x. Buckbeak, el hipogrifo

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CAPÍTULO DIEZ
Buckbeak, el hipogrifo

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A DIANNE REALMENTE LE GUSTÓ salir del castillo luego de la comida, y poder respirar algo más que la humedad del viejo castillo. La lluvia del día anterior había terminado, dándoles un pequeño respiro, y el cielo era de un tono gris bastante pálido. La hierba estaba mullida y húmeda bajo sus pies cuando se pusieron en camino hacia su primera clase de Cuidado de Criaturas Mágicas. Dianne y compañía se mantuvieron en silencio mientras descendían por el césped hacia la cabaña de Hagrid, la cual estaba situada en el linde con el bosque prohibido. Sin sorpresa, vieron túnicas escarlatas; era otra de las tantas clases que Slytherin y Gryffindor compartían.

Hagrid esperaba a sus alumnos en la puerta de su cabaña. Parecía realmente impaciente por empezar su primera clase, y Dianne realmente no lo culpaba por su emoción. A sus pies estaba Fang, el perro jabalinero de enorme tamaño que era su mascota.

—¡Vamos, daos prisa! —gritó el guardabosques, a medida que sus alumnos se aproximaban a él, expectantes por saber de qué iría la primera clase de aquel novato profesor —. ¡Hoy tengo algo especial para vosotros! ¡Una gran lección, sin duda! ¿Ya está todo el mundo aquí? ¡Bien, seguidme!

Durante un instante, Dianne temió que los condujera al bosque; aquel lugar ya había sido el escenario de algunos encontronazos poco agradables el curso pasado, y no era realmente partidaria de volver. Sin embargo, Hagrid anduvo por el límite de los árboles y, cinco minutos después, se hallaron ante un prado donde no había nada.

—¡Acercaos todos a la cerca! —gritó Hagrid, con voz potente—. Aseguraos de que tenéis buena visión. Lo primero que tenéis que hacer es abrir los libros.

<<Es más fácil decirlo que hacerlo>>, pensó Dianne y se mordió la lengua para no decir nada.

—¿Cómo? —cuestionó Draco de forma fría.

—¿Qué? —dijo Hagrid, confundido.

—¿Cómo abrimos los libros? —repitió Draco, ignorando la mala mirada de su hermana. Sacó su ejemplar de El monstruoso libro de los monstruos, que había atado con una cuerda.

—Solamente acariciad el lomo del libro—dijo Hagrid, como si fuera lo más obvio del mundo.

—Evidentemente—resopló Dianne, rodando los ojos—. No sé como no se nos pudo ocurrir antes...

Daphne le dio un codazo, mientras Theo y Blaise tosían para ocultar sus risas. Draco los observó como si pensara que eran algo idiotas, aunque chistó la lengua en cuento el moreno de bucles le dio un pequeño guiño.

Dianne desprendió el celo mágico que sujetaba el libro e impedía que se abriera y comenzase a morder todo lo que tuviera por delante. El libro intentó morderla, evidentemente, pero como Hagrid había dicho, pasó el dedo índice por el lomo. El libro se estremeció, ronroneó, y se quedó tranquilo en su mano. Le hizo un gesto de cejas a su hermano, quien estaba con una arqueada, mientras jugueteaba con el anillo de la familia en su dedo.

—Yo creo que es gracioso—opinó Hermione, en dirección a Harry y Ron, creyendo que nadie más los estaba escuchando. Obviamente todos la escucharon a la perfección.

—Oh, sí, terriblemente divertido... dios, realmente ingenioso—soltó Draco con sarcasmo, mientras ponía mala cara—. Este lugar está en decadencia—continuó, haciendo una mueca de asco mientras miraba a su alrededor—. Espera hasta que mi padre sepa que Dumbledore tiene a este dando clases.

—Draco—siseó Dianne mientras lo miraba mal—, cierra el pico.

Pero alguien más interrumpió el momento, para su sorpresa.

—Cállate, Malfoy—le gruñó Harry al platinado mayor, mientras lo miraba con cara de pocos amigos.

Al instante, la mitad de los alumnos pertenecientes a Slytherin soltaron un "uhh", algo sorprendidos de que el azabache le hubiera hablado mal al sangre pura. Draco sonrió, como si aquello le divirtiera enormemente, mientras se sacaba la mochila y se la daba a Crabbe. Ignoró el "Draco" que Dianne le siseó de nuevo, mientras caminaba hacia el Niño Que Sobrevivió como si fuera un pavo real extendiendo su cola, mirándolo de arriba abajo. Harry le mantuvo la mirada, serio.

Draco alzó la mirada de pronto, dio un paso atrás y fingió una mueca de espanto. Haciendo unos gestos extraños que llamaron la atención de todos los presentes, apuntó hacia un espacio vacío detrás de Harry mientras exclamaba:

—¡Dementor! ¡Dementor!

Se carcajeó, coreado por sus perros fieles, cuando Harry se dio la vuelta por inercia. Este lo miró con fastidio, mientras Draco caminaba hacia atrás para posicionarse en donde estaba antes. De forma coordinada, se subieron las capuchas y extendieron los brazos hacia Harry, moviendo los dedos, mientras imitaban a los dementores. Hermione puso mala cara, agarrando a Harry y llevándoselo.

Draco se giró, todavía sonriendo, pero su sonrisa se borró al ver la mueca de su hermana pequeña. Ella, al igual que Theo, Daphne y Blaise, parecían a pocos segundos de golpearlo en la cara.

—¿Qué?

—Madura un poco, Draco—le pidió Dianne, mientras negaba con la cabeza—. No tienes cinco años y ya es hora de que lo aceptes.

Luego de decir aquello, los cuatro se movieron hacia delante, separándose del resto de Slytherins y pegándose más a los Gryffindor. Justo en ese momento, Hagrid se aclaraba garganta, haciendo que todos lo miraran. Llevaba un extraño cinturón colgado del pecho, en el que estaban hurones colgando.

<< ¿Pero qué?>>, se preguntó Dianne, esperándose cualquier cosa del hombre.

—¡Tará! —canturreó Hagrid, con emoción.

Una criatura se acercaba trotando en dirección a ellos. Tenía el cuerpo, las patas traseras y la cola de caballo, pero las patas delantera, las alas y la cabeza de una enorme águila. El pico era del color del acero y los ojos de un naranja reluciente. Las garras de las patas delanteras eran de por lo menos quince centímetros cada una y parecían armas verdaderamente mortales.

<< ¡No puede ser! >>, Dianne estuvo a punto de chillar de la emoción, pero se contuvo todo lo que pudo.

—¿No es precioso? —cuestionó Hagrid, mientras le lanzaba un hurón y la criatura lo atrapaba, para luego zampárselo—. Saluden a Buckbeak.

—¿Qué demonios es eso, Hagrid? —preguntó Ron, asustado.

La mayoría de los alumnos se habían movido hacia atrás con algo de temor, haciendo que los demás también se movieran para no ser pisados. Pero Dianne se había quedado quieta en su lugar, observando a la criatura como si fuera la octava maravilla del mundo.

—Es un hipogrifo—murmuró Dianne, logrando que Hagrid sonriera.

—¡En efecto! ¡Muy bien, Dianne! Cinco puntos para Slytherin—felicitó el semigigante, logrando una sonrisa orgullosa en la chica—. Lo primero que tenéis que saber de los hipogrifos es que son orgullosos. Se molestan con mucha facilidad. Nunca ofendáis a un hipogrifo, porque podría ser lo último que hicierais—añadió con tono sombrío.

Dianne miró de reojo hacia donde estaba su hermano, esperando que estuviera prestando atención, y contuvo un bufido. Draco estaba hablando con Crabbe y Goyle, como si la explicación de que Hagrid le valiera tres mandrágoras y media. Estuvo tentada de ir a golpearlo, pero se mantuvo quieta.

<< ¿Le pego o no le pego?>>, se preguntó, conteniendo su mal humor.

—Así que...—Hagrid dio una palmada, llamando la atención de todos. Incluso la de aquellos que no le estaban prestando demasiada atención—.¿Quién quiere venir y decirle hola?

—Yo—titubeó Harry.

—Con esa confianza creo que no, Potter—negó Dianne, mientras pasaba a su lado, sonriendo con confianza. Remarcó el apellido del chico mientras le dirigía una mirada burlona—. Además, las damas primero, ¿recuerdas?

Harry apretó los labios en una línea para contener una sonrisa.

—¡Muy bien, Dianne! Tienes que esperar a que el hipogrifo haga el primer movimiento—le explicó Hagrid, mientras ella caminaba lentamente, sin dejar de observar a la criatura—. Es educado. Vas hacia él, te inclinas y esperas. Si él responde con una inclinación, querrás decir que permite ser tocado. Si no haca la inclinación, entonces es mejor que te alejes de él enseguida...

—Porque sus garras están afiladas como cuchillos—interrumpió Dianne con suavidad, y su voz hizo que el hipogrifo la mirase con curiosidad—. Lo sé, Hagrid. Me leí todos los libros de Newt Scamander y todo lo que dice de los hipogrifos... solo que este es más bonito que los dibujos.

Le dio la impresión de que el hipogrifo inflaba el pecho con orgullo, por lo que contuvo una sonrisa.

—Entonces, ¿sabes qué debes hacer? —cuestionó Hagrid, entusiasmado porque alguien supiese de hipogrifos.

—Tengo que mirarle a los ojos sin parpadear—recordó Dianne, pues se había memorizado muchos datos de diferentes criaturas mágicas—. Los hipogrifos no confían en una persona cuando la ven parpadear demasiado...

Buckbeak tenía la mirada clavada en ella, como si el resto de los presentes no estuvieran.

—Inclina la cabeza—le recordó Hagrid.

Se inclinó brevemente y levantó la mirada. El hipogrifo seguía mirándola fijamente y con algo de altivez, pero no se movió.

—Ay... —se quejó Hagrid.

—Espera, Hagrid—murmuró Dianne, y sus ojos picaron por alguna razón, aunque ella no pudo ver que, durante unas milésimas, se pusieron verde neón—. Espera...

Entonces, el hipogrifo dobló las arrugadas rodillas delanteras y se inclinó profundamente.

—¡Bien hecho, Dianne! —dijo Hagrid, eufórico, arrancándole una sonrisa—. ¡Bien, puedes tocarlo! Dale unas palmadas en el pico, vamos.

Dianne se acercó al hipogrifo lentamente y alargó el brazo, esperando alguna reacción por parte del animal. La cual nunca llegó, para su fortuna. Le dio unas palmadas en el pico y el animal cerró los ojos, dándole a entender que le gustaba.

—Oye, Hagrid...—Dianne dudó durante unos segundos—..., ¿crees que podría...? ¡Ah!

Su grito interrumpió lo que estaba por preguntar.

El hipogrifo la había tomado de la capucha, haciendo que todos contuvieran la respiración de forma bastante coordinada.  A Dianne le pareció ver de reojo como su hermano y Harry daban un paso hacia delante, como si quisieran sacarla del agarre del hipogrifo; el rubio fue detenido por Theo, quien lo agarró por el brazo, y el azabache por Hermione, a quien agarró de la túnica. De no ser porque aquel movimiento por parte de la criatura la había pillado con la guardia baja, seguramente se habría echado a reír.

De un rápido movimiento, Dianne dio un giro en el aire al ser lanzada en el aire. A pesar de lo que pudiera parecer para alguien que observaba, a la rubia le gustó aquella voltereta, y por eso se le escapó una sonrisita. Luego acabó sentada sobre el lomo de la criatura, mientras su melena platinada descendía lentamente hasta caer con suavidad sobre su espalda, como si nada hubiera pasado. Buckbeack parecía estar riéndose en su idioma de las muecas de estupefacción de los demás.

—Vale, la próxima vez, prefiero subirme como una persona normal—refunfuñó Dianne, mientras palmeaba el cuello del ser, recibiendo algo parecido a un gorgorito como respuesta.

—Nunca había visto a un hipogrifo hacer eso —admitió Hagrid, casi embelesado.

—Bueno, ¿Qué puedo decir? Las criaturas me adoran—se encogió de hombros, como si no fuera con ella.

—Procura no arrancarle ninguna pluma...

—... porque se enfadaría. Lo sé—palmeó el cuello del hipogrifo con impaciencia—. Vamos, Buckbeak. Arriba.

Hagrid la ayudó, dándole una palmada al hipogrifo en los cuartos traseros.

A cada lado de Dianne se abrieron unas grandes alas de más de tres metros de longitud. Tuvo el tiempo justo para agarrarse del cuello del hipogrifo antes de que este alzara el vuelo. No tenía ningún parecido a montar en una escoba, de eso estaba completamente segura, pero era igual de increíble. Las alas del animal se batían debajo de sus piernas y su agarre no era demasiado seguro, por temer hacerle daño al hipogrifo. Pero pese a esos pequeños detalles, aquella experiencia era simplemente indescriptible.

El animal parecía estar disfrutando del viaje casi tanto como ella, puesto que sobrevoló el Lago Negro, para luego acercarse lo máximo que pudo al agua. Las garras de acero rasgaban la superficie cristalina con la misma facilidad que lo harían unas tijeras a una tela de ropa. Dianne se permitió soltarse del animal, viendo que ahora el vuelo era más estable, estirando los brazos para sentir el aire chocando contra ella. Aquello era realmente increíble, y no podía llegar a procesar como era posible que estuviera sobrevolando el lago, montada en la grupa de un hipogrifo. Sonaba como si fuera una clase de sueño, y sin duda, le encantó.

Dianne soltó un grito emocionado, como si necesitara sacar la adrenalina que estaba sintiendo fuera de su cuerpo. Su pequeño grito fue coreado por un sonidito del hipogrifo, que sonó parecido al suyo, haciéndola reír. Luego, el animal levantó el vuelo y no le quedó más remedio que volver a agarrarse al cuello lleno de plumas.

Buckbeak sobrevoló el prado en el que todos se encontraban y descendió con bastante suavidad. Dianne se echó hacia atrás conforme el hipogrifo se inclinaba hacia abajo, para no caerse de cabeza. El hipogrifo aterrizó sobre las cuatro patas en el suelo arenoso, y Dianne se irguió sobre su sitio, apartándose algunos pelos de la cara. Ahora parecía haber estado montando a caballo o en pegaso, pero volar con Buckbeak había sido algo muchísimo mejor. Se había sentido... libre.

Realmente no se le ocurría ninguna manera de describirlo.

—¡Muy bien, muy bien! ¡Bien hecho! —gritó Hagrid, emocionado, mientras la ayudaba a bajarse. Cuando Dianne tuvo los pies en el suelo, se giró hacia el azabache—: ¿Te animas ahora, Harry?

Dianne giró la cabeza para mirar a Harry, quien parecía estar soltando una gran bocanada de aire, como si se hubiera olvidado de como se respiraba durante unos instantes. Buckbeack dejó de prestarle atención a la rubia y dirigió sus ojos naranjas hacia el Niño que Sobrevivió, haciendo que este se tensara levemente.

—Recuerda, Harry, mantenle la mirada. No pestañees—habló Hagrid, dándole tranquilamente las instrucciones—. Inclínate.

Harry siguió los pasos que Dianne había hecho, y, como había hecho antes, el hipogrifo tardó demasiado en hacer la reverencia. De hecho, el semigigante temió que lo fuera a atacar, y por eso le indicó que se alejara. Pero la mala suerte de Harry siempre estaba ahí cuando menos se lo esperaba, por lo que acabó por pisar una ramita, la cual crujió con algo de violencia al romperse. Harry e quedó quieto, hasta que, el animal hizo la reverencia.

Dianne observó como el azabache acariciaba al hipogrifo, para luego intercambiar una mirada maliciosa con Hagrid, quien entendió a la perfección el mensaje. Casi se rio cuando el semigigante tomó a Harry por las axilas y lo levantó en el aire, puesto que él comenzó a quejarse por lo bajo. Cuando estuvo subido sobre el lomo de Buckbeak, Harry le mandó una mala mirada a Dianne, quien simplemente le guiñó un ojo.

—Agárrate fuerte, Potter—le aconsejó, haciendo esfuerzos para que su sonrisa burlona no se ampliara—, pero recuerda no arrancarle una pluma. ¡Es un presumido! —y dicho eso, le dio una palmada al hipogrifo en los cuartos traseros.

Observó, de brazos cruzados y con una sonrisa, como Harry se quejaba mientras intentaba agarrarse al hipogrifo. Cuando dejó de verlo, sacudió la cabeza.

—¿Qué tal está yendo? —le preguntó Hagrid, en un susurro—... mi primera clase.

—Lo estás haciendo muy bien..., profesor —le respondió Dianne, dándole una mirada cómplice.

Luego de aquello, caminó de vuelta con los demás. En el camino, le dio un guiño a Hermione al darse cuenta de que estaba tomando la mano de Ron. Rio por lo bajo cuando la nacida de muggles se soltó del sangre pura como si tuviera la peste, a la par que le daba una mirada algo exasperada. Dianne solo se limitó a sonreírle con burla, disfrutando internamente.

Dianne arqueó una ceja al ver a su hermano morder una manzana con mal humor, preguntándose que demonios le pasaba ahora. Draco emitió una queja cuando su hermana le robó la fruta de las manos, y puso mala cara cuando ella simplemente le sacó la lengua, para luego comer como si nada. Evidentemente, el mayor hizo un berrinche, mientras la menor lo ignoraba olímpicamente.

Hagrid silbó al ver a Buckbeak  sobrevolando el prado y el animal no tardó en aterrizar, con Harry bastante bien agarrado a él. El semigigante lo ayudó a bajar y a Dianne le dio la impresión de que le preguntaba lo mismo que le había preguntado a ella. Contuvo una sonrisa, puesto que, por la expresión del novato profesor, la contestación del azabache había sido positiva.

Draco se levantó de golpe, con expresión airada. Dianne intentó atraparlo de la túnica, pero su hermano mayor ya había empezado a caminar en dirección opuesta. Maldijo por lo bajo, conteniendo sus ganas de sacar la varita de su bolsillo y lanzarle un hechizo aturdidor.

—No eres peligroso en absoluto, ¿verdad? —le dijo al hipogrifo, arrastrando las sílabas—. ¿Lo eres, bestia asquerosa?

—Malfoy, no—murmuró Hagrid.

—¡Draco! —exclamó Dianne, siendo retenida por Theo—. ¡Suéltame, carajo!

Pero Theo no le hizo ni caso.

Sucedió en un destello de garras de acero. Draco emitió un grito agudísimo, de esos que fácilmente destrozan los tímpanos, y un instante después, Hagrid se esforzaba por apartar al hipogrifo lo máximo posible del platinado mayor. Tuvo que lanzarle un hurón al otro lado para apartarlo de los alumnos.

—¡Me muero! —gimoteó Draco, tirado en el suelo y agarrándose el brazo—. ¡Me muero, me muero! ¡HERMANA, ME MUERO!

—Si te estuvieras muriendo, tendrías el pico cerrado, idiota—refunfuñó Dianne, mientras se acercaba con rapidez a su hermano.

—No estás muriendo—le dijo Hagrid, quien se había puesto muy pálido.

—Hagrid—lo llamó Hermione, apurada, mientras observaba a los mellizos—, tiene que ir a la enfermería.

Hagrid levantó con facilidad a Draco del suelo, mientras este seguía repitiendo que lo había matado, y llamaba a su hermana insistentemente. Dianne estaba a pocos segundos de ponerle algo en la boca para que dejase de quejarse tanto.

—Vas a lamentar esto...—murmuró Draco, entre gemidos de dolor y demasiado cuento—... tú y tu maldita gallina... ¡Hermana, me muero! ¡HERMANA!

—No te va a morir, estúpido—gruñó Dianne, mientras rodaba los ojos con algo de molestia. Si había algo peor que el Draco normal, era el enfermo—. Y estoy justo detrás de ti—mintió, solo para que su hermano se callase de una vez.

Dianne escuchó un jadeo, y giró la cabeza con rapidez. Frunció los labios al ver a Buckbeak en medio de ella y de Harry, con la cabeza inclinada hacia el chico, casi picándole en la oreja. Estaba claro que el gesto del hipogrifo había pillado al de gafas con la guardia baja y por eso había jadeado de aquella manera. El azabache le dio una mirada de disculpa, pero la rubia se limitó a encogerse de hombros.

—¡Deberían despedirlo inmediatamente! —exclamó Pansy Parkinson, con lágrimas en los ojos.

—¡La culpa fue de Draco! —defendió Dean Thomas, irritado.

El siseo de Dianne hizo que Crabbe y Goyle dejaran de flexionar los "músculos" de forma amenazante.

—Parkinson, —rugió, para sorpresa de todos—, mueve tu feo trasero y ve a comprobar cómo está mi hermano. ¡Largo! —esperó a que le chica se fuera corriendo—. ¿Algún problema, víboras? —se giró hacia los demás Slytherin, los cuales se quedaron en silencio ante la asesina mirada que recibieron—. Eso pensaba.

Dianne miró de reojo a Harry una última vez, antes de dirigir sus pasos a la enfermería, donde sabía que el dramático de su hermano estaría montando una de sus escenitas.




























¡HOLAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA! ¿Qué tal están? Espero que bien.

Ay, ay, ay. Parece que si Draco no hace de las suyas no es feliz... aunque no creo que la bronca de Dianne vaya a ser de las pequeñas, teniendo en cuenta lo bien que se ha sentido volando en hipogrifo. Ya veremos si nuestra niña se lo acaba comiendo con patatas o decide tener algo de paciencia.

La primera vez que vi a Harry volando sobre Buckbeack, me pregunté como de increíble podría llegar a ser. Si os preguntáis como me lo he imaginado, yo diría a algo parecido a ir en montaña rusa, solo que un poco más relajado. Podría decir montar a caballo, pero nunca en mi vida he montado, ups. De todas formas, gravar eso tuvo que ser realmente divertido, o eso creo yo.

Parece que ha pasado algo extraño, ¿no? ¿Lo habéis notado? (*insertemos aquí un sticker de Hermion sonriendo si habéis respondido que sí).

No es por hacerme la reina del hype, (o sí), pero realmente en este libro van a pasar MUCHAS cosas. No nos olvidemos de todo el problema de Sirius... pero es que a ese se van a añadir más. ¿Por qué? Porque estoy muy mal de la cabeza (ahre) y todos los libros y animes que me he visto en mi vida me han hecho bastante mal. Yo no digo nada más, pero no creo que sea conveniente que leáis los capítulos de este libro si estáis comiendo o bebiendo. Yo no me hago responsable de posibles atragantamientos. ¡No digáis que nos os avisé! JUAJAJJA

Bueno, ¿Qué os ha parecido el capítulo?

¡Espero que os haya gustado!

En otra orden de cosas, he estado pensando en subir el primer capítulo de Complicated, mi fic de Oliver Wood, pero no se me ocurre ninguna fecha. Todavía no he acabado mis exámenes de universidad, me queda bastante, pero me da paja esperar hasta julio. Así que, acepto vuestras sugerencias y me lo iré pensando. Ya lo tengo listo, así que me llevaría poco tiempo jej.

También tengo pensado traer dos fics en el mes de julio, que no son de Harry Potter pero si de un fandom al que me he unido hace poco pero que me flipa. Solo digo que creo que al autor le gusta matar a personajes o hacerlos realmente desgraciados. Igual con eso ya lo pilláis, porque es una pista titánica (toma, otra pista más JUJAUAU, tremenda que soy :D).

Bueno, nada más por mi parte pero... ¡Nos leemos en comentarios!

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|Publicado|: 20/05/2022

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