fourteen ──── prohibited kiss

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───────── CHAPTER FOURTEEN,

PROHIBITED KISS ─────────



❛ Quieres cambio sin sacrificio.  Quieres paz sin lucha.  El mundo no funciona así  ❜



Acacia encontró el almacén que sería su punto de reencuentro con el resto de primogénitos. Soltó el aire retenido, agradeciendo haber podido llegar a ese lugar con el hijo de Zoqri, no estaba segura si era la más apropiada para esa misión, pero pudo completarla.

Ella revisó el lugar, tocando las grandes paredes metálicas que formaban un perfecto cuadrado con una puerta de metal adelante y atrás, justo como la chica de la tienda mencionó. El lugar estaba perfeccionado para poder vivir ahí, tenía agua y un baño decente.

Alexander abrió la puerta, empujándola mientras Acacia se preparaba por lo que podía salir de ese lugar. Las luces se encendieron automáticamente, mostrando las diversas cosas y mueblerías que se encontraban dentro. La chica no mentía, su padre era un ladrón que portaba buenos objetos de calidad.

──── Entra, iré a revisar ──── ella ordenó, sacando su espada.

La princesa caminó alrededor de ese lugar, inspeccionando que ese almacén no fuera un riesgo para ninguno de los primogénitos. Empujó una puerta en la parte trasera, encontrando el baño limpio y una pequeña ducha que funcionaría para ellos.

Necesitaban limpiarse después de un largo día en ese mundo.

Regresó donde Alexander, encontrándolo con la mirada perdida en el suelo. Sabía que el chico tenía preguntas sobre lo que estaba sucediendo, pero ella no era la mejor astral para decirle la razón por la que todos están tratando de matarlo. No era capaz de verlo a los ojos y decirle que él era la única esperanza de que su planeta no sufriera una guerra.

──── Encontré un baño ──── ella mencionó, señalando la parte trasera ──── Vamos, te limpiaré esa herida.

Él se levantó, persiguiendo a Acacia con pasos lentos al pequeño baño. La princesa hizo que tomara asiento en la improvisada mesa junto al lavamanos para que fuera más fácil limpiar toda la sangre seca. Inspeccionó la herida, pudiendo ver que no era tan profunda pero no podía estar segura si el hijo de Zoqri portaría la misma sanación que ellos.

──── Le pediré una camisa a los astrales para ti, no puedes andar así en la calle ──── dijo, analizando la camisa manchada que poseía ──── Giles te revisara la herida cuando regresen. No es profunda, pero él es el mejor y sabrá que es necesario para que sane bien.

──── Bien ──── asintió, distraído por los movimientos de la astral. Alexander se sentía embriagado por la forma en que Acacia se movía con tanta delicadeza que se preguntaba si ella era humana ──── ¿De dónde eres?

──── Planeta astral ──── respondió, enfocada en vendar el brazo del chico.

──── ¿Astral? ──── repitió, lanzando una mirada curiosa ──── ¿Hay otros planetas con vida?

──── Eso creo, los humanos son de corto pensamiento ──── ella murmuró, apretando la venda para que funcionara como torniquete ──── Nosotros nos mantenemos en nuestra propia burbuja también, pero sabemos que no somos los únicos habitantes.

Acacia se levantó de su posición, observando su reflejo en el espejo sucio. El corte en su mejilla empezó a desvanecerse, quedando una línea rosada sobre su piel que tenía moretones. La herida en su pierna también sanaba a su paso, por lo menos no estaba sangrando.

Ella cambió su traje, vistiendo nuevamente su ropa sucia. Empezó a sacarse las botas y después la camisa, incomodando a Alexander cuando vio el sostén negro apretando sus pequeños pechos.

──── ¿Necesitas privacidad? ──── balbuceó, mirando el techo.

Ella sonrió coqueta, lanzándole una mirada ──── Solo si tú quieres, por mí no hay problema.

Alexander lo hizo, levantándose para darle espacio. Acacia solo agitó su cabeza, aceptando que pertenecía a los Zoqri sin dudarlo. Aprovechó ese tiempo para darse un baño rápido, lavando su cabello y quitando todo rastro de sangre en su cuerpo.

Al finalizar, se colocó una falda oscura junto a un short, no podía utilizar otra prenda por la herida en su pierna, no quería que fuera a infectarse o hacerse peor. Se colocó una camiseta del mismo color junto a un abrigo, calentando sus brazos tras el frío de esa ciudad.

Soltó un suspiro, aceptando que a pesar de los obstáculos tenían al astral perdido, ahora debía de pensar en cómo mantenerlo con vida hasta que llegaran al planeta Astral y no solo eso, también en suprimir esos alocados sentimientos que estaban creándose. Cubrió su rostro entre sus manos, pensando en qué sucedería si solo por esa noche, se dejará llevar por lo que sentía.

Salió del improvisado baño, dejando que su cabello cayera libremente en su espalda. Ella agarró una silla, sentándose a una distancia considerable del chico.

Abrió la mochila, buscando comida que calmará su estómago y pudiera darle más energía. Lanzó una bolsa de galleta al humano, él la agarró con dificultad, haciendo malabares para evitar que no cayera al suelo.

Acacia sonrió ante su gesto ──── Recárgate, todavía tenemos más noticias para ti.

Sacó una bolsa para ella, mordiendo las orillas donde se concentraban las chispas de chocolate, lo que más le gustaba.

──── ¿Tu planeta es muy diferente al mundo? ──── Alexander preguntó, teniendo curiosidad sobre lo que estaba ocurriendo ──── Nunca había oído del planeta Astral.

──── Los humanos no deberían de saber de nuestra existencia. Vivimos en paz a comparación del suyo y nos dividimos en reinos, cada rey puede gobernar a su manera, pero al final, cada uno de ellos se complementa en crear un planeta de paz ──── respondió, encogiéndose de hombros ──── Somos muy diferentes a este mundo, pero también parecidos.

──── Tengo tantas preguntas que hacer ──── confesó el chico, agitando su cabeza ──── Sigo pensando que esto es un gran... sueño.

Ella sonrió, ladeando su rostro ──── No lo es. Puedo asegurarte que soy real ──── murmuró, asintiendo ──── Todos somos reales.

Alexander asintió, viendo a Acacia cómo iba poniendo espacio entre ellos. Algo más estaba ocurriendo, algo que se creó en ese tiempo que compartieron que todavía no tenía un nombre, pero era algo tan fuerte, como una conexión que sería imposible de romper.

──── ¿Por qué siento que estás alejándote? ──── Alexander cuestionó, moviéndose en su asiento con inquietud.

──── Porque lo estoy haciendo ──── confesó la princesa, sintiendo el cosquilleo en su pecho ──── Suelo mantener mis sentimientos para mí misma, pero por alguna razón, estar contigo se me está haciendo difícil contenerlos.

──── No lo hagas ──── pidió en voz baja. La miró fijamente, suplicando que no se detenga a sí misma ──── Yo también lo siento. Me siento... seguro, protegido y eso me agrada.

──── No deberías confiar ciegamente en mí ──── negó la princesa, cruzando sus brazos ──── No me conoces, Alexander. Solo te he demostrado una faceta de lo que soy, hay mucho más en mí que probablemente no te guste ──── confesó, frunciendo sus cejas.

──── No me importa ──── Alexander dijo, levantándose de su asiento ──── No importa porque me hace sentir que soy importante.

Acacia lo miró, hipnotizado por su rostro vulnerable y la manera en que estaba tratando de enfrentar ──── Claro que lo eres ──── susurró ──── Solo que todavía no lo sabes.

La princesa se levantó, encontrándose a mitad de camino con el chico. Su altura desgarbada no ayudaba a su apariencia tímida y menos en ese pobre intento de parecer fuerte ante ella cuando sabía que él era tranquilo, poco seguro y por eso tenía la urgencia de protegerlo.

Ella pasó sus dedos por el brazo desnudo del humano, sintiendo la electricidad proyectar en todo su cuerpo como si lo reconociera.

──── Yo... me gustas ──── confesó Alexander en voz baja, sintiendo su corazón latir con rapidez ──── Solo quiero que lo sepas.

Acacia siguió acariciándolo hasta llegar a la barbilla de Alexander, tenía un resto de barba que empezaba a aparecer, dándole un toque más maduro. Ella sonrió con sus palabras, gustándole como sonaba, ella era amada por el hijo de Zoqri, incluso si no la conocía por completo.

──── Gracias ──── él murmuró ──── Por ayudarme.

Ella asintió distraídamente, enfocándose en el movimiento de sus labios. Tenía una gran urgencia de poder callarlo y calmar esos latidos enloquecidos de su corazón.

──── Arriésgate tu vida... ──── siguió diciendo.

Acacia no pudo ordenar sus pensamientos, sabía que el caos solo tenía un nombre y era el humano que tenía delante de ella. Estaba luchando con sus propios sentimientos, recordándoles que su amor tenía un precio a pagar, uno que siempre la dejaba sola además que al chico que tenía enfrente iba a pasar un infierno por su culpa.

¿Cómo iba a decirle que ella sabía lo que iba a suceder y decidió callarse?

Aun así, siguió pasando sus dedos por el cabello rubio, necesitando inclinarse para observarlo mejor. Esos ojos azules brillaban, llevando tantos sentimientos dentro que estaba sorprendida en que el chico pudiera mantenerlos.

──── ¿Qué harías si te besara? ──── Acacia preguntó desinteresadamente.

Alexander absorbió aire y lo expulsó, dando una sonrisa a medias.

──── Lo aceptaría.

Ella jugó un poco antes de inclinarse, pasó su lengua por los labios de Alexander y envolvió sus dedos detrás de la nuca del humano, impulsándose para llegar a él. Presionó sus labios, sintiéndose cálidos y suaves mientras su pecho explotaba de la emoción.

Alexander lo disfrutó, dándose su tiempo para acariciarla como tanto quería. Sintió cómo su cuerpo temblaba con cada toque que la princesa ejercía, necesitando más de ese fuego que estaba creciendo en medio de los dos.

Acacia hizo que retrocediera hasta dar con una silla. Alexander se sentó, agarrando las piernas de la astral para acomodarla entre sus piernas sin terminar el contacto de sus labios. El humano sentía como poco a poco iba perdiendo su respiración, pero se negaba a dejarla ir, no quería terminar ese sueño donde, por primera vez, se sentía amado.

Ella se separó, dejando que sus frentes se juntaran mientras respiraba. Una gran sonrisa apareció en los labios pálidos del humano, mostrando la felicidad que portaba en esos minutos por haber terminado con esa agonía.

──── No te vayas ──── le suplicó Alexander, cerrando sus ojos ──── No estoy preparado para que este sueño se termine.

Acacia recorrió la mejilla del chico con suavidad, negando ──── No me iré de tu lado porque no soy un sueño ──── dijo con voz tranquila. Agarró una mano del pecho, posándola encima de su alocado corazón ──── Soy real y estoy aquí para ti.

Acacia pedía que ese momento no se terminará, esa ilusión de poder ser amada y deseada por alguien más era todo lo que deseaba. Quería poder amar sin lastimar, querer sin temor y ser apreciada sin llevar a la ruina, pero todo eso iba a terminarse.

Alexander no podía alejar sus manos, estaba embriagado por la forma en que el cuerpo de la princesa se amoldaba al de él, como si ella fuera hecha para estar a su lado. Su mirada, aquellos ojos rojos tan extraños ya no le daban temor, en cambio, deseaba ser visto por ellos por el resto de su vida.

Por eso, cuando Acacia se levantó y creó una distancia entre ambos, se sintió confundido con lo que estaba ocurriendo. La puerta fue abierta, entrando dos personas con aspectos similares a la de la no tan desconocida.

Giles y Calista tenían sangre en sus trajes al igual que sus espadas. Acacia se cruzó de brazos, mirándolos con preocupación.

──── ¿Dónde están Dion, Gaea y Bronte? ──── cuestionó a los dos astrales.

──── Los perdimos ──── informó Giles, cambiándose el traje igual que Calista. Ambos miraron al chico sentado en la silla, dándole un asentimiento a Acacia.

──── Hola, soy Calista ──── sonrió la astral, dando una ligera sonrisa que Alexander comprendió como amigable ──── Pertenezco al reino de Grabzia.

──── Soy Giles de Tharan ──── se presentó el astral, irguiéndose en su mayor altura ──── Me alegra ver que estás bien.

──── Si, soy Alexander ──── respondió el humano, carraspeando mientras les daba una sonrisa incómoda ──── Un gusto. Pueden llamarme solo Alexander.

──── Por el momento, después tendrá un considerable y largo nombre como nosotros ──── Acacia mencionó, ladeando su rostro ──── Él se parece, ¿no? ──── les dijo a los astrales que no podían quitar su mirada encima del chico.

Calista asintió, observando a la astral con sus ojos brillosos. Era imposible no encontrar esos detalles que lo relacionaban con el rey astral, aquel hombre que fue esencial en su crecimiento y el cual, fue un padre para todos los primogénitos.

──── Lo es ──── susurró ella, aguantando las lágrimas que querían salir ──── No queda duda que estaban en lo correcto.

Alexander le dio una mirada a Acacia, silenciosamente, pidiendo una explicación de lo que estaba sucediendo. Ese fue un gesto que Calista no pasó por alto, su mente recorriendo toda la información que oyó de los ancianos.

Aunque Acacia no le gustaba aceptar las historias del planeta astral, Calista si lo hacía, amando oírlas y recordarlas. Los reinos de Zoqri y Poxzia fueron creados para ser almas gemelas, si nacía un astral en Zoqri, también lo hacía en Poxzia y los dos eran marcados para vivir el resto de su vida juntos,

No era algo forzado, sino puro.

Los ancianos decían que un alma bajaba y se dividía en dos hasta que se encontraran de nuevo en el planeta y volvieran a ser esa sola alma. Calista amaba oír las historias, preguntándose si era posible que fuera verdad, pero ahora, enfrente de Alexander y Acacia, podía confirmar que esa alma dividida, volvió a encontrarse.

──── Deberían de limpiarse ──── propuso Acacia, señalando la parte trasera ──── Hay un baño adecuado, pueden tomar una ducha.

──── Es lo mejor, mientras tanto, no lo molestes ──── Giles pidió a la princesa haciéndola sonreír. Sabía cómo era Acacia, prácticamente creció junto a ella y sus extraños comportamientos ──── Prometo que aclararé tus dudas, Alexander.

──── Eso espero ──── musitó él.

Calista se acercó a su amiga, dejando que la envolviera en un abrazo. Acacia inspeccionó su rostro en busca de alguna herida, pero todo estaba bien, tal como rogaba.

──── Me alegra que estés bien ──── comentó Calista, soltando un suspiro ──── Se supone que no íbamos a separarnos.

──── Los astrales nos acorralaron, no tuvimos opción ──── negó, pasando mechones cortos detrás de su oreja. El rosado parecía brillar bajo las tenues luces de ese almacén ──── Lo importante es que seguimos aquí, esperemos al resto para iniciar.

──── Si ──── sonrió ──── Alcanzaré a Giles.

Acacia dejó que se fuera, mirándola hasta que desapareció en el baño. Paseó por todo el lugar hasta encontrar lo que deseaba, quitó el polvo de los cojines de un sofá que parecía demasiado cómodo y se acostó, necesitando descansar.

Cerró los ojos, intentando olvidar esos minutos donde dejó que sus sentimientos se libraran. Durante unos minutos estuvo en completa calma hasta que sintió una mirada penetrante, supo a quién pertenecía al instante.

──── ¿Qué quieres? ──── ella preguntó, tratando de no sonar tan dura.

La silla chilló al ser arrastrada por el humano. Él apoyó sus codos en el sofá, acercándose lo más posible.

──── Sobre el beso...

──── ¿Sí? ──── insistió, queriendo oírlo titubear por los nervios ──── ¿Te ha gustado?

──── Si ──── confesó en voz bajando, intentando esconder el sonrojo de sus mejillas ──── Me gusto. Nunca había sentido nada parecido.

Ella mordió su labio, idealizando lo que diría. Se incorporó, asustando a Alexander en el proceso por lo repentino que fue.

──── Mira, Alexander, lo que sentiste fue... es difícil explicarlo, pero solo debes de saber que no volverá a pasar. No puedo estar contigo, mucho menos en estos tiempos donde debo mantener mis sentimientos bajo control.

Alexander frunció sus cejas oscuras, confundido ──── No lo entiendo, tú me besaste.

Acacia ladeó su cabeza, asintiendo. Bajo la mirada, deseando no haber sido víctima de sus impulsos, pero ahora tendría que corregir ese error, incluso si eso ameritaba herir un poco al humano.

──── Si, suelo tener esos cambios de humor ──── se excusó ──── Solo fue un beso, Alexander. No me conoces y yo tampoco te conozco. Todo lo que sientes, no es verdadero ──── ella negó, sin querer explicar sobre la extraña conexión entre ambos ──── Solo... sientes que te gusto porque te he ayudado por este mal momento. Créeme, lo olvidarás dentro de poco.

──── Pero no quiero hacerlo ──── él contradijo con firmeza. La miró fijamente, manteniendo el valor de hacerlo ──── No me gustas solo porque me has salvado mi trasero, hay algo más que no me estás contando, ¿cierto?

Ella sonrió burlonamente, gustándole que el hijo de Zoqri no se deje engañar por esas tonterías, incluso le hizo desear decirle sobre la verdad, pero era mejor mantenerlo un poco más y no obstruir en el plan de llevarlo al planeta Astral.

──── No hay verdades que tú debas de conocer ──── contradijo la princesa, volviendo a acostarse. Cerró sus ojos, volviendo a relajarse ──── Fue un beso. Estoy segura que podrás olvidarlo y no comentarles a mis compañeros lo que he hecho.

Una molestia empezó a surgir en el chico, desagradándole la forma en que Acacia solo estaba olvidando lo que pasó hace unos minutos. No sabía las razones por la que actuaba de esa forma cuando le prometió que estaría ahí para él y ahora, estaba alejándose como si sus palabras no impactaron en él.

──── ¿Eso es todo? ──── interrogó Alexander, sintiéndose tonto por toda la situación ──── ¿No dirás nada más?

──── No tengo nada que decir ni repetiré mis palabras. No me conoces, solo la faceta que quise enseñarte y yo tampoco lo hago ──── dijo con dureza ──── Lamentablemente no quiero una relación. Solo doy lo que otros quieren y ya sabes exactamente a qué me refiero.

El rostro de Alexander se volvió completamente pálido, perdiendo toda expresión. No quería acostarse con Acacia sin conocerla primero, quería hacer las cosas bien y que ella soltará esa pregunta, solo la convertía en alguien irracional.

──── Parece que me di una impresión equivocada sobre el tipo de persona que eres ──── susurró Alexander con enojo.




primeros problemas entre nuestros astrales pero como dicen, si no duele, no es bueno

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