twenty seven ──── danger of loving you

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────────── CHAPTER TWENTY SEVEN,

DANGER OF LOVING YOU ──────────



❛ Uno nunca debe dar la espalda a un peligro amenazante  y tratar de escapar de él. Si haces eso, duplicarás el miedo pero si lo enfrentas de inmediato y sin titubear,  reducirás el miedo a la mitad, nunca huyas de nada. ¡Nunca! ❜



Después de la salida urgente, Acacia solo pudo devolverse a su habitación, escondiéndose de sus invitados y las preguntas sobre lo que sucedía.

La astral pudo sentir el cansancio recorrer su cuerpo, no solo físico sino también mental. Con lo sucedido con su padre, todas esas energías se agotaron y sentía como si fueran recuerdos los días que estuvo en el mundo humano.

Mev se encontraba sentada en el sillón, absorta en su lectura de la noche. Cuando vio a la princesa de pie, también lo hizo.

──── Buenas noches ──── dijo con su voz animada ──── Tengo preparado tu pijama.

Acacia sonrió, observando cómo Mev se movió por todo el espacio. Ella cruzó los brazos, dejando salir la pregunta que tanto deseaba.

──── ¿Por qué sigues aguantándome? Sé que soy un dolor de cabeza ──── masculló.

Mev detuvo sus movimientos dando una tímida sonrisa que Acacia pudo sentir cómo transmitía tranquilidad.

──── Sé que eres así porque tienes un padre estricto, Acacia, pero a pesar de eso, sigo amándote como lo hice al verte tan pequeña.

La princesa solo la miró, asintiendo.

──── Haré algo que jamás se repetirá y si le dices a alguien, dejaré de quererte.

Mev río ──── ¿Qué harás?

Acacia agarró la mano de Mev, empujándola al sillón que anteriormente ocupaba. Ella se sentó, subiendo las piernas en su regazo y colocando con cuidado su cabeza en el hombro. No tardó mucho en sentir como Mev la rodeó con sus brazos.

Cerró los ojos, disfrutando de la calidad sensación que solo una mujer que verdaderamente la amaba podía ofrecer. Cuando su madre lo hacía, se convertía en su momento favorito dónde podía depositar todos sus sentimientos sin temor.

──── Estoy orgullosa de ti ──── Mev le dijo ──── Prometo que jamás te dejaré.

──── ¿A pesar de ser casi adulta y reina de Poxzia? ──── replicó en voz baja.

──── Yo no lo veo de ese modo ──── rio, acariciando su cabello oscuro ──── Eres esa pequeña astral con ojos de fuego y te amaré sin importar qué.

──── También lo haré ──── Acacia asintió ──── Realmente no entiendo cómo pudiste crecer aquí y ser la Poxzia más sensible que conozco.

Mev sonrió ──── Hay muchas cosas allá afuera que desconoces, una de ellas es que no todos son similares.

──── Lo estoy aprendiendo.

Solo pasaron unos minutos en esa posición hasta que Acacia se levantó, terminando con su inesperada reacción. Mev lo aceptó, entendiendo que su princesa podía aguantar solo cortos tiempos de abrazos.

Se deshizo de la vestimenta, cambiándola por el pijama que utilizaba seguido y como todos los colores que contenía en su ropero, era oscuro.

──── ¿Por qué sigues vistiéndome? ──── Acacia preguntó, ajustando el pantalón.

──── El rey de Poxzia lo sigue pidiendo ──── respondió ──── Probablemente porque sabe que saldrás con menos prendas de las necesarias.

Acacia asintió, riendo con solo imaginar su día sin vigilancia extrema de sus damas.

──── Eso es muy cierto ──── confirmó.

──── Además, me gusta hacerlo. Hace que recuerde a Dov, mi hermana menor ──── explicó, sonriendo ──── Le gustaba jugar con muñecas y todos los días pedía que la acompañara, supongo que ahí comenzó el amor por crear atuendos pocos conocidos.

──── Un recuerdo en su nombre ──── aclaró.

──── Así es ──── confirmó ──── Ya terminamos.

Acacia agradeció, quitando la sábana que protegía su cama. Antes de poder acostarse, su nombre fue gritado por el pasillo, creando ecos.

──── ¡Acacia! ──── Calista canturreaba ──── ¡Mi súper astral!

──── Al parecer alguien se pasó con el alcohol ──── Mev murmuró, subiendo las cejas con diversión.

──── Han servido dulce, sabes cómo se ponen ──── explicó divertida ──── Ningún astral aguanta ni un sorbo.

Mev abrió la puerta cuando fue tocada, mostrando a una Calista completamente borracha. Su desordenado cabello rosado cubría parte de su rostro, por la forma en que parecía sostenerse de la pared supo que no estaba en todos sus sentidos. Atrás apareció Gaea, brincando en el mismo estado.

──── Parece que dos princesas se divirtieron sin mí.

Mev soltó una risa. Gaea detuvo su diversión, creando un puchero.

──── Solo queríamos mostrarle a Alexander que sucede cuando bebes ese delicioso trago ──── respondió, después ladeó la cabeza al notar que no estaban solas ──── Hola, Mev. Lamento venir a estas horas.

──── Por lo menos a mí no me molestaran, entren ──── señaló el interior con su cabeza antes que alguien más las viera ──── Acacia, cualquier cosa me llamas.

Mientras salió, agitó su mano, despidiéndose por esa noche de la princesa.

──── ¿Cuánto bebieron, una copa? ──── Acacia se burló.

──── Oh, tú si lo aguantas ──── Gaea balbuceó, subiéndose a la cama para brincar alrededor ──── ¡Yo no, estoy volando!

──── Trata de no...

Las palabras de Acacia fueron silenciadas cuando Gaea cayó al suelo, riendo fuertemente por el golpe.

──── Demonios, donde me he metido ──── murmuró, observándola desde su puesto.

Un par de horas después, las tres astrales se durmieron en la cama, como siempre, Acacia fue prisionera de brazos y piernas tocándola.

Vio el techo, meditando unos segundos hasta decidir que se levantaría. Empujó a Calista de su camino, colocándose una bata encima para salir de la habitación.

Viendo el espacio reducido en la cama, prefirió buscar a Tany para que preparará otro lugar, no deseaba dormir con ellas y menos con sus ronquidos escandalosos.

Camino al salón principal, oyendo dos voces que llamaron su atención. Se asomó, viendo a Bronte junto a Alexander, el primero teniendo el Gran Libro Viejo, recorriendo las hojas amarillentas que contenía información recopilada del planeta astral.

──── ¿No deberían de estar acostados? ──── interrogó, apoyándose en la pared con los brazos cruzados.

──── Podríamos, pero ninguno se siente cansado ──── Bronte excusó ──── Además, estoy enseñándole un poco de historia.

──── Aburrido ──── dijo, escondiendo un bostezo ──── Buena terapia para dormir.

──── Sí, como tú con las clases particulares ──── bromeó.

──── Buenos tiempos ──── asintió ──── Yo le seguiré enseñando, el método Acacia.

──── Gran forma de decir que me vaya ──── carraspeó, dejando el libro en su usual mesa ──── Buenas noches.

Acacia se acercó, esperando que Bronte desapareciera por el pasillo. Alexander solo la observó, apoyando su cadera en la mesa.

──── ¿Sabes que hay una historia donde explica que los astrales fueron creados por las hojas de los árboles que protegen el Templo? ──── contó la astral, abriendo nuevamente el libro.

──── ¿Realmente fueron creados de esa manera? ──── masculló con interés.

──── No lo sé. Hay diferentes escritos y no hay forma de confirmarlo.

Detuvo las hojas, enseñando las escrituras con manchones sobre la historia de su creación. Alexander soltó un suspiro, observando cómo las imágenes parecían moverse.

Diversas hojas cayeron con colores distintos que representaban las doce casas hasta formar a un hombre y una mujer. Los dos astrales tomaron sus manos, saliendo de lo que nombran el Templo.

──── Es muy hermoso ──── masculló, pasando sus dedos por la pintura.

──── Lo es ──── asintió Acacia, observando los detalles de esa historia ──── Es mi preferida.

Él alzó la mirada, dándole una sonrisa.

──── Empieza a convertirse en la mía ──── confesó. Siguió viendo las hojas, interesado en cómo las imágenes iban expandiendo más astrales ──── Hay veinte y seis astrales.

──── ¿Qué? ──── preguntó la princesa, confundida.

──── Los primeros habitantes, son veinte y seis ──── informó él, enseñándole ──── Si solo son doce casas, ¿no debieron de ser veinte y cuatro?

Acacia miró lo que señalaba Alexander, contando cada mujer y hombre que estaba en esa pintura.

──── Es cierto ──── masculló con asombro ──── No lo sé, realmente nunca había contado.

──── Puede ser que el escritor dibujo a más ──── él se encogió de hombros ante la intensa mirada de Acacia ──── O ni siquiera tenga que ver con los reinos.

──── Lo dudo ──── negó ──── Aunque las ilustraciones no tengan una explicación, nosotros lo estudiamos y jamás me di cuenta de ese detalle.

──── Es mejor dejarlo de esta forma, ¿no? ──── Alexander dijo ──── Pensé que dormías.

──── Tengo amigas muy entrometidas ──── se excusó, olvidando el asunto de la historia.

──── Sí ──── él rio, recordando ese momento en la cena ──── Cuándo se fueron de la mesa, estaban muy... risueñas y un poco fastidiosas.

──── La bebida no es para todos ──── respondió la astral, encogiéndose de hombros ──── Y menos esa clase de alcohol.

──── Puedes quedarte en la habitación conmigo ──── propuso, colocando una mano en la mejilla de Acacia ──── Te miras cansada.

──── No lo sé, tengo que cuidar de mi virtud ──── bromeó, mirándolo a los ojos ──── Los extraños humanos que visitan el planeta astral no son de confianza.

──── Puedes confiar en mí ──── murmuró, dejando que sus dedos recorrieran la piel expuesta de Acacia ──── Tu virtud se mantendrá intacta.

──── Dudo mucho de la tuya ──── replicó divertida, mirando mejor su aspecto, un completo astral ──── Debería de quitarte esa ropa, no confío en mis pensamientos.

Dejó que Alexander caminara delante, guiándola hasta la habitación que le dieron. Entró, mirando la pijama oscura que se encontraba en la cama.

Acacia se acercó a la ventana, observando el pueblo de Escorpio, ahora con mayores luces, reflejando lo hermoso que era.

──── Podemos escaparnos ──── ella murmuró.

──── ¿E ir a dónde?

──── A casa de tus padres, el reino de Zoqri fue muy bello en su momento y mereces saber cómo quedó después del incendio ──── contó, recordando la primera vez que lo miro después del incendio ──── Además, tu historia está dentro.

Alexander asintió, tragando saliva con la expectativa de ir.

──── ¿Crees que estoy listo para ir? ──── preguntó en voz baja.

──── Lo estarás ──── asintió.

──── Pero primero...──── él se acercó a Acacia, apartando el cabello oscuro de su cuello para depositar un suave beso.

──── ¿Primero qué?

──── Deberíamos de dormir ──── masculló.

Alexander se acostó, mirando a Acacia como se trepó encima de él, pasando sus manos por todo su cuerpo con curiosidad. Alexander hizo lo mismo, recorriendo sus piernas hasta quedar en el elástico de su pantalón.

Con una sola mirada, Acacia le dio el permiso de bajarlo, dejándola en ropa interior. Alexander, con curiosidad, miró las líneas oscuras que formaban una flor.

──── ¿Qué es? ──── cuestionó.

──── Solo es una flor ──── respondió, pasando sus labios por las mejillas del chico.

──── ¿Tiene algún significado?

La astral se quejó, soltando un suspiro. Por más que el astral quisiera seguir indagando en su vida, ella lo detuvo, temerosa de lo que podría pensar,

──── Confía en mí ──── suplicó Alexander en voz baja.

──── Te dije que no quiero involucrar mi pasado ──── masculló con los dientes apretados.

──── Quiero saber todo sobre ti y ayudarte en lo que parece molestarte ──── replicó ──── Vi cómo interactúas con tu padre.

──── ¿Y?

──── Ahora puedo ver con claridad cómo eres ──── expuso ──── No debes temer a expresarte.

Acacia mordió el interior de su mejilla, indecisa sobre las palabras que querían surgir. Pudo ver en su mirada que él estaba herido por lo poco que le contaba y eso hacía que quisiera golpearse.

──── Representa a mi madre ──── respondió sin ganas ──── Cuándo murió cayó en un jardín lleno de lirios.

──── Lo siento ──── susurró, mostrando la tristeza en sus ojos azulados.

──── Sé que lo haces. Ahora quiero que me beses ──── pidió.

Alexander aceptó sus palabras, dejando que sus manos subieran al trasero de Acacia mientras ella se apoderó de sus labios, gimiendo cuando su lengua recorrió cada parte de él.

Ella se separó, siguiendo sus besos en el cuello, disfrutando de su aroma hasta que la detuvo, queriendo acabar con su curiosidad e intriga.

──── Nunca pensé en salir con alguien como tú ──── le confesó, sintiéndose embriagado.

──── ¿Bonita, descarada y sin filtros?

Él sonrió ──── Sigues gustándome.

──── Hasta que todo se arregle no le digamos a nadie, ¿sí? Quiero que te vean por el astral que eres, no por mí.

El astral aceptó, juntando de nuevo sus labios en un suave beso. Los dos terminaron acostados, ella envuelta en los brazos de él, sintiendo las caricias suavemente.

Acacia no quería perder a Alexander, pero tampoco había alguna posibilidad de ponerlo encima de su padre, sólo deseaba que pudiera tomar sus propias decisiones.



Acacia despertó sintiendo los rayos del sol filtrarse por la ventana, rodó sobre su espalda viendo el rostro sereno de Alexander, nunca podría acostumbrarse a verlo dormir, tan alejado de los problemas.

Se deshizo del abrazo, acomodando su cabello y tomando sus prendas para salir a escondidas de la habitación. Paseó por todos los pasillos hasta decidir entrar al suyo donde se tiró en medio de Gaea y Calista, cerrando los ojos.

El desayuno transcurrió con tranquilidad, cada uno tomando su propio alimento y conversando, tal como lo hacían antes que una guerra se aproximara.

──── Los reyes han venido ──── informó un guerrero.

──── En buen tiempo ──── celebró el rey de Poxzia ──── Vamos, astrales, es hora de dar una bienvenida.

Acacia dio una reverencia junto al resto de los primogénitos, demostrando su respeto. Alexander se quedó a un lado de la astral, viendo como el resto de los reyes interactuaban con sus hijos hasta que se enfocaron en él.

──── Es un placer tenerte entre nosotros ──── agradeció el padre de Gaea, manteniéndola cerca.

──── Quisiéramos hablar con Alexander, en privado ──── pidió el rey de Bastos.

Todos los primogénitos entrecerraron los ojos con dudas, mayormente Alexander con sus nervios surgiendo por tener que hablar con hombres y mujeres que no tenían sus mismos principios.

──── No pasara nada malo ──── intervino la reina de Bastos, sonriendo ──── Solo queremos hablar.

──── Está bien ──── asintió Alexander.

Él se acercó, pasando de primero en la oficina. Cuando el último rey entró, los primogénitos pegaron sus oídos en la pared, intentando oír cualquier cosa. Acacia solo oyó el golpe de vasos y risas entre ellos, frunció los labios pensando en lo descortés por no invitar.

Se separó, abriendo el chocolate que llevó del mundo humano. Por suerte, su estado seguía igual.

──── Es hora de enseñarle a Alexander un poco de defensa personal ──── Dion habló, también separándose de la pared.

──── Sí, ahora estando aquí no podremos cuidarlo todo el tiempo ──── Giles aportó.

Las miradas de los astrales se posaron en Acacia, ella masticó el chocolate mientras negó.

──── Tengo demasiadas cosas que hacer ──── se excusó ──── Muy importantes.

──── Te llevas bien con Alexander ──── Calista mencionó, las ojeras bajo sus ojos azulados siendo evidencia de la extensa noche que tuvieron ──── Por favor, siento que vomitare toda la semana.

──── Además, queremos tiempo con nuestros padres ──── Giles pidió.

Ella le dio una mala mirada mientras él rodó los ojos, sabían que su relación con el rey de Poxzia no era la mejor.

Los astrales retrocedieron cuando la puerta fue abierta mostrando a los reyes. Alexander salió con las mejillas enrojecidas, tomando posición al lado de Acacia.

Ella ofreció parte de su chocolate, dando una sonrisa tranquilizadora.

──── ¿Demasiada charla? ──── preguntó, alzando una ceja.

──── Son... bastantes difíciles de seguir ──── respondió, rascando su cuello ──── Términos que desconozco y su amabilidad me da bastante miedo.

Acacia río ──── Pasas demasiado tiempo con nosotros, Alexander, por eso lo sientes muy... diplomático.

──── Bronte, hijo, regresemos a casa ──── habló el hombre ──── Tal vez quieras venir, Alexander, a conocer el reino de Bastos.

El mencionado observó a Acacia por unos segundos antes de asentir.

──── Sería grandioso.

──── Vamos, humano. Voy a cuidarte ──── Bronte sonrió, pasando su brazo por los hombros del astral ──── Lo devolveré en la noche.

──── No hagas nada que me enoje ──── amenazó la astral, sonriéndole.



──── Entonces, Bronte me enseñó las historias de Bastos ──── Alexander habló, tomando un trago de su bebida ──── Fue divertido.

──── ¿Sí? ──── Acacia murmuró, poniendo atención a sus palabras ──── Cada casa tiene sus historias como la que te conté en la noche.

──── Sí, eso me hizo dar cuenta de algo ──── dijo, mirándola fijamente ──── Estoy aprendiendo y eso me fascina, pero quiero que ustedes también conozcan de mí ──── titubeó.

──── Lo haremos, Alexander ──── ella asintió.

──── Quiero que conozcas todo de mí ──── susurró, extendiendo su mano para entrelazar sus dedos ──── Así como yo quiero conocer todo de ti.

Ella solo pudo observarlo, sonriendo por el hecho de que existía una persona, ahora astral, que quería conocerla antes de llevarla a la cama. Bajó la mirada, sonrojándose con sus palabras.

──── Eso sería grandioso.

──── Acacia, deberías de comenzar las clases de defensa ──── habló el rey de Poxzia, interrumpiendo su conversación ──── Mañana me encargaré.

──── Está bien ──── asintió ──── ¿Quieres ir al salón de entrenamientos?

──── ¿Es necesario? ──── murmuró en voz baja.

──── Vamos ──── pidió, dándole unos golpecitos en su brazo.

Alexander persiguió a la astral, pasando por la habitación para cambiarse a una vestimenta más cómoda. El salón de entrenamiento era uno de los lugares que Acacia personalizo para su beneficios, conteniendo tantas armas como obstáculos para no perder su resistencia.

──── Bienvenido al paraíso de los astrales ──── Acacia dijo, abriendo una de las diversas puertas.

──── Wow ──── murmuró impresionando, mirando las paredes azuladas cubiertas con colchones ──── ¿Es real?

──── Tanto como se pueda ──── sonrió──── Por el momento dejaremos las armas. Mi padre es un buen entrenador en ese ámbito, lo mío es más de cuerpo.

──── Sí, pude verlo ──── asintió.

──── Entonces, ¿sabes algo de defensa personal?

Alexander apretó los labios, dando un pequeño asentimiento.

──── Tome un curso, pero nunca lo termine, ¿eso vale?

──── Solo si recuerdas las técnicas ──── musitó, colocando sus manos en sus caderas ──── Enséñame lo que sabes, Alexander ──── imploró, subiendo las cejas con diversión.

Y él lo hizo, enseñando tantas técnicas cómo fuera posible, incluso narrando los ataques. Con una sonrisa, Acacia dejó que manejara su cuerpo, haciendo caso a lo que pedía el humano.

A pesar de poner atención, no pudo dejar de sentir la sensación caliente después que su tacto pasará, rozando o haciendo una caricia.

Tentada a reírse, solo asintió cuando Alexander imitó una patada, apenas poniéndola recta.

──── Es buena pero no la mejor ──── le dijo, bajando la pierna inmóvil ──── Falta resistencia. Con esa patada estuvieras en el suelo igual que el enemigo.

──── Entonces, enséñale ──── la voz de Bronte se abrió paso en el espacio, vistiendo el mismo atuendo de ellos.

Gaea también apareció junto a su padre.

──── Le daba la oportunidad de enseñarme ──── se excusó Acacia con una sonrisa que contradecía sus palabras.

──── Claro que no, estás jugando ──── señaló el rey con diversión.

──── O sólo te encanta la forma en la que te toca ──── Gaea río, subiendo sus cejas con diversión.

Acacia sabía que la astral no tenía ninguna pena en decirlo enfrente de un rey.

──── Puede ser ──── aceptó dando un guiño.

──── Por suerte, venimos a entrenar contigo ──── Bronte intervino, sacando las dagas de sus piernas ──── ¿Listo?

Acacia rodó los ojos, con rapidez enseñó a Alexander utilizar su peso para derribar, incluso su altura fue una ventaja como lo hacía Giles. Gaea mostró las técnicas para librarse si lo acorralaban, incluso tuvo la suerte de probar una de las llaves preferidas de la astral.

Bronte fue directo al punto, enseñando cómo utilizar espadas y dagas, su preferido era el arco por la fácil manipulación.

Terminando, Alexander se dejó caer en la colchoneta, exhausto por el entrenamiento.

──── Moriré de cansancio ──── dijo, respirando profundamente.

──── No seas llorón ──── Acacia replicó, ofreciendo una botella de agua ──── Apenas estamos iniciando.

──── ¿Iniciando? ──── repitió, boqueando de la sorpresa.

──── Claro, faltan tus entrenamientos con los reyes e imagino que Dion o Giles querrán ayudarte ──── Gaea aceptó, guardando sus cuchillos.

Antes que Alexander pudiera hablar, el rey de Talris entró, arreglando el pesado abrigo sobre sus anchos hombros mientras miraba a los primogénitos. Su rostro adquirió una sonrisa amigable, dando un asentimiento.

──── Quisiera hablar con Acacia, si me lo permiten ──── pidió, mirando a la astral.

──── Claro ──── asintió, trotando a su lado.

Los dos astrales salieron del salón, cerrando la puerta. El rey se puso enfrente, cruzando los brazos.

──── ¿Pasa algo? ──── ella preguntó.

──── De hecho, sí. Conversando con los otros primogénitos me di cuenta de un suceso que llamó mi atención ──── informó, manteniendo su voz serena ──── Entonces pensé, ¿cuándo fue la última vez que Acacia fue a sus sesiones de terapia que exigidamente se pide?

La astral perdió toda emoción de su rostro, cruzando los brazos como el rey.

──── Estoy bien ──── musitó, manteniéndose fuerte ante la mirada del hombre.

──── No lo estás ──── negó, frunciendo sus cejas ──── Si te hacen una valoración por la corona saldrá negativo por tus impulsos. Sabes que no tienes control.

──── No será así, demostré que estoy mejor después... después de lo sucedido ──── balbuceó, sin querer mencionar el suceso.

──── Si te pedimos que fueras es por una razón, Acacia, no puedes objetar sobre ese detalle.

──── No necesito ayuda de nadie ──── habló con voz dura ──── Estoy bien por mi cuenta.

──── Estoy preocupado por ti ──── susurró, observándola fijamente ──── Estás jugando con el poco poder que obtienes de tu padre.

El rey solo la miró por unos cuando se dio la vuelta, dejándola parada con los brazos suspendidos a su lado pensando en que esa decisión afectaría toda su vida.

Cerró los ojos, masajeando su frente para calmar el dolor incesante.

──── No me dijiste que necesitas terapia ──── Alexander pasó por la puerta, posicionándose a su lado ──── ¿Te ocurrió algo malo?

──── O simplemente no quiero que te metas en mi vida ──── masculló con enojo.

──── Vamos, Acacia ──── pidió.

Ella solo negó, yendo directo a su habitación para calmar el enojo saliendo. Como todos sus berrinches, los muebles fueron las víctimas siendo lanzados con fuerza contra la pared.

No podía dejar de pensar en cómo estaba a punto de perder todo.




abro debate de como piensan que Alexander reaccionara al darse cuenta de lo de sus padres, los leo!



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