038

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


Alekei

Finalmente me había quedado yo al volante pero no le había permitido bajarse de mi regazo.

—Este no es el camino a mi casa. —dijo ella mirando a través de la ventana.

—No, estaría loco si te llevara allí ahora mismo. Tu sitio está a mi lado, donde pueda vigilarte. —repuse sosteniendo el volante con firmeza. —Vamos a nuestro otro apartamento.

Al llegar al edificio de apartamentos unas camionetas parecidas a las nuestras estaban ya aparcadas en frente.

Luego entramos con Denis, Sergey y tres hombres más siguiéndonos y cubriéndonos las espaldas hasta que estuvimos frente a la puerta. Allí les indiqué con un movimiento de cabeza que se largaran, quedando solo Denis y Sergey.

Lena observaba todo con atención y una sonrisa satisfactoria se puso sobre mis labios al pensar en que el toque femenino que le había dado a la decoración le había gustado.

Antes de ir con ella al dormitorio le dije a Denis y Sergey que me esperaran en la sala.

—¿Qué haces? —murmuró cuando empecé a desvestirla, empezando por su camiseta.

—Voy a revisarte.

—Estoy bien, no te preocupes, no me han dado. —ignoré sus palabras y la seguí desvistiendo.

Fui suave deslizando sus pantalones junto a su ropa interior hasta el suelo. Examiné su torso rozando la piel de su estómago, luego fui a sus piernas y caminé a su alrededor centrándome ahora en su espalda. Desvíe la mirada con rapidez al encontrarme con su voluptuoso trasero.

—¿Lo ves? Estoy bien. —habló tapando sus pechos.

Me molestaba que tratara de ocultarse de mi todavía, conocía a la perfección sus aureolas, todo, y aún así ella siempre se tapaba cada vez que podía.

Ella después fue a la cama y se metió bajo las sábanas, cosa que mis pelotas agradecieron.

—Volveré en seguida, sólo será un momento. —murmuré a su lado siendo incapaz de apartar mis ojos de su rostro.

Ella asintió con una sonrisa que me quitó el aire, pero aún así no me quedé contento. No quería alejarme.

Besé su frente aspirando el olor a vainilla de su pelo, y como si ella quemara me levanté con rapidez de la cama. Estuve a punto de irme cuando volví a acercarme besando sus labios, escuchar su risa hizo que mi corazón latiera desbocado.

Ya lyublyu tebya, lyubov'. —susurré en su oído besando su oreja. Ella sonrió una vez más repitiendo las mismas palabras que le había enseñado noches antes.

Había terminado por quedarme hasta que se quedó dormida ignorando el ruido de la sala de abajo.

Bajando las escaleras me fijé en el ojo morado que ahora tenía Denis y la nariz rota de Sergey.

Después me senté en el sofá esperando a que alguno empezara a hablar.

—Esos cabrones de los mexicanos quedaron vivos. Uno de ellos fue el que empezó a disparar, ya está muerto. El otro no tenemos ni puta idea de donde esté. —masculló Sergey sujetándose la nariz al hablar con una mueca adolorida.

Eché un vistazo a Denis que se había hecho más pequeño en su sofá.

Luego fui hasta él propinándole un fuerte golpe en el pómulo izquierdo y lo cogí del cuello de su camiseta para estabilizarlo y quedar cara a cara con él.

—Explícame cómo mierdas es eso. Te dije claramente que te deshicieras de ellos. —mis palabras eran tan filosas como la navaja que quería clavarle en el cuello.

Al no recibir respuesta lo solté lanzándolo al sofá. Él comenzó a toser sujetándose la garganta bajo mi mirada antes de hablar.

—No lo sé. Joder, yo mismo enterré los putos cuerpos, Sergey estuvo conmigo.

Mis ojos fueron hasta Sergey, pidiéndole explicaciones.

—E-es verdad. Yo estuve con él y no vimos a nadie alrededor. —repuso Sergey cubriendo su nariz en un impulso cuando me acerqué de más él.

—¿Resucitaron y salieron de las tumbas ellos solos? —pregunté con una sonrisa irónica. Denis movió la cabeza de un lado a otro. —¿¡Entonces qué mierdas pasó!? —exclamé en una voz no muy alta para no despertarla.

—Te digo que no lo sé, hombre.

Denis tragó saliva desviando su mirada a Sergey en busca de algo de apoyo, pero después de lo sucedido en esa playa lo único que se buscó de su parte fue otra mirada fulminante.

—Creo que es cosa de tu padre. —soltó después de la nada. —Todos sabemos que te la tiene sentenciada por lo de Ray. No sería raro que estuviera ayudando a los mexicanos que quedaron vivos para acabar contigo. Con nosotros.

—Tienes ocho putas horas para probar eso que dices. —respondí antes de echar un vistazo a mi reloj, faltaba poco para que amaneciera. —Cinco.




Lena




—¿A dónde vamos? —susurré mirando a mi alrededor, algo malo estaba pasando.

No me respondió, su mano atrapaba la mía con tanta firmeza que creo que comenzaba a cortarme la sangre.

—Tenemos que salir de aquí. —susurró deteniéndose ante las escaleras que daban con la planta principal.

Jadeé al ver el fuego aproximarse a los primeros escalones de éstas, unas sirenas de policía se unieron al bullicio estruendoso y los disparos de abajo. Apreté su mano queriendo retroceder mis pasos, estaba asustada.

—Blyat'. —lo miré, sus ojos se habían oscurecido aún más con esa expresión tétrica.

—¿Q-qué pasa? Tengo miedo Alek.

Mis ojos empezaron a aguarse, él se agachó hasta quedar a mi altura.

—No temas lyubov', todo estará bien.

Besó mi nariz con delicadeza a la vez que acariciaba mis mejillas rozando los párpados. Algunas lágrimas fueron a parar en la punta de sus dedos.

—Necesito que vayas a esconderte, iré a buscarte después. —negué varias veces con más lágrimas deslizándose por mis mejillas.

Él sujetó mi rostro uniendo nuestros labios en un beso corto.

—No me iré sin ti, no quiero que me dejes sola. —hablé entre bajos gimoteos.

—Te prometo que después iré a por ti y te encontraré. —nuestras bocas todavía estaban muy cerca. —Necesito que te pongas a salvo. Eres mi vida Lena, si te pasa algo moriría, ¿Entiendes? —asentí como pude pasando mis manos por la cara.

Él se alejó y me entregó un arma que cogí dubitativa.

—No tiene seguro, solo tienes que apretar el gatillo como te enseñé. ¿Te acuerdas?

—Si. —respondí en un hilo de voz.

Luego nos fundimos en un abrazo que no duró demasiado, y al separarnos esta vez pude notar la tristeza en sus ojos, una tristeza que trató de ocultar bajo una sonrisa.

—Te amo con cada parte de mi ser, no lo olvides nunca. —musitó en mis labios antes de juntarlos nuevamente.

Sentí sus lágrimas caer sobre las mías y pude saborearlas. De repente un calor abrasador hizo que nos separarámos, al fijar mi vista detrás suya vi el fuego aproximarse cada vez más a la planta de arriba. Estábamos atrapados.

—Ve. —no me moví del sitio. —Ve. —su voz ahora imperiosa obligaron mis pies a moverse.

Aún así, pocos pasos después giré la cabeza y ahogué un grito al verlo acercarse a la barandilla de las escaleras y saltar por una zona donde no había mucho fuego.

Hice el amago de aproximarme pero al final opté por hacer lo que me dijo. Después entré a una habitación muy grande, parecía un dormitorio. Me fijé en la ventana, luego en el armario, y cuando estuve a punto de caminar hacia allí una voz me detuvo.

—Ven conmigo, yo te puedo ayudar a escapar. —me giré encontrándome a Theo. En seguida bajé el arma.

Si no fuera por su voz no lo hubiera reconocido. Él se veía muy diferente, casi no parecía él.

—Alek ha dicho que me esconda. —su cara se retorció con desagrado.

—Eso no importa, no tienes porqué hacerle caso en todo lo que te diga.

Retrocedí al tenerlo más cerca.

—Tienes que volver con ellos Lena, no te puedes quedar aquí. ¡Maldita sea, no puedes! —llevó sus manos a la cabeza, parecía desesperado y por mi cara no sabía porqué.

—¿Volver con quiénes?¿De qué hablas?

Sus ojos azules se fijaron en mí otra vez.

—Ven conmigo y te prometo que te lo contaré todo. —por un momento parecí pensarlo. Finalmente terminé por mover mi cabeza negando.

—No, Viktor, no iré a ningún lado contigo. Ahora vete y déjame en paz.

—No me dejas otra alternativa. —dijo con amargura.

Me había dado la espalda y no vi cuando se acercó por detrás con un bate de béisbol golpeándome en la cabeza. Con el primer golpe caí al suelo inconsciente pero no se detuvo, siguió golpeándome el cráneo, con cada golpe sentía mi respiración más pesada a la vez que intentaba abrir los ojos y escapar de esa pesadilla.

Mis labios quisieron abrirse para gritar pero estaba paralizada viendo cómo el bate ahora iba a mis costillas y mis piernas. Luego él dijo algo que no escuché mientras me golpeaba porque todo se volvió borroso y lejano.

Un movimiento suave en el hombro me ayuda a poder abrir los ojos por fin. Me toco la cara aún espantada sintiendo un dolor insoportable de cabeza. No me doy cuenta de cuando he comenzado a llorar.

Él me coge entre sus brazos rodeándome con ellos y acariciando mi pelo y yo apoyo mi cabeza en su pecho, tiene un ligero olor a tabaco. Probablemente haya estado fumando mientras yo dormía.

—Está bien, sólo ha sido una pesadilla. Pasará. —murmuró con una voz suave en mi oreja.

Cierro los ojos aspirando su aroma. Quiero olvidar todo lo que he soñado porque si al final esa pesadilla resulta ser de alguna manera cierta al igual que mis otros sueños entonces estaré muy perdida.

Joder, mi hermano y Theo han sido amigos incluso antes de que nos mudarámos aquí. Puedo decir que él y yo somos algo como amigos también, y ahora resulta que ni siquiera sé su verdadero nombre. Él era reticente a veces, incluso antipático, pero nunca pensé que en un pasado hubiera querido matarme. ¿Por qué haría eso?

La cabeza me empieza a dar vueltas y clavo mis uñas en las palmas de las manos cuando empiezan a temblar.

—¿Lyubov'? Hey, ¿Qué pasa? —sujeta mis mejillas húmedas obligando a posar mis ojos en los suyos que me miran con preocupación.

No puedo responder, siento que me falta la respiración pero no hay nada obstaculizando mi garganta. Mis ojos comienzan a arder al igual que mis pulmones y un sudor frío empapa mi frente.

Conozco esa sensación. Estoy teniendo un ataque de ansiedad y no hace falta que se lo diga para hacérselo saber. Con mi cara es más que suficiente para indicar que algo no va bien.

—Trata de respirar conmigo. —sus ojos siguen en mi mientras lo hace, poniendo especial atención a mi pecho.

Intento copiarlo pero la opresión en el pecho no me deja.

—N-no puedo. —susurro con palabras entrecortadas.

—Intentalo, ya verás como si.

Él vuelve a hacer lo mismo asegurándose de que yo también lo haga.

Después de varios intentos en los que casi me siento morir asfixiada contengo la respiración y la suelto con más facilidad.

—Lo estás haciendo muy bien. —alenta con una sonrisa.

Cuando vuelvo a respirar con normalidad la presión en el pecho y el dolor de cabeza siguen ahí.

—¿Ves? Te dije que podías. —habla antes de comenzar a llenar mi rostro de besos que me hacen sonreír por las cosquillas de su incipiente barba.

Nunca se la deja y le queda condenadamente bien.

—Te quiero mucho. —susurro antes de acurrucarme en su pecho.

A modo de respuesta planta sus labios en mi cabeza por un largo rato. Luego nos cubre con las sábanas y en cuestión de minutos caigo rendida en sus brazos.




•••



Por la mañana seguimos en la misma posición. Él está sentado con su espalda apoyada en el respaldo de la cama, sus brazos no me han soltado ni un minuto y su cabeza está echada hacia atrás.

Cuando me remuevo un poco parece que se despierta, y sonrío al encontrarme sus ojos adormecidos.

—Hola.

—¿Cómo te sientes? —esbozo una mueca recordando lo de anoche.

—Bueno... Anoche tuve una pesadilla.

Sé que sus ojos ahora me miran con mucha atención, eso me hace estar más nerviosa por no saber cómo empezar.

—¿Y qué pasó? —incita apartando los pelos de mi cara.

—Estábamos en una casa huyendo de un incendio, creo, y se escuchaban disparos de fondo. Después tú me dijiste que me escondiera así que nos separamos y fui a una habitación. Allí me encontré a... —me detengo un momento al recordar la conversación que tuvimos en la playa. —Theo.

Sus músculos se tensan al nada más escuchar el nombre.

—Me dijo que me fuera con él, le dije que no y empezó a golpearme con un bate. —termino de hablar con un nudo en la garganta sin apartar mi vista de la suya.

Me gusta que le importen tanto mis sueños, aunque por alguna razón me siento muy incómoda, tensa.

Me toma por sorpresa que sonría.

—¿No recuerdas nada más? —niego juntando las cejas. Él besa mis labios antes de levantarse y dejarme en la cama. —Iré a por algo de comer.

—Alek. —tras girar su cabeza curva sus labios en una sonrisa ladina. Los pelos del brazo y la nuca se me erizan ante su actitud tan extraña.

—Tu hermano, ¿Cuál es su verdadero nombre? —mi corazón empieza a latir con fuerza por la incertidumbre.

—Viktor.

—¿Y el... tenía los ojos azules cuando érais pequeños?

Cuando asiente con la cabeza siento un escalofrío recorrer mi espina dorsal. Esa ha sido la respuesta definitiva para saber que no se trata de un simple sueño, que eso pudo pasar de verdad, que pasó de verdad. Aunque él no me lo diga como tal su repentino cambio me lo hace saber, y por un momento tengo miedo por las cosas importantes de mi pasado que desconozco.

"El no saber te debilita ante la vida" me decía mi padre esos días que no tenía nada de ganas de ir al instituto, y no es hasta ahora cuando le encuentro un sentido a sus palabras. El hecho de que todo el mundo a mí alrededor parezca saber cosas relevantes de mi vida que yo no me hace sentir débil, insegura incluso conmigo misma. ¿Y lo peor? Nadie nunca me dice nada hasta que yo no pregunto primero o hasta que es tarde.

Pero, ¿Ellos siquiera saben eso?¿Mi hermano sabe el tipo de persona que es Theo? Lo dudo, porque si fuera así hubiera dejado de relacionarse con él desde hace tiempo.

A pesar de estar desnuda me agobio con las sábanas así que las hago a un lado. En eso él entra con una bandeja en sus manos que casi deja caer al posar sus ojos en mis pechos desnudos. Sonrío a la vez que vuelve a taparme con las sábanas y eso no le gusta nada.

Él deja la bandeja al otro lado de la cama y las arrebata de mi cuerpo dejándolas en el suelo.

—Ahora te quedarás así el resto del día. —murmura barriendo mi cuerpo con descaro.

—¿Día? —repito dudosa.

—Te quedarás conmigo hoy, tenemos muchas cosas de las que hablar, lyubov'.

En mi estómago se asientan esas mariposas que, desde que he empezado a pasar más tiempo con él, se han hecho mucho más intensas.

—Sabes que no puedo. —hablo siendo lo más tersa posible.

Muerdo mi labio inferior cuando estrecha sus ojos en mí y mueve su piercing.

—Eres mi esposa, Lena. Dame una jodida razón por la que no puedas.

Entreabro mis labios pero él no me deja ni pronunciar la primera palabra.

—Me importan una puta mierda tus padres. —agacho la cabeza con una sensación desagradable en la boca del estómago.

Luego me muevo exaltada al sentir sus dedos en mi mejilla.

—Lo siento. —pasa sus manos por su negra cabellera. —Estuve demasiado tiempo buscándote. Quédate conmigo hoy, por favor. —sus ojos caen en mí con un ligero desespero.

—Está bien.

Su sonrisa es contagiosa. Río al sentir sus dientes y labios en la curvatura de mi cuello.

La comida finalmente pasa a un segundo plano cuando sus dedos comienzan a estimular mi clítoris mientras su boca deja marcas por mis pechos, y para cuando empezamos a comer está casi a punto de anochecer.




•••




Todavía sigo mojada por el baño, pero él piensa cumplir su promesa de no dejarme llevar nada de ropa en todo el día, ni siquiera ropa interior. Termino de masticar el trozo de fresa que me ha ofrecido con su atenta mirada a la que ya estoy más que acostumbrada.

—¿Es por eso por lo que te llevas tan mal con tu hermano? Por lo de mi sueño. —murmuro aclarando un poco mi voz. Él deja el tenedor en el plato y hace a un lado la bandeja.

—No.

—¿Y... Crees que sea verdad? Quiero decir, puede ser solo un sueño.

—No lo es, lyubov', y lo sabes. —habla antes de coger mi rostro entre sus manos. Sus orbes azules destilan una determinación férrea. —Juro por mi vida que le haré pagar.

—Es tu hermano.

—A ojos de los demás si, para mí dejó de serlo cuando intentó separarte de mi.

—¿Cómo? —su silencio me impacienta aún más. —¿Qué pasó exactamente?

—Ese día, cuando fui a por ti solo encontré manchas de sangre. —su sonrisa amarga me revuelve el estómago. —Me asusté como la mierda al pensar que te había pasado algo. Lo último que supe es que habías quedado en coma por un accidente de coche. Es un imbécil, pero aún así se las arregló para salir contigo de esa casa sin que nadie se diera cuenta y llegar a la frontera con Ottawa.

No estoy entendiendo nada, ¿Es que su hermano pensaba secuestrarme o algo así?¿Theo? O Viktor, como se llamara. A estas alturas me da igual, podría decirme que en realidad tiene noventa años y que ha mantenido su juventud a base de beber sangre de los demás y no me sorprendería.

—Por suerte te despertaste después de unas horas, pero no recordabas nada de lo que pasó esas semanas. Casi me sentí morir al ver tus ojitos mirarme como si fuera un extraño.

—Debió ser horrible. —es todo lo que digo en un susurro.

—Lo fue. Pero fue peor cuando fui a verte y tu ya no estabas, te habías ido y el único que sabía adónde era Viktor, jamás me quiso decir donde estabas y desde ese entonces lo odié más que a mí mismo en ese momento.

—Tu no tuviste la culpa. —repongo sabiendo que eso no será suficiente para hacerlo cambiar de idea.

—No hay un maldito segundo en el que no me arrepienta de haberme separado de ti aquella noche. —beso sus labios interrumpiendo lo que sea que fuera a decir.

—Sé que lo hiciste para protegerme y que hubieras hecho todo lo posible para mantenerme a salvo. No tienes nada de lo que estar arrepentido.

Cuando esconde su cara en mi cuello y coloco mis brazos alrededor de su cuerpo. A duras penas puedo rodear su torso.

Nos quedamos en esa posición hasta que vamos a la sala de abajo y nos sentamos allí. No hay nadie más que nosotros, ni siquiera sus guardias.

Al encender la televisión me tensé al verlo muy centrado en mis senos, por su mirada sé que tiene otros planes. Termino por pulsar el botón en cualquier serie en un intento de ignorar su mirada lo mejor posible. Me pone nerviosa.

Luego esbozo una mueca al ver la introducción de Juego de Tronos, no me llama la atención la fantasía pero tampoco quiero coger el mando que, sin querer, dejé demasiado cerca suyo. Siento que en cualquier momento me saltará encima si me aproximo más de la cuenta.

Claro que no hace falta que mueva un dedo para estar entre sus brazos, él mismo se encarga de que no pueda escapar cuando me aprisiona en sus brazos.

—Tengo frío. —murmuro echando mi cabeza hacia atrás.

Él aparta sus dedos de mi pezón y se levanta. Poco después me envuelve con una manta negra como si fuera un burrito y apoyo mi cabeza en su pecho con sus manos en mis pezones otra vez jugando con ellos.

Cuando baja su mano por mi estómago jugueteando ahora con el piercing de mi ombligo aprieto mis muslos de forma inconsciente.

Mis párpados se van cerrando sin querer, y antes de querer decir algo ya caigo rendida en sus brazos.











¹Ya lyublyu tebya, lyubov': te amo, amor.

²Blyat': joder

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro