Capítulo 1

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


—¡No me jodidos importa! ¡Estoy harto de este maldito pueblo de mierda! ¡Quiero irme de aquí!

—¡¿Y a dónde iríamos?! ¡Nuestros padres...!

—¡Nuestros padres están jodidamente muertos!

¡Paf!

Mew se llevó una mano a la mejilla donde su hermano le había golpeado.

—Será mejor que te calmes, Mew Suppasit, porque te estás pasando. —Los ojos de Win estaban llorosos y su mano temblaba, quizás de rabia o impotencia.

—Win, sé que duele, pero mamá y papá ya no están —Mew dijo, quitando la mano de su para entonces enrojecida mejilla—. No hay nada que nos ate aquí, no tenemos porqué seguir aguantando la mierda de todos en este puto pueblo, ¿no te cansas de ser humillado? ¿De los abusos?

Win apretó los labios y se cruzó de brazos, casi como si se estuviera abrazando a sí mismo.

—¿No estás harto de dejarte la vida en ese hospital donde ni siquiera te pagan lo suficiente? Eres tal vez el que más trabaja allí y estoy seguro que eres el de menor sueldo también. —Win no respondió, pues lo que su hermano decía era cierto—. No sé tú, pero yo estoy cansado de romperme la espalda trabajando, solo para recibir un sueldo miserable del cual tengo que dar una gran parte al mal nacido del alfa disque para protección.

Mew bufó, desordenándose el cabello con una mano.

—Protección de mierda, porque nunca he visto que hicieran algo cuando alguien viene a molestarnos. —Mew se acercó a su hermano y puso sus manos en sus hombros—. Y no es solo eso, Win, eres un omega, ¿qué pasará el día en que alguien quiera pasarse de listo contigo? ¿Qué vamos a hacer? Porque estoy más que seguro de que aquí no harían una mierda por nosotros.

—Muy bien, Mew. Digamos que nos vamos. —Win se apartó, comenzando a caminar nerviosamente de un lado a otro—. ¿Qué haríamos después? ¿A dónde iríamos? ¿De qué viviríamos? Sabes que no pude terminar mi carrera y tú aunque terminaste no...

—Solo te faltó una materia, puedes terminarlo en medio año, luego hacer la pasantía y tener tu título. No te llevaría tanto tiempo —Mew interrumpió—. Serías un magnífico doctor, Win y con tus conocimientos podrías encontrar trabajo en cualquier parte, al menos siendo enfermero o auxiliar de enfermería como hasta ahora.

Mew se acercó a su hermano y detuvo su nervioso andar.

—Y yo puedo apañármelas, estoy seguro que la única razón por la que aún no consigo trabajo en mi ámbito, es porque aquí son tan hijos de puta que ni siquiera consideraron darme una oportunidad. —Mew pasó una mano por la cabeza de su hermano.

—Las cosas no son así de fáciles, Mew. No podemos simplemente irnos y dejar atrás todo lo que nuestros padres trabajaron para nosotros. —Win negó con la cabeza.

Mew giró los ojos y se separó de golpe del mayor, ya harto de sus negativas.

—Muy bien Win, haz lo que se te de tu maldita gana, ¿quieres quedarte aquí y ser miserable por el resto de tu vida? Pues hazlo, pero yo me largo. —Mew avanzó hasta el sofá, de donde recogió su chaqueta—. Hablé con el señor Jumpol, nos espera mañana temprano para firmar los papeles de la compra.

—Te dije que no estaba de acuerdo en vender la casa —Win espetó furioso.

—Pues lastima para ti, amenos que tengas el dinero suficiente para comprarme mi parte. Dime Win, ¿lo tienes? —Cuestionó, sonriendo de medio lado cuando su hermano no hizo más que apretar los puños a sus costados—. Eso creí, cuando salgas del hospital después de cubrir las horas extras que sé no te van a pagar, procura ir a la oficina del señor Jumpol.

Dicho eso, Mew giró y se apuró a salir de la casa, ignorando los incesantes gritos de su hermano mayor. Sacó las llaves de su vieja camioneta de sus bolsillos y abrió la puerta, poniéndose en marcha poco después.

Eran las seis treinta de la tarde y se supone que debió haber estado en el bar donde trabajaba de jueves a domingos, hace media hora. Como sea, la paga ni siquiera era tan buena, así que si le despedían, solo debía buscar otro lugar donde trabajar.

Encendió la radio sintonizando su estación habitual, estaban pasando una de las canciones favoritas de los últimos días. Eso era bueno, así podía ahogar los pensamientos de su discusión anterior.

Mew odiaba tener que ser tan hijo de puta con Win, que no había sido más que un maravilloso hermano con él. No obstante, esa sería la única forma en que lograría sacarlos de allí.

Oh sí, porque Mew se iría de ese maldito pueblo, pero nunca dejaría a su hermano atrás, así tenga que amarrarlo y obligarle a ir con él. La única razón por la que Mew no estaba ejerciendo su carrera, es porque no se habría atrevido a solicitar trabajo fuera del pueblo, aterrado de lo que podría pasarle a Win si le dejaba solo.

Win era demasiado bueno para su propio bien, demasiado apegado a las cosas y le dolía que este hubiera reprobado aquella materia y no hubiera podido terminar su carrera en medicina.

Era entendible, porque sus padres habían muerto para aquella fecha y ambos habían estado demasiados deprimidos como para concentrarse en muchas cosas. Pero Mew se había prometido a sí mismo encargarse de que Win cumpliera su sueño y se especializara como cardiólogo, como este siempre había soñado.

Por supuesto, para lograr aquello, primero tenía que sacarles de allí.

Al día siguiente, eran las once y media de la mañana cuando Win y Mew llegaron a la oficina del señor Jumpol. El hombre les recibió con una sonrisa, era el único en todo ese puto pueblo que le caía bien a Mew.

—Buen día chicos, ¿qué tal amanecieron?

—Buen día, señor Jumpol —ambos saludaron casi a la vez.

—Por favor tomen asiento. —El hombre señaló los sillones a un lado de su oficina—. ¿Gustan tomar algo?

—No gracias —Mew rechazó, entonces el hombre se giró hacia Win.

—Estoy bien, gracias.

—Siendo así —el señor Jumpol se sentó en el pequeño sillón frente al que ambos se encontraban—, tengo entendido que finalmente decidieron venderme su propiedad, realmente me sorprendí, no creí que después de tres años Win se descartaría por ello.

—Al fin logré convencerlo —Mew respondió cuando Win se mantuvo en silencio ante la escrutadora mirada del mayor—. Decidimos que lo mejor seria vender, estamos planeando irnos del pueblo, así que...

—Entiendo. —El señor Jumpol asintió—. A riesgo de escucharme como un oportunista interesado, debo decir que me alegro de decidieran irse. Sé por todo lo que han tenido que pasar aquí, así que es un alivio.

—Eso me recuerda, muchas gracias por todo señor Jumpol, de no ser por usted nuestros días aquí hubieran sido mucho peores —Mew dijo.

—No es así, ni siquiera pude ayudarles en mucho —el señor Jumpol dijo con aflicción.

—No diga eso, usted ha sido la única persona que nos ha tratado bien y que ha abogado por nosotros todo este tiempo. —Esta vez fue Win quién habló—. Mew tiene razón, si usted no hubiera intervenido cada vez que lo hizo, las cosas hubieran resultado peor para nosotros.

—Está bien, aunque hubiera querido hacer más.

—Usted hizo los suficiente señor Jumpol, desde la muerte de nuestros padres fue el único que nos tendió una mano, siempre le estaremos agradecidos por eso. —El viejo lobo asintió.

—Y lo seguiría haciendo de ser necesario —afirmó—. Sin embargo, no estamos aquí para eso. Como ya hablamos, mew, tengo los papeles listos para que los firmen.

El señor Jumpol se paró y fue hasta su escritorio, de donde saco una carpeta de uno de sus cajones antes de volver y dejarla en la pequeña mesita de cristal entre los sofás.

—Ahí está todo, por favor siéntanse libres de leerlos, si hay algo con lo que no estén de acuerdo, no duden en decirme —el hombre señaló—. Los dejaré solo unos minutos, llámenme cualquier cosa.

—Gracias —Mew dijo y el hombre les sonrío antes de salir del lugar— ¿Vas a querer leerlos? —Mew preguntó a su hermano una vez tuvo los papeles en sus manos.

—Tú eres el abogado aquí —Win respondió de mala gana—. Solo termina rápido para que pueda firmar e irme.

—Win, sé que no puedes verlo ahora, pero esto es lo mejor para nosotros —Mew aseguró, pero este no le respondió.

Suspirando, el alfa se dispuso a leer cuidadosamente todos los papeles allí. Le tomó unos quince minutos estudiar todo y una vez terminaron, pidieron que el señor Jumpol regresara, mismo que les sonrió nada más entró.

—¿Qué les pareció? ¿Hay algo con lo que no estén conformes? ¿Algo que les gustaría cambiar? —Preguntó amablemente una vez se sentó.

—No, todo está como acordamos, bueno casi todo, hubo algo —Mew comentó, abriendo la carpeta para mostrarle una hoja en especifico, el señor Jumpol sacó unos lentes de lectura de su bolsillo y se los puso para poder leer lo que Mew señalaba—, aquí, el monto que dice nos pagará es más de lo acordado.

—Oh, eso —el señor dijo, enderezándose de nueva cuenta—. No es un error, es lo que pienso pagarles.

—Pero es más de lo que realmente vale señor Jumpol, e inicialmente ya estaba pagando más. —Mew miró preocupado al anciano, Win les miraba confundido.

—¿A qué te refieres? —El omega preguntó.

—Desde el principio el señor Jumpol nos estaba pagando de más —Mew explicó—. Y ahora ha aumentado el monto por unos miles, no es justo para él. Nuestra propiedad no vale tanto.

—Oh, señor Jumpol, no haga esto —Win dijo al hombre, quien no borraba su sonrisa—. Ya ha hecho tanto por nosotros, esto sería exagerar. Agradecemos que quiera ayudarnos pero...

—Oh, por favor, ya basta. —El anciano alzó una mano para callarle—. Si no lo quieren como pago, tómenlo como un regalo de despedida.

—Señor Jumpol... —Mew comenzó, pero al igual que su hermano, el hombre le calló.

—Insisto, por favor —dijo luego, mirando cariñosamente de uno al otro—. Chicos, ustedes han sido más hijos para mí, de lo que el mío propio nunca será.

—No diga eso señor Jumpol, estoy seguro de que...

—Ni siquiera lo digas —el lobo cortó en una dura advertencia—. Perth no ha sido más que un sinvergüenza, abusador interesado, que prefirió seguir los pasos del despreciable de Piya.

Ambos menores se mantuvieron en silencio, no queriendo opinar nada sobre ello, pues aunque llegaran a pensar igual, no se atreverían a hablar de ello frente al anciano Jumpol.

—Siempre estaré profundamente avergonzado de ello, hubiera deseado que él fuera más como ustedes. —Los hermanos Suppasit se sintieron entre incómodos y orgullosos de que este los tuviera en tan buena estima—. No importa qué tan bien eduques y enseñes a alguien, si se junta con malas mañas, siempre puede caer.

—Lamento decir esto señor Jumpol, pero el problema no es siempre las malas juntas, es la mente débil que se deja influenciar, no porque alguien haga algo yo tengo que hacerlo también —Mew repuso.

—En eso tienes razón, hijo. —El hombre asintió—. Pero el tema es, quiero que acepten esto, estoy seguro de que si mi querida Miriam estuviera aún conmigo también querría que lo hicieran.

Los hermanos se miraron entre ellos, el señor Jumpol jugaba sucio, pues sabía que si hablaba de la difunta señora Miriam, terminarían cediendo.

—Saben cuan encantada estaba ella con ustedes —continuó—. Además, no habría nada que no haría por sus padres, ellos fueron grandes amigos de la familia.

Y los únicos verdaderos, Mew pensó, lo había confirmado justo después de la muerte de estos, donde al ver como comenzaban a meterse con ellos, todo mundo les dio la espalda. El único que se había mantenido a su lado, había sido el hombre sentado frente a ellos.

—Está bien. —Fue Win quién aceptó—. Lo recibiremos, pero será lo último —puntualizó al ver la gran sonrisa del viejo lobo.

—Por ahora —el hombre comentó risueño.

—Señor Jumpol —Win reprochó.

—Entonces, ¿ya tienen pensado donde irán? —El hombre cambió súbitamente de tema, ambos hermanos le miraron inconformes, pero decidieron dejar el tema de lado por el momento.

—Lo más seguro es que vayamos a Bangkok, la capital es de los lugares más convenientes, tengo entendido que allá la diversidad es mucho mayor y está bastante normalizada —Mew comentó.

—Así es, ya que irán allá yo podría...

—Señor Jumpol, acabamos de decirle que ya no tendría que ayudarnos más —Win reprochó.

—Pero mí sobrino...

—Debe ser un hombre bastante ocupado como para tener que preocuparse de nosotros —Mew le interrumpió—. Agradecemos su ofrecimiento, pero nos la apañaremos, no hay necesidad de molestar al alfa.

El lobo no pareció muy conforme, pero a regañadientes terminó asintiendo. Ciertamente, el alfa de la manada de Bangkok era su sobrino. En realidad ésta, por obvias razones, era la manada originaria del señor Jumpol.

Es de conocimiento de todos, que es ésta también la razón por la que ni siquiera el imbécil del alfa Vimuktayon se metía con él. Sabía que si algo le pasaba al anciano y se descubría que era su culpa, tendría de enemiga a la manada más grande y fuerte de toda Tailandia, y por supuesto a todos los aliados de ésta con ella.

Nadie quería a la manada de Bangkok como enemigo, era conocido que el alfa Off Jumpol era alguien justo y comprensivo, pero también despiadado y de mano dura al momento de erradicar con todo aquel o aquello que se metiera con los suyos.

La única razón por la que el viejo lobo se había mantenido en ese pueblo, fue debido a su esposa. Una encantadora y bella omega, nacida de una familia mixta, de madre extranjera y padre tailandés, originario de ese pueblo. Quien no quería despegarse del lugar donde nació y creció.

Cuando la mujer murió, todos pensaron que el anciano Jumpol volvería a Bangkok, pero no fue así, tal vez ya demasiado acostumbrado a la calmada vida del pueblo. Aunque Win y Mew lo sabían mejor.

Ambos hermanos intuían que realmente se debía a su hijo, del cual a pesar de no sentirse orgulloso, seguía siendo sangre de su sangre y fruto del amor de su vida y difunta esposa.

—De cualquier forma, una vez lo tengan completamente decidido, asegúrense de decírmelo —el lobo pidió—. Así podremos mantenernos en contacto.

—No dude de ello —Mew afirmó poniéndose de pie, siendo imitado por los otros dos—. Una vez más, muchas gracias por todo señor Jumpol. —Le tendió una mano que el lobo no dudó en tomar, solo para jalarlo a sus brazos y envolverlo entre ellos, palmeando cariñosamente su espalda.

—Será siempre un placer —el hombre respondió, soltándole solo para hacer lo mismo con Win a quién también le acarició el cabello y mejilla—. Sé que hace un año que te he dejado solo en el hospital, espero que realmente no me estuvieras mintiendo cuando dijiste que todo seguía igual que siempre.

—No lo hice —Win contestó y Mew frunció el ceño ante su mentira, pero no dijo nada.

—Muy bien, solo diré que espero que ahora que te vas termines tus estudios y hagas tu especialidad —alentó el lobo—. Estaré muy feliz y orgulloso el día en que oficialmente puedas aplicar todo lo que te he enseñado.

—Gracias, yo... prometo dar mi mejor esfuerzo —Win contestó.

El anciano asintió y posteriormente los acompañó hasta la puerta.

—A más tardar el lunes, los tramites estarán listos, podría ser antes, pero debido a que todo se realizará en Bangkok y no aquí, las cosas irán un poco más lentas —informó una vez estuvieron en la puerta de la casa—. Como Mew pidió, me aseguraré que el dinero sea dividido a partes iguales y que sea depositado en la cuenta de cada quien.

Win miró confundido a su hermano, no tenía idea de que este había solicitado aquello.

—Gracias, que tenga un buen día señor Jumpol —Mew despidió, tomando el brazo de Win para guiarlo hasta su vieja camioneta.

—Ustedes igual.

Con esto, ambos salieron de la residencia Jumpol. Mew tenía que comenzar a buscar algún lugar donde vivir, el señor Jumpol había dicho que no se preocuparan y que podían quedarse el tiempo que necesitaran, pero Mew no quería abusar de la buena voluntad del hombre.

—Espero que ya estés feliz —Win dijo, mirándole casi con desprecio.

Mew ignoró aquello y le miró de soslayo solo para contestar un: —Lo estoy.

Habían pasado dos semanas desde aquel día, el dinero hace varios días que había sido depositado en su cuenta. Mew ya tenía varios posibles lugares para alquilar, si hubiera sido por él, se había largado justo el día después de firmar los papeles, pero Win seguía reacio a marchar con él.

Para entonces, el menor de los Suppasit se había planteado seriamente el amarrarlo y llevárselo en contra de su voluntad. Había dado ya no sabe cuantas razones al mayor por lo cual deberían irse, pero este no había atendido a ninguna.

Ese sería el último día que lo pediría amablemente, si Win se negaba, presentaría su renuncia por él y luego lo amordazaría, lo lanzaría en su camioneta y saldrían de allí. No le importaría tener que utilizar su voz de mando en él.

Miró la hora en el radio de la camioneta, marcaban las tres 3:30 a.m., recién acababa de salir del club después de un turno que se alargó luego de que uno de sus compañeros tuvo que ausentarse.

A Mew no le importó, ese sería su último día después de todo. Así que unas cuantas horas más no le afectarían. Maldijo cuando se dio cuenta que había pasado la calle donde se supone que debía doblar para ir a casa, tendría que manejar un buen par de metros más antes de que pudiera doblar en U y regresar.

El hospital donde Win trabajaba no quedaba muy lejos, su hermano tenía el turno nocturno ese día y ya hacían más de cuarenta y ocho horas que estaba en el hospital. Se supone que saldría del turno esa mañana.

Encogiéndose de hombros, decidió parar en alguna tienda de veinticuatro horas y comprar algo de comer, iría a verle y aprovecharía para hablar con él mientras comían.

El omega acostumbraba a saltarse algunas comidas, así que no le sorprendería si no hubiera cenado. Una vez tuvo todo en sus manos, volvió a su camioneta y condujo todo el camino hasta el hospital.

Sé aseguró de estacionarse en un área donde no molestara y entró al hospital, evitando el área de emergencia. Preguntó a la enfermera en jefe por su paradero cuando la encontró. La mujer respondió no muy amablemente que este estaba en su hora de descanso.

Dándole las gracias a pesar del mal trato, Mew se dispuso a buscar a Win en sus lugares habituales sin mucho éxito. Frunció el ceño extrañado, pero luego dedujo que tal vez estaba ayudando a alguien.

—No me sorprendería —dijo para sí mismo, saliendo por la puerta trasera del pabellón donde estaba.

Se encaminó al estacionamiento tranquilamente, iría a casa, comería su porción de comida y guardaría la otra para cuando Win llegara en la mañana.

Estuvo a punto de salir totalmente del área, cuando un agrio olor le golpeó la nariz, olía a miedo en su más pura expresión. Mew sabía que era de un omega, girando sobre su propio eje olfateó el lugar, encaminándose hacía una de las esquinas escondidas del edificio siguiendo el olor.

Metió la mano en su bolsillo y sacó la navaja Suiza que siempre tenía allí, tampoco eran tan idiota como para aventurarse desarmado sin saber que podría estar pasando.

Cuando dobló la esquina, no espero encontrarse aquello, había un tipo con una bata médica inmovilizado a alguien en el piso. La persona debajo de este, forcejeaba porque le soltara, pero el tipo no le daba ninguna oportunidad.

Mew dio un paso más cerca y su corazón se paralizó cuando con un movimiento, la cara de la persona inmovilizada se mostró.

Su corazón se saltó un latido y su estómago se hundió, era Win, su hermano, quien estaba siendo forzado por esa persona.

—Quédate quieto inservible omega de mierda —el tipo gruñó.

El cuerpo de Mew tembló de rabia e indignación cuando reconoció esa voz, era el mal nacido de Nani Hirunkit. Cuando los ojos de Win se movieron alrededor y dieron con los suyos, este se paralizó.

Al ver el horror y desesperación en los ojos de su querido hermano, Mew ni siquiera dudó cuando dio dos largas zancadas y se acercó a Cho.

Mew tomó un puño de su cabello y le hecho la cabeza bruscamente hacía atrás. El cuello de Cho sonó dolorosamente y sus grandes ojos sorprendidos dieron con los suyos.

—Te metiste con el omega equivocado, hijo de puta —Mew escupió justo antes de levantar la navaja y cortarle el cuello.

El tipo gorgoteó, llevándose las manos al cuello en medio del pánico. Win frente a él dejo salir un fuerte jadeo, que tal vez fue más un grito ahogado.

Las manos de Mew temblaban cuando se acercó a Win, cerró su navaja y se la volvió a echar en el bolsillo antes de dejarse caer de rodillas junto a él.

—Mew, oh diosa Mew, Mew. ¿Qué hiciste, Mew?. —Win no dejaba de llamarle, sus ojos fijos en un agonizante Nani.

—Win, mírame. Deja de mirarlo. —Mew le giró el rostro en su dirección. Inhaló de rabia cuando vio todos los golpes en este—. Mira lo que te hizo el mal nacido.

—-Mew. —Win le miraba con ojos desorbitados—. L-Lo... L-Lo m-mataste, mataste a u-una persona. Oh diosa —gimió al final, su pecho comenzando a subir y bajar con rapidez casi como si no pudiera respirar.

—No, Win, no puedes entrar en un ataque de pánico ahora. Vamos mírame, respira. —Mew trató de guiarle pero no estaba teniendo mucho éxito—. Tenemos que salir de aquí.

Mew miró la parte inferior de su hermano, que tenía los pantalones y ropa interior desgarrada. Frunció el ceño y le puso de pie, pero las piernas de Win se doblaron bajo su propio peso.

Mew le atrapó antes de que cayera al suelo, levantándolo en brazos. Pasó de Nani sin darle ni una mirada, un perro merecería más respeto que ese podrido león.

Llevó a su hermano hasta la camioneta y lo dejó dentro, la respiración de Win se hacía cada vez más dificultosa. Mew vació una de las bolsas de comida, encontrando por suerte una de papel, esa en las que había echado algunas chucherías.

La vació de igual forma y la llevó al rostro de su hermano. Win la tomó con manos temblorosas, comenzando a respirar en ella. Cuando Mew estuvo seguro de que podría hacerlo solo, cerró la puerta de este y se apresuró al lado del conductor, donde entró rápidamente y puso la camioneta en marcha.

A mitad de camino la respiración de Win se reguló, Mew había estado muy al pendiente de él. Este dejó la bolsa de papel a un lado y recostó la cabeza en el asiento. Sus ojos fijos en el techo de la camioneta.

—¿Qué vamos a hacer? Acabas de matar a alguien por mi culpa. —Este comenzó a sollozar de repente—. Oh por la diosa Mew, hice que mataras a alguien.

—No lo hiciste.

—¡Sí lo hice! —Win gritó, enderezándose para fijar sus ojos en él— ¡Por mi culpa mataste a alguien!

—Te dije que no fue así —Mew gruñó, apretando los dedos en el volante.

—¡Mew, le cortaste la garganta a Nani! —Win se jaló el cabello en desesperación—. ¿Qué vamos a hacer? ¿Qué vamos a hacer? ¿Qué vamos a hacer? —El omega dejó de gritar, solo para comenzar a mecerse en el asiento.

Mew se vio obligado a parar en un lado de la carretera, para sostener las manos de Win y evitar que siguiera tirándose del pelo.

—Escúchame. Estás bien, es lo único que importa, no me obligaste a hacer nada, lo hice por mi propia cuenta, así que deja de decir que hiciste que le matara. —Mew acercó su cabeza a la del mayor, susurrando las palabras muy cerca de su rostro.

—Nos van a encerrar en la cárcel. No, nos van a matar. —Win ensanchó los ojos—. La familia de Nani es muy cercana al alfa, cuando descubran que fuimos nosotros, nos mataran Mew.

—No, no lo harán.

—¡Sí lo van a hacer!

—¡No, no lo harán! ¿Sabes por qué? —El labio inferior de Win temblaba cuando negó con la cabeza—. Porque nosotros nos vamos a largar de este maldito pueblo antes de que nos atrapen, ¿escuchaste? Nos iremos a la mierda de aquí.

Dicho esto y dejando a un Win aún en shock, pero ahora silencioso, Mew se puso en marcha nuevamente, dispuesto a ir a casa para recoger sus cosas y largarse de aquel asqueroso lugar.

Stars_Of_Saturn.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro