29. Una gran fiesta

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


LAURA

Me miro al espejo una última vez. He apagado el teléfono y lo he dejado en casa. El espejo del ascensor del hotel donde se va a celebrar la fiesta me devuelve la imagen de una chica elegante.

Me he decantado por un vestido clásico, color frambuesa de escote corazón y corte sirena. Es de tela de raso y encaje sobre puesto. Tiene una abertura lateral que llega hasta casi la altura de la ingle, dejando ver mi estilizada pierna. Me he recogido el pelo y llevo pequeñas horquillas con cristales rojos de Swarovski por todo el pelo. El maquillaje es sutil, pero, mis labios carmesíes resaltan sobre lo demás.

Llevo unos zapatos salones So Kate de Christian Loubutin. Son un lujo que me encanta. Algo a lo que me niego a renunciar. La cartera a juego es maravillosa. Me entra lo justo y necesario. Pero no el celular. Y viendo que el idiota de Nico ha decidido renunciar a esto, voy a disfrutar de esta noche de paz. Disfrutaré de la preciosa fiesta que yo he organizado en honor a mi hermano Charlie.

Me retoco el pintalabios justo antes de que las puertas se abran. Llego diez minutos tarde, es lo estándar para no llegar pronto y quedar de ridícula adicta al trabajo. Vendito protocolo. En la invitación se especificó que la cena sería de gala, así que casi todos los hombres van en traje.

Lo primero que veo es a mi abuelo, que se dirige hacia mí. Como siempre me hace una reverencia, que devuelvo con cortesía y me toma una mano para besarla con galantería.

— Esta preciosa esta noche Mon Cherí.

— Me va a sacar los colores, galante caballero —le contesto siguiente su protocolo ridículo.

Su sonrisa se hace enorme y me guiña un ojo.

— ¿Cómo estás? —me dice bajito, me recoge del bazo y me acompaña hasta la barra donde hay algunos de los abogados. Todos nos miran, normal. Se supone que soy una becaria.

— Deberías cortar el rollo o la gente va a pensar cosas raras —le digo sonriente.

— ¡Que piensen lo que quieran! —y sé que lo piensa de verdad— ¿Dónde está ese novio tuyo al que estoy deseando conocer?

— No va a venir —le digo de mal humor. Es el humor que se me pone, solo de pensarlo.

— ¿Por qué?

— Por que acaba de perder a su única familia y lo está pasando mal.

No creas que no me pongo en su lugar, pero, me cuesta tanto saber que él está mal y yo aquí. Y más que eso. Que voy a vivir esto sin él. Aunque no esté aquí me gustaría que me viese, me he vestido para él. Para que me desnude con esas manos que son la mayor de las delicias.

— Ahora tú eres su familia.

— Ya claro. Abuelo, acabamos de conocernos como quien dice.

Bebo un sorbo de lo que sea que contiene la copa que he cogido de la bandeja. Parece champagne.

— A mí, solo me hizo fata una noche para saber que Gertrude era la mujer de mi vida. Y tu padre mira. Se enamoró en una semana.

— ¿Por qué crees que eso es lo que yo tengo con él?

— Porque lo veo en tu mirada.

Me coge el mentón con sus manos. Ojalá Nico pensase lo mismo. Retiro mi cara y miro alrededor, no quiero que nadie me mire y vea estas caricias por parte de alguien que no me conoce.

— Puede que él no me quiera como yo a él.

— No creo que tu corazón se haya equivocado tanto.

— Ya, claro.

— Laura —mi padre se acerca con su perfecto esmoquin acompañado de mis hermanos Roy y Charlie. Le sonrío y les tiendo la mano. Todo muy cordial.

— Esto es ridículo —me dice Charlie por lo bajito— Todos aquí deberían saber quién eres. ¿Por qué no puede ser becaria alguien de la familia?

— Déjalo —le digo seca—. No es el momento ni el lugar.

— Como quieras —levanta sus hombros.

— Está todo perfecto Laura —mi padre marca las distancias mientras me habla.

— Es cierto —Roy Jr le sigue con educación—, te lo has trabajado mucho. Merece una buena compensación.

— Eso espero.

— ¿Quieres un puesto? —bromea Charlie a lo que mi padre y Roy no se ríen ni un poquito, es más, le miran con cara de reproche.

— ¡Deja de decir tonterías! —le corta mi padre.

— Caballeros —Martín se une al grupo de hombres y yo solo quiero huir de aquí.

Martín va cogido de una chica que lleva un vestido bastante llamativo. Extremadamente corto, enseñando más pecho del que permite el decoro y mascando chicle. Una choni de estas, tipo Amy Winehouse. Maquillada como una puerta y con un perfume de esos baratos que se nota que son de imitación.

— ¿Qué quiere señor Valdeoliva? —mi abuelo le habla en ingles a lo que la chica pone mala cara. Encima no sabe ni inglés.

— Saludar a los socios, lo típico que se hace en las empresas en este tipo de fiestas —me mira y me coge un mechón de pelo, que logro apartar de golpe—. Una fiesta espectacular Laura.

— Gracias —le digo y decido ignorarle.

— ¿Has montado todo esto? —me dice la chica sin gusto de repente a lo que asiento— Te ha quedado de la hostia, tía.

Wow, peor de lo que pensaba.

— Gracias —le digo a la chica que, aunque parezca muy choni, tiene algo que me gusta. Como un aura. No sabría explicarlo—. Con vuestro permiso —me disculpo—, debo irme. Gracias a todos por sus cumplidos.

Me voy por patas de aquí. Menuda fiesta. Me encuentro al otro lado de la sala con Lola y Carmen. Las dos chicas con las que mejor me llevo.

— ¡Lau! —Lola me levanta la mano y voy en su dirección con una sonrisa— ¡Madre mía, chica! Menudo modelazo.

Las dos me repasan de arriba abajo y me río sin querer.

— Vaya zapatos, son preciosos —me dice Carmen.

— ¿Os gustan? —ambas me asienten— Treinta euros en rebajas —les miento—, son de imitación —Más mentiras.

— Preciosos. Ya me dirás dónde los has comprado, porque son preciosos. Por cierto —Lola cambia de tema— ¿Dónde está Nico? Pensaba que vendría esta tarde.

— Bueno, aún no supera lo de su abuelo y no ha querido venir.

— Pobrecillo, debe ser un palo muy gordo.

— Sí chica, pobrecito.

— Bueno, ¿por qué no hablamos de otro tema? —las corto de golpe, no quiero habar de Nico y mucho menos que se tiren todo el tiempo compadeciéndose de él. No porque no lo merezca, si no porque él odiaría que lo hiciesen. Aunque no sé por qué le defiendo si estos días me ha tratado como una basura. Y estoy muy enfadada con él.

— Tienes razón. ¿Has visto al ligue del señor Valdeoliva? Parece una poligonera.

— Sí que lo es. Tiene toda la pinta. Y esas pintas que trae.

— Bueno, ha tenido la mala suerte de que Martín la ha traído al evento equivocado.

Ambas se ríen.

— Seguro que limpiando los bajos en una discoteca del centro la chica es una crack.

— Sois muy brujas —les digo y me bebo lo que me queda de copa.

— Pues, bien que te gusta cotillear con nosotras.

Me río, pues tienen toda la razón. Soy cotilla por naturaleza, eso es así. Les sonrío y busco con la mirada algún camarero para servirme otra copa. Espero que la cena no tarde mucho o me voy a emborrachar.

Llevamos una hora en la barra, las chicas no han dejado títere con cabeza. Creo que han criticado a todos y cada uno de nuestros compañeros. Me he enterado de cosas que han pasado en la oficina que yo ni me imaginaba. Me he reído como hacía tiempo que no lo hacía, pero no dejo de pensar en Nico. Querría que estuviese aquí, a mi lado, mirarle y saber que todo va a estar bien.

Me siento intranquila, por cómo están yendo las cosas. Por lo mal que estamos a pesar de que sé que nos queremos. Imagino que todas las parejas tienen baches. Pero... ¿No es muy pronto para nosotros? Y eso que ni siquiera es el primero.

Echo en falta mi teléfono. No sé si Nico habrá visto mis llamadas ni si las habrá contestado y eso me mantiene en alerta constante.

— Laura —Roy, mi hermano me saca de mi ensimismamiento. Viene con mi abuelo—, Mi abuelo, el señor McFarland quiere felicitarte por el trabajo que ha hecho con esta fiesta ¿Podría dedicarnos un rato?

Miro a las arpías de mis amigas y asiento, tomando el brazo del abuelo y saliendo a un balcón más privado, donde no hay nadie.

— Roy —mi abuelo se dirige a mi hermano— ¿podrías dejarnos solos?

— Claro, iré a por algo de tomar.

Mi hermano desaparece por el ventanal hacia el interior y nos deja solos a mi abuelo y a mí.

— Sé que quieres hablar conmigo.

Le miro.

— ¿Cómo lo sabes?

— Soy medio brujo —me río ante su broma.

— Es cierto. No quiero casarme con Martín.

No voy a andarme con medias tintas.

— Yo no puedo hacer nada, hija.

— Claro que puedes —¿Me lo está diciendo en serio? —, eres el único que puede, de hecho.

— No. Tu padre no lo querría.

— ¿Y? Me importa un comino el ego o el honor de mi padre. Y si esto me cuesta que me dé de lado, créeme que me da igual.

— Laura...

— Laura nada. Estoy cansada. Perdió la empresa por tonto, por no pedir dinero, por orgullo y yo voy a pagar los platos rotos de sus estúpidas decisiones.

— ¿Y qué quieres que haga yo?

— Darme el dinero, pagar la deuda de papá con el padre de Martín, echarlos del bufete y quedar libre.

— Tu padre no querrá el dinero.

— ¿Crees que eso me va a frenar? Si tú no me lo das me buscaré la vida por ahí, tengo amigos que me lo dejarían. Prefiero que lo hagas tú. Que la vergüenza se quede en la familia y deshacernos de esta mierda.

— Creo que tu padre debería estar aquí.

— Hace tiempo que mi padre no tiene ni voz ni voto. Ahora mismo la empresa es mía por mi compromiso con Martín, solo mía y es mi decisión pagar su deuda.

— Te pedirán intereses.

— Pues se los daré.

— No lo sé... yo...

— Pues necesito una respuesta pronto. Abuelo quiero poder ser feliz con mi novio. Le estoy mintiendo con mi nombre, mi familia y mi compromiso. No voy a atarme a una persona por este motivo y menos a una persona como esa —señalo al salón de dentro—. Es machista, retrógrado, imbécil, guarro y mal abogado, y lo sabes.

— Ya lo veremos hija. Dame un tiempo. No quiero que tu padre se sienta ofendido conmigo por ayudarte.

— Ya te he dicho que dejes de pensar en él. ¡¡Y por una vez en vuestras cuadriculadas vidas pensad en que me estáis jodiendo la vida a mí!!

Me voy como alma que lleva el diablo. Voy muy enfadada. Los hombres de esta familia son cabezones como ellos solos. ¿En serio es más importante el orgullo que la felicidad de una hija? Estoy empezando a hartarme de sostener esta situación.

Voy al baño de señoras y justo cuando voy a salir escucho unos sollozos. Me quedo pegada a la puerta hasta que esta se abre de golpe y casi me caigo.

Una llorosa Amy Winehouse de palo, me sorprende con unos churretones de rímel por toda la cara.

— Hola —le digo, pero ella rompe a llorar y me cierra la puerta en las narices— ¿Estás bien?

La chica solo llora, algo que a pesar de venir de quien viene me parte el alma. Le paso un pañuelo de papel que llevo en la cartera por debajo de la puerta y espero. Lo coge y se oye como se suena los mocos.

— ¿Ningún hombre puede ser bueno en esta vida? —rompe en llanto de nuevo.

— ¿Qué te ha pasado? —le pregunto de nuevo.

La puerta se abre y la veo sentada en el váter con el pañuelo en la mano.

— ¿Sabes esas veces en las que piensas que esta vez va a salir bien y vas a salir de tu mierda de vida? —le asiento sin decir nada— Pues eso me pasa.

— ¿Martín?

— Sí. Llevamos como dos meses viéndonos. Trabajo en un club de striptease, dejo que los hombres me toquen y beban de mis tetas para pagarme la casa en la que vivo con mi hija Martina. Estudié danza y ¿eso para qué vale? —la miro en silencio— ¡Para una mierda! Para eso te vale. Mi madre tenía razón cuando decía que debía quedarme en casa y estudiar. Pero quise dejar de estudiar para bailar. Y mírame. Los hombres solo me quieren para hacerse una paja y luego casarse con otra.

— Hombre chica —le digo acariciando su hombro—, ya será para menos.

— No —me mira y veo que tiene los ojos con lentillas de color negro. Pero que no es su color de ojos— no es para menos.

— ¿Te gusta Martín?

— ¡Qué! —se sorprende— Bueno, me ha tratado bien. No sabe que tengo una hija claro. Pero me ha prometido sacarme del club nocturno donde trabajo. Pensé que hablaba en serio. Pero por lo visto él está con una de su clase social. ¡Está prometido! —se limpia las lágrimas restregándose el negro por toda la cara. Pobre.

— Será mejor que lo olvides. Y que te limpies la cara, anda ven.

Cojo otro pañuelo y lo mojo un poco en agua. Limpio como puedo los restos negros de su piel y me fijo en que es bastante guapa.

— ¿Por qué vistes así? Eres muy guapa —le digo cuando parece que he arreglado un poco el asunto.

— Bueno, es como le gusta a Martín.

— ¿Cómo te has enterado de la de su compromiso? —la chica por fin parece estar más clamada.

— Porque su padre le ha dicho que es un inconsciente trayendo a una fulana —solloza y sigue—, osea yo, a un evento como este. Y más sabiendo que su prometida estará aquí. Que debe conquistarla y dejar de hacer el idiota.

— ¿Eso le ha dicho? ¿Y qué le ha dicho Martín?

— Que ella está con otro y que no le quiere, que debe buscar en los clubes lo que su prometida no le va a dar de momento. Cuando se casen ya será otra cosa.

— Está listo si piensa que voy a casarem con él —suelto sin pensar.

— ¿Tú?

La miro. ¡Mierda! Menuda bocaza tengo.

— Bueno, pero, no te preocupes, no pienso casarme con ese gilipollas. Tengo novio, mucho mejor que él. Y me buscaré las migas para deshacer ese matrimonio.

— ¿Pero...? No entiendo... —y yo tampoco sé cómo hemos podido llegar a esto.

— Olvídate de Martín. Es un idiota y es mejor que sepas que estás mejor lejos de él. No se merece una buena mujer a su lado. Y aunque te conozco de hace poquito —la chica sonríe—, creo que eres una buena chica. Quizá necesites pedirle ayuda con el estilismo a alguna amiga, pero...

— ¿Por qué estás prometida a alguien a quien no quieres?

— Por mi familia. Pero estoy buscando la manera de deshacer eso. De verdad. No sé cómo, pero lo haré.

— ¿Tú novio sabe que...

— ¡Nooo! —la corto y suelto una risa nerviosa— Si se enterase me mataría. Espero que sepa perdonarme cuando lo solucione y se lo cuente algún día.

— Oh —la chica se termina de limpiar y ambas salimos del baño.

Nada más salir Nico está frente a mí. Lleva un esmoquin que no sé de dónde ha sacado, porque él no tiene y no quiso comprarse ninguno. Tiene unas enormes bolsas en los ojos por estos días, está algo pálido, pero está plantado frente a mí.

— ¿Este es tu novio? —miro a mi acompañante que nos mira y le asiento.

— Soy Nerea, un placer —y la chica le suelta dos besos. Nico le responde con una sonrisa y luego se centra en repasarme con la mirada.

— ¿Qué haces aquí? —le digo algo seca. Debo mantenerme firme. No puedo fingir que le perdono sin más.

— Me han dicho que una chica maravillosa ha organizado una gran fiesta. Estaba en casa aburrido y he pensado que podría pasarme.

— Yo os dejo solos ¿vale?

Nerea sale disparada en dirección al gran salón. Y me centro solo en el chico alto, con ojos negros que me mira. Y decido que voy a disfrutar de mi gran fiesta.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro