome de brazos.

—Prometo contártelo otro día.

—¿Mañana? —suelto a la nada después de pocos minutos. Él levanta las esquinas de sus labios en una sonrisa corta.

—Está bien, mañana.

Cuando mira de reojo al espejo retrovisor su sonrisa se esfuma y acelera la velocidad.

Justo en ese momento recibe una llamada que coge de inmediato y empieza a hablar con alguien en ruso.

—¿Qué pasa? —pregunto con el corazón a mil cuando termina la llamada.

Luego entreabre sus labios como si quisiera responder algo, pero al igual que yo le presta más atención a los disparos de una uzi que van directos al maletero.

Después de eso vinieron miles más que él a duras penas podía esquivar. El coche por fuera está lleno de agujeros, algunas balas incluso han llegado a los asientos de atrás.

Él suelta varias maldiciones por lo bajo antes de girar bruscamente el volante y hacer que nos posicionáramos en un camino hecho de tierra y piedras.

Clavo las uñas en el asiento mientras hago el intento de regular mi respiración para mantener la calma.

Su voz es clara cuando me pide que abra la guantera y le pase un arma que bien podría tener mi tamaño. ¿Como ha cabido ahí?

—Necesito que cojas el volante un minuto, lyubov'.—asiento con la cabeza no queriendo hablar por el bulto de mi garganta.

Después me desabrocho el cinturón y trepo hasta ponerme encima de él con el volante en mis temblorosas manos.

Él baja la ventanilla y apunta a algún lugar con el arma disparando unas especies de explosiones que retumbaron en mis oídos dejando un pitido en ellos.

No es hasta que el fuego empieza a expandirse detrás de nosotros cuando sube la ventanilla y rodea mi cintura con sus brazos atrayéndome más a su regazo.

—Lo siento por eso, ¿Estás bien? —dice besando mis oídos con delicadeza.

Asiento con un intento de sonrisa dejándole el volante a él. Todavía estoy nerviosa pero por lo menos nos los hemos quitado de encima, al menos eso espero.









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