Capítulo 17

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Cerró la puerta con seguro e inmediatamente después empujó al omega contra la pared junto a esta, presionando su cuerpo para acorralarle al tiempo que se inclinaba y tomaba su boca.

Un gemido salió de los labios del menor justo antes de que levantara los brazos y los envolviera en el cuello del alfa, quien se agachó para tomarlo de los muslos y alzarlo. Enredó sus piernas alrededor de sus caderas y cruzó los tobillos para mantener un agarre firme con estas.

Ahora era él quien quedaba por encima del mayor, mismo que lo apretó aún más contra la pared para mantener la estabilidad. Sus lenguas luchando contra la contraria en busca de dominar el beso que al final ninguno logró ganar, pues el alfa lo rompió echando la cabeza hacia atrás, provocando un ruido húmedo.

—¿Estás seguro de que...?

—Lo estoy —Gulf le cortó, inclinándose nuevamente para besar al mayor, sin embargo, no duró mucho, pues este volvió a romperlo al poco tiempo—. Mew...

—Espera, tenemos que hablarlo, tú ya sabes cómo soy y ahora que estoy en celo voy a...

—Mew. —Gulf tomó el rostro de este entre sus manos, cortando sus palabras una vez más—. Tú mismo lo has dicho, ya sé cómo eres y soy consciente de que tu... vigor. —Sonrió, mordiéndose el labio inferior durante unos segundos—. Aumentará, pero también recuerdo haberte dicho que estoy bien con ello, más bien, encantado y quiero ayudarte, déjame ayudarte, ¿sí?

—Yo... está bien, pero si es demasiado debes decirme, ¿ok? No voy a molestarme, puedo tomar un supresor.

—Te diré —aseguró y solo entonces Mew volvió a besarle.

Poco después el mayor los guio a ambos hasta la cama, donde tendió cuidadosamente al omega. La ropa desapareció rápidamente y antes de que realmente fueran conscientes se encontraban desnudos frotándose contra el otro.

Sus manos recorrían el cuerpo contrario, acariciando donde alcanzaran. Besos húmedos eran dejados en el cuello y pecho del menor, sus pezones siendo absorbido en la caliente boca, mordisqueados suavemente y acariciados por la ávida lengua. El lubricante comenzó a escurrirse entre sus nalgas, su cuerpo preparándose para recibir a su alfa.

Mew hizo que girara sobre el colchón hasta que quedó recostada boca abajo en este y luego lo tomó por las caderas, alzándolas hasta que estuvo sobre sus rodillas. Tomó sus nalgas entre sus manos y lo abrió, lo siguiente que sintió fue la lengua de este bordeando su agujero.

Un lánguido gemido se escapó de sus labios, sus caderas comenzando moverse en contra de su voluntad, la sensación siendo demasiado buena para poder resistirse. Mew le dejó ser, concentrado en darle todo el placer que se le fuera posible.

Chupó alrededor del agujero, saboreando el ligeramente afrutado sabor del lubricante y luego hundió su lengua en él. Gulf se estremeció y se apretó alrededor de su lengua durante varios segundos, un gemido aún más alto que los anteriores saliendo de su boca. Una vez volvió a aflojar, Mew retomó el movimiento de su lengua, tratando de llegar tan profundo como se le fuera posible y tanteando todo a su alrededor.

Llevó dos de sus dedos al trasero de este, echando la cabeza hacia atrás para poder empaparlos con el lubricante y luego meterlos con cuidado en su entrada. Se deslizaron fácilmente, lo que era una buena señal, por lo que enderezándose sobre sus rodillas, se encargó de esta vez penetrarlo con sus falanges.

Metió y sacó sus dedos, abriéndolos en forma de tijera y los curvó en busca de la próstata del menor, misma que encontró al poco tiempo.

—¡Mew! —Gulf gimió, llevando una de sus manos hacia atrás, tomando su nalga para ayudarle a abrirle. Mew le dio un suave apretón en aprobación, retirando sus dedos para entonces meter tres de ellos—. ¡Oh, sí! Vamos —balbuceó, metiendo su mano restante por debajo de su cuerpo para alcanzar su pene y comenzar a acariciarse.

Para placer del omega, aumentó el ritmo con el que le penetraba y éste trató de igualarlo con el que se acariciaba a sí mismo, quejándose y bufando cuando los dedos le abandonaron repentinamente.

—No puedes correrte aún —Mew advirtió, yendo hasta el borde de la cama para tomar una tira de condones del cajón, despegando uno y dejando el resto sobre la mesita de noche.

Entonces abrió cuidadosamente el condón y luego lo desenrolló encima de su pene, dándose un par de tirones antes de ubicarse contra su agujero.

—Entraré —avisó y Gulf asintió, girando la cabeza para mirar por sobre su hombro.

Mew mantuvo sus ojos conectados a los del mayor todo el tiempo mientras comenzó a deslizarse en él, desviándolos solo un segundo a los labios de este cuando comenzó a morderlos. El ceño de Gulf se frunció, pero no dijo nada, por lo que Mew continuó entrando suavemente, aún así manteniéndose al pendiente de que éste realmente estuviera bien.

Una vez estuvo completamente dentro, se quedó quieto, dándole tiempo a que se acostumbrara. Acariciando el inicio de sus nalgas con los pulgares circularmente, cuando lo sintió completamente relajado y moverse un poco contra él, sonrió.

—¿Listo?

—Por supuesto. —Gulf le guiñó el ojo y Mew resopló una risa.

Entonces agarrándolo de la cintura, comenzó a entrar y salir de él, manteniendo un lento ritmo por los primeros minutos antes de comenzar a empujar rápidamente en él.

Gulf comenzó a mover sus caderas en contra, enterrando la cabeza entre la almohada y llevando una mano para apoyarla en la cabecera de la cama, para hacer palanca y evitar que su cuerpo saliera disparado hacia delante.

—M-Maldición. —Gulf chupó aire entre sus dientes, enderezándose lo suficiente como para apoyarse en el antebrazo de su otro brazo—. Por un momento olvidé tu complejo de martillo eléctrico.

Mew rio nasalmente ante las ocurrencias del menor, sabiendo que por alguna razón a este le gustaba balbucear algunas cosas extrañas en el acto sexual.

—¿Debería tomarlo como un halago?

—Oh, definitivamente debes hacerlo, ¡hum!

Mew se inclinó sobre él, besando la línea de su espina dorsal y deslizándose hacia su omóplato izquierdo. Sacando la lengua, lamió hasta llegar hasta la parte baja de su oreja, mordiendo suavemente el lóbulo antes de chuparlo.

Mew jadeó, un escalofrío recorriendo su cuerpo ante la acción. Mew metió una mano bajo él y tomó su mentón, obligándole a ladear la cabeza para poder besarlo. El omega enredó una mano en su nuca y tomó un puñado de su cabello, chupando su lengua con insistencia y mordisqueando sus labios.

Era un beso desordenado, debido a los constantes y rápido empujes del alfa, pero a ninguno de ellos le importó. Gulf comenzó a enderezarse y Mew le ayudó, rodeándole la cintura con su brazo restante y echándose hacia atrás hasta que estuvo sentado sobre sus pantorrillas con Gulf encima de sus muslos.

Ellos rompieron el beso, pero mantuvieron sus frentes juntas, compartiendo aliento mientras Gulf se acomodada y esta vez era él quien comenzaba a moverse. Mew chupó aire entre los dientes y gimió ronco cuando el menor comenzó a apretar y soltar alrededor de su pene, aquello le encantaba y Gulf lo sabía, si la sonrisa astuta que se formó en su rostro le decía algo.

Moviendo sus caderas circularmente durante unos segundos, Gulf se alzó con lentitud hasta que sintió que sólo la cabeza del pene del Alfa estuvo en su interior y luego se dejó caer con fuerza. Mew gruñó, el agarré en su cintura apretándose aún más, por lo que volvió a repetir el movimiento un par de veces, jugando con la paciencia del Alfa.

Por supuesto, eso también jugaba en su contra, ya que terminó desesperándose no mucho después y adoptó un ritmo constante. El colchón rechinaba bajo su peso y movimientos, junto con el ligero golpeteo de la cabecera de la cama contra la pared. Podía sentir al Alfa profundamente en él, llenándolo como no recuerda que alguien lo hubiera hecho antes y no se refería precisamente sólo a lo físico.

Un gritó abandonó sus labios cuando el mayor golpeó su próstata y de alguna forma se las arregló para aumentar el ritmo, echando su cabeza hacia atrás hasta recostarla sobre el hombro de este, su boca abierta dejando salir ruidosos jadeos y gemidos, y sus ojos fuertemente cerrados cuando Mew comenzó a empujarse hacia arriba cada vez que él bajaba.

Sintió los labios de este en su cuello y ladeó la cabeza para darle más espacio, tirando de su cabello cuando rastrilló los dientes justo encima de su glándula de olor, allí donde debería ir su marca.

Podía escuchar a su tigre rogar, vociferando un "sí, sí, por favor", deseando una marca que la parte consciente de Gulf sabía no llegaría aún, que aún no era tiempo, a pesar de que muy en el fondo incluso esa parte de sí la deseara con tanto fervor como su omega.

Llevó sus manos hasta su miembro, envolviendo su pene con una de ellas para volver a darle la atención que exigía y llevando la otra hasta sus testículos para también jugar un poco con ellos, apretándolos y tirando de ellos con la fuerza justa para que comenzara a ver estrellas tras sus párpados. Sin embargo, esto no duró mucho, pues tuvo que llevar una de sus manos a la cabecera para sostenerse cuando sintió que Mew le empujaba hacia adelante, buscando mayor libertad de movimiento.

Podía sentir un ligero cosquilleo en su cintura, allí donde Mew enteraba sus dedos, por lo que sabía era seguro que quedarían marcas allí, más no le importó.

—Me a-alegra que s-solo te quedarás con la p-parte buena de tú conejo —balbuceó sin mucha coherencia, pues se le era difícil hilar las ideas con Mew empujándose de aquella forma en él y abusando de su próstata.

No mentía cuando dijo que el mayor tenía complejo de martillo eléctrico, tenía un movimiento de caderas tan bueno que podía hacer que perdiera su mente en poco tiempo. Y que se corriera también, que por cierto él estaba a punto de hacerlo, el cosquilleo en su bajo vientre aumentando con el pasar de los segundos.

—¿Te refieres a que no soy precoz como los conejos? —Mew resopló, dando un empuje especialmente fuerte, empujando a Gulf justo por el borde.

—Eso lo haz d-dicho tú —gimió.

—Oh, por supuesto que sí, dulce —burló, apretando los dientes al sentir como Gulf lo hacía a su alrededor. Sabía que estaba cerca— ¿Quieres correrte, cariño?

—¡Sí!

—Entonces hazlo, Dulce, córrete.

Gulf gimoteó, aumentando el ritmo con el que se masturbaba, sus músculos tensándose a medida que se acercaba a lo inevitable y poco tiempo después explotó, un grito ahogado escapando de sus labios cuando su pene comenzó a expulsar tira tras tira de semen. Derrumbándose sobre la cama cuando la bruma pasó, incapaz de seguir sosteniendo su propio peso.

El pene de Mew se había deslizado fuera de él, sin embargo, aún podía sentirlo duro contra una de sus nalgas, el alfa aún no se había corrido.

—¿Todo bien allí? —Mew rio, ayudándole a acomodarse en la cama de forma que quedara de espaldas contra el colchón.

—Excelente —afirmó, limpiando el sudor de su frente con el dorso de su mano- puedes continuar—. Indicó, abriendo las piernas hasta dejarlo a cada lado de las caderas del mayor.

—Gracias, dulce, pero creo que necesitas unos minutos. —Mew, acarició su muslo.

—No seas idiota y ven aquí.

—¿Estás seguro? —Mew cuestionó dudoso.

—Que sí, coño, Mew —resopló, sacándole una carcajada al Alfa.

—Está bien —aceptó, empujando las piernas del Omega contra su pecho, después de todo él también quería correrse y confía en que si Gulf decía que estaba bien, es porque realmente lo está.

Una vez estuvo dentro de él, se agachó en busca de su boca tal y como el omega pidió al extenderle los brazos. Rompiendo el beso cuando se quedaron sin aliento, Gulf jadeó contra sus labios.

—Oh cielos, creo que voy a correrme realmente rápido de nuevo.

—¿Demasiado sensible?

—Uh-ju.

—¿Necesitas que pare un poco?

—No, no. Por favor sigue. —Suspiró, volviendo a besarle.

—De cualquier forma, yo tampoco estoy muy lejos —Mew aseguró cuando volvieron a separarse.

Entonces la conversación murió, cada uno concentrándose en el placer que su unión les otorgaba. El choque de sus pieles, junto con sus gemidos y los furtivos balbuceos de Gulf era todo lo que se escuchaba en la habitación.

Gulf se retórica debajo del alfa, sus caderas arqueándose hasta que dejaron de estar apoyadas en la cama, sus manos recorriendo la espalda del alfa y sus uñas arañando su piel. Abriendo los ojos, jadeó sorprendido al ver la imagen en el techo, allí estaban Mew y él, en la cama, reflejados en el espejo que recién se daba cuenta que estaba allí.

Al parecer había estado demasiado perdido en su placer para notarlo, sin embargo, era magnífico, observar la erótica e hipnotizante forma en que los músculos de Mew se contraían y estiraban por encima de él tras cada empuje, las líneas rojizas que sus uñas iban dejando en su piel y su propio rostro.

Oh diosa, ¿ese era realmente su rostro? Esa cara sonrojada y retorcida en una mueca que daba a entender lo mucho que estaba gozando de lo que le hacían, ¿era realmente suya? ¿Eso era lo que Mew veía mientras le tomaba?

—Joder —murmuró sin aliento, porque era simplemente demasiado caliente.

Luchó contra el impulso de cerrar los ojos por el placer, no queriendo perderse ni un segundo de aquella imagen que ambos proyectaran. Podía sentir los labios del alfa recorriendo su cuello y pecho, chupando marcas que en poco tiempo se volverían pequeños hematomas y torturando sus pezones. Alzó las piernas y las envolvió en la cintura del alfa, cruzando sus tobillos y deslizando las manos hasta el trasero de éste para apretarlo.

Tomando aquello como alguna clase señal, que Gulf no hizo precisamente a consciencia, pero que aún así agradecía, Mew comenzó a empujar aún más duro en su contra.

El rostro de Mew se interpuso en su camino y Gulf parpadeó algo desorientado, poniendo su atención en la apretada mandíbula de éste, en como el sudor se deslizaba por sus sienes y mojaba algunos de los largos mechones de su cabello. Él también estaba sonrojado y sus ojos estaban el triple de oscuros que lo normal, jadeando y gimiendo por lo bajo.

Era la vista más sexy que había tenido nunca.

—Estoy a punto de correrme, alfa —anunció con voz pesada y ronca.

Justo entonces, Guf se percató de que en realidad él también lo estaba, el cosquilleo y la presión en su bajo vientre haciéndole saber que estaba a segundos de desbordarse.

¿Cómo infiernos no se había dado cuenta de eso?

—¿Gulf?

—También estoy allí —Gulf gimió, subiendo sus manos hasta el pelo del mayor para terminar de deshacer la desordenada coleta que se había hecho.

El pelo de Mew terminó de deslizarse por su cara, creando una pequeña cortina a cada lado de su rostro.  Gulf cubrió cada mejilla con sus manos.

—Hagámoslo juntos —murmuró, atrayéndole para besarlo—. Por favor, córrete conmigo.

—Entonces hazlo ahora, dulce —gruñó cuando sus movimientos se volvieron desordenados, indicando lo cerca que estaba.

Le tomó al menos media docenas de embestidas más el empujarlos por el borde, ambos llegando al orgasmo casi al mismo tiempo, gimiendo y estremeciéndose contra el cuerpo contrario. Una vez la bruma pasó y recuperaron el aliento lo suficiente, Mew llevó una mano entre ellos y agarró la base de su pene junto con el condón, comenzando a salir cuidadosamente del Omega.

Una vez fuera, se quitó el preservativo y lo anudó, tomando algunos pañuelos de la caja encima de su mesita de noche para envolverlo y tirarlo en el pequeño bote de basura cerca del pequeño escritorio.

Volviendo a la cama, se recostó al lado de un lánguido Gulf, quien apenas giró para acurrucarse en su contra, subiendo una pierna en su cadera y recostado la cabeza en su pecho. Se las arregló para tomar la sábana que estaba a los pies de la cama y cubrirlos, sin perturbar demasiado su posición.

—¿Ahora me dirás que no fue una buena idea venir a un hotel? —Gulf murmuró en medio de un bostezo, un largo rato después.

—No lo haré, porque lo fue. —Mew asintió, acariciando la pierna encima suyo por debajo de la sábana—. Y estoy seguro de que Win estará agradecido de ello.

—Y sí, aún me siento mal de que el pobre haya tenido que dormir en la sala por nuestra culpa el otro día.

—Ya te dije que olvidaras, él no se molestó por eso. —Mew besó su coronilla—.Ahora, descansa.

Ambos se encontraban remojándose en agua tibia en la bañera de su habitación, después de que se hubieran duchado unos minutos antes, todo a pedido de Gulf. El omega había dicho que necesitaba que sus músculos finalmente se relajaran después de sus tres rondas continúas de sexo.

Lo que es gracioso porque Mew pensaba que ya se encontraba lo suficientemente relajado y lapso después de los más de seis orgasmos que había tenido. Oh, porque sí, Mew se las había arreglado de que el menor se corriera dos o tres veces antes de que él mismo llegara por primera vez.

Y no es como que Mew los había contado, pero Gulf al parecer sí lo hizo, ya que fue él mismo quien se lo comentó.

Mew no podía quitar su atención del omega, mismo que se encontraba sentado frente a él, con las piernas estiradas por encima de las suyas y la cabeza recostada en el borde de la bañera. Sus ojos estaban cerrados y sus brazos apoyados en los laterales de la misma, luciendo tan relajado que pareciera que se había quedado dormido.

Mew recorrió con la mirada cada una de las hermosas y relajadas facciones de su rostro, deslizándola por su cuello, sintiendo una morbosa satisfacción por todas las marcas de amor que había dejado sobre su piel y finalmente concentrándose en los bonitos pezones.

Ambas protuberancias se encontraban erguidas, probablemente por el contraste del agua tibia y el aire del baño. Estaban ligeramente hinchados por lo mucho que los mordisqueó y chupó antes, pero lo que realmente llamaba su atención, eran las pequeñas gotitas de agua que colgaban de ellos y brillaban debido a la luz del foco que iluminada el lugar.

Lucían tan tentativos, que Mew deseaba inclinarse y tomar una probada de ellos. El deseo hizo que se estremeciera y que su pene saltara; fue entonces cuando se dio cuenta de que tenía una nueva erección y que el calor de su cuerpo ya no se debía precisamente al agua tibia.

—¿Mew? —Gulf se removió, abriendo los ojos y posando su mirada en él. El omega tomó una profunda respiración y jadeó—. Oh por todos los... estás excitado de nuevo. —Y no, no fue una pregunta, fue una afirmación.

—Lo siento —se disculpó, no porque sintiera que fuera su culpa, sino por haber perturbado su tiempo de relajación.

—No puedo creerlo. —Gulf levantó su pierna izquierda y apoyó la planta del pie en su pectoral derecho—. Cariño, creo que esta vez voy a necesitar más de veinte minutos de descanso antes de volver a la acción. —Le empujó levemente.

Mew envolvió su mano alrededor del tobillo del omega y lo llevó hasta sus labios, dejando un suave y húmedo beso en su empeñe, y los laterales de su pantorrilla. Gulf suspiró satisfecho por los mimos.

—No te preocupes, estoy bien y no pienso hacerte nada por el momento. —Le guiñó, tomando el pie con ambas manos para comenzar a masajearlo. El omega soltó un ruidito gustoso.

—No creo que tu pene esté de acuerdo con eso, phi. —Gulf sonrió con gracia, mirando el mismo a través de la clara agua—. Me pregunto en qué estabas pensando para que te excitaras tan de repente.

—Solo es un golpe de calor —Mew contestó—. Aunque la verdad también estaba pensando en lo mucho que deseo chupar tus pezones —confesó sin ningún tipo de pudor.

—¿Mis pezones? —Gulf miró los susodichos casi con extrañeza, pasando sus dedos por uno de ellos y suspirando—. Están todos sensibles e hinchados, no entiendo porqué te gusta tanto chuparlos, ¿si sabes que no va a salir nada de ahí por más que lo hagas, verdad?

Mew se relamió los labios, concentrado en mirar como el menor jugueteaba con sus propios pezones. Su pene volvió a removerse.

—Lo sé —contestó con voz ronca- es sólo que son muy bonitos, además parece que tú también lo disfrutas—. Gulf hizo un ruidito afirmativo con la garganta.

—No voy a negarlo. —Gulf se relamió los labios, tomando una bocanada de aire, pues el aroma a excitación del alfa se volvía cada vez más espeso y su cuerpo comenzaba a reaccionar en consecuencia.

Su temperatura corporal comenzó a aumentar y su entraba comenzó a producir lubricante. Apartó las manos de sus pezones y alejó su pie de las del alfa.

—Mew, estás... —Gulf se mordió el labio, sus pupilas comenzando a dilatarse ante la excitación que iba creciendo en él.

—Perdón —se disculpó nuevamente—. Será mejor que vaya a tomarme un supresor y... ¿Gulf? —Mew cuestionó, pues cuando había intentado pararse, el omega había llevado su pie a su pecho nuevamente y le empujó de vuelta a su lugar.

—No tienes que tomar nada —Gulf murmuró, su otro pie deslizándose por su muslo hasta llegar a su pene y comenzar a acariciarlo.

Mew gimió ronco, pero se apuró a tomar el tobillo de éste entre su mano y pararle.

—Gulf, acabas de decir que estabas cansado y que no...

—Olvida lo que dije —el menor cortó, luchando contra el agarre para seguir con las caricias, lográndolo apenas—. Tengo que ser un buen omega, ¿no? Y un buen omega debe ayudar y complacer a su alfa.

—Como si eso te importara una mierda —Mew bufó y Gulf fingió sentirse herido—. ¿Desde cuándo piensas que un omega debe ser siempre complaciente y está en la obligación de satisfacer a su pareja?

—Desde ahora —respondió astutamente.

—Ya, por supuesto —Mew bufó.

—¿Qué pasa, phi? ¿No deseas que tu lindo y sexy omega te ayude? —Ronroneó con voz seductora, acariciando su pecho con su pie. Mew aflojó el agárrate en reacción, lo que le dio más libertad para jugar con su pene—. Porque tu omega está estirado y húmedo para ti.

Las aletas de la nariz del alfa se movieron y su mirada se tornó aún más oscura. Gulf sonrió, porque sabía que había caído.

Alejando sus piernas de él, las subió a los bordes de la bañera, exponiéndose para él, sabía que podía ver lo que hacía con la suficiente claridad debido al agua limpia. Llevó una mano a su cuello y la deslizó suavemente hacia abajo, deteniéndose unos segundos en su pecho para jugar con sus pezones, antes de seguir descendiendo hasta alcanzar su entrada, donde hundió dos de sus dedos.

Gimió, manteniendo su mirada fija en el alfa, quien no apartaba la suya de sus manos y lo que se hacía a sí mismo.

—¿Lo ves, phi? Estoy tan listo para ti —jadeó, comenzando a meter y sacar los dedos de su interior.

—Joder —Mew gruñó y se removió hasta que estuvo arrodillado en la bañera, entonces avanzó en su dirección.

La boca del alfa fue directo a sus pezones, comenzando a chupar con saña. Gulf gimió, enterrando sus dedos en el húmedo cabello del mayor para atraerlo más a su cuerpo.

Su mano fue apartada de su entrada y poco después sintió la cabeza del pene del alfa empujando dentro de él. Al parecer este se encontraba algo frenético, pues apenas y le dio tiempo a asimilar que estaba dentro suyo antes de comenzar a embestirle.

Mew buscó su boca y Gulf le recibió de buena gana, abriéndose para él y dejando que metiera su lengua en su cavidad, empezando una demandante y dura lucha.

Envolvió sus brazos alrededor de su cuello y bajó sus piernas de la bañera para envolverlas alrededor del alfa cuando la posición comenzó a molestarle. Mew envolvió sus brazos alrededor de él, pegándole a su cuerpo y sosteniéndole mientras le embestía.

El agua comenzó a desbordarse de la bañera ante sus rápidos movimientos, pero a ninguno le importó aquello. Mew llevó sus manos al borde de la bañera tras él y Gulf lo agradeció internamente, pues este comenzaba a hacerle daño en el cuello.

Recostó la cabeza encima de las manos del alfa y llevó las suyas a la cadera de este. El chapoteo del agua hacía el choque de sus pieles aún más ruidoso, lo que solo aumentaba el morbo en ello. Mew gemía y gruñía por encima de él, su aliento golpeándole el rostro y Gulf se sentía complacido.

Sus propios gemidos eran bastante altos y no se avergonzada de ello, Mew le había dicho que le gustaba, porque él mismo no era precisamente silencioso y que en realidad le incomodaba un poco cuando su compañero lo era, porque le hacía sentir que debía reprimirse.

Los embates eran rápidos y certeros, el glande de el alfa golpeando directamente sobre su próstata en casi cada empuje y Gulf supo que no iban a durar mucho, el alfa parecía desesperado por empujarlos por el borde y lo estaba consiguiendo con una rapidez sorprendente.

Su pene se frotaba entre ellos, lo que le daba cierto alivio. Algunos besos furtivos eran dejados sobre sus labios y rostro, mismos que correspondía a como podía entre gemidos. La presión en su bajo vientre aumentó hasta ser insoportable, sus pelotas volviéndose pesadas y contrayéndose hacia su cuerpo cuando el orgasmo golpeó su puerta.

Sus ojos rodaron atrás en su cabeza, su cuerpo se arqueó y convulsionó, el nombre del alfa saliendo en un grito de sus labios, seguido de otro ruidoso y distendido gemido cuando finalmente se corrió.

Mew continuó golpeando en él, extendiendo su orgasmo y haciendo su cuerpo temblar por la híper sensibilidad, entonces unos dientes se enterraron en su cuello y un nuevo orgasmo arrasó su sistema, aunque siendo solo un poco menos intenso que el anterior.

Mew salió de su interior, llevando una mano hacia su propio pene para comenzar a acariciarlo furiosamente, enterrando su frente en su pecho y gruñendo fuerte cuando también se corrió.

Cuando Gulf regresó en sí, el agua de la bañera terminaba de escurrirse y Mew abría la llave para que volviera a llenarse con agua limpia.

—¿P-Phi?

—Oh, hola otra vez, dulce. —Mew sonrió, atrayéndolo para sentarle en su regazo—. ¿Estás bien? Te desmayaste por un par de minutos.

—¿En serio?

—Uh-ju —murmuró besando su sien—. ¿Y? ¿Cómo estás? ¿Te duele algo?

—Estoy cansado —respondió perezosamente—. No me duele nada, pero no creo que pueda moverme.

—No te preocupes por eso, yo me encargaré de ti —aseguró—. Ahora tu solo relájate, ¿bueno?

—Está bien.

Stars_Of_Saturn.

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