Capítulo 2

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Mew miró a un dormido Win en forma de conejo en su jaula. A ellos nunca les gustó aquello, pero era mejor así por precaución.

Mew había pedido a su hermano cambiar para que acelerara el proceso de sanación, Win no había querido, pero después de mucha insistencia terminó accediendo.

Después de salir apurados de Surat Thani, no sin antes hacer una parada imprevista para poner al tanto al señor Jumpol, habían estado viajando sin un punto en específico.

Justo en ese momento debían encontrarse en algún punto al sur de Phetchaburi. Mew había pensado en ir a Bangkok como tenía planeado, pero luego analizó que sería mejor perderse por un tiempo.

Parando al lado de la carretera, en un pequeño camino que guiaba al bosque, Mew apagó su camioneta y se dispuso a despertar a Win para que comiera. Este había estado durmiendo por doce horas ya y estaba comenzando a preocuparse.

Abriendo la jaula, sacó al pequeño conejito y lo puso en sus piernas. Acarició el suave pelaje de su cabecita y lomo. Donde él era todo negro, Win era de un lindo café claro.

Era el tipo de conejos que veías y querías tenerlo en tus brazos para apapacharlo. Derrochaba ternura por cada poro y cuando te veía con sus grandes y lindos ojos, no podías evitar derretirte ante él.

—Win, es hora de despertar —Mew llamó.

Win movió su naricita y abrió sus ojos, perezoso. Mew frunció el ceño aún más preocupado, este se veía bastante cansado aún.

—¿Estás bien? ¿Puedes cambiar? —Win no hizo ningún movimiento por varios segundos, luego movió la cabeza negativamente—. Eso no es está bien, Win, ¿tienes fiebre? ¿Tus heridas se habrán infectado?

Win asintió, pero luego negó. Mew sabía que eso significaba que no estaba seguro, por lo que le movió aún con cuidado para apartar el pelo de su costado. Por el mal aspecto en de las heridas, definitivamente se habían infectado.

—Se infectaron, Win. Deberíamos ir a un hospital a que te las traten. —Win negó con la cabeza, parándose en sus patas traseras con dificultad y poniendo una de las delanteras en su abdomen—. ¿Yo? ¿Quieres que las trate yo? —Win asintió.

Mew suspiró, en sí podía hacerlo, pues hacia tiempo que Win le había enseñado lo básico, pero lo más prudente sería llevarle al hospital.

—Win, es mejor que vayamos a un hospital donde puedan prestarte ayuda profesional. —El mayor volvió a negar con la cabeza, intentando bajar de su regazo quizás enojado—. Espera, quédate quieto, apenas y puedes mantenerte en pie.

Win luchó contra él, aunque debido a su estado, no pudo hacer mucho.

—Está bien, tranquilízate. No iremos a ningún hospital —le dijo y solo entonces Win se quedó inmóvil.

Acomodándolo en el asiento del copiloto, después de mover la jaula, Mew sacó el plato de ensalada (sin preparar) que había comprado y lo destapó, dejándolo frente a su hermano posteriormente.

—Come, hace demasiadas horas que no lo haces. —Cuando Win comenzó a hacerlo, Mew sacó su propia porción y también se dispuso a comer.

Un par de minutos después de haber terminado (aunque Win apenas y comió una cuarta parte de su plato) y de darle agua a Win, Mew le sacó de la camioneta. Adentrándose un poco al bosque y dejándole en un lugar seguro detrás de unos árboles para que hiciera sus necesidades.

"¿Qué debían hacer ahora?", Mew se preguntó a sí mismo.

Para entonces, ya debían saber que fue él quien asesinó al hijo de puta de Nani. Las cámaras de hospital debieron haberlos captado de alguna forma.

Mew se había sorprendido a sí mismo de no sentir arrepentimiento o remordimiento alguno.

—Se lo merecía —murmuró—. Lo haría de nuevo de ser necesario.

Mew nunca fue nada como Win, no tenía tan buen corazón como este, él odiaba las injusticias, por algo se había hecho abogado, pero si algo no le competía, a menos que fuera en un caso extremo, todo le era más bien indiferente.

Mew era una presa y aunque su animal era "débil", él se había asegurado de trabar duro para hacerse fuerte. Había ido al gimnasio y formado su musculatura, entrenando entre boxeo y taekwondo cinco o seis veces a la semana.

Mew era débil como animal ante muchos, pero como humano era otra historia. Donde muchos, depredadores en su mayoría, habían tenido una fuerza natural otorgada debido a su naturaleza, Mew la había forjado. Exigiéndose a sí mismo tanto como su cuerpo pudiera soportar, muchas veces incluso más allá.

Miró al rededor con cautela, podía percibir aromas de diversos animales, pero era un bosque, así que no era demasiado extraño. Su escrutinio se vio interrumpido cuando Win salió de entre los árboles.

—Hey, hey, espera ahí. Iré por ti. —Win se sentó en sus patas traseras y negó con la cabeza—. ¿Quieres quedarte afuera un poco más? —Win asintió—. Está bien.

Mew le entendía, incluso él mismo estaba tentado a dejar su conejo salir y pasear un poco. Hacia años que ellos no salían al aire libre en su forma animal. Demasiados desconfiados de todos en aquel pueblo como para aventurarse a hacerlo.

Viendo a Win pasearse por los alrededores, Mew decidió sentarse en el suelo a vigilarle. Este aún estaba en mal estado, aunque la emoción le impulsara a querer ir de aquí para allá.

Una vez más Mew quiso cambiar y acompañar a su hermano en sus juegos, pero volvió a desistir. Sacó su celular del bolsillo de su chaqueta y miró la hora, eran las 9:57 p.m. No era demasiado tarde, si se apuraba, alcanzarían a encontrar alguna farmacia para comprar todo lo necesario para tratar las heridas del mayor.

Desbloqueó el dispositivo y entró al navegador, ingresando la dirección que recordaba del cartel de hace unos kilómetros, para buscar farmacias cercanas.

No tardó mucho en encontrar varias opciones y para su suerte las más cercana estaba a solo unos diez minutos en auto de allí. Aprovechando que estaba en eso, Mew también busco alguna gasolinera donde pudiera llenar el tanque de su camioneta.

Sonrió satisfecho al descubrir que había a veinte minutos de su ubicación actual. Apagando la pantalla de su celular y lo volvió a meter en el bolsillo de su chaqueta.

Se puso de pie y se sacudió la tierra de sus pantalones, miró alrededor buscando a Win, pero no le encontró.

—¿Win? —Llamó, pero este no se asomó por ningún lado—. ¡Win deja de jugar, es hora de irnos! —Gritó esta vez.

Cuando Win no se asomó a pesar de su grito, Mew maldijo por lo bajo, adentrándose entre los árboles en busca del curioso conejo de su hermano.

—Joder, Win, ¿dónde te metiste? ¿Sabes que podría haber serpientes aquí? —Gruñó, mirando por todos lados con la escasa luz que la luna le daba.

Mew avanzó unos metros más antes de finalmente ver a Win, quien corrió en su dirección. Mew se agachó y lo atrapó en brazos cuando este saltó encima de él. El pequeño cuerpo de Win estaba temblando incontrolablemente.

—¿Qué pasó? ¿Por qué estás tan asustado? —Mew consoló, pero su respuesta llegó sola.

Cada vello en su cuerpo se erizó cuando escuchó el leve gruñido a unos metros por delante de él, justo del lugar de donde Win había aparecido corriendo.

Mew se puso lentamente de pie, sus ojos golpeando los brillantes ojos azules del tigre frente a él. Pegó a Win aún más a su pecho y sus hombros se tensaron cuando el animal soltó un potente rugido que espantó a todos los pájaros del lugar.

"Bueno, mierda. Ahora sí estamos jodidos", Mew pensó para sí mismo.

Gulf Kanawut había estado paseando en los alrededores de la manda desde hace unas horas, podía sentir como Bible le seguía desde no muy lejos, todo seguramente debido a órdenes de Mile.

El marido de su hermano y alfa de la manada, era demasiado sobre protector con él. No importa cuántas veces Gulf le haya dicho que era perfectamente capaz de cuidarse solo, este insistía en ponerle algún escolta cada que salía al bosque.

Bufando, Gulf decidió buscar algo con lo que entretenerse. Se adentró aún más en el bosque en busca de algún animalito curioso o desprevenido que pudiera cazar.

Unos diez minutos después, estaba comenzando a aburrirse, no encontraba a ninguno. Aunque lo más seguro era que estos estuvieran bien escondidos o tal vez durmiendo por la hora.

Gulf tampoco estaba de ánimos para escudriñar cada lugar en busca de alguna presa. No obstante tuvo suerte, desde su lugar tras los árboles, divisó a un lindo conejito saltando alrededor.

La boca del tigre se aguó, imaginándose lo tierna y deliciosa que sabría la carne en su paladar. Moviendo la cabeza, Gulf le dijo a su animal que se controlara. Acechó al animal por unos dos minutos antes de decidirse a atacar.

Saltó de entre los árboles y cayó justo frente a él. El pequeño conejo saltó del susto, mirándole con ojos aterrados todo un segundo antes de echarse a correr. Gulf le dio unos segundos de ventaja, quería divertirse con él.

Cuando creyó que había sido suficiente, se lanzó a la caza, el conejo era astuto, escabulléndose por lugares donde sabía que él no podría llegar. No obstante, Gulf no se rindió, acorralándolo hasta que este se veía obligado a salir de su escondite.

Corriendo tras él cuando volvió a lanzarse a la huida. Gulf debía decir que se sorprendió cuando le vio correr directamente hacia un hombre que apareció de la nada unos metros por delante.

El conejo saltó directo a sus brazos. Gulf le escuchó preguntarle por su estado, acercándose unos pasos más, gruñó. El tipo se levantó lentamente y Gulf le midió con la mirada, asegurándose de que no hiciera un movimiento extraño.

Sus ojos chocaron un segundo antes de que Gulf rugiera al aire, avisando a la manada que había un extraño invadiendo su territorio. Sabía que estarían allí en poco tiempo.

Los pelos de su lomo se erizaron, rodeándole lentamente, el hombre giró con él, no dándole la espalda en ningún momento.

"Astuta decisión", Gulf apremió en su mente.

Lamentablemente para él, Gulf no iba solo. Vio a Bilble acercarse cauteloso desde su espalda. Olfateando, captó que el tipo era un alfa y obviamente también era una presa, lo más seguro que también un conejo, si el que llevaba en sus brazos decía algo.

"Entonces el conejito que había estado persiguiendo, era en realidad un cambiaformas y no un conejo común y corriente", Gulf pensó.

Gulf miró con confusión al tipo, por su olor era obvio que era una presa, pero por su porte no lo parecía. Éste se mantuvo mirándole a los ojos todo el tiempo, no amedrentándose.

Justo entonces Bible saltó, pero el tipo se lanzó hacía un lado como si hubiera sabido todo el tiempo que Bible estuvo tras él y en realidad hubiera estado anticipando el movimiento.

Aprovechando la distracción, el tipo emprendió la carrera, volviendo justo por donde había aparecido. Gulf no dudó en ir tras él. Persiguiéndole durante varios metros.

Era increíblemente bueno esquivando y saltando obstáculos. Era bastante rápido también, pero obviamente, no más que él. Gulf le alcanzó, saltando sobre su espalda y derribándole en el suelo con un duro golpe.

—Mierda. —El tipo silbó.

El conejito que Gulf había estado persiguiendo antes, calló a unos metros de ellos.

—¡Win, corre! —El tipo bajo él gritó al conejo, quien se quedó paralizado en su lugar—. ¡No dudes, hazlo ahora! —Volvió a gritar esta vez con voz alfa.

Gulf se erizó, gruñéndole al oído, en realidad la voz de alguna forma había surgido efecto en él.

—¡Win! —Ante el nuevo grito, el conejo dio media vuelta y corrió, alejándose del lugar.

Cuando el tipo se removió, Gulf le encajó los dientes en el hombro. Él gritó y se removió aún más, por lo que Gulf apretó sus mandíbulas en el agarre como advertencia.

El tipo pareció entender, pues se quedó quieto, murmurando cosas inentendibles por lo bajo. Gulf lo mantuvo allí, esperando a que los demás llegaran.

Respiró lentamente por la nariz y parpadeó aturdido cuando el aroma del hombre finalmente penetró su conciencia. Gulf se sacudió en sorpresa, desencajándole los dientes y retrocediendo varios pasos con incredulidad.

Justo entonces, Bible emergió de entre los árboles, yendo directo a por el tipo. Antes de que pudiera analizar lo que hacia, Gulf había saltado delante de él, gruñéndole para que se alejara del extraño.

Sintiendo movimiento a su espalda, Gulf se giró, solo para encontrar al tipo arrastrándose lejos de él mientras sostenía su desgarrado y sangrante hombro.

Gulf dejó que el cambio fluyera a través de él. Acercándose al tipo y callando de rodillas cerca de sus pies.

—Hay que presionarla —indicó, llevando las manos a la herida que él mismo había hecho.

—No me toques —el tipo le gruñó y Gulf se estremeció—. Eras un jodido cambiaformas y aún así me atacaste.

—Amigo, no soy yo quien está invadiendo territorio ajeno —Gulf le respondió, ignorando la advertencia del hombre para presionar sus manos sobre el hombro de éste.

—¿Qué jodidos crees que haces Gulf? —Bible preguntó por detrás de él—. El tipo podría estar armado.

Gulf giró la cabeza para mirarle.

—Tranquilo, no me hará nada.

—¡¿Cómo puedes saber eso?! —Bible gritó casi histérico.

—Así es, ¿cómo puedes estar seguro? —El hombre preguntó y seguido de ello, Gulf sintió algo filoso presionar contra su garganta.

Frunciendo el ceño, Gulf giró la cabeza lentamente, teniendo cuidado de no cortarse por error.

—No me harás nada —Gulf le dijo.

—Chico, tengo una navaja contra tu garganta, un movimiento de muñeca y estarías muerto —el tipo amenazó.

—Tienes razón —Gulf contestó con voz calma—, pero sé que no lo harás.

—¿Y por qué estás tan convencido de que no lo haré? —El extraño burló.

—Debido a que no matarías a tu destinado, ¿o sí?

—¡¿Qué?!

El grito no vino del chico frente a él, sino del hombre a su espalda.

Cuando Mew abrió los ojos, deseó no haberlo hecho. Su cabeza punzada dolorosamente, parpadeó mirando al rededor.

"¿Estaba en una jodida celda?".

Por un momento el pánico se filtró a través de él, pensando que le habían atrapado. Que finalmente habían dado con él y le habían encerrado por haber asesinado al mal nacido de Nani.

Momentos después, los acontecimientos de unas horas antes le golpearon. Lo último que recordaba, era que había estado presionando su navaja contra la garganta del cambia formas tigre que le había desgarrado el hombro.

Gimió de dolor, pues nada más lo recordó, su hombro también había comenzado a punzar. Mirando el lugar, Mew se dio cuenta que estaba sin camiseta y un parche cubría su herida.

Estuvo tentado a cambiar para acelerar el proceso de sanación, pero Mew no era tan estúpido para hacerlo en un lugar lleno de desconocidos que encima de todo eran depredadores.

—Mew, hasta que al fin despiertas. —Mew giró la cabeza de golpe al escuchar la voz de su hermano al otro lado de la celda.

—¿Win? ¿Qué jodidos haces aquí? ¿No se supone que habías escapado?

—No pude dejarte, Mew. Solo me aleje de la vista de todos, intenté esconderme, pero ese León me encontró —el mayor dijo nerviosamente, pasándose una mano por su sudorosa frente.

—¿León? ¿De qué león hablas? Yo solo recuerdo a un par de tigres.

—Bueno, ese debería ser yo.—Mew volvió a mirar hacia la entrada de la celda.

Allí tras los barrotes, había un hombre alto, de pelo rubio y cuerpo robusto, que por su aroma, era claramente un alfa.

—¿Quién eres? —Mew preguntó.

—Esa debería ser mi pregunta, después de todo fueron ustedes quienes invadieron mí territorio —el hombre respondió.

—No estábamos invadiendo nada, solo íbamos de paso. Nos detuvimos un momento para estirar las piernas —Mew repuso.

—Según las leyes, solo las autopistas principales son neutras, una vez te desvías entras a territorio ajeno y debes anunciarte y pedir permiso.

—Las leyes también dicen que solo es obligatorio hacerlo de inmediato si eres un depredador, de lo contrario, se tiene un rango de cuatro horas para hacerlo —puntualizó—. Nosotros no teníamos ni una hora en su territorio.

—Tienes razón, pero ¿qué me asegura que lo que dices es cierto y no llevaban más tiempo? —El hombre le arqueó una ceja.

—Por favor, hay cámaras de seguridad en las entradas y salidas de cada pueblo. Solo debes mirar y comprobar —Mew bufó—. Ahora, cuando mires y veas que lo que digo es cierto, me gustaría discutir por lo que fuimos injustamente atacados.

—Las confusiones pasan —el alto hombre dijo, no muy preocupado.

—Ciertamente, pero eso no quiere decir que el acto quede impune. Aún en más porque nunca se nos dio una advertencia o alguna oportunidad de retirarnos. —Mew le dio una petulante sonrisa—. Fuimos simple y fríamente atacados, ¿qué tendría para decir el consejo de esto? Dos indefensos conejitos, siendo vilmente atacados por una manada de felinos.

—¿Debo recordarte que amenazaste a mí cuñado de muerte?

—Fue en defensa propia, no lo hice sino hasta después de que prácticamente me arrancara el brazo. —Mew le arqueó una ceja—. Tengo la clara prueba aquí.

—Y nosotros testigos.

—Yo también. —Mew señaló a su hermano con el mentón—. Eso sin señalar que también fue una víctima, recuerdo muy bien como tu, ¿cuñado dijiste? Lo persiguió con el claro fin de comerlo.

—Pensó que era un conejo común y corriente. Nosotros no tenemos cambia formas conejos en nuestra manada —el contrario contestó, ya no pareciendo tan calmado como al principio.

No es que estuviera demostrando lo contrario, pero Mew era perspicaz y notó el músculo que saltó en su sien.

—Y tu hermano nunca intentó cambiar.

—Evidentemente no lo hizo, pues nunca se le dio la chance. Para él fue correr o morir. —Él entrecerró los ojos en su dirección,Mew no se inmutó ante las feromonas amenazantes que desprendió.

Por supuesto, su parte animal estaba aterrada, pero Mew el humano no. Él era un abogado, había aprendido a trabajar bajo presión. Si se amedrentara ante cualquiera, sería un fracasado y Mew no era un mediocre.

—¿Cuál es tu nombre? —El tipo preguntó, esta vez hacia Win, quien le miraba con grandes ojos, claramente aterrado de él.

—Yo...

—¿Se nos acusa de algo en particular? —Mew interrumpió a su hermano, mandándole una mirada que dictaba un claro "guarda silencio"—. Porque si no es así, agradecería que nos dejaran salir.

—¿Te suena intento de asesinato?

—No, la verdad es que no. —Fingió demencia—. Pero de ser así, agradecería que me leyeran mis cargos y me procesaran, ah y que de paso tomaran mi denuncia, intento de asesinato también, por si las dudas.

—¿Perdón?

—Ah sí, es que, bueno, estuvo este tigre que me atacó e intentó asesinar, quiero poner una denuncia contra él —hablo con fingida inocencia—. Ese que dice intenté asesinar, ¿su cuñado?

—Chico, estás acabando con mi paciencia.

—¿Por qué? ¿Acaso no estoy en mi derecho? Porque no sé él, pero yo tengo una prueba muy clara aquí. —Mew se señaló el hombro.

—No juegues conmigo, chico —espetó con voz dura.

—Y usted, señor, no juegue con la ley. Conozco todos y cada uno de mis derechos —respondió de igual forma.

Dándole una última mirada, el hombre giró sobre sus talones y se alejó de allí, dejando a ambos hermanos nuevamente solos.

—Oh por la diosa, Mew, ¿a caso enloqueciste? —Win jadeó horrorizado.

—Tal vez —Win murmuró por lo bajo.

—¿Qué?

— Nada —Win respondió, acercándose a su pálido y tembloroso hermano, arrodillándose a sus pies para llevar una mano a su frente—. Estás ardiendo Win, ¿qué tanto se ha agravado la infección?

—No está muy bien —contestó, parpadeando lentamente—. La infección se empeoró bastante.

—¿Y por qué esos imbéciles no te han tratado cuando me trataron a mí? —Mew levantó cuidadosamente la camiseta del mayor, viendo que efectivamente su herida se veía peor que horas antes.

—Yo... no puedo soportar que me toquen esos felinos. No creí que me dejarían hacerlo por mí mismo, así que callé —Win contestó.

—Win. —Mew miró afligido y preocupado a su hermano—. Sé que justo ahora es... difícil, pero si no te tratas.

—No.

—Win.

—No, Mew, no —Win negó obstinado, sus ojos comenzando a cerrarse de momento—. No quiero que ninguno de ellos me ponga una mano encima otra vez.

—Win, por favor. —Mew le ayudó a recostarse en la cama y le apartó el pelo de la cara.

—Solo consigue algún desinfectante y si no te lo dan, entonces algo de agua y un trapo limpio. Podemos limpiar alrededor y por encima. —Win tragó, cerrando los ojos y haciendo una mueca adolorida—. Eso debería bastar hasta que logres sacarnos de aquí.

Mew asintió, dejando a Win descansar por el momento. Ver a su hermano en ese estado le revolvía el estómago y le hacia desear volver a Nani y cortarle mucho más que la garganta.

El hijo de puta, le había cortado el costado izquierdo y desde la cadera hasta casi su miembro con sus garras. Mew intuía que esta última se la había hecho cuando le desgarró los pantalones y ropa interior.

En su apuro Mew no notó las heridas, ni siquiera por el olor a sangre, pues de por sí tenía las manos y su playera (debido a que se limpió estas en ella), cubiertas de la sangre de Nani.

Win tampoco le dijo nada, solo se dio cuenta cuando llegaron a casa del señor Jumpol y este había estado tan adolorido que no podía pararse a despedirse correctamente del viejo lobo.

El señor Jumpol las había limpiado, había dicho que en cuanto salieran de la ciudad, fueran a un hospital a que le trataran. Mew le había contado todo antes de llevarlo junto Win, el anciano solo había asentido.

Mew sabía que los lobos solían ser incluso más sanguinarios a la hora de defender a los suyos, así que no era de extrañar que el mismo ni siquiera parpadeara cuando le explicó la situación.

Antes de irse, el hombre les dijo que encontraría la manera de ponerse en contacto de nuevo y que les pondría al tanto de lo que sucediera. Ambos hermanos habían cambiado su chip y formateado sus celulares, solo por precaución.

—¡Suéltenme! ¡Quítense de mi camino! ¡Quiero verle! —Mew salió de sus pensamientos ante el alboroto por fuera del lugar.

Win a su lado se removió, más no despertó. Poco después el mismo tipo que le había malogrado el hombro la noche anterior, se paró frente a su celda.

—Tú —Mew le gruñó.

—Yo —el tipo dijo.

—¿Qué demonios haces aquí? ¿Has venido a terminar tu trabajo? —Bufó.

—¿Cómo está tu hombro?

—No me digas, ¿ahora estás preocupado por mi bienestar? —Le blanqueó los ojos incrédulo.

—Estoy intentando que les dejen salir. —Él le ignoró—. Le dije que no era necesario encerrarlos, pero Mile no me hizo caso.

—¿Mile?

—Mí alfa.

—¿Tu alfa?

—No mí alfa, quiero decir el alfa de la manada —el hombre explicó rápidamente, mirando entonces hacía Win—. ¿Qué le pasa? Huele a enfermedad.

—Es porque está enfermo. Tiene unas heridas que se le infectaron —Mew contestó, pero solo porque debía pedir algo para poder atender a Win—. ¿Podría alguien aquí darme algo para tratarlas?

—¿Por qué no lo dijo antes? Estuvo en el hospital junto a ti, ¿por qué no pidió que le trataran? —Gulf le miró con desconfianza—. ¿Y por qué está herido? Ni siquiera alcancé a tocarle.

—Eso no es de tu incumbencia —Mew replicó—. ¿Vas a conseguirme las cosas o no?

—Trataré —él respondió, sus labios y ceño frunciéndose—. Pero primero quiero saber tu nombre.

—¿Qué te hace pensar que te lo diré?

—¿Sabes? Yo podría ir allá fuera y preguntar, después de todos tienen todos sus papeles —el contrario respondió con brusquedad.

—¿Por qué no lo hiciste, entonces?

—Porque quiero escucharlo de ti, ¿de dónde vienes? ¿Cuál es tu relación con ese tipo? —Señaló a Win con el mentón—. ¿Quién eres, compañero?

Stars_Of_Saturn.

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