Capítulo 3

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Le tomó toda una hora al tigre para volver y cuando lo hizo, no volvió solo. Mew miró con cautela al hombre que le acompañaba, olfateando con disimulo el aire.

Resulta, que al igual que el tigre, este era un omega, eso le relajó, pero no demasiado, pues también era un depredador.

—¿Qué te llevó tanto tiempo? —Mew escupió antes de que pudiera morderse la lengua.

El desconocido frunció el ceño en su dirección y se giró a mirar al tigre con inconformidad.

—Eres afortunado de que te ayude —el tigre respondió—. Deberías ser más agradecido.

—Oh, disculpe usted noble señor —Mew bufó irónico.

El tigre gruñó. —Estoy a punto de girar e irme.

—Puedes hacerlo, solo diré, si él muere, los hundiré —Mew señaló a un quejumbroso Win a su lado.

—¿No eres muy altanero para ser solo un conejo? —El desconocido intervino—. ¿Sabes dónde estás? ¿A quién le estas hablando de esa forma? ¿Ni siquiera consideras el hecho de que literalmente podríamos comerte de un mordisco?

—Una amenaza de muerte, interesante. —Mew empujó la lengua contra su mejilla—. Otra cosa que agregar a mi posible lista de demandas, esa que pienso efectuar si no nos liberan en los próximos diez minutos a menos que alguien venga aquí, ¡y me lea mis putos cargos! —Mew gritó, perdiendo la paciencia.

—¿Sabes qué? Vete a la mierda, mira tu como te la ingenias para tratar a tu moribundo noviecito —el desconocido dijo, dejando una caja en las manos del tigre para dar media vuelta e irse.

—¿Perdiste la cabeza? ¿Sabes a quién acabas de gritarle?

—No y poco me interesa.

—Era la luna de esta manada. —Gulf viro los ojos—. Pobre de ti si el alfa se entera de tu falta de respeto, porque se encargará de hacerte la vida imposible.

—Como dije, pobre de ustedes si no estoy fuera de aquí en los próximos diez minutos —Mew gruñó.

El tigre se le quedó mirando como si comprobara su cordura, pero a Mew no podía importarle menos. Win a su lado soltó un quejido y Mew se giró para mirarle, preocupado de que su estado siguiera empeorando.

Suppasit apenas miró en dirección al omega cuando este abrió la puerta, poco después este estuvo agachado a su lado, dejando la caja en el suelo y abriéndola para sacar el material de primeros auxilios. Cuando el tigre estiró una mano para tocar a Win, Mew la sostuvo, no agradándole el hecho.

Un escalofrío recorrió la columna vertebral de ambos ante el toque, pero ninguno comentó nada.

—Solo intentaba moverlo para ver sus heridas y poder tratarlas —el tigre dijo.

—No tienes porqué, yo me encargaré de eso —Mew contestó.

Bufando, Gulf retiró su mano y Mew se dispuso a mover la playera de Win para descubrir las heridas en su costado.

Tomó los guantes y se los puso, más por Win que por sí mismo, recogiendo el pote de agua oxigenada y un poco de algodón, lo remojó con esta y luego la acercó hasta la herida, comenzando a limpiar con cuidado.

Todo el proceso de desinfección y vendaje, le tomó unos diez minutos, pues Mew se aseguró de limpiar a consciencia. Una vez todo hecho, Mew recogió el material utilizado y lo hecho en una funda desechable que había en la caja.

Luego acomodó nuevamente la ropa de Win, desinfectando el brazo para poner la inyección que el tigre le dio no sin antes amenazarlo.

—Un movimiento en falso y lo lamentarás —le dijo.

Mew ni siquiera lo había considerado, pero no le juzgó, pues él hubiera hecho lo mismo. Desechando la jeringa junto a las demás cosas, Mew entregó la caja al omega.

Solo entonces dijo:—Gracias.

El contrario le miró con sorpresa, como si realmente no lo hubiera esperado. Mew le ignoró, recogiendo la chaqueta de Win para cubrirlo.

—Te pondrás bien, Win —murmuró, besando su frente.

Cuando se separó, se percató de que el otro le miraba fijamente.

—¿Qué?

—¿Es él realmente tu pareja?

—¿Qué te importa?

—Naturalmente lo hace desde que resultaste ser mi compañero —el tigre dijo.

—¿Y eso qué? Sigues siendo no más que un extraño para mí. —Mew le vio tomar una profunda respiración—. E intentaste matarme.

—Pensé que eras un intruso —gruñó entre dientes.

—Según las leyes, debes darle una advertencia para que tengan oportunidad de retirarse antes de atacar. —Mew le alzó una ceja—. Cualquiera diría que tú siendo el cuñado del alfa, sabrías todo acerca de las leyes.

—¿Es eso un insulto?

—Puedes tomarlo como mejor veas —Mew contestó, girándose nuevamente hacía Win para tomar una de sus manos, cuando este comenzó a murmurar entre sueños—. Aquí estoy.

—Siempre podría deshacerme de él —Gulf gruñó, mirando a Win con mala gana.

La furia se filtró en Mew y antes de que se diera cuenta, tenía una de sus manos apretando el cuello del omega.

Jamás en tu vida lo vuelvas a amenazar. —El omega se estremeció ante sus voz y Mew le vio flaquear por un momento.

—¿O qué?

No me tientes omega —Mew le gruñó, empujándole a un lado.

El tigre se recompuso antes de caer sobre su trasero y le gruñó, Mew se giró casi sin inmutarse. No le importaba que este fuera su compañero, nunca dejaría que nadie más pusiera un dedo encima de su hermano.

—¡Gulf Kanawut, ¿qué crees que estás haciendo?!

Ambos se enderezaron de golpe, el omega agachando la cabeza en sumisión ante la voz alfa que le reclamaba. Por su parte, Mew sintió sus bellos erizarse. Llevando al tigre tras sí por puro instinto cuando el León abrió la puerta y dio un paso dentro.

Deteniéndose, el león le arqueó una ceja, mirando al chico tras su espalda como si le reclamara por ello.

—Ven aquí, Gulf —el león ordenó.

El omega dio un paso para acercarse, pero Mew le sostuvo de la muñeca. Este le miró extrañado, bueno Mew no podía decir mucho, pues él mismo estaba confundido de lo que había hecho.

Soltándolo, se alejó varios pasos, ubicándose para cubrir a su hermano. El tigre se acercó al otro con pasos cautelosos, no sin antes recoger la caja del piso.

—¿Y bueno? —el león exigió.

—Solo traje algunas cosas para que pudiera tratar a su... novio —Gulf respondió, su cabeza aun gacha.

—¿Novios? ¿No se supone que son hermanos? —El León preguntó en su dirección y Mew se encogió de hombros—. Nosotros hablaremos después. Suppasit, ya pueden irse —dijo a Gulf y Mew respectivamente.

Mew sabía que la mirada del omega estaba sobre él, pero no le prestó atención. Agachándose, removió a Win hasta despertarle.

—¿Qué es? —Win preguntó.

—Cambia, nos iremos de aquí.

—No, no voy a cambiar aquí —Win negó, pareciendo realmente afectado.

—Está bien, yo te cuido —Mew aseguró, apartándole el pelo de la cara—. Vamos, cambia para que podamos irnos.

Cuando Win estuvo en su forma de conejo, Mew le ayudó a salir de su ropa, reuniéndola toda para poner a Win sobre ella. Yendo hacia la litera en la que despertó, tomó su sucia y desgarrada camiseta, poniéndosela de todas formas.

Descartando su propia chaqueta, recogió a Win en brazos parando frente a las dos personas que le obstruían el paso.

—Entonces, ¿piensan dejarme salir? —El alfa león le gruñó y los pelos de la nuca de Mew se erizaron, pero no demostró nada en su rostro.

Ambos se hicieron a un lado y Mew le dio una última mirada antes de pasar entre ellos. Tal vez era estúpido de su parte darle la espalda a aquellos tipos, pero Mew no quería demostrarles que realmente les afectaban.

Ellos le siguieron hasta la recepción, donde Mew recuperó sus cosas. Todos allí le miraban con superioridad, como si él no fuera mucho más que una plaga o tal vez la cena.

Mew miró a todos con la cabeza bien en alto, manteniendo a Win contra su pecho.

—Tienes una hora para salir de mi manada. —Mew miró al león.

—Como si quisiera quedarme en éste lugar. —Mew miró despectivamente a todos, ganándose ceños fruncidos y bajos gruñidos.

—Mide tus palabras, Suppasit. No me des motivo para volver a encerrarte —el león dijo con voz dura.

—No he dicho nada que pudiera provocar eso —Mew contestó no muy preocupado—. Ahora si me disculpan, me largo. No fue para nada un placer conocerles.

Mew no esperó ninguna respuesta, solo se apresuró a salir de allí, pasó a retirar su camioneta y una vez la tuvo dejó a Win en su jaula para subir al volante. Encendiéndola se dispuso a salir de aquel pueblo.

—Gulf Kanawut, ¿qué demonios creías que hacías entrando a la celda del tipo que trató de asesinarte? —Mile reprochó con voz dura.

—Él no iba a hacerme nada —Gulf contestó, ganándose una mirada de incredulidad—. Y estaba ayudándole con su hermano, estaba herido.

—¿Y eso a ti qué?

—¿Qué pasa contigo? ¿Por qué siquiera preguntas algo así? ¿Qué se suponía que hiciera? ¿Dejar al chico enfermar hasta morir?

—No hubiera sido tu problema.

Gulf miró con incredulidad hacía Mile.

—No sé qué demonios te pasa, pero estás siendo imbécil ahora mismo.

—Discúlpame por no poder sentir empatía por el tipo que trató de matarte —el alfa bufó.

—No es como si realmente pudiéramos culparle, después de todo yo les ataqué primero.

—¿Acaso le estás defendiendo?

—Señalo un hecho —puntualizó—. Recuerda que nunca se recibe más de lo que se da.

—¿Por qué pareces tan empeñado en justificarle?

—Porque Gulf dice que supuestamente el chico es su compañero. —Bible apareció tras ellos, por lo que girando le encararon.

-—No supuestamente. Él es mí destinado. —Gulf miró mal al otro alfa.

—Querida diosa, lo que me faltaba, que te encapricharas con el conejo boca suelta —Mile bufó y Gulf entrecerró los ojos en su dirección.

—No me he encaprichado con nadie. Y antes de que vayas a decir algo, no, el hecho de que haya resultado ser mi compañero, no significa que iré y me uniré a él —aclaró al ver la mueca en el rostro de ambos alfas—. Sin embargo, no me pueden culpar por querer conocerle.

—¿Con qué propósito? No es como si al final fueras a unirte a él —Mile respondió y Gulf arqueó una ceja en su dirección.

—¿Qué te hace estar tan seguro?

—Gulf, por favor, es un simple conejo, ¿qué puede él ofrecerte?

—¿Estás siendo prejuicioso?

—Estoy siendo realista. —el alfa líder respondió—. Un conejo no podrá darte la seguridad que necesitas.

—¿Desde cuándo soy un inútil que no puede cuidar de sí mismo? —Gulf enfrentó, sintiéndose decepcionado del mayor.

—No es a lo que me refería.

—Pues a mí me pareció así —acusó—. Además, veo que estás juzgando a alguien por su raza.

—Eso no es cierto —Mile dijo entre dientes.

—Sí, lo es —Gulf señaló, no importándole la molestia en el mayor—. Mile, lo que te diré, no lo haré de mí hacia ti como alfa de la manda, sino como tu cuñado.

Mile le miró impasible, asintiendo para que hablara.

—Empieza a cuidar lo que dices y como actúas, el hecho de que sea una presa no lo hace menos capaz y/o peligroso, recuerda que aun herido, se las ingenio para poner una navaja en mí garganta y que la única razón por la que ahora estoy vivo es porque él no quiso matarme.

—Gulf —Bible regañó.

—No estoy diciendo nada que no sea cierto —Gulf le respondió, mirando nuevamente al líder—. Dime algo, si Apo y yo hubiéramos sido una presa, ¿nos hubieras rechazado?

—No es lo mismo.

—¿En qué forma? ¿Que Apo es un omega y tu un alfa? Por favor —Gulf bufó—. ¿Sabes qué? Está bien, hagamos esto, misma situación pero al revés, ¿cómo te sentirías si Apo te hubiera rechazado sólo porque te considerara inferior?

—Gulf, ya basta —Bible dijo, acercándose para tomarle de un brazo—. Vámonos, quizás debas tomar un poco que aire —murmuró entre dientes.

—Me iré, sin embargo, deberías pensar cuidadosamente en ello —dijo, zafándose del agarre de Bible, para salir de allí.

Preguntó alrededor por el conejo y fue como supo que este estaba en el parqueo yendo por su camioneta, ya que no habían llegado a llevarla al corral municipal.

Caminando hasta el lugar, Gulf llegó justo cuando éste encendía el auto para irse, por lo que sin pensarlo mucho, se interpuso en su camino. El alfa le miró fijamente antes de abrir la puerta y bajar.

—¿Realmente piensas irte sin más? —Gulf preguntó y el contrario le arqueó las cejas.

—Disculpa, ¿no escuchaste que tu querido alfa nos echó de su pueblo? —El pelinegro se cruzó de brazos y los ojos de Gulf se fijaron por un momento en los músculos que se abultaron con el movimiento.

—Escuché, pero ¿no ibas si quiera a pedir mi número?

—¿Cómo para qué querría yo tu número?

—Tu... ¿de verdad no te importa en lo más mínimo el que sea tu destinado?

—Chico... —el alfa murmuró después de un rato—. Escucha, justo ahora no estoy en mi mejor momento y mucho menos estoy interesado en tener una relación con nadie y no, ni siquiera con mi destinado.

Gulf mentiría si no dijera que le extrañaba la actitud del alfa, como ya dijo, no es como si pensara que por el solo hecho de que habían resultado ser destinados, se entregarían al otro sin más.

No obstante, había esperado que por lo menos quisiera conocerle. Ya, sabía que no habían empezado de la mejor forma, pero fue una reacción natural de Gulf. Aun más después de los extraños e inexplicables accidentes que ocurrían últimamente en el pueblo.

—¿Qué fue lo que les pasó? ¿Qué pasó con tu hermano? ¿Por qué estaba herido?

—Otra vez preguntas cosas que no te incumben —el alfa respondió—. Ahora, te pediré que te quites de mi camino para que pueda irme.

—Al menos dime tu nombre, solo sé que son Suppasit, pero eso podría no significar nada. —Gulf dio un paso más cerca—. O pásame tu número de celular.

—No tengo celular, lo perdí anoche en el bosque y tu gente dijo que no lo habían encontrado. —El alfa frunció el ceño cuando se acercó varios pasos más—. Y si quieres saber mi nombre, solo entra allí y pregunta.

Dicho esto, el se giró para subir nuevamente en su camioneta, pero Gulf le sostuvo del brazo, deshaciendo el agarre en cuanto él le miró.

— Tienes correo electrónico? Ha de haber alguna forma de que pueda ponerme en contacto contigo —insistió, pues el saber que marcharía para tal vez no volverle a ver, provocaba cierta ansiedad en su tigre.

—Acabo de decirte que no estoy interesado, ¿por qué eres tan insistente? —El alfa preguntó de mala gana—. Mira, lo mejor que puedes hacer es olvidar que nos conocimos.

—Sí claro, como si eso fuera tan fácil —Gulf bufó.

—Chico, no me conoces. No sabes quién soy ni de dónde vengo, no tienes ni idea del tipo de persona que soy. —El tono bajo y amenazante con el que dijo aquello, hizo que Gulf flaqueara.

—¿Quién eres?

—Nadie importante, solo alguien que conociste de paso. —El alfa levantó los dedos y los puso bajo su mentón—. Alguien que olvidarás en cuando tome mi camioneta y salga de esta comisaría, ¿bien?

Gulf parpadeó aturdido por las sensaciones que el simple toque provocó en él. El alfa le puso a un lado, acariciando su labio inferior con el pulgar en una caricia fugaz. Entonces subió nuevamente en su camioneta y Gulf le vio irse.

No sabía quién era, pero sabía que era suyo y Gulf no está dispuesto a simplemente dejarle ir como si el hecho de encontrar a su destinado no significara una mierda.

—Al menos quiero saber por mí mismo quién eres, entonces seré yo quien decida si vales la pena o no —murmuró al aire.

Decidido, el omega volvió a la comisaría, con la convicción de que no saldría de allí hasta que se enterara de todo lo que los hombres de Mile habían logrado averiguar de esos desconocidos.

Mew había conseguido una habitación en un pequeño hotel de carretera, no muy lejano a las afueras de aquel pueblo. Estaba cansado y adolorido, además el propio Win no había sanado, por lo que había decidido quedarse por unos días en lo que su hermano sanaba en su totalidad.

Dejando las bolsas con la comida y los medicamentos que había conseguido en una tienda no muy lejos del lugar, Mew se quitó la camiseta que había tomado de su maleta para cambiar la desgarrada que había tenido, junto al resto de su ropa para luego meterse al baño.

Una vez duchado, se acercó a la cama de Win y le despertó. Ambos se sentaron con un plato de ensalada a comer, aunque Win seguía sin ingerir demasiado.

—Por favor, come todo lo que puedas Win —pidió y éste asintió.

—Mew, necesito preguntarte algo y quiero que seas sincero. —Win dejó su plato a un lado y le miró con seriedad.

—¿Qué pasa?

—¿Era ese chico, el que nos atacó en el bosque, realmente es tu compañero?

—¿Por qué preguntas eso?

—Ni siquiera intentes desviar el tema, Suppasit. Estaba en mal estado, pero aun así fui capaz de escuchar cuando te lo dijo.

—No quiero hablar de eso, Win. Mejor sigue comiendo.

—Mew, por favor, ¿de verdad vas a dejarle atrás como si nada? ¿Eres capaz de hacer eso? —Win tomó una de sus manos y el ceño de Mew se arrugó.

—Win, él no es más que un desconocido para mí. Uno que trató de hacerte daño y que me lastimó a mí mismo. —Desvió la mirada, poniéndola sobre la no muy gran televisión al frente de las camas—. No siento nada por él.

—Mientes.

—Win...

—Win nada, estás mintiendo Mew, te conozco. —El mayor suspiró, levantándose para sentarse a su lado—. Estoy seguro que sentiste al menos la atracción, es imposible no hacerlo, ahora, no digo que no pueda entender el porqué de tu rechazo, justo en este momento no es el mejor para dar con un compañero...

—Tú lo has dicho.

—Pero, no por eso debes simplemente ignorarle. Tal vez podrías intentar conocerle.

—Win tu mismo lo has dicho, ¿realmente crees que iniciaría cualquier tipo de relación con alguien? La policía debe estar buscándonos, quizás no falte demasiado para que nuestros rostros estén en todos los boletines del país, los hombres del mal nacido de Piya deben estar buscándonos para seguramente matarnos.

Mew se soltó del agarre de su hermano, poniéndose de pie para acercarse a la única ventana del lugar y mirar por una ranura a través de las cortinas.

—¿Cómo podría ser capaz de iniciar algo con alguien, aun más con mi destinado? Exponerle a un peligro innecesario por mi egoísmo... Mew negó con la cabeza, girando a encarar a su hermano—. Suficiente tengo con haberte envuelto en todo esto, si le metiera en todo este embrollo y saliera lastimado, yo... nunca sería capaz de perdonármelo.

—¿Esa es la razón por la que actuaste indiferente a él? —Win preguntó, sintiéndose afligido por su hermano.

—¿Qué más podría hacer? —Mew contestó, aunque pareciera decírselo más a sí mismo—. Al menos ya sé como es, tuve la suerte de conocerle, eso es más que suficiente para mí.

—Lamento que estés pasando todo esto por mí culpa. —Win agachó la mirada, fijándola en las manos entrelazadas sobre su regazo.

—Win ya hablamos de esto, creo haberte dicho que no tienes la culpa de nada —Mew reprochó.

—Sin importar lo que digas, es debido a mí que estamos en ésta situación, si yo hubiera hablado antes tal vez... —Win calló, apretando los labios.

—¿Antes? Win, ¿exactamente hace cuánto tiempo ese tipo se estuvo propasando contigo? —Mew gruñó, acercándose para levantar el rostro de su hermano y que así le mirara a los ojos.

Win rehuyó la mirada del alfa, desviándola a algún punto en la habitación, cualquier lugar era mejor que enfrentar a su hermano.

—Win, contéstame —Mew exigió.

—Eso ya no es importante ahora —evadió—. Y no estábamos hablando de mí.

—No te hagas el listo conmigo, no evadas el tema.

—Podría decir lo mismo acerca de ti —Win refunfuñó—. Al menos deberías darle una explicación de porqué no quieres intentarlo, el pobre chico debe estar sintiéndose terrible ahora mismo.

—No lo creo, él no parece del tipo de persona que se echaría a sufrir por alguien, mucho menos por un desconocido como lo soy para él. —Y lo decía sinceramente—. Además, en todo caso, ya le di una explicación.

—¿Ah sí? ¿Y qué le dijiste?

—Que no estaba interesado en tener una relación en este momento.

—Debes estar bromeando. —Win le miró con incredulidad.

—¿Por qué lo haría?

—Pobre chico, mira que tener a un compañero tan insensible como tu. —Win negó en medio de un suspiro, aún preocupado por su hermano.

Le conocía bastante bien y sabía que Mew nunca exteriorizaba sus sentimientos, no importaba que tan mal lo estuviera pasando. Siempre se cerraba y los tragaba, luchando él solo con todo.

—Yo solo espero que no te arrepientas. —Win tomó nuevamente su plato para intentar comer algo, sabía que debía ingerir cierta cantidad de alimentos para ayudar a su cuerpo a sanar.

Mew no le contestó nada, solo volvió a mirar a través de la pequeña rendija entre las cortinas.

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Pasaron dos días completos antes de que Win se sintiera lo suficientemente estable como para que pudieran seguir su camino.

El mayor atendió sus heridas, cambiando un par de veces más para acelerar el proceso, cosa que Mew imitó.

El menor saldó la cuenta en la recepción del hotel. Win le ayudó a recoger lo poco que habían subido a la habitación y Mew se encargó de llevarlas devuelta a la camioneta, mientras el omega entonces iba a comprar suministros.

Tenían planeado moverse hasta algún lugar al norte de Phetchabun. Mantenerse cerca del bosque, tal vez asentarse por unos meses en lo que las aguas se calmaban.

Mew esperaba que ir allí, pusiera la distancia suficiente como para que Piya desistiera de buscarle. Después de todo el lugar quedaba a más de 190 km de Surat Thani.

Cuando Win volvió con las bolsas en mano, Mew le ayudó a meterlas en la camioneta, para luego subirse ellos. Le tomaría varios días corriendo en la carretera y paradas en hoteles antes de llegar a su destino. Pues Mew no pensaba ir directo allí inmediatamente.

Poniendo la llave en el contacto, Mew arrancó, saliendo del estacionamiento del hotel y no mucho después entrando a la carretera principal. Win a su lado había sacado algunas botanas y bebidas que compartía con él.

Se entretuvieron hablando de algunas tonterías y travesuras que habían hecho de niños, también recordando cariñosamente algunos de los momentos vividos junto a sus padres.

Deberían haber llevado algunos quince minutos conduciendo cuando se vieron obligados a parar a orillas de la carretera. Win a su lado se tensó, pero Mew no estuvo demasiado preocupado, pues había reconocido a uno de los tipos que le hicieron parar.

—¿Mew? —Win preguntó nerviosamente.

—Tranquilo, tú quédate aquí y no bajes por nada. —Mew se metió la mano en el bolsillo y le entregó su navaja—. Úsala de ser necesario, si tienes que escapar hazlo y Win... si dejas que te atrapen de nuevo, te la verás conmigo.

—M-Mew.

—Calma, no creo que realmente me vayan a hacer nada.

—¿Entonces por qué me estás dando esto?

—Precaución —Mew murmuró, luego abrió la puerta y bajo—. ¿En qué puedo ayudarles? —Preguntó manteniéndose a una distancia prudente de aquellos hombres, mirando cuidadosamente a cada uno de los presentes—. Hace días que salí de su pueblo y no creo haber dejado nada pendiente con ustedes.

—Aparentemente estás equivocado en eso. —El tipo que estuvo junto al tigre que le atacó aquella noche, habló—. Hay alguien que quiere hablar contigo.

—¿Qué pasa si no quiero escucharle? —Preguntó.

Justo entonces la puerta de una de las camionetas negras que había allí se abrió y Mew vio como su destinado salía de ella.

—Pasa, Mew Suppasit, que tendrás que escucharme quieras o no —él dijo, caminando hasta estar justo frente a él—. Nos vemos de nuevo, Suppasit.

Stars_Of_Saturn.

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