t r e i n t a y s e i s (Final)

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

En los siguientes dos días la salud de Amelia empeoró y cada poco recobraba el sentido antes de irse de nuevo.

Alan ya no podía platicar con ella, pero aún así le hablaba mientras tomaba su mano.

Max por su lado, se limitaba a observarlos, llevaba grandes ojeras y se veía desdichado.

Todos esperaban la hora ya y cuando llegó... nadie quería aceptarlo.

Alan recordaba el pitido continuo de la máquina que indicaba el fin de la vida de su amiga. A partir de ahí, odió ese sonido.

También recordaba a los señores Thompson abrazados dándose consuelo, a Jackson golpeando la pared y saliendo de la habitación, a Max arrodillándose en el suelo y él... él solo se quedó ahí de pie sosteniéndola, viendo su rostro que parecía dormir tranquilo. Para él no había muerto, todo era un sueño pero luego tomó sentido y corrió.

Salió del hospital y siguió corriendo. No sabía a donde ir, a donde escapar.

Amelia había muerto y él seguía vivo, era una injusticia.

Las personas lo miraban raro pero los ignoró.

Tomó el autobús y llegó a su casa, si se le podía decir así.

—Hasta que apareces... pero que aspecto tan deplorable cargas, ¿qué te pasó? —quiso saber su madre. Alan no contestó y subió a su habitación antes de cerrar con llave—. ¡No me ignores muchacho grosero! ¡Abre la puerta! —gritaba del otro lado aporreándola.

 Se puso los audífonos y se tiró al suelo con el diario de Amelia en sus brazos.


El sonido de su teléfono lo despertó y contestó somnoliento.

—Alan, ¿en dónde estás? —le preguntó Max enseguida.

—En mi cuarto —dijo serio tratando de concentrarse.

—¿En tu cuarto? Hubieses avisado, dejaste a los padres de Amelia preocupados, temían que hicieras algo... loco.

—Su hija murió ¿y se preocupan por mí? Surge a la vista que el loco no soy yo al parecer.

—Saliste corriendo, sin dar señales de vida durante doce horas, ¿qué quieres que piensen?

—¿Doce horas? —interrumpió viendo su reloj. ¡Diablos! eran las nueve de la mañana.

—Sí idiota... bueno, ellos querían saber si vendrás... ¿vendrás al funeral? Será a las 4 en el cementerio St. Vicent.

—Claro —susurró triste—. Allí estaré.   —Colgó.

Se sentía una mierda sin ánimos.

Dar el último adiós a su mejor amiga era lo que debía hacer, lo correcto, pero le dolía solo de pensarlo.

Sin embargo no se escondió, aunque eso hubiera deseado, y buscó en el armario su traje negro.

No lo usaría de nuevo.

*     *     *

El funeral fue corto y conciso.

La madre de Amelia había dicho algunas palabras y le ofreció el micrófono al mismo Alan.

—Bueno yo... no siempre me porté bien con Amelia. Algunas veces fui grosero y egoísta... pero nunca dejé de quererla. Siempre fue y será mi mejor amiga. Siempre recordaré sus palabras y la promesa que le hice de ser feliz por ambos y sé, que donde quiera que esté... ella me ve ahora y está a mi lado, escuchándome y consolando.

>>Amelia Thompson fue sin duda una luchadora desde su niñez, un ejemplo a seguir. Tenía siempre una sonrisa en los peores momentos y daba confianza y ánimos a todos —se detuvo para tragar saliva y observó que todos bajan la mirada—. Amelia... es mi ángel, fue una gran persona y su sonrisa es la imagen que me grabaré todos los días de mi vida y... deseo y espero un consuelo para su familia, sé que duele, pero está en un mejor lugar ahora.

Alan había empezado a llorar, a estas alturas era imposible no hacerlo.

Así que tomando el ramo de flores blancas las dejó encima de su ataúd y fue entonces como vio que era enterrada.

—Adiós Ami, te quiero —susurró.

Al menos ella descansaría al fin, era libre.

Y Alan esperaba algún día serlo, pero mientras ese día llegara se encargaría de vivir.

Ese, era el regalo más valioso que Amelia le había dado. El valor de la vida.

Porque a veces no nos damos cuenta y no logramos ver que lo único que necesitamos para estar felices y satisfechos es compartir nuestros momentos tristes y felices. Gozar de las pequeñas cosas, de las buenas compañías, de amistades verdaderas y amores sinceros.

Estar alegres con lo que tenemos y aprovechar cada minuto de nuestro tiempo.

Eso, es vivir.

Es lo que Alan hizo, es lo que Alan prometió.

Y así como lo cumplió, así... Alan vivió.


FIN.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro