ingredients for disaster

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 ❝ INGREDIENTES PARA EL DESASTRE 




EL BRAZO DE KAREV PASÓ POR sobre su hombro hacia el interior de la nevera y tomó su segunda cerveza de la noche, mientras oía como su boca mascaba sonoramente un puñado de frituras y dejaba caer trozos en su blusa.

— ¡Alex!

Él se encogió con la cerveza contra su pecho y se rio mientras Liv cerraba de un portazo y sacudía las migajas de su hombro.

—Eres asqueroso.

—¿Qué?—se volvió a encoger de hombros—. Tengo hambre.

—No dejarás espacio para le cena si sigues así.

—¿Cuál cena?—murmuró entre mordiscos.

Liv miró el desastre sobre la mesa y suspiró, tomó una botella de vino blanco y vertió una cantidad razonable en su copa, dando un par de sorbos.

Apenas habían presente un par de invitados y todos iban de un lado a otro adulando a la nueva acompañante de Callie y bebiendo algo en el tenso ambiente.

La furia pelirroja con vestido floreado de April se acercó a ella con el ceño fruncido y tomó la botella de sus manos para servirse, Liv la observó en silencio por unos segundos, siguiendo su mirada y notando como Jackson se encontraba a un par de metros de ellas, dando rápidas miradas y luego volteándose. Culpa en todo su rostro. 

—¿Estás bien?—consultó Liv con cautela. 

—Se queda con Bailey—bufó—. ¿Puedes creerlo? Mi jefa se ha vuelto cómplice de la disolución de mi matrimonio. Es... simplemente increíble.

—¿Ya vieron a Penny?—tropezó Arizona en su dirección con una enorme sonrisa en su rostro—. Estoy comenzando a sentir un poco de envidia.

—Creo que ya has bebido demasiado de eso—apuntó Liv.

—No ha sido suficiente, créeme. ¿Hay más de esto?

Dio largos sorbos a su copa y se rio sola.

—¿Alguien ha visto a Mer?—preguntó en dirección a April.

—Deberíamos pedir pizza. Todos aman la pizza— agregó Alex.

—O a Pierce, para variar. Se suponía que ella cocinaría...

—Sigo insistiendo que deberíamos pedir pizza.

—¡No!—calló Amelia rápidamente, llegando hacia ellos junto a Mer—. Se supone que esto es una cena, tenemos ingredientes, ¡debemos tener una cena! ¿Qué se supone que haremos con todo esto?

—Pizza...

—Basta—dijo Mer en dirección a Alex—. Nadie ordenará pizza.

—¿Y Pierce?—volvió a preguntar Liv.

—Estos son demasiados ingredientes—murmuró Amelia—. ¿Qué decías sobre esas pizzas?

—Esto es grandioso—suspiró April dejando la copa de vino en la mano de Liv—. Yo cocinaré. Wilson, tu ayudarás.

Ella hizo una mueca y se encogió de hombros sin opción.

—Claro, ya me siento como en el trabajo doctora...— suspiró—. Se suponía que Pierce cocinaría.

Alex pasó a su lado dejando un sonoro beso en su mejilla, pero su mueca se hizo más grande.

—Hemos sido engañados y moriremos de hambre—dijo él.

—Nadie morirá de hambre... al menos no hoy—regañó April mirándolos—. Sé útil y corta manzanas.

Alex lanzó un gruñido y tomó la bolsa de manzanas, pero Mer se las arrebató de las manos, discutiendo en voz baja. Liv bebió otro sorbo de su casi vacía copa, observando como el desastre de cena comenzaba a tomar forma en manos de los más capacitados cirujanos, pero nada aptos cocineros.

A excepción de April, claro.

El olor de las ollas pronto llegó a su nariz, haciendo rugir su estómago. Todos se movían de un lado para otro de forma incómoda, sin saber bien que hacer o decir considerando la animosidad entre ciertas personas, no era su noche más extraña, ni sería la última. No en casa de Mer, para variar.

Sentir como Arizona mascaba cereal a su lado era decir bastante y traía a ella recuerdos de sus años más locos. Estaba bastante ebria ya y balbuceaba cosas sin mucho sentido y Liv quería ir por ese mismo camino, pero el vino parecía no querer hacer efecto en su sistema.

Jackson por otro lado le daba miradas de vez en cuando, fingiendo demencia detrás de su cerveza. Liv le fruncía el ceño y eso era suficiente para hacer que mirase hacia otro lado. Una advertencia clara que hablaría con él tarde o temprano.

April se acercó a ella y le arrebató la copa, dando un par de grandes sorbos ante su mirada, ella también había notado la actitud de Jackson, ¿cómo no hacerlo? Así que estaba totalmente justificado su actuar. Una mujer enfadada con cuchillos en sus manos era algo para tener en cuenta.

—Esta fiesta da asco—gruñó.

—¿Esto es una fiesta? —preguntó Karev—. No lo había notado.

El timbre de la casa rebotó en la sala y Liv le entregó su copa a Alex, ya que parecía no querer moverse.

Notó a Mer bajando las escaleras rápidamente, pasó a su lado, casi chocando con ella.

—¿Mer? —llamó—. ¿Estás bien?

Ella levantó la mirada, como si la hubiese visto en ese instante.

—Sí... sí, claro—asintió—. Iré a ... sí....

—Mer...

Liv la dejó ir en el momento que el timbre volvió a sonar y un puño chocó con la puerta.

Ella la abrió, creyendo que Owen finalmente había acabado su turno. Pero unos ojos claros le devolvieron la mirada, levantando las cejas y una revuelta cabellera rubia se acercó, levantando en una de sus manos una bolsa.

—¡Doctora Russo! —saludó animosamente Cross.

—¿Ustedes qué hacen aquí?

—Traje lo que me pidió...

—¿Qué?

—La doctora Wilson dijo que...

—¡Oh! Wilson... sí,solo... pasen.

—Si me permite decirle doctora—murmuró Cross—. Luce encantadora esta noche, no es que no luzca bien todos los días...

Liv le dio una tensa sonrisa, haciéndole señas con la mano. El rubio se adelantó velozmente, saludó a Wilson con una enorme sonrisa, pero ella lo acabó por ignorar. Andrew quien había permanecido en silencio durante su vergonzoso momento se detuvo a esperar que ella se volteara. Le dio una sonrisa de autosuficiencia que haría derretir sus huesos en otras circunstancias, pero solo la irritó aún más, tomando su abrigo en sus manos de forma brusca.

—¿Qué? —preguntó nuevamente de forma cansina.

—Buenas noches a usted también, doctora.

Liv entornó los ojos y pasó a su lado, con cuidado de no rozar su brazo. Notó en la puerta la mirada que le había dado, nada disimulada realmente, de la cabeza a los pies.

Estaba irritada, tal vez... o era hambre.

Mataría a Wilson más tarde. O la acusaría, aún mejor.

Siguió a Karev mientras lo vio escabullirse en la sala. Al entrar se detuvo notando como él y Jackson intercambiaban un puñado de dólares y se voltearon a verla de forma culpable, mientras ella arrojaba el abrigo de DeLuca.

—¿Qué se supone que hacen ustedes dos?

—Nosotros...

—Tú no me hables—señaló a Jackson antes de que pudiese acabar su oración—. Traicionero, mentiroso, mal amigo...

—Oye—se acercó Karev—. Hay que darle al hombre un respiro.

—Tú no me toques...

—¿Quién escupió en tu vino?

Liv abrió la boca para lanzar otro mordaz comentario ante la sonrisa burlona de Karev, pero Penny entró en ese preciso instante, casi tropezando.

—Lo siento, no quería interrumpir...

—¿Ya te vas? —preguntó Liv—. Pensé que te quedarías a cenar.

—¿Cuál cena? —murmuró bajito Jackson detrás de Alex.

—Realmente se los agradezco, pero tengo cosas que hacer mañana temprano y... debo irme. Lo siento...

—¿Cómo que te irás? —interrumpió Amelia mirando con grandes ojos de cordero desde el marco de la puerta—. ¡No puedes irte, la cena aún no está lista!

¿Cuál cena? Pensó Liv, y apostaría que Alex y Jackson también.

—Sé que se siente raro, ya que Callie se fue y estás rodeada de todos nosotros—explicó Amelia atropelladamente—. Pero somos gente buena, sí te quedas descubrirás que lo somos. En serio.

La radiante sonrisa no dejaba lugar a dudas, pero Penny se veía incómoda y a punto de huir, o querer llorar, lo que ocurriese primero.

Excepto que la cena ya estaba siendo servida. Y vivazmente Amelia tomó la oportunidad y la arrastró al comedor.

Karev colocó el brazo sobre sus hombros y la empujó de igual forma, intentando resistirse en el camino, a pesar de su mal humor. Él tomó asiento al lado de Arizona, dejándola a ella junto a Mer.

La mesa no era lo suficientemente amplia para tenerlos a todos, pero se lograron acomodar para que fuera posible. Buscó con curiosidad la mirada al intruso de melena oscura, cayendo sobre ella desde el otro extremo de la mesa, cerca de Bailey y Cross, mientras se servía guisantes. Por supuesto que no se irían. Wilson estaría doblemente muerta.

La miró por un instante, haciendo una leve mueca parecido a una disimulada sonrisa y continuó sirviendo su plato. Liv necesitaba tomárselo con calma.

El sonido de los cubiertos y los chispeantes comentarios de Arizona hacia la nueva invitada no se hicieron esperar, así como la tanda de preguntas. Liv no se encontraba emocionantemente entusiasmada a conocerla realmente, al contrario de sus otros compañeros. Algo en ella parecía reacio a comentar más de un par de palabras. Pensando que solo eran los nervios de estar rodeada de un montón de personas le haría eso a cualquiera. Así que centró su atención en la cena que April se esforzó por hacer, mientras le pedía ensalada a Karev. Quiso pasar la ensaladera a Mer segundos después, pero su mirada se encontraba distante y pensativa. Fue cuando Liv notó la tensión de sus manos sobre la mesa, no le gustó para nada, así que le dio una mirada a Alex, transmitiendo su inquietud, pero él siguió masticando.

Mientras los demás seguían haciendo preguntas, Liv tomó la mano de Mer, haciéndola saltar de su asiento.

—¿Estás bien? —quiso saber con urgencia.

Mer abrió la boca y vaciló antes de darle una mirada, luego volteando hacia los demás, habló de forma temblorosa.

—La perfecta Penny asesinó a mi esposo.

Karev inmediatamente captó el significado de la mirada de Liv y detuvo su tenedor a mitad de camino hacia su boca. Liv también bajó su cubierto, levantando la vista hacia Penny frente a ella. La pelirroja arrugó las cejas en su dirección y quiso decir algo, pero nada salió de sus labios. Entonces todo tuvo sentido.

Todos dejaron lo que estaban haciendo y la observaron con detenimiento.

Mer se disculpó y se levantó de la mesa, dejando a todos sumidos en un eterno silencio.

Liv observó preocupación en todos los rostros presentes, y la ira mezclada con shock en Amelia. Su respiración volviéndose más rápida a cada segundo que pasaba. La conocía lo suficientemente bien como para saber que estaba a solo una palabra de explotar.

Pero también algo en su pecho se estrujó con fuerza, y tratando de respirar de forma calmada pidió disculpas y arrojando la servilleta sobre la mesa se levantó en busca de Mer. Subió las escaleras con rapidez y entró al cuarto sin llamar a la puerta. Mer levantó la mirada y las lagrimas caían por sus mejillas.

La puerta volvió a abrirse detrás de ella y Karev entró en silencio. Se acercaron a su amiga, tomando asiento en la cama. Se mecía, abrazando su torso con fuerza y Liv tomó su mano. Alex le dirigió una mirada notando el dolor en ambas.

—¿Qué es lo que quieres hacer? —quiso saber—. Si quieres que la eche puedo hacerlo, solo tienes que pedirlo.

—Mer...—llamó Liv suavemente—. ¿Por qué no nos dijiste nada?

Sin respuesta.

—Pudimos... no lo sé... ella... ¡Mierda! No lo sé.

Alex colocó su mano en su espalda para tranquilizarla de igual forma.

La abrupta noticia había estado carcomiendo la mente de Mer toda la noche y ahora todos lo sabían. Y se estaba instalando como un parasito que cavaba cada vez más profundo, causando daño a su paso.

Todos quienes tuvieron la oportunidad de conocer a Derek, tenían una parte de él en su corazón. Él era... él lo fue todo para Liv en sus años de residencia. Derek Sheperd... y Mark Sloan, ambos eran como una pareja divorciada peleando por la custodia de un niño con ella. Lo que le traía bellos recuerdos y ablandaba su corazón.

No había día en que nos los extrañara y tuviese todos los consejos habidos y por haber rondando su mente. La habían acogido, le abrieron las puertas de su casa y a todos sus conocimientos, haciendo de ella lo que era hoy en día. Y perderlos fue un golpe fuerte en su vida.

La puerta se abrió trayendo a Liv nuevamente al silencio que habían mantenido entre ellos y Amelia interrumpió.

La odiaba con todo su ser, no había que voltearse a verla para saberlo, sus palabras eran veneno puro y solo quería deshacerse de ella a toda costa. La comprendía, y como lo sentía por ella. Pero comenzaba a volverse cada vez más irracional, llevada solo por la ira y el dolor de aquel momento. La conocía bien como para notar la diferencia entre su ira racional y lógica y la que no lo era.

—Amelia...—advirtió suavemente Liv, tratando de calmar la situación.

—¿Por qué no dices algo, Mer? —acusó Sheperd—. Podríamos... podemos hacer que ella se vaya, hay formas... ¡Podemos hacer algo!

—¿Por qué están difícil entender que no quiero hablar sobre esto?

—¡Hablamos de mi hermano! Supiste toda la noche quién era ella y me lo ocultaste... ella... me senté a su lado... ¡La abracé, Mer!

—¡No todo es sobre ti, Amelia! —gritó de vuelta—. Yo perdí a mi esposo y al padre de mis hijos, ¡yo no puedo derrumbarme ni ahora ni nunca, porque tengo tres hijos! ¿Y me culpas por no decirte?

—Mer...

—¡Sal de aquí! —sollozó—. ¡Sácala de aquí, ahora!

Liv se levantó y tomó a Amelia, quien parecía estar estática en el piso y aferrándose al brazo de ella, hasta que Owen, siguiendo los gritos hizo su aparición de forma silenciosa y la arrastró suavemente fuera de la habitación. Ambos compartieron una mirada y cerró la puerta.

Mer dejó caer la cabeza en sus manos, superada por la situación. Alex volteó a mirarla y ninguno sabía bien que decir o hacer, unos segundos después se levantó y desapareció por la puerta, teniendo ella una ligera sospecha de lo que haría.

Liv se acercó nuevamente a la cama, pero se dejó caer en la alfombra, cerca de Mer. Ella levantó la mirada y se arrastró a hacer lo mismo, a su lado. Sus sollozos iban disminuyendo y soltó un fuerte suspiro.

—Esta ha sido mi peor cena, por mucho—murmuró Mer.

—Haría un brindis por las que tendremos en el futuro, lo cual es muy seguro que suceda.

Mer soltó una leve risa, seguida de la de Liv, sintiéndose ambas un poco mejor.

—Pero hay que admitir que la comida estuvo deliciosa—dijo luego—. Otro brindis por Kepner.

Ambas levantaron las manos simulando chocar las copas y rieron.

—Espero que haya sobrado algo—suspiró. Y luego de unos segundos agregó—. Ya deberían irse, es tarde y seguro que Alex ya los echó a todos.

—O... está abajo comiéndose la cena. O el postre.

—Estaré bien—aseguró—. Yo... pudo ser peor... ella... no lo sé. Sigue siendo un ser humano...

Liv sabía a lo que se refería. Y era su sentido lógico y racional apelando a la ira y el dolor en su corazón. Y eso es lo que los hacía a ellos buenos doctores y desde luego personas.

—Siempre puede ser peor—aseguró Liv—. Pero es nuestro trabajo estar preparados para todo.

—Un brindis por tu sabiduría, Russo.

Mer y Liv se levantaron con el humor un diez porciento menos afectado que hace un par de horas. Pero ya era algo.

Al llegar a la escalera, Alex iba subiendo con una botella de tequila en sus manos.

—¿Ya se van?—fingió desilusión, agachando la mirada.

—Llegas tarde con eso—apuntó Mer—. Y ustedes ya se van.

Mer quitó la botella de sus manos

—Tenía que sacar a todos primero y encargarme que quedara todo reluciente.

Al llegar abajo, ya todos se habían marchado y las cosas estaban como él había dicho, relucientes y en su lugar.

—Eres un tirano—dijo Liv, yendo por su abrigo—. ¿Segura que estarás bien?

—Lo estaré—aseguró Grey—. Pueden irse tranquilos.

Alex salió primero, dejando a Liv y Mer mientras compartían un abrazo. Mer no estaba bien, pero supo que lo estaría.

Liv escuchó la puerta cerrarse a sus espaldas y bajó las escaleras. 

Tomó su celular para llamar un taxi y una notificación brillo en la pantalla. Al abrirla frunció el ceño, tratando de distinguir de qué se trataba. Un número que desconocía le había echo llegar una foto de una bandeja plateada con medio trozo de tarta. Confundida siguió leyendo.

Siempre hay espacio para el plato principal...

Ella soltó una risa nerviosa y respondió.

Eso es completamente inapropiado Dr. DeLuca. ¿Cómo conseguiste mi número?

De inmediato llegó la respuesta.

Robbins.

Por supuesto que sí, pensó. Iría a la lista negra, justo al lado de Wilson.

Muy inapropiado. 

Recalcó y cerró el chat con un sonrisa tonta en sus labios.






han pasado 84 años... pero he vuelto, espero que aún quede gente en esta historia, el bloqueo creativo estuvo potente.

*se vienen cositas* <3

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