Capítulo Trigésimo Tercero.

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Helery

Lecuim era brillante, su personalidad obstinada me hacía reír un poco ¿Sería igual de valiente sin él? Lecuim me había brindado lo que necesitaba para seguir viviendo: esperanza, alegría y valentía, cosa que había perdido cuando él murió, pero ahora me doy cuenta que él siempre estará a mi lado, aunque no pueda verlo o sentirlo, igual sé que me vigila desde su reino y eso me hace feliz, porque después de todo no estaré sola y él siempre acudirá a mí cuando lo necesite.

Por otro lado, estaba Lance, el chico que me había ayudado a salir de mi estado de tristeza y me enseñó que se podía volver a amar, tal vez no con la misma intensidad que la primera vez, pero el sentimiento de amor seguía siendo igual de hermoso. Eran mis dos ángeles guardianes, uno que me cuidaría desde el cielo y el otro que me cuidaría aquí en la tierra. Ambos eran polos opuestos, pero igual los quería y me hicieron entender algo, hay amores que nacen para quedarse y hay otros que aparecen para enseñarnos ¿Cuales son tus dos amores? Espero que los hayas encontrado, es algo hermoso, pero siempre recuerda algo, el amor de tu vida, el amor para la vida y tu alma gemela, no son la misma persona.

—¿En qué tanto piensas? —preguntó Lecuim sacándome de mis pensamientos.

—Pienso en lo complicada y hermosa que es la vida. —respondí con una sonrisa frágil.

—No pienses en eso, todo es pasajero, hoy nos gusta algo, mañana nos importa una mierda. —susurró acercándose a mí— debo irme.

—¿Tan rápido? —cuestioné sintiendo un vacío en mi corazón.

—He cumplido con mi misión, es hora de volver, recuerda que ya no pertenezco a este mundo. —musitó.

—¿Te volveré a ver? —indagué.

—Cada que la luna llena aparezca, yo estaré ahí, viéndote a través de ella. —dijo sonriendo— adiós Helery.

—Adiós Lecuim.

Debo ser sincera y decir lo mucho que me dolió verlo partir. Una luz blanca ilumino el cuerpo Lecuim, solo pude ver su sonrisa alegre y sus ojos clavados en mí, mirándome por última vez, yo empecé a sollozar mientras me despedía de él balanceando mi mano de un lado a otro, fingiendo una sonrisa alegre cuando en realidad mi mundo se estaba derrumbando. Mientras la luz se hacía más brillante, mis ojos empezaban a sentirse adormilados, hasta el punto de caer al suelo inconsciente.

🔹🔹🔹🔹🔹🔹🔹✳️🔹🔹🔹🔹🔹🔹

Desperté debido a la Luz que penetraba en mis ojos y el sonido irritante de una máquina a mi lado, al observar el lugar, me di cuenta que estaba en un hospital y aquella máquina ruidosa era la encargada de mostrar mis signos vitales, seguí observando todo, hasta que mis ojos se posaron en un chico dormido al lado de mi cama, con su cabeza recostada en ella y sus manos a cada lado, rápidamente pasé mi mano por su cabello, era suave y olía bien, el chico al sentir mi tacto, rápidamente se despertó, me miró y sonrió.

—Al fin has despertado. —dijo besando mi frente— estaba muy preocupado por ti.

—¿Qué ocurrió? —pregunté tratando de recordar todo.

—Te encontré a ti y a Mónica tiradas en el bosque, rápidamente llamé a la ambulancia y aquí estamos, habías estado tres días dormida. —informó peinando su cabello.

—No recuerdo mucho, solo que... —suspiré— todo ha acabado.

Lance me informó que Mónica iba a pasar algunos años en la cárcel por intento de asesinato, secuestro y complicidad en la violación, pero que primero debía ir a presentar los cargos, ya que ella juraba que no recordaba nada de lo sucedido y de cierto modo le creo, pues Mónica estaba bajo la influencia de aquella bruja maldita; sin embargo, eso no le quita los cargos que tenía por haberme hecho la vida imposible y aunque la perdonara, igual tenía que pagar por sus errores.

El día transcurrió con normalidad, las enfermeras vinieron unas cuantas veces al día para observar mi salud y llegaron a la conclusión que estaba completamente sana y que después de esa noche, me podría ir a casa, yo estaba feliz, odiaba los hospitales y realmente quería volver a casa, además, debía asistir a los encuentros con la psicóloga que Lance había contratado para mí, pues aunque me haga la dura, lo que me ocurrió aún perturba mis recuerdos. Lance decidió quedarse conmigo esa última noche, no quería dejarme sola y realmente se lo agradecería. Traté de conciliar el sueño una vez que la noche llegó y las enfermeras apagaron las luces de mi habitación, pero los chasquidos de los dientes de Lance no me lo permitían.

—Estoy tratando de dormir. —susurré golpeando su cabeza.

—Lo siento, tengo frío. —respondió.

—¿Quieres dormir conmigo? —pregunté

—Creí que nunca me lo pedirías. —murmuró con una sonrisa.

—Tonto.

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