𝐢𝐢. 𝐢𝐭 𝐢𝐬 𝐲𝐨𝐮𝐫 𝐝𝐮𝐭𝐲

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━━━━━CAPÍTULO 2━━━━━
es tu deber

          NEFERET DEBÍA ADMITIR QUE ESTAR EN  HOGWARTS NO ERA TAN MALO.

A decir verdad, el lugar había terminado por gustarle, en especial el bosque prohibido. No iba a mentir, en esas últimas semanas había pasado más tiempo metida en ese lugar que en el castillo o en su habitación, le gustaba el silencio que ahí se formaba y la tranquilidad que la naturaleza le transmitía, podía pasar todo el día ahí metida; dibujando, pintando o leyendo, de una u otra forma se sentía completamente agusto y prefería mil veces eso que estar escuchando los monólogos de la señorita Lambert. Le entretenía mucho ver a las pequeñas criaturas del bosque, las dibujaba y jugaba con ellas (aunque algunas no eran tan amigables como otras), no era una gran fanática de los animales, pero le gustaba la naturaleza.

Al principio ella no tuvo ninguna intención de llegar a internarse en el bosque, al contrario, simplemente se había sentado cerca de un árbol a leer (esperando a que Kilian apareciera) pero minutos más tarde un grupo de chicas comenzaron a acercarse a ella y, conociendo sus intenciones, escapó lo más rápido que pudo. Esas niñas no se cansaban de perseguirla en busca de su "amistad", la cual solo se basaba en ellas hablando de lo guapo que era su hermano y Adriel e intentar que les consiguiera alguna cita con ellos, así que ella las evitaba todo el tiempo (aunque a veces era muy difícil). Y así fue como comenzó su exploración por el bosque.

Neferet siempre ha tenido un buen sentido de la orientación, por lo que no le preocupó llegar a perderse, de hecho, sintió curiosidad por investigar y eso hizo. Vio a unos cuantos unicornios detrás de unos matorrales, a un Hipogrifo cerca de los límites y a muchos Bowtruckles en el árbol cercano al que suele sentarse y dibujó a cada uno de ellos, encontrando el mejor pasatiempo de todos.

Dibujar y pintar habían sido artes que desde muy pequeña le apasionaron, era solo una niña cuando Neferet descubrió que podía escapar de su horrible realidad mediante el arte, tenía un don que aprovechó al máximo y que le ayudó tener un respiro lejos de su madre. Su madre no se opuso a que lo hiciera, de hecho, le pareció una buena tarea para una señorita y le pago al mejor maestro de Bellas Artes (aunque Neferet solo estaba interesada en la Pintura).

Tal vez eso era lo único bueno que había hecho su madre por ella.

—Sabía que tarde o temprano terminarías metiéndote en problemas, Neferet.

La chica sabía que su hermano terminaría encontrándola en cualquier momento, pero nunca pensó que fuera tan rápido. No es como si se estuviera escondiendo de él, de hecho, era todo lo contrario, ella siempre buscaba pasar tiempo junto a él pero sus deberes se lo impedían.

Neferet había olvidado mencionar otra de las razones por la cual Hogwarts no le parecía tan malo. Sus clases.

Bueno, al principio (y después de la selección de los campeones), pensó que al resto de estudiantes les enviarían de regreso a Francia para que siguieran con su año escolar allí, no obstante, Madame Máxime les informó que no sería así. Todos seguirían con sus estudios, sí, pero compartirían clases con los estudiantes de Ravenclaw (a excepción de algunas optativas como Metafísica, Astrología y Bellas Artes que eran las que Neferet tomaba).

Ahora comprendía porqué Lefebvre y la señorita Lambert les habían acompañado.

Debía admitir que le gustaban los profesores que impartían las materias, en especial la profesora McGonagall y el Profesor Flitwick, aunque, también había excepciones como el profesor Snape. A ese si que lo odiaba. No importaba cuanto le gustara esa asignatura, el profesor era un completo idiota y solo esperaba que eso no fuera inconveniente para sus calificaciones.

—On voit pas de quoi tu parles, Kilian—contestó fingiendo inocencia.

Ese día la chica había amanecido con un humor extremadamente bueno en comparación a otros días, logró terminar todos sus deberes de la semana y ahora tenía lo que retaba del fin de semana libre de tares, terminó el cuadro que estaba pintando y habló con su directora para arreglar sus clases particulares. Había sido un día muy productivo. Incluso pudo ver a un arisco thestral y dibujarlo antes de que huyera, recordando (y burlándose internamente) que su madre suele llamarlos criaturas horrorosas y, como la supersticiosa que era también suele decir que traen augurio de desgracia. Pero Neferet no creía en esas cosas, aquel animal le parecía muy hermoso y se dedicó toda la tarde a plasmarlo en su cuadernillo, como un recuerdo.

El tiempo se le había pasado volando, ya era algo tarde, el cielo comenzaba teñirse de un hermoso color, estaba lleno de pinceladas naranjas, rojas y amarillas, era una vista maravillosa. No obstante, apenas pudo apreciarlo, pues las altas copas de árboles le dificultaban la visión.

Suspiró. Vaya que ya era tarde.

Miró a su hermano, quien llevaba su uniforme bien puesto junto a un jersey de lana grueso que le cubría del frío, la miraba desde arriba con las cejas fruncidas y los brazos cruzados, podía notar algo de enojo en sus brillantes ojos grises y quiso rodar los suyos.

—No pueden expulsarme—bufó la chica intentando hacer que su hermano no siguiera con el tema, recogió sus cosas con un movimiento de varita y se levantó quedando frente a su hermano—. No debes preocuparte por eso.

—Me preocupa el que te castiguen por romper las reglas, Neferet. Sabes perfectamente lo que madre te hará si lo sabe.

—No me hará nada que no haya experimentado ya—le restó importancia. Kilian negó, sabiendo que era un caso perdido—. Además, no estoy haciéndole ningún mal a nadie.

—El bosque está prohibido por buenas razones, Neferet—le recordó.

—Y no entiendo porqué —ella soltó una risa corta mientras le hacía una seña a su hermano para comenzar a caminar—, probablemente es más seguro estar aquí que en el castillo. Ya sabes... El que no debe ser nombrado estuvo dentro e intentó matar al niño que vivió hace un par de años, luego un basilisco suelto por los pasillos queriendo asesinar a nacidos de muggles y Sirius Black merodeando por ahí... Bueno, déjame decirte que me siento más segura aquí en el bosque, hermanito.

El chico rodó los ojos con fastidio, bueno, ella tenía razón.

—Como quieras—resopló y siguió caminando en silencio.

Agradecía que Neferet no se internaba tanto en el bosque, de lo contrario habría sido una tortura su búsqueda. Él, al contrario de su hermana, no tenía su buena orientación y se habría perdido si sólo hubiese entrado un poco más en las espesuras del bosque.

Había querido hablar con ella desde hace algunos días, sin embargo siempre estaban llenos de deberes y nunca encontraban tiempo para pasar tiempo juntos, se limitaban a verse en las clases que compartían y una que otras veces en la biblioteca cuando quedaban para hacer los trabajos juntos. Después de eso, Neferet desaparecía totalmente y ni siquiera Aquila logró decirle a donde iba en sus horas libres. Pero él la conocía y, aunque buscó en cada rincón del castillo (sabiendo que ella buscaba los lugares más apartados) nunca se imaginó que podría haber ido al bosque prohibido, hasta que casualmente la vio ir en esa dirección.

—Je ferai très attention, je le promets—dijo ella con voz suave y tranquila.

Él soltó un suspiro de frustración.

—Quiero creerte, pero apenas eres capaz de evitar los problemas y no puedo poner tanta fé en ti, hermana.

—¿Alguna vez ha llegado una queja sobre mí a oídos de madre?—inquirió mientras rodaba los ojos, le observó de reojo esperando que respondiera y él, pensándolo un poco, negó—. Ahí tienes tu respuesta.

—Eres un caso perdido.

Neferet se encogió de hombros restándole importancia y acomodó su abrigo cerrando los primeros botones, no hacía mucho frío pero el viento traía brisas lo suficientemente heladas como para hacerla temblar suavemente.

—Cambiemos de tema—sugirió la castaña cuando ya pudieron divisar el castillo.

El muchacho no pareció muy contento con cambiar de tema y no lograr que su hermana no se metiera en algún problema, frunció el ceño previendo recordar algo en ese momento y le echó una significativa mirada a la chica, una que ella ni siquiera notó.

—¿Ya hablaste con Nathaniel?

Ella frunció el ceño, ¿cómo porqué tenía que hablar con él?

—A un tema que no tenga que ver con Nathaniel.

—¿Por qué no hablas con él?—preguntó su Kilian bastante interesado.

Sí, Nathaniel era su amigo pero eso no quería decir que le contara todo y mucho peor lo que tenía que ver con su hermana, era serio, callado y muy reservado. Pero él creía que su hermana y su amigo debían hablar para poder llevarse mejor, al fin de cuentas, en algún momento tendrían que casarse.

—¿Sobre qué?—no, a ella no le gustaba nada la idea de hablar con Nate—. ¿Por qué tendría que hablar con él?

—Sabes perfectamente porqué lo digo y...

—No voy a hablar con él —dijo seriamente, detuvo su paso obligando a su hermano a hacer lo mismo y le observó—. No voy a tener ninguna relación con el más allá de nuestro matrimonio arreglado, Kilian—aseguró —. Que esté obligada a cumplir con la tradición no quiere decir que deba llevarme bien con tu amigo.

—Pero sabes que es mejor que ambos se lleven bien y puedan soportarse mutuamente, eso haría que tú te sientas más cómoda con el compromiso...

—Para empezar—le interrumpió —. Lo primero sería sentirme cómoda con la persona que me voy a comprometer antes de hacerlo, no comprometerme y luego encontrar comodidad en alguien a quien apenas conozco—era la primera vez que tenía esa conversación con su hermano y no le gustaba el camino que estaba tomando—. Pero el amor es una mentira, ¿no? Es solo una idiotez inventada por la gente y nosotros lo sabemos, hemos visto la mentira del matrimonio, por eso sabemos que los sentimientos son una mierda, solo te hacen débil.

—Neferet...

—De Neferet nada, Kilian. Sabes que es la verdad—estaba cansándose de aquella conversación y no quería pelear con su hermano, pero sabía que él insistiría y no estaba preparada psicológicamente para escucharlo. Elevó su vista hacia el horizonte, el cielo se estaba tornado oscuro ya y las estrellas comenzaban a aparecer junto a la luna.

—Es tu deber, Neferet. Por tu posición social debes...

Ahí estaba su hermano, su correcto, digno y tradicional hermano proclamando sus enseñanzas.

—No me jodas, Kilian—farfulló con incredulidad—. Escucho tu voz pero es como si nuestra madre estuviera hablando, así que por favor, cierra la boca.

Trató de mantener la calma, respiró profundamente cuando notó que le faltara el aire y sintió su corazón latir acelerado mientras algo se oprimía en pecho. Se sintió sofocada, pero logró mantener el control.

Quería ignorar la forma de pensar de su hermano, hacer como si nunca hubiera escuchado sus palabras (que de todas formas no era para tanto) pero le costaba sacarlas de su cabeza, más viniendo de una persona muy importante para ella. Entornó los ojos ligeramente a causa de la molestia, apartó cualquier pensamiento de su cabeza y se centró en su hermano, hizo una mueca al notar como este huía de su mirada. Suspiró, sacando el aire por la boca y negó mientras hacía un ademán con su mano, no tenía ganas de seguir ahí.

Se dio la vuelta dispuesta a regresar del lugar de donde Kilian la había sacado, al menos podría calmarse un poco y deshacerse del nudo que había en su garganta.

—Neferet...—la llamó cuando notó su movimiento, ella ni siquiera se volteó pero detuvo su paso.

—Nos vemos después.

Y con eso Kilian supo que no debía insistir.

Neferet volvió a internarse en el bosque, que había adoptado un aspecto lúgubre gracias al atardecer, sintiendo el ambiente más pesado que antes, no sabía si era porque ella estaba alterada o porque le faltaba el aliento, pero tenía la sensación de que el aire en el bosque había cambiado. Se detuvo en el lugar donde suele sentarse, estaba lo suficientemente lejos como para no tener vista hacia el castillo o el lago, pero no tan lejos como ella necesitaba en ese momento.

Odiaba cuando su hermano se comportaba de aquella forma o cuando la trataba con frialdad, por lo general eso solo pasaba cuando estaban en casa, pero que lo hiciera ahí y justo en esos momentos la descolocó por completo y la hizo enfadar. Esta vez se comportó, otras veces no logra tener mucho control de sí misma y ha terminado gritándole ganándose un buen castigo por ello, así que (aunque sus padres no estuvieran ahí) decidió optar por contener su impulsividad. Kilian era así y no lo culpaba, ella también tenía ese tipo de comportamientos de vez en cuando gracias a la educación y formación que les habían dado sus padres. Pero, lo que le diferenciaba de su hermano era que Neferet había descubierto, que si su madre la hacía sentir menos solo por ser mujer, ella tendría que aprender a valorarse y hacerse respetar, aunque estuviera en medio de un mundo de hombres.

Porque ella sabe que los hombres sólo ven a las chicas como objetos que pueden utilizar a su antojo y luego desecharlas, lo ha vivido, ha crecido viéndolo. Ha visto a su padre hacer eso incontables veces y su madre, aún siendo tan despreciable como recta, nunca ha dicho una palabra al respecto porque ella no puede opinar en cosas que corresponden a los hombres y tampoco debe cuestionar a su marido. Así es la vida de las mujeres y así es la vida que a ella le espera, es por eso que intenta evitar el tema todo el tiempo y por eso le sienta tan mal que su propio hermano no comprenda lo que para ella significa su compromiso.

Es otra prisión personal que ojalá hubiera podido evitar.

Por eso le gusta el bosque, porque ahí se puede sentir libre y le gusta, aunque sabe que no durará porque todo lo que es bueno se desvanece de su vida.

No quiere pensar más en eso, de hecho no le gusta pensar en eso, prefiere mantener ocupada su mente en cualquier otra cosa. Suelta un suave suspiro y frunce el ceño cuando levanta la vista y escucha un bramido ensordecedor seguido de muchos gritos. La noche ya había caído y su camino se iluminaba solo por la luz de la luna, hasta que vio a unos cuantos metros antorchas encendidas iluminando el lugar y frunció el ceño. ¿Qué demonios estaba pasando? Durante una fracción de segundo sintió miedo, una llamarada de fuego había salido de la nada y vio a varias personas ir de un lado a otro, luego pudo ver con claridad lo que estaba pasando y casi se echa a correr en dirección al castillo.

¡Dragones! ¡Habían traído dragones!

Los vio rugiendo y resoplando, eran cuatro dragones adultos enormes, de aspecto fiero, se alzaban sobre las patas posteriores dentro de un cercado de gruesas tablas de madera. A quince metros del suelo, las bocas llenas de colmillos lanzaban torrentes de fuego al negro cielo de la noche. Uno de ellos, de color azul plateado con cuernos largos y afilados, gruñía e intentaba morder a los magos que tenía a sus pies; otro verde se retorcía y daba patadas contra el suelo con toda su fuerza; uno rojo, con un extraño borde de pinchos dorados alrededor de la cara, lanzaba al aire nubes de fuego en forma de hongo; el cuarto, negro y gigantesco. Quedó completamente fascinada.

Si bien no era una gran fan de los dragones, estos la dejaron completamente hipnotizada, eran unas criaturas enormes, imponentes y muy poderosas. Le pareció que aquellas criaturas eran tan hermosas como peligrosas.

Notó que había muchas personas, al menos treinta magos, siete u ocho para cada dragón, trataban de controlarlos tirando de unas cadenas enganchadas a los fuertes collares de cuero que les rodeaban el cuello y las patas. Los bramidos de aquellos animales eran espeluznantes y le causaron escalofríos, pero no podía apartar su vista de ellos hasta que algo, más bien alguien, apareció en su campo de visión.

—¿Qué demonios está haciendo aquí?





















On voit pas de quoi tu parles (no sé de lo que hablas)
Je ferai très attention, je le promets (tendré cuidado, lo prometo)

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