𝐢𝐢𝐢. 𝐛𝐚𝐬𝐭𝐢𝐚𝐧

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━━━━━CAPÍTULO 3━━━━━
bastian

POR LO GENERAL, NEFERET SUELE MANTENERSE TRANQUILA ante cualquier situación que se le presente y aquella no fue la excepción.

Analizó con la mirada al desconocido que estaba a unos pasos de distancia. Notó el oscuro color de su piel y sus brillantes ojos negros gracias a la luz que emanaba de su varita, tenía los pómulos altos, la mandíbula cuadrada y tensa, mientras sus gruesos labios se mantenían apretados formando una línea que hacía lucir su semblante serio. Sin embargo, también pudo ver como una blanquecina cicatriz le surcaba el rostro. Aún así, ella debía admitir que era algo atractivo.

Bastante atractivo.

Era bastante alto, al menos llegaba a un metro ochenta (o eso le parecía a ella), su cuerpo parecía muy trabajado y además tiene los hombros anchos, su camisa resalta varios de sus músculos al adherirse a su cuerpo por culpa del sudor y ella obviamente se fija en eso.

—Chica, te he hecho una pregunta—su tono malhumorado solo hizo que la castaña se riera internamente, pero mantuvo su rostro inexpresivo.

Mordió su labio suavemente, lo serio solo lo hacía ver más guapo.

Ladeó su cabeza observando sobre el hombro de aquel hombre, viendo como los enormes dragones aún luchaban contra las diminutas figuras que eran sus cuidadores, regresó su vista hacia el hombre y se encogió de hombros mientras sonreía con fingida inocencia.

—Solo estaba dando mi paseo nocturno—dijo con tranquilidad, a lo que el moreno soltó un resoplido mientras rodaba los ojos.

—Este lugar está prohibido para los estudiantes—le dijo como si ella no lo supiera—. Debes irte. Ahora.

Aquello le sentó terriblemente mal, su tono de voz y su forma de hablar hicieron que la orden la irritara, borró su sonrisa al instante y frunció el ceño mientras alzaba una ceja en su dirección. A ella no le gustaban las órdenes, mucho menos si venían de extraños. Las únicas que aceptaba (y no por que a ella le encantará la idea) eran las que venían directamente de sus padres.

—No soy estudiante de este colegio—literalmente no lo era, que recibiera clases provisionalmente ahí no significaba que fuera de Hogwarts — y que yo recuerde el bosque no se me ha prohibido—esa era una mentira a medias—. Así que puedo hacer lo que me plazca.

—Del colegio o no, el bosque está prohibido y solo el personal autorizado puede entrar en el—gruñó hacia ella, irritado con su comportamiento—. Vete o me veré obligado a hablar con tus superiores.

Neferet se encogió de hombros y sonrió ladina, casi juguetona.

—Oh, chérie! ¿Crees que me llevarían de regreso?—exclamó suspirando fingiendo lamentarse ante la idea—. Porque eso sería lo mejor que podría pasarme.

—Te expulsarían —advirtió él, pareciendo incluso más serio que antes.

—Probablemente —dijo—. Pero antes podría hacer que te despidan, cher.

—¿Estás amenazándome?—preguntó aquel extraño con tono de incredulidad en su voz.

Se acercó amenazadoramente a la chica, pero esta apenas y se inmutó. Le sostuvo la ardiente mirada rabiosa todo el tiempo, incluso parecía estar disfrutando verlo así y eso causó que su enojo creciera.

—Tal vez—contestó escondiendo su sonrisa, sabía que solo conseguiría enfadarlo aún mas.

Y así pasó. El chico la tomó del brazo bruscamente y acercó su rostro al suyo, sintió su pasada respiración contra su rostro y el ardor que provocaban sus dedos marcándose en su piel. Hizo una mueca y se apartó ligeramente de él (no era muy fan del contacto físico con otras personas y menos cuando le estaba haciendo daño) pero no consiguió mucho porque él la sacudió como si fuera un muñeco de trapo.

—Tienes mal temperamento, guapo—soltó un resoplido que enmascaró el gemido de dolor que se escapó de sus labios—. Me gusta lo rudo pero no exactamente de esta forma.

La mirada furiosa de hombre chispeó y parecía estar a punto de decirle algo cuando una voz llamó la atención de ambos.

—¿Qué es lo que ocurre, Bastian?—una voz profunda y ronca se escuchó tras las espaldas del hombre que la sostenía.

No apartó la vista de los ojos negros de aquel hombre, sosteniéndole la mirada hasta que él la apartó y se giró ligeramente para ver a quien fuera que le había hablado. Neferet frunció el ceño, miró la mano que sostenía su brazos y arrugó la nariz con disgusto.

No prestó atención al nuevo desconocido que se había acercado, en ese momento se sintió ligeramente nerviosa; como si su mente se hubiera iluminado de repente, estaba en medio del bosque, con dos hombres que no conocía de nada y que podrían aprovecharse de ella. Inmediatamente su varita se deslizó hasta sus dedos y se aferró a ella con fuerza.

"Los hombres sólo quieren una cosa de las niñas bonitas como tú, muñequita."

Sintió como su respiración se volvió pesada y la ansiedad se apropió de su pecho, oprimiéndolo como si estuvieran dejándola sin aire. Respiró profundamente y cerró los ojos intentando calmarse. Debía irse cuanto antes.

—Encontré a esta chica metiendo sus narices donde no debe—contestó el moreno hosco y seco hacia el otro—. Y ahora quiere pasarse de lista.

Fue entonces cuando la chica decidió observar al otro intruso, tomó valor gracias a que su respiración se había calmado y la opresión ya había desaparecido, levantó el rostro mostrando su inexpresivo semblante y vio al desconocido frente a ella.

La varita que llevaba en la mano emanaba una suave luz que iluminaba parte de su rostro. Lo primero que notó (porque tenía cierta fascinación por eso) fue que su mandíbula era bien estructurada, no era cuadrada como la del moreno, era fuerte pero no tan marcada. Notó la barba creciente de sus mejillas y el color tan peculiar que esta poseía, tenía el cabello largo y parecía fuego al estar iluminado tenuemente. Entrecerró sus ojos en su dirección, pareciendo curiosa. Sus mirada gris tormentosa se encontró con unos orbes azules brillantes y ambos se observaron mutuamente por unos largos segundos.

El hombre de llamativo cabello parecía curioso, observó a la chica de deslumbrantes ojos grises y se preguntó qué era lo que hacía una chica como ella en la mitad del bosque. Era bonita, su piel pálida parecía estar bien cuidada, su rostro grácil y delicado estaba ligeramente sonrojado y él supuso que era por el frío. Su vestimenta era pulcra, su uniforme celeste estaba sin ninguna arruga y el abrigo que cubría sus hombros era demasiado ligero  y caro para el clima. Debía estar muerta de frío.

Era una estudiante de uno de los colegios visitantes, Beauxbatons, si mal no recordaba. Y era guapa.

Le sonrió suavemente, intentando parecer amable y solo recibió una mueca a cambio. Neferet frunció la nariz al notar como el atractivo pelirrojo la evaluaba con la mirada.

Para ella tampoco fue fácil mantener la compostura, su mirada lo recorrió de pies a cabeza y se mordió el labio inferior al hacerlo. Era más alto que el otro, tal vez unos cuantos centímetros, tenía la espalda ancha y los brazos fuertes. Había músculo donde debía haber y eso le gustó.

Además, sus ojos se mostraban amables ante ella, puros y llenos de vida, como si en él no existiera nada de oscuridad o maldad. Su curiosidad aumentó y, aunque quiso evitarlo, se sintió inmediatamente atraída por él.

—Hay que llevarla al castillo y reportarla con el director—continuó diciendo el moreno y ella apartó la vista del pelirrojo centrándola en él.

Había que admitir que había sido divertido mosquearle, pero fue demasiado fácil para su gusto y ahora tendría un buen moretón en su brazo.

—Lo haré yo—dijo el pelirrojo al notar la mirada furibunda que la chica le dedicaba a su amigo y como este se la regresaba.

—Suéltame —ordenó Neferet observándole con ojos entrecerrados y amenazadores. Comenzaba a sofocarme su agarre y este apenas había aflojado un poco.

—La princesita no va a salir de esta sin ningún castigo, Charlie—bufó el moreno sin soltarla del todo.

La castaña, aunque se sentía molesta, sonrió al conocer el nombre del pelirrojo. Tenía un bonito nombre.

—Y no lo hará —ella frunció el ceño sin creerlo, había pensado que le iba a ayudar pero se había equivocado—. Yo me encargaré de llevarla al castillo, Bastian. Además, Hagrid me ha dicho que quería hablar contigo.

Bastian la soltó al fin, ella gruñó e instintivamente llevó su mano hacia la zona lastimada y se masajeó con cuidado. Había vuelto a guardar su varita, sintiéndose más tranquila al ver que ninguno de ellos tenía malas intenciones, de hecho (aunque Bastian parecía furioso e irritado con ella), lo único que les interesaba era que ella se fuera de ahí.

El moreno se fue de ahí lo más rápido que pudo y Neferet quiso reírse, no era la primera persona que la odiaba por su comportamiento y tampoco sería la última.

Miró al pelirrojo expectante, quien también le regresó la mirada como si esperara algo de su parte. ¿Quería que le agradeciera? Pues se quedaría esperando, porque ella no lo haría. No habría necesitado su ayuda, podía haberse desecho de él en cuanto intentó arrastrarla hasta el castillo pero apareció él y decidió ayudarla.

No era su problema si a él le gustaba ir por ahí prestando su ayuda a todo el que tenía problemas.

—Eres demasiado guapo y espero que no igual de idiota—ronroneó suavemente en su dirección. Charlie no supo que decir ante su "halago" y se dedicó a observarla con cuidado—. Así que no esperes que te agradezca.

—Y tu eres demasiado delicada para estar en el bosque—dijo cruzando sus brazos sobre su pecho y luciendo incluso más sexy que antes.

—¿Te ofendí?—se burló —. Porque esa no era mi intención—insinuó con voz suave y se mordió el labio suavemente.

Se acercó unos pasos para quedar más cerca y tuvo que levantar la cabeza para poder verle. Sus ojos azules eran demasiado hermosos, tanto que podía quedarse viéndolos y nunca cansarse de ellos. Sacudió la cabeza, intentando espantar esos pensamientos y parpadeó un par de v ves para enfocar bien su vista.

—Charlie, ¿no?—Charlie (quien estaba igual o peor que ella) simplemente asintió completamente perdido en sus bonitos ojos—. Solo quiero que quede claro que no necesito ni tu ayuda, ni la de tu idiota amigo para regresar al castillo. Conozco perfectamente el camino.

—Personas más experimentadas se han perdido en este bosque—le hizo saber saliendo de su pequeña ensoñación mientras fruncía el ceño. No podía dejarla ir sola—. Mi conciencia no estaría tranquila si te dejo ir sola.

Neferet soltó una risa y Charlie pareció embelesado al escucharla, lo que provocó que la chica sonriera ladina disfrutando de la atención que obtenía del muchacho pelirrojo.

—No me interesa si tu conciencia está tranquila  o no—se rió ella pareciendo bastante brusca, aunque no era lo que esperaba (o tal vez si)—. Lo único que quiero es irme a dormir, ya he tenido suficiente diversión por hoy.

Inconscientemente ella comenzó a caminar y el pelirrojo la siguió. Las órdenes de Dumbledore habían sido claras, cualquier estudiante (fuera o no de Hogwarts) que se encontrara en el bosque curioseando, debían ser llevado de regreso al castillo inmediatamente y reportado a sus superiores para imponerle algún castigo por romper las reglas. Pero él no se atrevía a hacerlo.

Si bien no podía dejar que ella regresara sola, porque algo dentro suyo le decía que podía ocurrirle algo y no podría perdonárselo, tampoco podía llevarla ante Dumbledore. No creía que hubiera hecho nada malo, simplemente estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado.

Así que solo caminó junto a ella. Acompañándola.

—Te dije que no necesito tu ayuda—bufó ella observándole de reojo.

—Y yo que si no lo hago mi conciencia no descansará.

Va te faire foutre—murmuró mientras apresuraba el paso.

Charlie la miró confundido, ¿había hablado en francés? Bueno, eso no debía sorprenderle si estudiaba en un colegio francés. Pero no había entendido ni una sola palabra, aunque supuso que le había insultado, su cara de lo decía todo.

No parecía nada contenta con su compañía.

—¿Cómo te llamas?—preguntó el pelirrojo con curiosidad llamando la atención de la chica.

—¿Por qué quieres saberlo?—cuestionó ella alzando una ceja.

—Curiosidad —respondió el muchacho sonriendo levemente—. Quiero saber el nombre de la chica que hizo que Bastian perdiera los nervios.

Si su intención era que ella sonriera lo logró, una diminuta y disimulada sonrisa se posó en sus labios, una sonrisa orgullosa que Charlie notó aunque ella no lo quisiera.

Tenía una sonrisa bonita. Y Charlie se preguntó si con una sonrisa sincera se vería incluso más bonita.

Él aprovechó para observarla, su cabello estaba perfectamente peinado en ondas que caían sobre sus hombros con delicadeza, algunos de los mechones le caían por el rostro pero parecían no estorbarle la vista. Tenía la nariz pequeña y respingona, pero era de un tamaño perfecto a su rostro, tenía los pómulos ligeramente altos y la barbilla un poco afilada. Sus labios eran gruesos y rosados, casi como si le invitaran a besarlos y Charlie trato de no pensar mucho en eso.

Se centró en sus bonitos ojos. Esos ojos tormentosos y nublados que escondían muchos secretos, o eso pensaba él. Aquella chica parecía ser todo un misterio para los ojos de Charlie.

Caminaron tan rápido que pronto estuvieron cerca del límite del bosque. Entonces, la chica de bonitos ojos se detuvo y se giró hacia el pelirrojo, este se detuvo enfrente de ella y la observó en silencio.

Neferet sonrió para sus adentros, a ella también le había llamado la atención el chico de cabello pelirrojo y no iba a desaprovechar la oportunidad.

—¿Vas a decirme como te llamas?—insistió.

La chica negó mientras chistaba.

—La próxima vez que nos veamos será —le reprimiendo una sonrisa.

Y se dio la vuelta, dejando al chico con esperanzas de que pronto se volvieran a encontrar.

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