t r e i n t a y t r e s

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Dos semanas y media pasaron en las que Alan no dejó pasar un día sin visitar a Amelia.

Le llevaba nuevos libros, cómics, películas, helado, pizza y cualquier cosa que ella deseara.

Sin embargo, siempre le decía que lo único que quería era: a ti. Alan podía cumplir eso sin problema alguno.

Velaba a su lado, pasaba más tiempo en el hospital que en su propia casa. No la dejaría sola, aunque su madre le reprochara su falta de sueño, alimento y escuela.

Amelia lo valía, Amelia lo merecía.

Y él no sería débil, ya no.

  —Estoy engordando —se quejó ella mientras masticaba una galleta de chocolate que él le había llevado al tiempo que se sentaba mejor—. Es tu culpa —añadió sacando otra del empaque.

  —¿Mía? —protestó fingiendo sorpresa.

—Sí, sino me trajeras estas... estas cosas deliciosas, estaría en mi peso de siempre...

—Exageras Ami, te ves... igual —soltó mirando hacia la ventana.

—Claro, soy la misma solo que con cáncer y calva —bromeó pero Alan no rió—. ¡Eh! vamos, ríete—le animó.

—¿Cómo esperas que me ría de que tú estás... —no pudo ni terminar porque un nudo se había formado en su garganta y soltó algunas lágrimas. Lágrimas que había estado reteniendo todos esos días.

Ella lo miró angustiada y le ofreció una mano para que se sentara a su lado y lo sostuvo murmurándole palabras de aliento. Alan por su lado lloró y no se detuvo.

 —Tranquilo, todo estará bien —susurraba mientras le acariciaba el cabello y él se apartó.

  —¿Bien? Vas a morir, ¿y dices que todo estará bien? —soltó molesto y afligido—, ¡Por favor Amelia! No finjas que todo saldrá bien. ¿Qué será de mí? Dímelo, yo te necesito y seré desdichado cuando me dejes —agregó tallándose los ojos.

  —¿Sabes como sé que estarás bien? Porque yo permaneceré a tu lado por siempre aunque ya no puedas verme y te cuidaré y no dejaré que nada malo te pase. Y tú no debes preocuparte, yo a pesar de todo, soy feliz. Estás aquí y eso es lo que importa, estamos bien Alan —dijo con una gran calma y sonrisa que a Alan le sorprendió.

 —¿No tienes miedo? —musitó y ella negó.

  —¿De morir? No y tú tampoco lo tendrás. Prométeme que intentarás ser feliz por los dos cuando me vaya.  —Lo miró porque Alan ya se había levantado y había caminado hacia la ventana para no verla, no respondió—. Promételo —repitió.

  —Lo prometo, Amelia. Lo prometo

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¡Hola! Estoy de vuelta :)

Lamento haberme perdido por meses pero había estado algo indispuesta, siento haber dejado la historia por este tiempo, pero no se preocupen, la terminaré :'D

Muy pronto. (jujuju)

Los quiero <3


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