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Todo es oscuro.

No había ningún color.

Ya no había ningún color.

En este caso, ¿para que seguir? Sin colores el mundo ya no es el mismo, sin colores todo cambia, tu perspectiva cambia. Sin colores, sin crayones con que pintar, sin algún soporte en donde dibujar, sin nada.

Y entonces...

¿Para qué seguir?

Freddy lo pensaba.

Y regresó al inicio de todo, llegando a la conclusión de que hasta el día de hoy, siempre le pasan cosas malas a él. Cosas absolutamente malas. Para pasarse llorando todo el día. Y eso era exactamente lo que hacía.
Sus padres no le creían nada y por eso optó por esconderse y lloriquear. Siempre lo ha hecho. Esa era la única solución para todo. Llorar.

Hasta que conoció a Golden. La persona que alumbró su vida.

Y si no estaba...

¿Para qué seguir?

...

Abrió el cajón de su mesita de noche, sacando de ella un pequeño frasco que tenía ya guardado desde hace mucho. Por si pasaba una situación similar a esta.

Freddy se agachó, ya no quería estar parado, y se quedó viendo el frasco un par de minutos, llevo su mano a la tapa de este, intentando poner fuerza para poder abrirlo, pero no se podía. Intentó con más fuerza, pero no podía, se sentía muy muy débil.

Hasta que por fin abrió.

Pero por tanta fuerza que puso al abrir el frasco, las pastillas salieron volando. Cayeron en frente del espejo.

Freddy gateo hasta ellas. Y observó el espejo que tenía delante suyo. Se veía cansado. Todos los movimientos que hacía eran lentos. Sus ojos estaña apuntó de cerrarse, sus ojos estaban hinchados y rojos...Freddy parecía...destrozado, roto, vacío.

Quería morir. Quería matarse ya. Que dejar de respirar y sentir esa carga, esa culpa. Quería dejar de existir. Seguramente todos estarían mejor sin él. De todas maneras ya no hay nadie que se preocupe por él...como Golden lo hacía. Tal vez lo vea en algunas ocaciones, pero ya nada será igual, jamás será igual. Si lo volvía a ver sentiría esa culpa de nueva, y no quería. Ya basta. Ya no quería seguir.

Estaba a punto de tomarse las pastillas para dejar todo atrás. Sus manos temblaban, sentía que en cualquier momento el frasco se le iba a ir de las manos.

Pero algo lo salvó.

Era su celular. Estaba vibrando.

Golden siempre lo había salvado y seguramente lo está haciendo una vez más, o eso pensaba...

—¿Golden?—habló, aunque fuera difícil pronunciar alguna palabra por el nudo en la garganta, lo hizo.

No podía sonreír. Trataba. Pero no podía.

Golden lo estaba llamando, ¿verdad? Es él.

Freddy sabía que lo salvaría, Golden lo salvaría como la primera vez...

Con entusiasmo gatea hacia su celular, mira la pantalla y...

No. No era él.

Era su estúpida alarma que había dejado para indicarle que vaya a ver a su hermano. Y eso haría, iría a despedirse de él.

...

Era curioso lo muy blanco que eran las paredes de la habitación de Fred en el hospital, cuando a él le encantaba cualquier color oscuro. Seguramente, si estuviera despierto, diría que cambiaran el color de las paredes. Y eso esperaba. Esperaba a que se levantara. Y que al menos él lo salvará, o al menos eso pensaba...estaba muy lejos de la realidad. Y ya estaba por aceptarlo.

Sea quien sea. Quería una excusa para salvarse. Quería a alguien.

No vas a despertar ¿verdad?—sus ojos de pronto se llenaron de lágrimas. Con tan sólo verlo ya era motivo para llorar. O tal vez lloraba porque se le había vuelto costumbre.—No...no lo vas a hacer...—negó de repente. Desanimándose por completo y perdiendo todas sus esperanzas. Todas las veces en las que había venido a este lugar siempre venía con esperanza de que despertara. Pero hoy se acabó. Ya perdió la esperanza en él. Ya había perdido la esperanza en todo.—Lo siento Fred, lo siento...yo no puedo más...yo...

De pronto, algo lo interrumpió. Un sonido. No. Una voz. Su voz.

Ahg...Freddy eres muy ruidoso.—dijo la otra voz perteneciente al hermano gemelo de Freddy. Así es. Fred.

En su vida habían pasado mil cosas malas, muchísimas. Ni valía contarlas. Eran tantas... Y siempre pensaba que era su culpa. Por qué desde que cometió el error más grande, pensaba que ya todo era su culpa. Y no solo él mismo se echaba la culpa. También lo hacían sus padres. Y maldita sea. No tenía a nadie. Incluso Golden se había ido de su vida. Ya no le quedaba a nadie.

Hasta ahora...

—¡Fred!—sonrío ampliamente, mostrando sus dientes. El contrario lo miraba confundido y cansado. Más lagrimas brotaron de sus ojos. Ya sus mejillas estaban húmedas de tanto llorar. De esta forma, se alejó un poco de él, acercándose a la puerta.—Voy...voy a llamar a los doctores.

Corrió como si su vida dependiese de ello. Y de eso se trataba. Su vida dependía de su hermano. Y él ya estaba aquí. Ya estaba bien y todo va a estar bien.

...

El rubio caminaba por toda su habitación, pensando.

¿Por qué?

¿Por qué yo?

Por tu dinero.

Siempre va a ser por tu dinero.

¿Por qué Freddy?

¿Por qué él?

Quiere tu dinero.

Siempre va a ser por tu dinero.

Las personas siempre van a estar interesadas en sus propias necesidades ¿verdad? Y qué mejor que tener a un novio que puede satisfacer tus propias necesidades con ayuda de su dinero.

Seguía sin creerlo.

Debe haber algún error. ¿No? No. No hay error. Freddy es un maldito mentiroso. Y Golden simplemente era una víctima suya. No era amor lo que había en sus ojos color cielo, era simplemente ambición.

Todo era demasiado buena para ser verdad. Era una fantasía. Un sueño.

Y ya no quería volver a ver a ese castaño. Que incluso hasta pensar en él, sentía pena por sí mismo en creer todas sus mentiras. Era un maldito ingenuo. Siempre ha sido un tonto ingenuo.

De repente, se oyeron unas cuantos golpes. Alguien estaba tocando la puerta. Seguramente era algún sirviente que quería informarle algo o traerle algo. No sabía. Y no quería saberlo. No quería saber nada.

—Joven Golden—efectivamente Rick, es verdadero.—tiene visita...

Necesitaba alguna excusa. Realmente no quería ver a nadie. Además, ¿quién vendría a verlo? Sólo era Freddy quien venía a visitarlo. Pero...já. ¿De verdad se atrevía a venir?

Estoy ocupado, dígale que se vaya.

—Es el joven Freddy.

...

¿Era enserio?

—¡Que se largue! ¡Ya no quiero verlo!

Como ordene.—oyó sus pasos, alejándose.

Ahora, por fin solo.

Y Golden pensaba.

¿Por qué Freddy vendría después de todo lo que ha pasado?

De verdad es un idiota.

Pero...

¿Por qué con tan solo escuchar su nombre se le acelera el corazón? ¿Por qué? ¿Por qué después de todo lo que pasó?

De verdad es un idiota

¿Por qué no quería dejarlo ir?

Y allí fue en donde Golden se dio cuenta que uno no sabe qué tan enamorado está, hasta que quiere irse y no puede.

Golden aún seguía enamorado de Freddy.

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