Final 3/3

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Helery

Me encontraba en la cocina tomando un poco de agua, junto a una pastilla para el dolor de cabeza, pues la pensadera no me dejaba dormir en paz, causandome una fuerte migraña. Lance seguía sin regresar y el suspenso me estaba matando, por más que le había dicho que no saliera, lo había hecho, pues según él, quería dejar todo listo en la oficina, para sí poder tener una boda y una luna de miel en paz, pero a pesar de que solo iba a eso, ya habían pasado muchas horas desde que Lance había salido, ya era casi la madrugada y él no daba señales de vida, además, había acabado de tener una nueva pesadilla, donde lo más importante en aquellos sueños, era la repetición de la muerte de Lance, preocupándome aún más.

Sin poder soportar más la incertidumbre, llamé al celular de Lance, quería escuchar por su misma voz que estaba bien, que no había pasado nada malo y que mis pesadillas solo eran los nervios del matrimonio, los nervios del embarazo o simplemente, que aún no se cumplían y podía impedirlo. Llame tres veces, pero nadie contestaba, ya tenía mis manos temblorosas y mis ojos humedecidos por las lágrimas y cuando creí que todo estaba perdido, Lance contestó.

—¡Lance! —exclamé tras un suspiro—. Me alegra escucharte.

—¿Está todo bien? —preguntó con seriedad.

—Sí, solo quería saber si ya venías. —dije sin más.

¿Segura que es sólo eso? —dudó, obligándome a contarle sobre mi reciente sueño.

—Tuve una pesadilla, la verdad parecía muy real. Así que estaba preocupada por ti, ya que en esa pesadilla tenías un accidente. —conté con un poco te temblor en mi voz.

No te preocupes —susurró tras una risita extraña—. Todo está bien Helery, no he tenido ningún accidente, es más, ya voy en camino.

Después de eso colgó, yo me quedé mirando el celular con el ceño fruncido, ya que la persona que estaba tras el celular, no parecía ser Lance, pues el no solía comportarse así, ni tampoco colgaba el celular sin antes decirme cuánto me quería y aunque haya tenido un día pesado, esos pequeños detalles que lo hacían especial, nunca se le olvidaban, por lo que todo eso me hizo llegar a una conclusión, la persona con la que estaba hablando no era Lance y aunque tuviera su voz, sencillamente no lo era.

Salí corriendo hacia mi habitación, cerrándola con seguro desde adentro, luego tomé una mesilla de noche y la puse en la puerta, tratando de bloquear su pasó, pues si ese no era Lance, probablemente era un cambia formas y el único ser que tenía ese poder, era la bruja. Pasaron algunos minutos y nada pasaba, incluso llegué a sentirme somnolienta y lo único que quería hacer era dormir, ya era muy tarde y el embarazo hacia que me cansara demasiado, pero cuando estaba a punto de dormirme, la puerta principal se abrió.

—¡Helery! Ya llegué. —musitó— ¿Dónde estás?

Traté de respirar menos y de quedarme lo más quieta posible, debía hacer el menos ruido que pudiera, tal vez así no se daría cuenta que estaba en la habitación y podría prevenir una catástrofe, pues estaba completamente segura que ese no era Lance y si esa cosa llegaba a encontrarme, probablemente terminaría muy mal. Seguí con mi plan, pero todo se fue al carajo cuando escuché un golpe en la puerta, como si alguien tratara de entrar, rápidamente me tapé la boca con ambas manos y me alejé de la puerta.

—Sé que estás ahí, abre la puerta. —mandó, yo me quedé en silencio, pero luego se me ocurrió un plan.

—¿Cómo te atreves a tocar así la puerta? —indagué—. Te dije que ésta noche dormirías en la sala.

—¿De qué estás hablando? —cuestionó.

—¿Acaso lo olvide? El hecho de que te haya llamado preocupada, no significa que haya olvidado la pelea de esta mañana. —mentí, Lance y yo nunca habíamos peleado, pues ahora estábamos mejor que nunca.

—Ya olvida esa pelea y abre la puerta, es peor para ti si no me haces caso.

Ya todo estaba confirmado, ese no era Lance, pues como había dicho, nunca habíamos tenido una pelea y el hecho de que me hubiera dicho que la olvidara, significaba que se había creído lo de la pelea, sin ni siquiera ser verdad, ese no era Lance, era esa maldita bruja. Traté de buscar la manera de escapar y no me quedó de otra más que saltar por la ventana, aunque en mi estado no era muy recomendable, pero si no hacia eso, algo malo iba a pasar.

Me aliste física y mentalmente para saltar, pero cuando iba a hacerlo, algo me agarró por detrás, alzandome por las alturas, incluso podía ver toda la casa desde aquí y las pocas personas que andaban por el lugar, se veían como hormigas.

—¿Querías saltar? Que tal si te lanzó desde aquí ¿Te gustaría? —propuso.

—¿Mónica? —dudé— ¿Qué haces aquí? Deberías estar en un manicomio.

—Vine por ti y tu bebé.

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