El viento suspiró mi nombre
y "Brisa" llamaron
a aquella primera ventisca
nacida en la provincia del aire
el último año del siglo pasado.
Y hace veintitrés veranos
que me muevo entre la gente,
buscando mi verdad,
con mis ideales bien presentes.
Siempre fui en libertad
acompañada por mi familia,
hallé mi voz en el arte
y ellos, incondicionales,
sembraron semillas.
Hubo tiempos difíciles,
huracanados y tristes:
en los pasillos del colegio,
me convertí en lluvia tantas veces;
no entendía su crueldad
ni las burlas frías,
y la escritura poco a poco
se convirtió en mi guarida.
Pero no todo fue tormenta:
con creatividad ahuyenté las nubes
que no cayeron sobre mis ilusiones
ni mis ganas de seguir
amando y construyendo.
Fueron quince veranos
y un libro de poesías llegó;
y al año siguiente una novela
que con corazón de cristal
el mundo descubrió.
Una página web y un enter
cambió mi perspectiva,
cuando descubrí que alguien
en un lugar del mundo me leía.
¡Y detrás de la pantalla
se fue sumando más gente,
millones que le dieron oportunidad
a este viento persistente!
También estudio psicología,
donde el aire sopla distinto,
personas con las que puedo
ser ventisca libre
y ya nunca más tormenta;
carrera donde la palabra es catarsis,
motor de mejoría
como lo fue para mí
en aquellos momentos.
¿Y qué más puedo comentar
de esta brisa de febrero?
Esto fue una ráfaga de mi historia
en unos versos eternos.