𝐢. 𝐭𝐡𝐞 𝐠𝐥𝐨𝐛𝐞𝐭 𝐨𝐟 𝐟𝐢𝐫𝐞

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━━━━━━CAPÍTULO 1━━━━━━
el cáliz de fuego

NEFERET AVERY SABE PERFECTAMENTE QUE NO TODO LO QUE BRILLA ES ORO.

Ella sabe cómo las apariencias pueden engañar, sabe también, que las personas solo ven lo que les interesa ver y juzgan dejándose llevar por el aspecto o actitud de los demás. En su caso, ella siempre ha sido vista como la representación perfecta de señorita de alta sociedad mágica y la candidata perfecta que cualquier madre escogería para casar con su hijo. Ella no los culpa, interpreta bien su papel y está en su naturaleza mentir con ingenio, no comete errores, no se distrae con estupideces ni tropieza en el camino porque si lo hace, tendrá que atenerse a las consecuencias.

Ella ha aprendido por las malas a ser dócil ante las órdenes de sus padres, sabe que nunca es mejor un castigo a una sonrisa y, también sabe que nunca hay que demostrar emociones frente a otros.

Neferet sabe muchas cosas, por ejemplo, que el amor era solo un cuento y que no debía ser importante. Ella no recordaba tener mucho de eso. A su temprana edad tuvo que aprender sobre la vida y, aunque su aniñada mente aún no razonaba del todo, entendió que en su familia no existía el amor. No sabía cómo se sentía el amor y tal vez nunca lo sabría, pero había una sensación bonita y agradable que se extendía por su pecho cuando estaba con su hermano, y nunca renunciaría a ella.

Las emociones te hacen débiles. Le recordaba constantemente su madre, mientras la rodeaba de joyas, vestidos, perfumes y cuadros caros. Y estaba de acuerdo con ella, podía renunciar a cualquier cosa que su madre pidiera, pero nunca renunciaría a su hermano y le daba igual lo que ella dijera, incluso si ella estaba en lo correcto. Su hermano era por la única persona que ella se sacrificaría y eso era una debilidad, incluso si ella nunca se denominó como alguien débil, sabía que lo era por lo que sentía hacia él.

Su madre la había moldeado a su antojo, es verdad, la había convertido en su pequeña muñeca, pero no logró quitarle toda la humanidad que había en ella y tuvo que soportar que su hija no llegaba a la completa perfección.

Esa era su madre; fría, calculadora, manipuladora y superficial.

—Recibiste una carta de tu madre, ¿cierto?

Oh, ¡por supuesto que había recibido una carta! Su humor había empeorado, más que de costumbre, estaba ligeramente irritable y la mueca de disgusto en su rostro la delató ante su amiga castaña.

—Sí, recibí una carta—asintió arrugando un poco su nariz—. Sin embargo, no era de mi madre, sino de mi padre.

—¿Tu padre?—en su tono de voz se notaba la incredulidad pues sabía que casi nunca le enviaba cartas.

Neferet asintió e hizo una mueca.

Nos enorgullece saber que fuiste elegida para hacer este viaje tan largo y que te estás preparando para ser partícipe de este gran evento, estoy completamente convencido que serás elegida como campeona de Beauxbatons y espero que tu hermano corra con la misma suerte.

E. A.

Esas habían sido sus palabras, en las cuales indirectamente le obligaba a poner su nombre en el cáliz.

—Yo también recibí una de mi madre—se encogió de hombros restándole importancia—. Iba a poner mi nombre de todas formas.

—Aquila y Adriel también pondrán sus nombres—comentó algo distraída mientras veía a Madame Maxime acercarse con algunos estudiantes detrás de ella, pudo ver que entre ellos estaba Aquila—. En realidad la mayoría pondrán su nombre, con suerte no nos eligen.

Ojalá no la eligieran.

—A mi si me gustaría ser elegido —la inconfundible voz de su amigo se escuchó a sus espaldas y Neferet apenas giró su rostro para observarle por sobre el hombro rodando los ojos al notarlo tan feliz—. Imagínate ganar la gloria eterna—para cuando dijo eso ya había llegado su lado y tenía rostro soñador.

Neferet frunció el ceño y le observó como si estuviera loco, ¿acaso no sabía los peligros que podían esconderse tras las pruebas? Idiota.

—Me importa una mierda la gloria eterna—contestó ella observándole de reojo, el chico la miraba divertido por el lenguaje usado—. Y me importa una mierda el premio también.

—Lastima que Madame Maxime tenga muchas esperanzas puestas en ti—dijo casi en un susurro al notar que la mencionada ya estaba a solo unos pasos de ellos.

Era verdad, Madame Maxime tenía puestas todas sus espectativas en ella y en Fleur Delacour. Siempre había tenido cierto favoritismo hacia ellas dos y ahora era incluso más grande, gran decepción se llevaría si Neferet fuera capaz de negarse y le dijese que no estaba dispuesta a poner su nombre.

Neferet soltó un suspiro, evitando así que alguna maldición saliera de su boca y rodar los ojos, su directora no vería con buenos ojos ese comportamiento.

Bonjour Madame—saludaron al mismo tiempo los tres chicos y la mujer inclinó su cabeza aceptando su saludo.

Bonjour—dijo con una mueca parecida a una sonrisa—. Sont prêts?

Los tres asintieron y no dudaron en seguirla. A Neferet no le quedaba nada más que hacer, iba a poner su nombre y su hermano ya lo habría hecho también, así que no le dejaría solo en eso. No lo iba a admitir en voz alta, pero estaba asustada.

Se unió al grupo de estudiantes, evitando rezagarse y se colocó a la par de su mejor amiga, quien le sonrió en forma de saludo. Pronto empezaron una pequeña marcha en dirección al castillo, encabezada por su directora y Lefebvre, uno de sus profesores, quienes iban charlando entre susurros evitando cualquier oído curioso.

—Me he encontrado esta mañana a tu hermano—dijo Aquila llamando la atención de su amiga—. Estaba cerca del lago y me lo encontré mientras caminaba, me dijo que necesitaba hablar contigo y que cuando pudieras le buscaras.

La castaña apenas y la miró de reojo mientras fruncía el ceño.

—¿Desde cuándo te volviste la mensajera de Kilian?

No pudo evitar sonar tan brusca, pero era imposible para ella ser de otra forma. La mayoría del tiempo era impulsiva, pero nunca actúa sin pensar, es borde y a veces dice cosas de las cuales después posiblemente se arrepiente después, más nunca se disculpa porque su orgullo era más grande. Y su amiga lo sabía, la conocía mejor que nadie, así que, al escucharla hablar de esa forma, simplemente rodó los ojos.

—Solo fue un favor, Neferet —contestó restándole importancia —. Él quiere hablar contigo lo más pronto posible y fui la única opción que encontró para informarte, no es la gran cosa.

La otra bufó por lo bajo.

—Hablaré con él luego—aseguró.

Lo más seguro es que su hermano quisiera hablar con ella sobre el torneo, aunque no estaba completamente segura de eso, pero imaginaba que estaba preocupado por ella.

Desde que sus padres le habían comentado sobre dicho evento, la emoción que ella había prestado había sido nula y él comprendía que una probabilidad de muerte no sonaba nada atractiva para algunas personas y su hermana era una de esas. Así que él sabía que Neferet no estaba nada contenta con ese viaje y que necesitaba de su apoyo.

Mientras iban hacia el castillo los cuatro chicos conversaron tranquilamente y en voz baja, tratando de no llamar mucho la atención de sus superiores para evitar cualquier regaño de su parte, Neferet se limitó a comentar solo lo necesario y a asentir a las preguntas hechas por sus amigos. Sentía que en cualquier momento se echaría a correr a refugiarse en lo más profundo del bosque, además,  era muy conversadora, ni siquiera con sus amigos, así que prefirió el silencio. Al llegar a la entrada del castillo, Madame Maxime y Lefebvre se detuvieron, se giraron hacia ellos y la mujer dio unas cuantas órdenes en francés haciendo que sus estudiantes se adentraran en la calidez del castillo obedeciendo sin rechistar.

Muchas de las chicas soltaron suspiros de satisfacción al verse refugiadas bajo la calidez del vestíbulo (Aquila entre ellas) pues, el frío y sus uniformes no eran buena combinación. Sin embargo, Neferet ya estaba acostumbrada al clima y prefería el frío o la lluvia, antes que el sol y el calor, ella llevaba un bonito abrigo que combinaba a la perfección con su atuendo y ni siquiera pareció inmutarse ante el drástico cambio de clima.

Bullicio. Eso era lo único que había dentro de ese castillo. Era demasiado temprano para que ya hubiera tantas personas armando revuelo por los pasillos, sin embargo, parecía que la emoción del torneo les había enloquecido.

Notó varias miradas sobre ella y observó que ahí, alrededor del cáliz de fuego, habían al menos una veinte personas quienes se habían echado hacia atrás para dejarlos pasar, y se los comían con los ojos.

Neferet sonrió de lado, la atención que los chicos y las chicas de Hogwarts le daban a los de Beauxbatons era impresionante y la hacían sentir realmente halagada, pues podía escuchar a algunos hablar sobre su belleza. Casi pudo olvidarse de la ansiedad que sentía en su pecho.

Madame Maxime entró en el vestíbulo detrás de ellos y los hizo colocarse en fila. Fleur fue de las primeras en colocarse, seguida de par de chicas de su grupo y luego otros chicos hicieron lo mismo, Aquila se colocó delante de ella y Adriel y Olympia detrás como si creyeran que saldría corriendo. Bufó, ganas no le faltaban.

Cuando llegó su turno, vaciló.

Una extraña sensación de frío recorrió su cuerpo y se estremeció, podía notar todas las miradas puestas en ella logrando sentirse más presionada que antes. Pero no se dejó intimidar. Incluso cuando por dentro estaba asustada, no iba a dejarse en evidencia frente a sus compañeros y los otros desconocidos.

Atravesó la línea dorada y caminó los pocos pasos hasta llegar al cáliz, estiró su brazo y, en el momento en que lo hizo, sus ojos se fijaron él una figura que se encontraba al otro lado. Lo vio a través de las llamas, con el rostro serio y el ceño fruncido, ella sonrió, se sentía mucho más tranquila con él ahí. Sus ojos azules grisáceos y su rostro se vieron iluminados momentáneamente por el fuego de color rojo y las chispas proveniente de este, eso pasaba cada vez que uno de los nombres caía dentro del cáliz.

Se alejó lo más pronto que pudo y con elegancia se dirigió hacia donde estaba su hermano, no sin antes avisarle a Madame Máxime.

Algunos chicos no tardaron mucho en echarle una mirada de reojo (otros no disimulaban tanto), en cualquier otra ocasión hubiese sonreído de forma egocéntricamente, pero ahora mismo no tenía cabeza para eso, solo tenía ganas de escapar de ahí y su salvación estaba a solo unos cuantos pasos mas.

—¿Aquila te ha dado mi mensaje?—fue lo primero que él preguntó en cuanto la tuvo enfrente.

Neferet rodó los ojos y se cruzó de brazos al escucharlo.

Bonjour, petit frère—dijo ella con sarcasmo, sacándole una sonrisa divertida al castaño—. Madre te colgará por tu falta de modales.

—Veo que te levantaste con un excelente humor, hermanita—comentó burlón.

—¡Oh! Claro que sí —aseguró —. Hasta que decidiste usar a Aquila como tú lechuza.

Kilian rodó los ojos:—. No la usé como lechuza...

—Sí, sí. Solo le pediste un favor—interrumpió recordando las palabras de su amiga, hizo una mueca y luego suspiró, dejando salir todo el aire por su boca. Vio a su hermano asentir con la cabeza sin borrar su sonrisa, lo que la hizo fruncir el ceño—. No te metas con Aquila y no intentes nada con ella—le advirtió señalándolo.

—¿Esos son tus celos de mejor amiga o tus celos de hermana?—Kilian elevó una de sus cejas de forma acusatoria, pero su hermana se mantuvo seria—. Bien, esos son tus celos de hermana—afirmó más para sí mismo que para ella. Neferet era muy protectora y demasiado recelosa con las personas, no le extrañaba para nada que incluso desconfiara de su amiga—. Está bien—bufó él —. Pero no puedes prohibirme hablar con tus amigos cuando Corvus es más amigo que tuyo que mío.

—No te prohíbo hablar con ellos, Kilian—dijo suavemente —. Solo no me gustaría que sientas algo por alguien que no siente lo mismo hacia ti.

Los sentimientos te hacen débiles, Eret—le recordó su hermano, ella evitó su mirada.

Siempre había sido así. Él sí era el hijo perfecto, siguiendo órdenes de sus padres, obedeciendo y creyendo todo lo que ellos decían. ¿Por qué ella no podía ser un poco más como él? Tragó, sintiendo como un nudo se formaba en su garganta y disimuló con una sonrisa ladina la amarga expresión de su rostro. A veces se preguntaba si Kilian sentía lo que ella sentía cuando estaba con él, si sentía ese cariño hacia ella.

—Lo sé.













***











Pasó la tarde leyendo cerca del lago que había en los terrenos de Hogwarts y agradeció que nadie se acercara a perturbar su tranquilidad.

Después de hablar con su hermano, no quiso volver a juntarse con su trío de amigos, no tenía ganas ni fuerzas suficientes para mantener alguna otra plática sobre el único tema de conversación que ahora existía. Además, hablar con su hermano no fue tan tranquilizador como habría esperado, después de lo que él había dicho todo se volvió un poco incómodo o tal vez solo era ella siendo paranoica y prefirió volver con los de su colegio.

Parte de su mañana se basó en meterse dentro de su habitación y ponerse a pintar el cuadro que hace tiempo había empezado, después llegó Olympia a preguntar si les acompañaría a comer, a lo que ella se negó y siguió con lo suyo. Más tarde apareció Aquila, pues compartía habitación con ella y otra chica, ella le invitó a dar un paseo con los demás pero también se negó. Luego decidió que debía salir a tomar aire por su propio bien y cogió el libro que había empezado el día anterior durante el viaje, fue al lugar más apartado que encontró y se sentó cerca de un frondoso árbol, en una banca vieja y alho abandonada. Ahí pasó la tarde hasta que se llegó la hora del banquete.

Durante el banquete, notó como algunos cuellos que se giraban continuamente, también pudo ver las expresiones de impaciencia, las piernas que se movían nerviosas y la gente que se levantaba para ver si el Director de Hogwarts ya había terminado de comer. Neferet sólo deseaba que la cena terminara y anunciaran quiénes habían quedado seleccionados como campeones, quería terminar con su incertidumbre.

Por fin, Neferet contempló como los platos de oro volvieron a su original estado inmaculado como si fuera lo más interesante del mundo y apenas levantó la mirada al escuchar el alboroto que se produjo al instante. Vio a Albus Dumbledore ponerse de pie y notó como el profesor Karkarov y Madame Maxime parecían tan tensos y expectantes como todos los demás.

—Bien, el cáliz está casi preparado para tomar una decisión —anunció el profesor Dumbledore—. Según me parece, falta tan sólo un minuto. Cuando pronuncie el nombre de un campeón, le ruego que venga a esta parte del Gran Comedor, pase por la mesa de los profesores y entre en la sala de al lado —indicó la puerta que había detrás de su mesa—, donde recibirá las primeras instrucciones.

Sacó la varita y ejecutó con ella un amplio movimiento en el aire. De inmediato se apagaron todas las velas salvo las que estaban dentro de las calabazas con forma de cara, y la estancia quedó casi a oscuras. No había nada en el Gran Comedor que brillara tanto como el cáliz de fuego, y el fulgor de las chispas y la blancura azulada de las llamas casi hacia daño a los ojos. Todo el mundo miraba, expectante.

De pronto, las llamas del cáliz se volvieron rojas, y empezaron a salir chispas. A continuación, brotó en el aire una lengua de fuego y arrojó un trozo carbonizado de pergamino. La sala entera ahogó un grito y Neferet sintió su corazón latir con fuerza.

Dumbledore cogió el trozo de pergamino y lo alejó tanto como le daba el brazo para poder leerlo a la luz de las llamas, que habían vuelto a adquirir un color blanco azulado.

—El campeón de Durmstrang —leyó con voz alta y clara— será Viktor Krum.

Una tormenta de aplausos y vítores inundaron el Gran Comedor mientras algunos felicitaban a Krum, pudo ver a su hermano entre ellos que permanecía con una sonrisa en la cara. Krum se levantó de la mesa de Slytherin y caminó hacia Dumbledore. Se volvió a la derecha, recorrió la mesa de los profesores y desapareció por la puerta hacia la sala contigua.

Rápidamente se apagaron los aplausos y los comentarios y la atención de todo el mundo volvía a recaer sobre el cáliz, cuyo fuego tardó unos pocos segundos en volverse nuevamente rojo. Las llamas arrojaron un segundo trozo de pergamino.

Neferet tragó en seco. Que no fueran ni ella ni su hermano.

—La campeona de Beauxbatons —dijo Dumbledore. Por un momento sintió que la respiración se le cortaba—es ¡Fleur Delacour!

Suspiró con alivio y sonrió sin importarle nada. Ahora le tocaba rogar a Merlín para que no fuera su hermano el elegido campeón de Hogwarts.

Notó la cara de decepción de Olympia y la de desagrado de Aquila, también vio como Adriel rodaba los ojos y dos de las chicas habían roto a llorar por no ser elegidas, y sollozaban con la cabeza escondida entre los brazos.

Fleur se levantó de la mesa con una sonrisa triunfante y fue hacia Dumbledore desapareciendo por la puerta continua a la mesa.

Cuando volvió a hacerse el silencio, se sintió mucho más tenso y lleno de emoción, que casi se palpaba. Y Neferet también se tensó.

Y el cáliz de fuego volvió a tornarse rojo; saltaron chispas, la lengua de fuego se alzó, y de su punta Dumbledore retiró un nuevo pedazo de pergamino.

—El campeón de Hogwarts—anunció— es ¡Cedric Diggory!

La chica Avery casi pudo ponerse a festejar con los de aquella mesa, el jaleo proveniente de la mesa era demasiado estruendoso. Todos y cada uno de los alumnos que habían estado sentados se habían puesto de repente de pie, gritando y pataleando, mientras el chico seleccionado se abría camino entre ellos, con una amplia sonrisa, y marchaba hacia la sala que había tras la mesa de los profesores.

Miró a su hermano y este le devolvió la mirada al notarla, no parecía triste, pero si decepcionado.

Le sonrió suavemente, con una sonrisa apenas perceptible y él se la devolvió. Al menos Neferet sabía que estaban a salvo y eso era lo único que le importaba.

—¡Estupendo! —dijo Dumbledore en voz alta y muy contento cuando se apagaron los últimos aplausos—. Bueno, ya tenemos a nuestros tres campeones. Estoy seguro de que puedo confiar en que todos vosotros, incluyendo a los alumnos de Durmstrang y Beauxbatons, daréis a vuestros respectivos campeones todo el apoyo que podáis. Al animarlos, todos vosotros contribuiréis de forma muy significativa a...

Pero Dumbledore se calló de repente, y fue evidente para todo el mundo por qué se había interrumpido.

¿Qué demonios estaba pasando?

El fuego del cáliz había vuelto a ponerse de color rojo. Otra vez lanzaba chispas. Una larga lengua de fuego se elevó de repente en el aire y arrojó otro trozo de pergamino.

—Harry Potter.

Y aunque la situación era confusa, ella lo lamentó mucho por el niño que vivió, pues (según su hermano) tenía muy mala suerte y esta vez se había metido en algo grande.

Pero al menos su hermano estaba a salvo.

























Sont prêts? (¿están listos?)
Bonjour, petit frère (Buenos días, hermanito)

dije que iba a subir el cap el viernes pero no pude terminar de escribir porque tenía de visita a mi mejor amiga, pero aquí está ll prometido

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