Capítulo Décimo Sesto

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Mónica

Realmente me importaba muy poco lo que Lance hiciera, no me consideraba una mujer de un solo hombre, en realidad, creía que la vida era una y que había que disfrutarla sin importar nada, sin embargo, mi padre me obligó a casarme con Lance, ya que así, ambas empresas serían una y abrían más ganancias, además, la empresa Worthington estaba en la quiebra y en cualquier momento podría cerrar, así que sería más para mi padre hacer tratos. Lance y Helery se podían ir al infierno si así lo deseaban, pero si mi padre se llegaba a dar cuenta que Lance no es completamente mío, me iba a desheredar y eso no lo podía permitir.

Decidí encerrarme en mi oficina el resto del día, no quería verle la cara a nadie y mucho menos a esos dos idiotas. Las horas seguían pasando y pronto se hizo de noche, pero yo seguía sin ganas de ir a casa, decidí ir a algún lugar para distraerme, pero mientras empacaba mis cosas, alguien tocó la puerta, traté de ignorarlo y seguí con lo mío, pero los golpes seguían, así que a la final decidí ceder el paso. 

—Creí que te había pasado algo. —dijo con una sonrisa.

—Sammer ¿Qué haces aquí? —pregunté tomando mi bolso.

—Queria saber porqué no habías llegado a casa. —susurró sentándose en la silla frente a mi escritorio.

Decidí contarle todo a Sammer. Sammer era una de mis mejores, pero un día desapareció sin más, jamás le guardé rencor por haberme dejado, incluso me sentía feliz de tenerla conmigo nuevamente, a pesar de que era la hermana mayor de la estúpida de Helery. Pasaron algunas horas y ya faltaba poco para ser media noche, Sammer escuchó atentamente todo lo que le había contado; el trato entré el señor Worthington y mi padre, la traición de Lance con Helery y muchas cosas más que me acomplejaban.

—Mónica ¿Crees en las brujas? —cuestionó Sammer, rápidamente me eché a reír.

—¿De qué demonios hablas? —pregunté—. Las brujas no existen ¿Acaso te has vuelto loca?

—Y si te dijera que sí existen y que te pueden ayudar ¿Me creerías? —susurró mirándome fijamente.

Yo solo rei nuevamente, lo que estaba diciendo Sammer era una tontería, las brujas no existían, solo eran mitos urbanos que le contaban a los niños para asustarlos, con el fin de que hicieran caso y ya no hiciera más maldades. Yo la miré fijamente con una sonrisa burlona, pero el rostro de Sammer seguía serio, como si realmente estuviera diciendo la verdad y en ese momento sentí un escalofrío recorrer todo mi cuerpo. Sammer me contó sobre un ritual para llamar a una bruja muy poderosa, la cual me ayudaría a vengarme de Lance y de Helery, pero a cambio de esos poderes, debíamos darle un sacrificio y yo tenía justo a la persona ideal.

—Caroline, necesito que vengas inmediatamente a mi oficina. —pedí por el monitor.

—¿Quién es Caroline? —preguntó Sammer y en ese momento entró ella.

—Ella es Caroline, mi secretaria, es una chica muy obediente, además, también tiene sed de venganza. —expuse con una sonrisa vanidosa.

—¿También te quieres vengar de Helery? —preguntó con burla.

—Esa zorra me quitó a Kurt, jamás se lo perdonaré y estoy dispuesta a hacer lo que sea con tal de vengarme de ella. —confesó. 

🔹🔹🔹🔹🔹🔹✳️🔹🔹🔹🔹🔹🔹🔹

La noche estaba fría, los relámpagos anunciaban que muy pronto empezaría a llover, los árboles se balanceaban de una lado a otro, causando un sonido siniestro que nos hacía poner la piel de punta. Caroline y yo caminábamos por un viejo bosque lleno de árboles y maleza, mientras éramos guiadas por Sammer, la cual tenía un libro antiguo que decía exactamente dónde se podía hacer el ritual, realmente estaba asustada y quería irme de aquel lugar lo más rápido posible, pero de tan solo recordar lo que estaba haciendo Lance y lo que eso podría afectarle mi futuro, hacia que cambiara de opinión de inmediato.

Después de unos minutos, al fin llegamos al lugar indicado, faltaba tan solo dos minutos para que fuera media noche, así que teníamos muy poco tiempo para hacer todo. Sammer sacó algunas cosas de su bolso, incluyendo velas y sumerios, me pidió que me parara en medio del círculo que había hecho con una sustancia extraña y empezó a realizar el ritual.

—¿Estás lista? —preguntó sosteniendo el libro en sus manos.

—S-sí. —dije nerviosa.

—Bien. —susurró para luego levantar su mano derecha y empezar a leer— ¡Quod omne videt invoco, ostende quod ignoro, ostende quod perditur, ostende mihi quod vetitum est. Advocavit te iterum, ut me adiuvare possis, viam mihi ostende et perdita resuscita! (Latín)

Las velas rápidamente se apagaron, la lluvia empezó a caer sobre nosotros, el frío que hacía era insoportable y mis piernas estaban perdiendo la sensibilidad, podía ver el miedo en el rostro de Caroline y la satisfacción en el rostro de Sammer, después, todo se volvió negro y perdí el conocimiento.

Gracias por leer.

💜😊

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