Capítulo 25.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Pago el taxi y bajo del auto con el bolso en la mano. Me aliso el vestido con movimientos bruscos porque aún sigo molesta con mi estúpido jefe.

¿Quién se cree para ofenderme de esa manera?

Pasé todo el día de ayer evitándolo para que supiera que estaba molesta, pero no pude zafarme de la cena de esta noche. Y vine aquí por mis propios medios.

Gail alisó mi cabello, me maquillé los ojos y me puse el vestido del escote profundo, lista para hacer sufrir a Grey. Me detengo frente a la chica de la entrada, sabiendo que llego 30 minutos tarde.

—Me está esperando el señor Grey.

La chica frunce las cejas.

—¿Su nombre?

—Andrew Morrison —sonrío.

La chica me mira de arriba a abajo, deteniéndose un poco más en el escote de mi vestido antes de subir a mi cabeza.

—El señor Grey estará impaciente, querida —chesqueo los dedos—. Pagó por hora y por adelantado.

Sus cejas se elevan en su frente mientras analiza mis palabras, y como no tengo tiempo para esperarla, camino dentro del restaurante hasta la mesa de mi jefe.

Puedo ver las velas desde la distancia, la botella de vino, su copa a medio beber y el ceño fruncido.

—Siento la demora, el tráfico es horrible —tomo asiento sin saludar.

—Pudiste venir conmigo. —gruñe mirándome.

—Estoy aquí, ¿No? Podemos ordenar ahora.

Levanto el menú para crear una barrera porque aún sigo muy molesta con él, y esta ya es sin duda la peor cita en la cuál estuve.

—¿Ana?

—Hmm.

—¿Anastasia?

—¿Si? —respondo sin bajar mi menú.

—¿Aún estás molesta por lo de ayer?

Genio.

—¿Cómo lo adivinó? —ahora si lo bajo para que vea mi expresión.

—Bueno, —pasa los dedos por el borde de su copa—. Has estado haciendo pucheros desde ayer, tenía la esperanza de que lo hubieras olvidado.

—¡¿Olvidado?! —chillo—. ¡Si, soy una chica mimada pero no una inútil!

—Lo sé.

—¡Y usted me trata como si fuera idiota!

—No lo hago.

—¡Si lo hace! Y le recuerdo que eso no le está dando ningún punto extra con su cita.

Sus cejas se fruncen de nuevo, como si quiera decir algo más pero solo me mira con molestia. O tal vez soy solo yo estando un poquito alterada.

La camarera aparece sonriente, ajena a todo el drama en la mesa y deja los platos frente a nosotros. Un plato que estoy segura que no pedí.

Mi mirada se dirige al hombre frente a mi, esperando una explicación.

—Tardaste en llegar, así que pedí por ambos.

Idiota.

—¿Y si no me gusta? —me quejo.

—Debiste ser puntual.

La camarera mira de uno a otro sin saber qué decir, rellena ambas copas en un intento de ser útil y se aleja lo más rápido que puede.

—Pruébalo, si no te gusta puedes pedir algo más.

Mi boca se mueve en un gesto de fastidio cuando tomo el tenedor para pinchar el trozo de filete aderezado que pidió. Podría ser el hambre, pero lo encuentro delicioso y mi molestia baja un poco.

—¿Está bueno? —sonríe.

Sí.

—Se puede comer, —digo en cambio—. ¿También pidió postre o puedo elegirlo como si fuera una cita real?

Grey pone los ojos en blanco.

—Puedes elegirlo, Anastasia. Y estoy siendo un caballero.

¡Ja!

—Debió serlo también ayer, señor Grey.

—Llámame Christian.

—Debes ser amable todo el tiempo si esperas que esto funcione —señalo entre ambos para que sepa a qué me refiero.

—Lo haré, es solo que... Estoy acostumbrado a tener empleados eficientes y luego estás tú...

¿Qué dijo?

Mi boca cae abierta ante la ofensa, que rápidamente corrige. O eso intenta.

—Eso sonó mal, me refiero a que siempre pueden aprender y por eso tengo en regalo para ti.

¡Al fin!

Su sonrisa es enorme mientras busca algo en el bolsillo interior de su saco. Espero que sea una pulsera de oro, o un collar de diamantes, incluso un par de aretes con alguna joya exótica y consideraré este asunto terminado.

Mis cejas caen cuando lo veo poner un sobre blanco en la mesa que luego desliza hacia mi.

—¿Qué tipo de regalo es este? ¿Boletos de avión? ¿Vacaciones pagadas? —lo tomo para mirarlo—. ¿Es una tarjeta de regalo de Cartier?

“Curso certificado de cocina, con el Chef Gordon...”

—¿Es una broma? —chillo.

—Creí que te gustaría... —lo interrumpo.

—¡No! ¡No quiero aprender a cocinar! ¡Para eso tenemos a Gail!

Este hombre es imposible, ¡Con razón está soltero!

¡Es un idiota!

Y está claro que piensa que yo también lo soy pero no voy a permitirlo. ¿Cree que soy una boba? Ya veremos.

Pongo mi bolso encima del sobre y bebo el resto de mi copa de un solo trago.

—¿Ana?

Le hago una seña con el dedo para que espere mientras termino. Lleno otra vez mi copa hasta la mitad y vuelvo a beber.

—No deberías...

—Guarda silencio, Christian. Voy a terminar mi cena, voy a pedir el postre y tú no vas a arruinarlo.

Sus cejas se arquean de nuevo en un gesto de sorpresa, luego una pequeña sonrisa se estira en sus labios cuando hace una seña sobre permanecer callado.

Afortunadamente para ambos, podemos terminar la cena y la cita sin contratiempos ni conversaciones ofensivas. El tiramisú es delicioso, justo como lo imaginé y la botella de vino está cerca de acabarse.

—Ya puede pagar la cuenta —. Le aviso.

Le hace una seña a alguien, se levanta de la silla para acercarse y sacar la mía.

—Qué amable.

—Te lo dije —se ríe.

Tomo el bolso y salgo de ahí con la cabeza en alto, sin detenerme hasta el ascensor. Sé que él viene detrás de mí porque escucho sus pasos.

Apenas ahora soy consciente que el viejo Taylor debe estar por aquí con su grosero jefe y lo veo cuando ambos llegamos hasta la acera.

—¿Te llevo a casa?

¿Después de todo lo que me dijo?

Le dedico una mirada de molestia.

—Entonces supongo que te veo en Broadview.

Taylor abre la puerta para él como el empleado obediente que es, sin siquiera mirarme. Y dejaría que se fueran, pero recuerdo el pequeño inconveniente.

—¡Bien! ¡Iré con ustedes! —Porque me quedé sin efectivo—. Pero sepa que sigo muy molesta.

Grey se ríe de nuevo sin tomarme en serio, y de nuevo me molesto. ¿Tan mala opinión tiene de mi?

Voy a demostrarle lo que Anastasia Steele realmente puede hacer.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro