Noah Hash

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El pacífico ambiente, solo corrompido por el inquietante sonido de la vieja cafetera anunciando el fin del proceso iniciado, se mostraba frío y desolado, casi triste; decenas de hojas desparramadas esparcidas por la lisa y dura superficie de la oscura mesa de madera barnizada

Los escritos que yacían desordenados eran poemas; tristes y meláncolicos poemas, cuyo escritor no era más que un jóven depresivo, sin ninguna esperanza, sin ningún sentimiento positivo ni felicidad en su vida; solo un cuerpo vacío, un cuerpo sin alma que solo existía por mera inercia; indiferente ante la vida, indiferente ante la muerte. No se suicidaría pero tampoco se esforzaría en vivir, solo existiría por pura inercia, tanto para mejorar su vida, como para ejecutar su muerte.

Aquellos escritos revelaban los más profundos secretos de aquella alma vacía; su historia, sus pensamientos y sentimientos ocultos... su más pura y verdadera esencia estampada en papel.

Dos o tres hojas tenían la tinta corrida en algunas partes; lágrimas derramadas sobre los sentimientos expresados en tinta.

Ya con una taza con café sujetada con delicadeza entre sus delgados y finos dedos, el chico tomó asiento como hacía todas las noches sin excepción. Falto de inspiración para escribir algo más que sus penas y pesimismos.

Reacomodando sus lúcidos lentes cuadrados sobre el puente de su naríz, el castaño tomó la pluma usual entre sus finos y delgados dedos, sujetándola como si fuese de porcelana y comenzó a dibujar sus emociones, a trasar su vida en líneas incomprensibles para algunos, pero increíblemente descriptivas para otros.

Tallando cuidadosamente su alma como un experto carpintero trabando en madera; como un artista trabajando sobre un lienso, creando una obra maestra o como el chef preparando su especialidad.

Derramando lágrimas sobre sus obras como la pintura sobre el lienzo...

Tallando las palabras en el papel...

Combinándolas y mezclándolas para crear el platillo perfecto...

Sumergiéndose en la escritura, ahogándose en ella una vez más... como una droga. Y él como un simple drogadicto recayendo, incapáz de soportar más tiempo en aquel mundo cruel sin su única pasión.

Desde muy pequeño, la literatura, la caligrafía, las palabras y sus significados... siempre lo llamaron a sumergise en sus profundidades. A crear sus propios mundos en papel y expresar verdades; porque las palabras no solo eran una forma de arte y expresión, las palabras eran realmente poderosas.

Con tan solo palabras, los antiguos reyes podían declarar guerras o evitarlas, resolver conflictos o crearlos, básicamente, el destino de miles de personas, y de la historia misma se manejaba a través de simples palabras, cuyo poder era inigualable.
Con tan solo palabras, un lector podía dejar la realidad en la que se encontraba, y sumergirse en un mundo de fantasía, vivir la experiencia de manera realista y sensorial gracias a las explícitas descripciones y saborear la esencia de los escritos, los pensamientos y sentimientos dd los personajes y también conectarse con el autor y comprender mejor que nadie la complejidad y vitalidad de la obra.
Con las palabras, un artista podía estampar su esencia, su vida, emociones, pensamientos y sentimientos, su vitalidad misma de una manera tan compleja que ni él mismo llegaría a comprender.
Con las palabras, un adicto como él podía ahogar sus penas; como un alcoholico ahogándose en alcohol o como un drogadicto sumergiéndose en un mundo completamente distinto al suyo.

El inmenso poder que poseían las palabras era increíblemente ilimitado. Y él siempre lo supo.
Siempre le apasionó y cautivó su poder y complejidad, siempre le atrajeron las palabras y la literatura, en donde su uso y complejidad relucían en su máximo esplendor.

La literatura era, de lejos, su mayor pasión, lo único que valía la pena en ese mundo cruel que lo rodeaba.

No deseaba vivir pero tampoco tenía el valor para suicidarse; sobrevivía por pura y total inercia, siendo indiferente ante la vida pero tambien ante la muerte.
Respiraba pero no estaba vivo. Lo cual tal vez era incluso peor que la muerte. Sería interesante comprobarlo; si algo pasabay moría, no le importaría, pero tampoco buscaría la muerte voluntariamente. Solo viviría infelizmente hasta que llegara su hora.

Sin poder contenerse a mitad de la frase que delicadamente escribía, rompió en un llanto silencioso.

Sus hermosos ojos café se volvieron vidriosos y saladas gotas cristalinas resbalaron por sus rosadas mejillas.

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