Capítulo Trigésimo Cuarto.

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Lance

Admitiré que odie a Helery desde el primer día en que la vi, su arrogancia me hacía enloquecer y era demasiado torpe para mi gusto, pero sin importar el pasado, esa chica supo como ganarse mi corazón rápidamente, la quería de una manera que sencillamente no podía explicar, era como estar en aquel lugar donde te sientes bien y deseas quedarte siempre. No sé en qué momento ocurrió todo esto, ni tampoco sé cómo terminé admirandola mientras dormía al lado mío, se sentía tan indefensa y hermosa, la deseaba con la misma intensidad con la que la quería y la amaba.

Empecé a acariciar su rostro con la parte externa de mi mano, luego bajé a sus labios los cuales toqué con la yema de mis dedos, después bajé por su cuello y suavemente acaricié uno de sus senos, los cuales hizo que Helery soltara un gemido, en ese momento perdí todo sentido de cordura. Bajé hasta sus pechos y empecé a besar, lamer y morder sus pezones, los cuales ya estaban erectos, Helery seguía respirando con dificultad, pero aún mantenía sus ojos cerrados ¿Realmente estaba dormida? No lo entendía. 

—Helery. —llamé en un susurró, pero ella no dio respuesta alguna.

Alcé un poco la sabana con la que estábamos cobijados, me posicioné en la mitad de sus piernas y sin dejar recargar todo mi peso sobre ella, empecé a besar su cuello mientras que con mi mano derecha acariciaba su pecho derecho. Helery seguía sin abrir sus ojos, pero de su boca salían pequeños jadeos que me confirmaba que lo estaba disfrutando. Decidí dejar su pecho quieto y bajé mi mano hasta su intimidad, la cual estaba húmeda y apretada.

Con mi piernas, abrí las suyas, abriéndole espacio a mis dedos, los cual estaban listos para entrar en ella y sin pensarlo dos veces, introduje dos de mis dedos en su hendidura, logrando que su espalda se arqueara del placer. Mientras besaba su cuello, seguía penetrándola con mis dedos, mientras que con mi mano derecha, tapada suavemente su boca tratando de que no gimiera muy duro, después de todo, seguíamos en la habitación del hospital.

—Lance... —susurró Helery— ¿Q-qué estás haciendo?

—Quiero hacerte mía aquí mismo. —dije cerca de su oído.

—Hazlo. —murmuró de vuelta.

Helery empezó a besarme suavemente, pero cada vez se hacía más intenso, como si de eso dependiera su vida. Rápidamente baje mis jeans, mi ropa interior y alcé un poco la bata de hospital que ella tenía y sin tanto rodeo, me introduje en ella de un solo movimiento, Helery soltó un gemido escándalo, el cual logré intervenir con un beso. Empecé a moverme rápidamente, haciendo que su cuerpo se moviera de arriba a bajo al son de mis embestidas, tratando de que la cama no hiciera mucho ruido y que los claves a los que Helery estaba conectada no se llegarán a zafar.

Seguí moviéndome rápidamente, luego tomé sus piernas y las puse encima de mis hombros, después posicioné mis manos a cada lado de su cuerpo y empecé a penetrarla aún más fuerte, Helery ponía sus manos en su boca tratando de no gemir, mientras que de sus labios salían pequeños sollozos que combinaban con las lágrimas de placer que salían de sus ojos.

—¿Señorita? ¿Se encuentra bien? —preguntó una de las enfermeras tras la puerta.

—Mierda. —susurré.

Rápidamente salí de ella, tomé mi ropa y entré al baño, la enfermera entró inmediatamente y empezó a revisar a Helery, después llamó al doctor, el cual llegó algunos minutos después. Ambos estaban con ella mientras yo miraba por el espacio que dejaba la puerta semi abierta, después decidí salir como si recién hubiera acabado de entrar al baño, ambos me miraron fijamente, yo los saludé y ellos hicieron lo mismo, luego me dijeron que Helery tenía fiebre, por lo que le aplicaron un medicamento y sinceramente hice un gran esfuerzo para no reírme allí mismo, pues Helery no tenía fiebre, solo estaba acalorada por lo que había acabado de pasar.

La enfermera y el doctor salieron después de aplicarle el medicamento a Helery, así que nuevamente éramos ella y yo solos, pero el sueño pudo más que cualquier cosa y me quedé profundamente dormido en el sofá que se encontraba al lado de la cama de Helery. La mañana llegó rápidamente y las luces del hospital hicieron que me despertara y al hacerlo, pude notar la mirada fija de Helery sobre mí.

—¿Qué? —pregunté sin más.

—Tuve un sueño raro anoche. —respondió apenada.

—¿Qué soñaste? —indagué con una sonrisita.

—Soñe que... Qué tú y yo... ¡Olvidalo! —exclamó con sus mejillas sonrojas.

—No lo puedo creer Helery. —dije soltando una carcajada— ¿Hasta en tus sueños me quieres coger?

—¡Cállate! —gritó y yo decidí no contarle que todo había sido real.

Gracias por leer.

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