Capítulo Trigésimo primero

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Helery.

A veces la vida suele ser dura, cruel y despiadada, es allí donde nos damos cuenta que crecer no ha sido el deseo más inteligente que hayamos pedido, pero a pesar de los obstáculos, seguimos aferrados a la vida como si no hubieran más opciones, tal vez porque somos demasiado cobardes para acabar con ella o quizá, porque sabemos que aunque sea difícil, después tendremos nuestra recompensa. No podría describir mi dolor en una escala del uno al diez, aunque los números son infinitos, aún no son suficientes para esto. El dolor físico no se compara al emocional y el emocional no se compara al psicológico.

Su cabello blanco como la nieve, sus ojos azules como dos diamantes deslumbrantes, su pálida piel inolvidable hizo que todos mis pensamientos se fueran al carajo, rápidamente me levanté de la cama y empecé a caminar fuera de la habitación, pero una de las enfermeras del hospital hizo que volviera nuevamente a mi habitación, miré una vez más por la ventana, creyendo que me había vuelto loca, pero lo vi sonreír mientras hablaba con alguien y en ese momento se me vino el mundo encima ¿Cómo era posible? Lecuim estaba muerto o eso era lo que yo creía. 

—Necesito salir. —dije levantándome otra vez de la cama.

—Señorita, usted está muy débil, no debe salir de la cama. —comentó la enfermera con una sonrisa calida.

—Bueno, entonces quiero que entren los chicos que me trajeron aquí. —mandé. La enfermera asintió y los llamo.

Lance y Lecuim entraron a la habitación hablando plácidamente, ambos sonreían como si se conocieran de toda la vida, mientras mi corazón latía con fuerza, como si en algún momento se fuera a salir de mi pecho. Lecuim me miró fijamente, sentía como sus ojos hermosos penetraban los míos, luego sonrió tiernamente acercándose un poco a mí, rápidamente salí de la cama y lo abracé, era increíble como alguien que parecía un frío como de nieve, podía dar los abrazos más cálidos del mundo.

—Hola mi pequeña. —susurró en mi oído.

—¿Cómo es esto posible? —pregunté con mis ojos empañados—. Creí que estabas muerto.

—Les daré un momento a solas. —dijo Lance saliendo de la habitación. Ambos lo miramos salir y luego volvimos a lo nuestro.

—En realidad lo estoy, solo estoy aquí por la bruja. —informó con una sonrisa amplia.

—¿Por qué me abandonaste? —cuestioné aferrándome a él.

—Oh mi pequeña, yo nunca te he dejado, siempre he estado pendiente a ti, pero debes entender una cosa. Hay personas que pasan por nuestra vida para quedarse siempre, como hay otras que solo pasan para enseñarnos a crecer. —musitó mirándome fijamente mientras acariciaba mi rostro— te prometo que te encontraré en otra vida, mientras tanto, debes ser feliz y creo que has encontrado a la persona adecuada.

—¿Te refieres a la Lance? —indagué.

—Sí. —murmuró— lo siento Helery, pero yo no puedo quedarme contigo, nuestro tiempo ya pasó.

Sus palabras fueron como un balde de agua fría a las tres de la madrugada, como si una espada hirviendo atravesara mi corazón. Podía sentir mis lagrimas bajando por mis mejillas, mientras sentía el insoportable dolor en mi pecho, como si algo que había deseado toda mi vida, se hubiera convertido en mi peor pesadilla, era un vacío insoportable del cual no podía escapar. Lecuim me separó de él, acarició mi cabello y beso mi frente, luego salió de la habitación, pues tenía que hablar con la policía respecto a lo que había pasado y aunque realmente no ayudaran en nada, debía hablar con ellos. Yo seguí a Lecuim hasta la puerta, sin que se diera cuenta y escuché su conversación con Lance.

—Realme no sé qué hago aquí, Helery te sigue amando a ti —suspiro Lance—. No significo nada para ella.

—No seas tonto, Helery te quiere mucho, solo debe superar nuestra historia. —comentó Lecuim— lastimosamente no me puedo quedar con ella, por eso necesito que tú la hagas feliz.

Dejé de escuchar su conversación y volví a la cama, realmente me sentía muy mal, aún no superaba lo que me habían hecho Mónica y Sammer, como para luego comprender que debía dejar ir a Lecuim para siempre ¿Pero como? ¿Cómo se olvida a alguien tan especial? Dios, estaba enloqueciendo. Después de unos minutos, una de las enfermeras entró y me aplicó algo para dormir, ya que debía descansar después de lo que me había pasado, pero nuevamente tenía un mal presentimiento, al parecer estos días iban a estar llenos de luchas y lágrimas.

Gracias por leer.

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