𝐢𝐯. 𝐟𝐫𝐞𝐝 & 𝐠𝐞𝐨𝐫𝐠𝐞 𝐰𝐞𝐚𝐬𝐥𝐞𝐲

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

━━━━━CAPÍTULO 4━━━━━
fred y george weasley

CUANDO NEFERET AVERY CUMPLIÓ OCHO AÑOS, supo que su futuro ya había sido comprado por sus padres.

Era pequeña, sí, pero muy inteligente. Así que, aunque ella estaba acostumbrada a ver como su madre derrochaba dinero en ostentosas fiestas, pudo notar la diferencia entre una de sus típicas fiestas y la inocente e íntima cena que Elizabeth Avery organizó para sus más cercanos, se dio cuenta muy fácilmente que esa vez sí celebraban algo en especial pero no supo qué era hasta que llegó el momento del brindis. Su madre había invitado a muchas personas influyentes y de la alta sociedad mágica como eran los Malfoy, Pucey, Flint, Lestrange, Nott y otros más, según ella esos eran los más cercanos a la familia y por eso debían compartir junto a ellos ese momento.

La vistió con un bonito pero agobiante y exagerado vestido de color celeste, el cual poseía tantas capas de tela que apenas podía moverse sin pisar el dobladillo de su falda y le peinó formando un recogido del cual no podía escaparse ni un solo mechón de cabello, muy impecable. Como su traje, pulcramente limpio, liso y sin ninguna arruga.

Perfecta, como si fuese una muñequita de porcelana de las que su madre le regalaba todos los años.

Hubiese querido gritar y llorar, hacer un berrinche para poder quitarse aquel vestido que la sofocaba o para irse a su habitación a dormir, pero no lo hizo. Mantuvo la quietud y los modales durante toda la cena, incluso cuando su madre le ordenó estar prácticamente pegada a aquel niño de cabello castaño que no le caía nada bien.

Nathaniel Nott.

El único culpable por el que llevaba el tortura-vestido. Aquel niño era la razón por la cual su madre estaba tan emocionada y, aunque le aliviaba el no tener que lidiar con el mal genio que se cargaba la mayoría del tiempo, ella solo quería que todo acabara para así poder jugar con su hermano a escondidas de su madre.

Pero, cuando llegó la hora del brindis, en lo único que pensó fue en echarse a llorar toda la noche.

Ella no quería casarse y menos con aquel niño tan molesto. Pero la idea de un futuro matrimonio con el primogénito de los Nott alegraba a sus padres y ella, en ese entonces, aún buscaba algo de cariño de sus padres e, inocentemente, creyó que si se mostraba feliz por el compromiso ellos estarían más que contentos. Y así fue, al menos por un tiempo.

Cuando cumplas la edad suficiente vas a casarte con Nathaniel, serás una buena esposa y formarás a la familia perfecta. Era lo que su madre le había dicho. ¿Por qué tenía que comprometerse siendo aún una niña? No lo sabía, solo recordaba que su madre había dicho que era algo de tradición y que ella también se había comprometido desde muy pequeña.

A Neferet le parecía ridículo el tener que comprometerse siendo aún una niña e incluso sabía que habían compromisos que se pactaban antes de que los niños nacieran y eso era algo incomprensible para ella, aunque nunca se quejó.

Pero ahora ya no tenía ocho años y la verdad es que le importaba una mierda. Probablemente se acostumbró tanto a la idea que ya le da igual el casarse con Nathaniel, sin embargo, ella tenía claro que nunca sería una buena esposa y (aunque en el fondo aún buscaba la forma de librarse) se resignaba a tener que formar una familia.

Sabía que si no se casaba, su castigo sería peor que la muerte.

—¡Por Salazar!—se sobresaltó al escuchar la exclamación. Se giró rápidamente frunciendo el ceño y luciendo ligeramente desorientada, había estado tan sumida en sus pensamientos que dejó de lado el libro que estaba leyendo y no notó la presencia de aquellos dos intrusos tan curiosos hasta que ambos hablaron a la vez—. ¿Qué libro puede ser tan interesante como para que una bella dama no note nuestra deslumbrante presencia, Georgie?

—No lo sé, Freddie—respondió el otro.

La chica se quedó observándolos por un momento, en sus rostros había algo que se le hacía conocido, sin embargo (y sabiendo que era porque no podía sacárselo de la cabeza), habían muchas personas con aquel peculiar color de cabello y no todo tenía que relacionarlo con el hermoso pelirrojo. Pero al ver esos ojos azules tan parecidos a los de aquel hombre, esas mejillas llenas de pequeños lunares y ese deslumbrante cabello pelirrojo (más anaranjado que rojo), en lo único que pensó fue en él.

Charlie. El nombre se había quedado grabado en su mente desde el momento en que lo escuchó y ahora ya no podía parar de pensar en él.

Había estado interesada en otros chicos antes, cosa que no le hizo mucha gracia a su madre, pero nunca nada serio y, si bien a Nathaniel le daba igual con los chicos que estuviera, ella prefería el secretismo a terminar metida en un lío y llevarse a Nate en el saco. Porque, era verdad que desde pequeña nunca se llevó bien con él, pero aprendió a soportarlo y no pretendía que él terminara en problemas. Que Neferet se interesara por un chico diferente cada poco no era ninguna novedad, de hecho, solía pasarle muy a menudo.

Pero ahora le interesa Charlie. Solo él.

—Parece que a esta hermosa francesa no se le da bien nuestro idioma, Fred—dijo el de la derecha al ver que la chica no hablaba, se cruzó de brazos mientras se apoyaba en el tronco del árbol junto a la pelinegra.

La chica mantuvo su semblante inexpresivo  mientras los evaluaba de pies a cabeza, si mal no recordaba esos eran los chicos que habían intentado meter sus nombres en el Cáliz y que terminaron en la enfermería.

—Es una pena—opinó el otro—. Podríamos haber sido muy buenos amigos si nos entendiera, George.

—¿Quién les ha dicho que yo quiero ser vuestra amiga, pelirrojos? —respondió ella al instante elevando una de sus cejas hacia ellos de forma inquisidora.

Ambos muchachos sonrieron divertidos al escucharla y compartieron una mirada cómplice, algo típico de ellos.

—¡La francesita habla! —exclamó el que ella creía se llamaba George.

—Por supuesto que hablo, idiotas—bufó ella cerrando de golpe el libro y dejándolo sobre su regazo, algo molesta por la interrupción pero tratando de mantener su expresión neutra.

—La chica tiene garras, George—señaló el de la derecha mientras se balanceaba sobre sus pies y la evaluaba—. Podría pasar fácilmente por una leona.

—No lo sé, Fred—se encogió de hombros su hermano—. A mi me parece más una serpiente que un león.

Neferet frunció el ceño con confusión, ¿de qué demonios hablaban ese par de pelirrojos? ¿Acaso se referían a ella como una Gryffindor? ¡Oh, definitivamente ella no era una Gryffindor! ¿Slytherin? Bueno, eso si ya era más aceptable. Incluso podría ser una Hufflepuff, pero, ¿Gryffindor? Estaban de coña.

Hasta se sintió ofendida.

—No soy de su escuela, idiotas—farfulló la pelinegra apartando la mirada de los dos chicos y viendo sus uñas.

Los gemelos rieron y como si hubieran sido invitados, se sentaron uno a cada lado de la chica haciendo que ella se sintiera incómoda por la invasión a su espacio personal. Se removió un poco tratando de evitar el contacto físico con aquellos dos desconocidos y les envió una mirada matadora los dos que sólo provocó más risas en los pelirrojos. Esos dos estaban sobrepasando sus límites.

—Eso lo sabemos—contestó el de su derecha—. Pero ambos creemos que serías una perfecta Slytherin.

Neferet hizo una mueca, probablemente Slytherin era el equivalente a Ombrelune (su casa en Beauxbatons) y compartían varias características, según le había contado su hermano, así que ellos no estaban tan equivocados.

—De todas formas, ¿qué es lo que quieren? —inquirió observándolos con aburrimiento. Echó la espalda hacia atrás, terminando recostada contra el tronco del árbol y así pudiendo ver a ambos mejor, se cruzó de brazos y esperó a que hablaran.

Las personas solían decir que ella era odiosa y la verdad es que si lo era, pero habían ocasiones en que las personas la sacaban de quicio e instintivamente su método de autodefensa se activaba. No obstante, en ese momento no estaba siendo nada borde, de hecho, estaba bastante tranquila a pesar de que aquellos dos estaban invadiendo su espacio y perturbando su tranquilidad con algo tan estúpido.

—Nosotros solo pasabas por aquí de casualidad, ¿cierto, George?

—Cierto, Fred—afirmó su hermano—. Entonces vimos a cierta dama muy entretenida leyendo y nuestra curiosidad nos ganó.

Neferet elevó una de sus cejas, sin creerse del todo que ese par solo estuvieran ahí para ser amigables. Fred (o eso creía ella, porque era el que tenía a la izquierda) miró a su hermano, intercambiaron miradas (parecidas a las que ella y su hermano solían compartir, de esas que solo ellos mismos entendían) y ambos asintieron al mismo tiempo.

—Eres una chica muy curiosa, francesita...

La pelinegra arrugó el entrecejo ante la forma en que la llamaban y chasqueó la lengua.

—Solo para que sepan—dijo—, tengo un nombre y no soy francesa.

—Tu no nos has dicho tu nombre, no sabemos de qué otra forma llamarte—se encogió de hombros George—. Tampoco teníamos como saber que no eras francesa viniendo de un colegio que si lo es.

—Howgarts está en Escocia y no por eso supongo que todos aquí son escoseces— ahora fue el turno de la chica de encogerse de hombros.

Touché—sonrió Fred divertido—. Entonces, ¿cuál es tu nombre?

Se lo pensó un poco y la verdad es que no tenía nada que perder.

—Neferet Avery—contestó observando cómo los rostros de ambos apenas se inmutaba al escuchar su nombre.

—Bonito nombre para una bonita chica—George hizo un asentimiento mientras sonreía con coquetería a lo que ella correspondió de la misma manera. El coqueteo era algo que que le encantaba—. Encantados de conocerte...

—Yo soy Fred Weasley y este es mi hermano George...

—El más guapo...

— Y el más idiota, por supuesto— se burló su hermano.

Neferet rodó los ojos, pero mantuvo la sonrisa ladina, burlándose de ellos en silencio.

—Ambos son idiotas.

—Ese no es el tema importante, querida Neferet—dijo George recordando el tema anterior y acomodándose ligeramente para poder ver mejor a la chica—. Estábamos en algo muy interesante...

Aquello le llamó la atención a la chica.

—¿Y eso es...? —pregunto la pelinegra con algo de interés pero logrando no demostrar ninguna emoción en su rostro.

—Que conocemos tu pequeño secreto, pequeña Neferet.

Neferet ladeó su cabeza, entrecerró sus ojos ligeramente e hizo una mueca graciosa con sus labios, sin embargo, sus ojos no demostraban nada y los pelirrojos estaban esperando una reacción de su parte, alguna mirada temerosa y desconfiada. No obstante, la chica simplemente se rió.

—¿Qué saben ustedes de mi que sea tan importante como para venir a perturbar mi tarde tan tranquila? — preguntó con una falsa inquietud.

—Puede que te viéramos escapar hacia el bosque prohibido todas las tardes—contestó Fred—y nos preguntamos si hay alguien en especial con quien vayas a encontrarte...

—Si así fuera no veo en que les concierne eso, pelirrojos—dijo con cierto recelo. Odiaba cuando las personas intentaban meterse en su vida y opinar, ya tenía a suficientes personas gobernando en su vida.

—No es porque nos queramos meter en tu vida—dijo George al instante—. Lo que ocurre es que veníamos a hacerte una propuesta.

—¿Y eso que tiene que ver con mis escapadas al bosque? —frunció el ceño ligeramente sin entender de que iba todo.

—Pasa, querida Neferet—comenzo a decir Fred—que no queremos meternos en problemas con tu novio. Nuestra propuesta no es nada malo, de hecho, solo queremos mostrarte algo que probablemente te guste, pero no nos gustaría tener que tratar con un novio celoso.

La chica se mordió el labio conteniendo una sonrisa y negó suavemente.

—¿De que novio hablan?

Los hermanos se miraron y luego la miraron a ella entrecerrando los ojos.

—Del novio con el cual te ves en el bosque.

—No tengo novio—rodó los ojos mientras soltaba un resoplido—y, aunque tuviera, no veo porque se meterían en problemas—los gemelos se encogieron de hombros pero no contestaron—. De cualquier forma, ¿qué es lo que quieren proponerme?

George y Fred sonrieron plácidamente y se recostaron sobre el tronco del árbol, imitando la acción de la chica mientras esta se limitó a quedarse quieta, sentía como si cada vez ellos se fueran acercando más y eso le provocaba una sensación de ansiedad en el pecho. Si hubiese sido en cualquier otro momento y con otras personas, probablemente ya habría salido corriendo, no obstante, quería escuchar lo que ese par estaban por decirle, su curiosidad le ganaba.

—Una aventura en el bosque prohibido—a la chica le causó gracia el aire de misterio que ambos mantenían.

—Eso suena interesante—¿que podían enseñarle del bosque que ella no haya visto ya? —. Me apunto.

Los pelirrojos sonrieron satisfechos de haber logrado su cometido y se levantaron de un salto, ambos al mismo tiempo, con una coordinación que le provocó un ligero mareo a la chica. Cada uno extendió un brazo hacia ella, dándole la mano invitando a que se levantara junto a ellos.

Dudó un poco, pero al final se levantó sin aceptar la ayuda que los chicos les proporcionaron.

—Entonces siguenos.

Neferet les siguió de cerca, observando como cada vez iban acercándose más al límite del bosque, los chicos caminaban rápidamente (según ellos) para así evitar ser vistos por alguien pero estaban a plena luz del día, probablemente más de una personas les había visto escabullirse. No lo quería admitir, algo dentro de ella se negaba, pero aquellos chicos eran agradables.

Ella era reservada y prefería mantener las distancias con los desconocidos, pero con esos pelirrojos era diferente (tomando en cuenta también que ese día estaba de buen humor). Sabe que no debe confiarse, que ellos pueden mostrarse ante ella de una forma y luego ser algo contrario a lo que le habían hecho creer pero, por una vez, decide no hacer caso a la vocecita interior que la obliga a hacer lo correcto.

—¿Qué es lo que van a mostrarme? —quiso saber, mostrando la poca paciencia que tiene cosa que divierte a los chicos.

Notó como iban internándose en la espesura del bosque, rodeándose de verde por todos lados y la ayuda a calmarse un poco. Le gusta la tranquilidad que le proporciona la naturaleza.

—Un poco de paciencia, querida Neferet—pidió Fred con una sonrisa suave.

—Por si no lo notaron, la paciencia no es mi fuerte—gruñó ella en respuesta mientras apretaba el libro contra su pecho, abrazándose el pecho solo con uno de sus brazos y esquivando algunas ramas bajas.

—Ya lo hemos notado—se burló George echándole una mirada sobre su hombro—. Pero esperamos recompensarte con una buena experiencia, además...

—Vamos a presentarte a nuestro hermano.

Neferet arrugó la nariz de forma graciosa y luego ladeó una sonrisa irónica.

—¿No creen que van muy rápido? —preguntó con un tono cargado de sarcasmo.

—Por supuesto que no—aseguró Fred ignorando totalmente el tono que estaba usando y restándole importancia con un movimiento de manos—. Es bueno que vayas conociendo a nuestra familia, por si en un futuro aceptas salir conmigo—le fue imposible ignorar el tono coqueto que había utilizado.

Sonrió para sí misma viendo como el chico se giraba momentáneamente solo para guiñarle un ojo, arqueó una ceja y se preguntó si el chico estaba bromeando. Lo más probable es que sí.

—¡Ni lo intentes, Fred! —le gruñó su hermano—. Te dije que yo la había visto primero.

—Yo no recuerdo que lo hubieras hecho, hermano—dijo su Fred.

El ceño de la chica se frunció y algo dentro de ella se removió con incomodidad, sintió ganas de desaparecer y un nudo se instaló en su garganta. ¡No soy un objeto! Quiso gritarles, pero no podía hacerlo. No cuando eso era exactamente lo que era, un objeto que su familia estaba intercambiando a cambio de más dinero y posición social.

—Lamento decepcionarlos—les interrumpió inmediatamente casi atragantándose con las palabras—. Pero estoy interesada en alguien más.

Los gemelos soltaron ligeros bufidos divertidos, fingiendo decepción.

—Es una pena—comentó George —. Estas desperdiciando lo mejor que puedes encontrar en Howgarts.

—Es un pena—afirmó la pelinegra—. Pero prefiero que mis pretendientes sean mayores que yo.

Había olvidado mencionar eso. Ella prefiere a los chicos mayores, es por esa razón que ningún chico de su escuela (ni de las otras en general) le llama la atención. Y también es la razón de su interés por Charlie. Es mayor que ella, al menos por cuatro o tres años (eso cree) pues tampoco es como si se le note mucho la edad, pero eso está bien para ella y le gusta la idea de poder interesarle de igual manera a ese pelirrojo en especial.

—Has roto nuestros corazones—dijo Fred con voz lastimera.

Neferet hizo una mueca más como una sonrisa, parecía algo divertida por la situación y eso alegro a los dos bromistas de Hogwarts quienes chocaron sus manos al lograr su cometido.

Pero cualquier cosa quedó olvidada cuando frente a ellos apareció el campamento donde estaban todos los dragones, los pelirrojos se colocaron a cada lado de la chica viendo atentamente su rostro esperando ver la sorpresa o el miedo reflejado en sus facciones, no obstante, ellos no contaban con que la chica ya hubiera estado ahí antes y tampoco con que conociera a su hermano.

El destino era algo curioso.





























solo para aclarar un poquito.
sobre Beauxbatons no hay ninguna información confirmada por parte de jk, al menos que yo sepa, por lo que voy a estar utilizando la información de distintas páginas y puede que a veces mezcle lo que encuentre sobre las casas.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro