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—Entonces...¿tus padres no va a volver hasta mañana?—preguntó dejándose caer en la cama de su pareja.

—Nop.—el castaño hizo lo mismo, colocándose a lado suyo.

—Oh...es una pena, quería conocerlos~—miró coqueto al castaño a lo que de inmediato este se sonrojó. Pues sabía perfectamente lo que podían hacer teniendo la casa sola, y sé que ustedes también.

—Ajá...sí, claro.—río un poco y el contrario también.

Ya habían pasado meses desde que ambos osos empezaron a salir. La vida para esos dos empezó a mejorar después de aquello.

—¿Qué quieres hacer?

—No sé, hagamos lo que quieras

—¿Estás seguro~?

—¡Olvídalo!

—Ya lo dijiste, no hay vuelta atrás.

Golden se acercó y Freddy se lo permitió.
De esta forma empezaron los besos, un beso tras otro hasta que el rubio quiso intentar algo más. Bajo por su cuello y empezó a brindarle besos allí.

Y de pronto, sin saber porqué. Recordó a su hermano. De la nada lo había recordado. Recordaba cuando jugaban de pequeños a las escondidas, incluso una vez invitaron a sus padres a jugar con ellos. Eran una familia muy feliz. Demasiado feliz.

Hasta aquel incidente...en donde ambos hermanos estuvieron involucrados.
Fue solo un simple juego que se convirtió en tragedia. Con unos padres que no creyeron a su hijo quien intentaba excusarse de lo que había pasado con mentiras solo para escapar de la realidad.

Nadie creía en Freddy. Nadie.

Hasta ahora...

Hasta que Golden apareció en su vida.y se creyó en cada una de sus sucias mentiras.

Pero Freddy no permitiría más que siga creciendo la condena de ser un sucio mentiroso y de esta forma todos creerían en sus palabras. Es la única solución.

Freddy le diría la verdad a Golden.

—Uhmm...—intento separarlo.—c-creo que ya sé que podemos hacer.

—¿Puede existir algo mejor que estar junto a ti?—preguntó, sus ojos brillaban.

—No...—susurró, dejándose llevar por aquel brillo. Su cercanía era lo que más le gustaba. Golden hizo desaparecer el diminuto espacio que los separaba uniendo sus labios a los suyos. Espera...¿qué estaba haciendo?—P-pero—dijo entre el beso. Esta vez puso fuerza y lo separó por completo. Ya no estaban tan cerca como antes, porque si volvían a estar muy muy muy apegados seguramente ambos caerían en la tentación de un beso.—Quiero mostrarte algo.

—¿Qué es?

—B-bueno...es complicado de explicar.—decía mientras se levantaba de la cama acomodándose la ropa y arreglándose el cabello.—Por eso quiero que me sigas, ¿sí?

—Está bien.—el cantante también imito sus acciones, se levantó de la cama y se arregló el cabello y la ropa.

—Vamos.—Freddy tomó su mano y entrelazo sus dedos con los suyos. No lo soltaría.

Dio unos pasos junto a su pareja. Pero pasó algo que hizo a Golden detener.

—Espera...¿Qué es eso?—señaló un objeto que se encontraba ubicado en su escritorio.

—¿Que co-?—observó hacia lo que su novio señalaba y podría jurar que alguien le había lanzado un balde de agua fría ahí mismo. Era ese maldito cuaderno donde escribió tantas estupideces en contra del rubio. Si Golden lo llegaba a ver estaría muerto. Todo se derrumbaría.—No es nada Golden.

—Vamos Freddy~ muéstramelo

—¡Luego!—excusó.—Ahora tenemos que irnos ya.—jaló un poco de su mano para atraerlo hacia él. Pero Golden se resistía.

—Esta bien...¿al menos me dices que es?—insistió. Golden era muy curioso.

—Uhmmm...¿te acuerdas cuando me dijiste que me desahogará en un cuaderno?

—Seh

—Bueno, eso es.

Sólo eso.
No le iba a decir más claro que no.

—Ah...lo veré luego.—sonrió.

Freddy río un poco, estaba nervioso. Creo que después de esto quemaría ese cuaderno.

—Vámonos Golden.—aún tenía sus manos entrelazadas con las contrarias así que lo jaló para así atraerlo hacia él.

Mientras los osos bajaba por las escaleras, uno de ellos pensó...

¿Cómo se tomaría Golden todo esto?

Así es. Freddy le diría la verdad y empezaría desde el inicio. Lo que le impulsó a ser un sucio ladrón. Y todo eso fue por su hermano. Lo llevaría al hospital a ver a su hermano.

Si Golden lo amaba de verdad le creería y lo aceptaría. Eso esperaba. De eso estaba seguro.

Ya estando afuera una ráfaga de viento hizo que el castaño temblara de frío.

—¿Estás bien?—preguntó el rubio.

—Oh si, no pasa nada.

—Pero estás temblando de frío...—lo observó preocupado. Luego sonrió un poco al tener una idea.—¿Quieres que suba a tu habitación a traerte un abrigo?

—B-bueno...no tardes...

...

—Golden espera.

—¿Si?

Se acercó lentamente hacia él y le dio un corto y suave beso en los labios.

—No tardaré.—le sonrió a lo que el contrario le correspondió para que de esta manera pudiera marcharse.

...

Unos segundos después Freddy siente un escalofrío recorrer su cuerpo. Era un tremendo idiota. No puede ser. No puede ser.

—¡Oye Golden!—Sube las escaleras rápidamente mientras hablaba.—¡D-dejémoslo así, no tengo tanto frío!—aceleró el paso al no oír ninguna respuesta.—¿Golden?

Estaba a un paso de entrar a su habitación.

Solo tenía que girar la perilla y...

Pero no quería, sentía que no debía, tenía miedo, tenía tanto miedo.

Su cuaderno donde escribió muchísimas cosas horribles de Golden estaba allí, en su escritorio, y él acababa de entrar.

Bueno, no hay que pensar en cosas negativas...simplemente es un cuaderno, no creo que sea tan curioso el rubio como para leer todo rápidamente lo que está escrito allí. Freddy sonrió intentando pensar en que nada malo pasaría.

Pero no fue así.

Al entrar encontró a su pareja de espaldas con un objeto en su mano y estaba observando o mejor dicho...leyendo algo. Freddy abrió los ojos como plato, lo había arruinado, sabía que lo había arruinado todo. No puede ser, por favor no.

—Freddy...—lo llamó y el mencionado se acercó lentamente, esperaba a que no fuese su cuaderno, esperaba tanto a que no.—No entiendo.

El cantante se giró un poco dejando ver que tenía ese mismo cuaderno en las manos.

Y allí fue donde Freddy sintió un vacío. Sintió un inmenso frío recorrer por todo su cuerpo, el estomago lo sentía vacío, como si no hubiese comido nada, aunque hace algunas horas había salido con su pareja a comer pizza.

Golden ya lo sabe, Golden ya lo sabe, Golden ya lo sabe...

—Golden, n-no leas eso es...—intento arreglarlo, más no funcionó, ya que el rubio lo interrumpió rápidamente.

—¿Qué hice mal?—hizo la primera pregunta, de forma calmada. Su cuerpo entero giro, observando al castaño directamente.

"Tú no hiciste nada mal, soy yo el que hace todo mal." Quiso responder de esa forma, pero ni siquiera podía hablar, sentía que no, además Golden no le dejo hablar.

—¿Por qué me odias tanto?—señaló el cuaderno. Allí estaba todo su odio antiguo, todo el odio que sentía hacia el cantante hacia ya mucho tiempo, todo eso estaba escrito allí. Pero fue un error y Freddy ahora lo tenía claro.

¿Ahora lo ama?

—¿¡Por qué todos me quieren solo por mi dinero!?—el de ojos azules di un saltito del susto pues el rubio empezó a lanzar palabras de forma brusca y violenta, como si estuviese a punto de golpearlo y Freddy no lo culpaba, el mismo también se golpearía por su gran estupidez—¿¡A caso nunca podré tener amigos!?—aunque Golden no quería llorar porque sabía bien que eso se vería penoso y estúpido (según el), lo hizo, no aguantaba más, saber que todo lo que le había dicho su abuelo era verdad le daban ganas de llorar. Recordar que todo lo que pasó junto con su amado castaño fue toda una mentira eran más motivos para seguir llorando. De esa manera, con lagrimas brotando de sus ojos, miro al castaño desesperado.—¿A caso nunca podré amar?...—continuó, esta vez con la voz más débil y rota, muy rota.

Ambos estaban rotos.

Freddy no sabia que decir, se sentía demasiado mal al ver a la persona que quiere así y sabía perfectamente que aunque le rogara para que le perdonará y que todo volviera a ser como antes, no podía, ya todo estaba hecho y Golden ya no confiaría más en el.

Adiós a los besos, adiós a los abrazos, adiós a las caricias, adiós a los "te amo", adiós a Golden.

Ahora que lo recordaba, el rubio siempre estaba allí cuando lo necesitaba, le alegraba sus días, le hacía sonreír, de hecho...

Golden fue quien le hizo feliz, no su dinero.

Una persona la amaba de verdad y Freddy le pagaba con mentiras...

Solo le quedaba decirle la razón por la cual había hecho todo esto, lo que estaba a punto de hacer, lo que debió hacer antes desde un principio para que nadie saliera herido. Así se habría ahorrado todos los problemas ¿no? Así nadie hubiese salido lastimado. Pero no lo había pensado bien y gracias a ello todo se arruinó.

—Golden esto yo te lo iba a aclarar, te iba a decir la verdad. T-todo...

—¿Qué verdad?

—Todo lo que hice fue por mi her-

—No te creo.

—¿Ah?

—Ya no te voy a creer nunca.—soltó el cuaderno. Ya estaba listo para irse.

—¡Golden espera!—por suerte, alcanzó a tomar su muñeca impidiendo su ida.—Yo de verdad te amo demasiado, de verdad...

—Mentiroso.—se soltó de su agarre y finalmente se fue.

...

Ahora nadie creía en Freddy.

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