Capítulo Décimo Quinto

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Helery

La luz que entraba por las ventanas empezaba a molestarme, sentía mi cabeza un poco aturdida y mi cuerpo se sentía entumecido, como si algo pesado estuviera encima de mí, obstruyendo la capacidad de mi cuerpo para sentirse libre. Decidí seguir durmiendo un rato más, me sentía muy cansada y no quería hacer nada más, solo dormir y descansar, pero el sonido de un celular hizo que mis ganas de dormir se fueran al carajo, suspiré frustrada y sin abrir los ojos empecé a buscar el celular en el suelo, para mi suerte, el celular estaba cerca y no tuve que moverme mucho.

Contesté aún con mi voz algo ronca, al otro lado de la línea no habló nadie, así que nuevamente saludé empezando a fastidiarme, ésta vez si contestaron, pero la voz que escuché al otro lado me dejó sin ganas de nada. Abrí mis ojos completamente y miré la pantalla del celular, al parecer había contestado el celular de Lance y la persona que estaba llamando era Mónica, rápidamente colgué y me levanté haciendo que Lancé cayera al suelo, había olvidado por completo que él se había quedado dormido encima de mí y esa era la razón por la que mi cuerpo se sentía entumecido.

—Un buenos días abría sido menos doloroso. —dijo Lance levandose del suelo.

—Creo que cometí un error. —susurré mirando el celular.

—¿De qué hablas? —pregunto.

—Monica ya sabe que pasaste la noche aquí. —respondí dándole a entender que había contestado su celular.

Lance me miró seriamente, tomó sus cosas y se dispuso a arreglarse para ir a la empresa, pero lastimosamente no tenía ropa, por lo que tuve que prestarle de la ropa que alguna vez fue de Lecuim, había tenido esa ropa guardada durante mucho tiempo, ya que no me sentía con el valor de votarla, pero creía que ese era un buen momento para darle una segunda oportunidad a esos trajes. Después de algunas horas, Lance y yo nos dispusimos a irnos hacia la empresa, con la esperanza de que Mónica no hiciera nada.

Al llegar, Mónica no se encontraba por ninguna parte, por lo que decimos entrar y dirigirnos a nuestros respectivos trabajos, no sin antes, decirme que en una hora lo viera en su oficina, ya que teníamos algo pendiente de que hablar, realmente no sabía de qué se trataba, pero de algo estaba segura, debía ir a averiguarlo. Al pasar una hora, dejé los papeles en los cuales estaba trabajando a un lado y me dirigí a la oficina de Lance, él se encontraba sentado en su escritorio mirando hacia la ventana seriamente.

—¿De qué querías hablar? —pregunté nerviosa. Él se bajó del escritorio, se acercó a mí y me abrazó.

—Pase lo que pase, quiero que estemos juntos. —susurró en mi oído.

—Asi será Lance. —respondí.

Lance se separó de mí, me miró fijamente y luego me besó, sus labios eran suaves y cálidos, dándome la confianza necesaria para seguir junto a él. Sus labios se movían suavemente sobre los míos, con calma y ternura, como si disfrutara cada toque de nuestros labios, decidí disfrutar el momento y enrede mis brazos en su cuello, acercándolo más a mí, Lance rápidamente me tomó de la cintura y me sentó en su escritorio, profundizando más el beso y el deseo, pero todo quedó en pausa al escuchar la puerta abrirse tras nosotros.

—¡Eres una maldita zorra! —exclamó Mónica cerrando la puerta tras ella.

—¿No te han enseñado a tocar? —preguntó Lance limpiando mi lápiz labial de su boca.

—No cruces la línea Cariño, sabes cuáles son las consecuencias. —amenazó— y tú, te vas a arrepentir de todo esto. —dijo mirándome fijamente.

—Tú no mereces el amor de Lance, Mónica. —murmuré bajándome del escritorio— ¿Crees que no te he visto estando con otros hombres?

—Que tierna eres cariño. —comentó para luego empezar a reírse— ¿Crees que eres la única en la cama de Lance? Estás muy equivocada.

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