15. Esa boquita

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"Me seduce tu actitud tan segura
Tienes talento, no cabe duda"

Oliver

Desperté por un mensaje de Alex. Era tarde, pero no tenía clases ese día, así que había salido la noche anterior con Clara. La invité a dormir conmigo y la fui a dejar en la mañana, antes de que mis padres —y sus padres— despertaran.

Desperté con una sensación amarga, y me sentía extraño, nunca la había invitado a quedarse a dormir, y por la mañana se despidió de un beso en los labios. Me quedé algo confundido, y ella nerviosa se fue. Al parecer di el mensaje equivocado invitándola a quedarse, sin embargo, solo lo hice porque había tomado de más y no me apetecía manejar así.

No te confundas Clara...sabes que yo no soy así.

Quise decirle, pero no me atreví a agregarle incomodidad a lo nuestro.

Estiré mi brazo para recoger el celular, y la pantalla estaba iluminada con un mensaje. Me restregué los ojos para leer.

Alex: Oli, no te enojes. Hoy salgo con Laura, me dijo que tú la irías a dejar a ella y a Emma a la fiesta. Así que nos vemos en la noche amigo.

—Puto —murmuré. Primero, odiaba que me dijera Oli; y segundo, iba a salir con Laura. Me quedé con la mirada pegada a la pantalla, tratando de descubrir en qué momento Emma le había dado el número de Laura. De repente, recordé que ella había vuelto con nuestra comida el día que estuvimos estudiando. Fui muy ingenuo al pensar que lo hizo de buena hermana. Rodé los ojos, y me levanté para ir a la habitación de Emma, y no se...exigirle algún tipo de explicación a esa falta de respeto.

Mi mejor amigo...y su amiga guapa. La misma amiga que yo deseaba.

No lo podía permitir.

No sabía exactamente qué decirle a Emma, claramente no tenía ni pito que tocar en eso, sin embargo, la idea de Alex con Laura, era como una patada en los huevos.

Ya tenía planeado ir a la fiesta igual, no solo ir a dejarlas. Pensé que era una oportunidad que no podía desperdiciar, y yo justo conocía al hermano del compañero de Emma.

¿Qué era eso sino un mensaje de que debía actuar?

Laura no se me iba a escapar tan fácil. Pero ahora que Alex iba con ella, todo mi plan se había ido a la mierda, o al menos complicado de una forma abismal.

Camino a la habitación de Emma, recordé que ella estaba en clases, y no llegaría hasta un rato más. Bufé, y le respondí a Alex.

Oliver: ¿Ahora soy tu chofer también?

Alex: Sí, y yo soy tu hotel.

Joder

Oliver: A las 10 nos vamos.

Me fui a correr durante dos horas para aclarar mi mente y ordenar mis pensamientos. Cuando regresé a la casa me fui directo a la cocina. Para mi sorpresa, Laura y Emma se estaban preparando algo para comer. Me quedé plantado en la puerta como idiota, ¿qué me pasaba? Laura llevaba una falda corta, ceñida al cuerpo; y un peto que le dejaba un poco de abdomen al aire. Carraspee al darme cuenta que ambas me miraban, esperando a que yo dijera algo.

—Así que hoy llevo a Alex también —gruñí, abriendo el refrigerador—. Laura, ¿por qué tengo que llevarte a ti y a mi amigo a una cita? No soy tu niñero. —La quedé mirando mientras bebía leche.

Y yo te voy a comer, no él.

Me di cuenta de lo nerviosa que se puso Laura. Se estremeció apenas hablé, y eso era inconfundible. Lo que le dije estaba bien grabado en su cabeza, y así me gustaba...así no tenía dudas de que yo la deseaba. Quería que lo supiera. Que yo quería estar entre sus piernas. Por la forma en que clavó su mirada en mí, lo entendí perfectamente. Ella también pensaba en mí.

—¿Te podrías servir en un vaso? —bramó Emma, quitándome la botella.

Laura de repente tomó aire y respondió:

—Si quieres no nos llevas. —Se encogió de hombros, y se fue a servir un vaso de agua dándome la espalda.

¿Laura respondiéndome?

—Los llevo solo porque también iré a esa fiesta —respondí, lacónico. Le lancé una mirada furiosa, aunque ella estuviera de espalda, y aunque dentro de mí, estuviesen las ganas de correr a besarla.

—Como quieras —respondió. Se giró y me miró con sus enormes ojos. Mi vista se fue hacia la línea de abdomen que se dejaba ver, y ella lo notó porque se subió un poco la falda para taparse.

—Bonita falda —me burlé, poniendo una mueca. Sonreí levemente. Sus manos se recogieron a su costado. Si no hubiese estado Emma allí, habría ido a besarla en ese instante.

—Creo que de verdad lo piensas Oliver, si no... no la mirarías tanto —respondió, sacándome la lengua.

Ah, Laura me vas a matar.

Enarqué las cejas, y su mirada bajó a mi boca.

¿Eso me pasaba solo porque era la mejor amiga prohibida de mi hermana?

Encontré mi mirada con la de Emma, quien me estaba observando con los ojos entrecerrados. Supe de inmediato por qué. Nunca antes le había dado tanta atención a Laura.

—Nos vemos más tarde —dijo Laura, antes de subir las escaleras hacia la habitación de Emma.

Mi hermana seguía mirándome.

—¿Qué?

—¿Piensas que Laura va a ser otra de tus conquistas? —quiso saber, acercándose amenazadoramente.

—No me interesa tu amiga —mentí, reprimiendo una sonrisa. Me dio un golpe en la espalda.

—¿Y tú crees que yo soy estúpida, Oliver? ¿Qué mujer guapa no te interesa? Te voy a dejar algo claro. Laura ha sufrido ya bastante por idiotas como tú. Así que no permitiré que te acerques y le rompas el corazón.

—Yo...

—¿Entiendes? ¿Acaso te gusta para ser su novio o algo así, o solo porque te gustaría acostarte con ella? —preguntó, con los ojos llenos de preocupación.

Dí un respingo por la intensidad de sus palabras.

—Emma, abúrrete. Ya te dije que no me interesa. Aunque no entiendo por qué es tan grave —murmuré, haciendo énfasis en mis últimas palabras.

—Yo no quiero que ella sufra, a mi no me importa si se mete contigo o con el vecino. Quiero que sea feliz, ¿tú la harás feliz?

Puedo hacerla feliz... durante un par de horas.

—Pensé que te desagradaba la idea de tu hermano con tu amiga.

Suspiró profundamente y negó con la cabeza.

—No es eso lo que me molesta, yo solo quiero verla feliz. Si que esté feliz, significa estar contigo entonces está bien. Yo lo aceptaría. He visto como ella te mira, y tú también la ves distinto...no sé si es solo que quieres acostarte con ella y ya.

Me sorprendió la actitud de Emma, y al contrario de lo que hubiese pensado, que ella me dijera eso no cambió ningún aspecto de lo que tenía en mi cabeza para Laura. Ya no era la amiga prohibida, solo era Laura... Y aún quería tenerla conmigo.

Levanté los brazos en ademán de paz.

—Te golpearé si llora por tu culpa.

—No sé de qué hablas, literalmente va a salir con mi mejor amigo esta noche.

Puse los ojos en blanco y me fui de la cocina, negando con la cabeza, como si lo que estuviese diciendo ella fuese una estupidez.

—¡Salimos en dos horas! —gritó a mis espaldas.

Cerré la puerta de mi habitación y me fui a recostar un poco resignado a lo que se venía. No quería ir a esa fiesta y verla bailando con Alex, pero tenía toda la intensión de dar vuelta todo el plan que cada uno de mis acompañantes tenía en mi mente. Y mi plan era simple: tirarme a Laura.

Me restregué las manos sobre la cara. ¿Era mi plan un poco malvado? ¿Quitarle la cita a mi mejor amigo?

Chasquee la lengua. Ya se lo compensaría con otra cosa, él entendería.

Me quedé pensando en palabras de Emma, porque cambiaron totalmente la perspectiva del problema, ahora la amiga no estaba tan prohibida, sino que no podía hacerla sufrir. ¿Y si Laura también estaba de acuerdo en no tener nada serio?

Esbocé una sonrisa.

Lo siento Alex, haré que Laura quiera mis manos sobre ella esta noche.

***

Desperté cuando Emma tocó la puerta de mi habitación, y entró dando grandes zancadas. Abrí un ojo.

—¿Qué haces? —preguntó, con sus manos en las caderas.

—Estoy jugando, ¿no lo ves?

—Alex ya viene en camino así que ve a ducharte; y una larga por favor, que huele a animal encerrado aquí.

Le arrojé la almohada. Ya tenía que empezar a ver las posibilidades de ir a vivir solo.

—Largo de mi pieza —gruñí.

—No sé como invitas a chicas a tu habitación, podrían perfectamente confundirla con una jaula de zoológico.

—¿Y tú qué tienes en la cara? Parece que te caíste en un balde de pintura.

—¡Oliver!

—Cierra la puerta —dije, con voz fría.

Suspiró enojada y cerró la puerta dando un golpe.

Me levanté de un salto.

Ok, Laura quería hacerse la difícil, entonces yo le iba a dar algo a lo que no podía resistirse. Me puse unos jeans negros y estrechos. Clara decía que eran sus favoritos. Y me puse una camisa rosa, ajustada y arremangada hasta los codos. Mi cabello, húmedo por la ducha, lo desordené con mis dedos. Me puse unas converse blancas y salí de mi habitación. El olor a perfume de chica inundaba todo el pasillo.

Bajé a la cocina porque me había dado hambre de nuevo. Me estaba haciendo una tostada cuando sonó el timbre, ya sabía quien era. Detrás de la puerta apareció la enorme sonrisa de Alex, y su mejor pinta.

—Sí que te entusiasma esta noche —le dije, oliendo el aire. Se había echado más perfume del necesario—. Huele a desesperación, parece que alguien no ha tenido acción en un tiempo.

—Una semana —murmuró entre dientes—. Que mi hermana esté en la casa me ha afectado...bastante. ¿Y tú? Te pusiste modo modelo de ropa interior.

Eso era lo que nos decíamos cada vez que nos arreglamos demasiado. Ocupábamos una frase que Clara me dijo alguna vez, y que me causó gracia.

—Ya sabes, uno nunca sabe.

Enarcó las cejas.

—Lo mismo digo.

Entrecerré los ojos, negando con la cabeza.

—No te entusiasmes mucho —murmuré, entre dientes.

—He estado hablando con ella —dijo, mirando que nadie estuviese cerca—, y Laura aparte de guapa, es muy agradable.

—¿Agradable? —repetí, con una mueca—, ¿y esa palabra?

—Eso. Me agrada —dijo, haciéndome a un lado para entrar a la casa. Luego murmuró—: ¿ya está acá? Me imagino que en persona debe estar más impactante. Nunca he estado con una latina. —Se frotó las manos, como si frente a él tuviese un plato de comida. Pero no me mal interpreten, Alex nunca vería a una chica así.

Rodé los ojos, lamentándome por dentro de la situación en la que me había metido. Escuché un murmullo desde el piso de arriba, y mi hermana con Laura comenzaron a bajar.

Sentí que estaba en una estúpida película romántica. Cuando el príncipe está abajo esperando que la princesa baje lentamente por una enorme escalera. Pero yo no era el príncipe. Alex quedó atónito esperándola en el primer escalón.

Mi escalera era pequeña, pero se me hizo eterna la bajada de Laura viéndose jodidamente sexy. Su cabello lo llevaba ondulado, y lucía un maquillaje que destacaba a la perfección sus rasgos latinos. Sus piernas se veían increíblemente largas. Quité la vista, porque parecía casi una tortura.

¿Dónde estuviste escondida todo este tiempo?

Alex le besó la mejilla, y vi algo que nunca había visto en mi amigo: lo noté algo nervioso.

Ya está jodido igual que yo. Gracias Laura por hacernos esto.

Laura no era la chica más guapa de todas, sin embargo, algo tenía. Estaba seguro de que Alex veía lo mismo.

—¿Vamos? —pregunté, interrumpiendo todo el momento de miradas y sonrisa.

Laura se giró, y sin decir palabra, movió sus labios diciendo: Vamos

Me obligó a mirarle los labios.

Esa boquita me mata.

___

Ahhhhhh my god. No sé si Oliver se va a aguantar

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