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Chimmy, el gato, corría en todo el jardín mientas Jimin corría tras él para darle mimos, luego resultaba arañado, pero no le importaba. Adoraba juguetear con el animalito que se había adaptado rápido, tenía su caja de arena, era muy juguetón y dormilón, se llevaba muy bien con Junghyun, pero se peleaba mucho con Jungkook.

El único inconveniente era que a veces se colaba a la ex habitación de Jimin a tratar de meter las patas en el estanque. Una vez se electrocutó con una medusa, Los Alfas sólo vieron salir corriendo a la bola peluda con sus bigotes erizados.

Desde que habían vuelto, el omega no dejaba al gato.

Pero lo más gratificante de todo fue que la madre de Jimin no se tuvo que quedar internada y Mingseon amablemente se ofreció a cuidarla mientras se recuperaba por completo. Así que Jimin iba más seguido a visitarlos a la casa parroquial.

Había colocado en un estante una foto de él y su madre al lado del frasco de dulces, sus nuevos tesoros junto a otra donde estaba con sus dos Alfas.

Y como el tiempo no se detiene, las cosas siguieron avanzando como debía ser. Jimin seguía con sus terapias y clases, los Alfas seguían con sus ventas millonarias de casas y mansiones.

Solar había vuelto a su puesto de trabajo luego de haber dado a luz a su bebé, Suran lo cuidaba, y es que se habían vuelto muy unidas así que no era raro verla en el edificio de vez en cuando, a Jimin le agradaba ella y a ella le agradaba Jimin. Suran había aprendido a superar su relación con Jungkook.

—Minnie, cielo, no seas tan confiado. —Le Repetia cada vez que lo veía.

Una tarde Junghyun volvió muy temprano a casa, Nana estaba ordenando la alacena junto a Jimin, el omega sintió de inmediato el aroma intenso de su Galletita, Estaba entrando en celo.

—¿Nana prepara las cosas para Alfita? Minnie irá con él.

—Sí, pequeño, ve con tu Alfa, te necesita. —Jimin dejó lo que estaba haciendo y, corriendo, fue al encuentro de Junghyun, quién estaba de pie frente a las escaleras. Jimin saltó hacia él y lo rodeo de la cintura con sus piernas. Junghyun subió a la habitación con su omega en sus brazos, sin necesidad de detenerse, pues lo que más quería era pasar su celo él.

Jimin restregaba su nariz en el cuello del Alfa, llenando sus pulmones de ese agradable aroma a galletas y limón.

—Mi omega... mío.

Jimin comenzó a ronronear como lo haría un gatito al sentir las caricias insistentes de su Alfa.

Las prendas del omega comenzaron a desaparecer por completo, Junghyun lo dejó caer suavemente sobre su cama, deteniéndose un momento para deleitar la vista con esa imagen, su omega, que ya escurría lubricante por sus piernas, esa estrecha cintura y sus caderas anchas y, lo más lindo, sus mejillas rojas. De manera lenta comenzó a despojarse de su corbata, la cual tiró al suelo, luego uno a uno sus botones de la camisa blanca y después su pantalón junto a su ropa interior para después gatear hasta quedar justo sobre su omega en la cama.

—Mi omega, tan hermoso. —Murmuró antes de besarlo lentamente con sus ojos inyectados en un color purpura electrizante.

Los labios de Jimin seguían el ritmo lento y apasionado de su Alfa, quien acariciaba su piel como si de una obra de arte se tratara, tan delicada al toque de un ser humano, tan sublime, tan divino. Sus manos se paseaban por su cintura, delineandola lentamente sin acabar con ese beso tierno y dulce como el azúcar.

Junghyun dejó la boca de Jimin para pasar sus labios por su mentón, sus besos eran tan húmedos que hacian jadear al omega, llegó al cuello donde se entretuvo un rato más, besando por todo el lugar. Una mano del alfa bajó para acariciar los muslos de Jimin, pasando lentamente la mano por toda la piel, teniendo el sumoncuidado de no dejar un área libre sin acariciar. Porque eso sería un pecado.

Jimin soltaba pequeños jadeos ansiosos y desesperados; sin embargo, nadie estaba más desesperado por poseer al omega que Junghyun, pero se estaba tomando el tiempo suficiente para disfrutar de su omega, sólo él. No era que le desagradara compartirlo o mucho menos que no le gustara cuando estaban los tres juntos, pero pocas veces podían tenerlo uno solo.

A Jimin le gustaba mucho estar con ambos, pero, cuando eso sucedía, cada uno solía amarlo a su manera. Jimin sintió como los dedos de su Alfa hurgaban en medio de sus piernas, rozando su ya bastante lubrica entrada e iba introduciendo sus dedos poco a poco. Jadeó cuando se sintió lleno de los dedos de su Alfa y se movió inquieto por obtener mucho más.

—¡Alfa! —Jadeó cuando los dedos de Junghyun llegaron hasta el fondo y apretaban esa área tan sensible que lo hacía delirar.

El Alfa supo que era el momento, se alineó en la entrada de Jimin y de a poco lo penetró lento hasta que el interior de su omega lo envolvió por completo, ambos jadearon de satisfacción. Sus movimientos comenzaron lentos y rítmicos mientras sus labios volvían a apoderarse de los del rubiecito.

—¡Mmgh, Alfa!

Mordió suavemente el labio inferior de Jimin y después mordió su cuello, besó el área sobre su marca con tanta devoción. Dándole a entender cual orgulloso estaba de ser su Alfa y cuanto lo amaba.

Jimin gemía delicioso bajo su cuerpo.

—Alfa...

—¿Sí, bebé? ¿Te gusta? —Las estocadas de Junghyun se volvieron más rápidas, cada vez carecían de ritmo, solo dejándose llevar por el momento.

—¡Ah.. sí, Junghyun! A Minnie le gusta mucho...

El interior de Jimin comenzó a hervir, las sensaciones se iban apoderando de todo su ser, era como un fuego combinado con una corriente eléctrica.

—Dios, Minnie... t-te amo.

—¡Alfita, sí!

Junghyun había encontrado el punto exacto donde hacer delirar al omega, daba con fuerza en ese lugar, sus cuerpos estaban ya húmedos por el sudor. En la habitación reinaban los aromas mezclados que los embriagaban a ambos.

El alfa detuvo sus movimientos acelerados y comenzó a embestirlo más lento, pero certero, salía del interior de Jimin y volvía a entrar de manera rápida y fuerte, dándole duro a la próstata del menor.

—¡Mmgh, Alfa!

El pequeño sintió la ya conocida explosión en su abdomen y se dejó ir en aquella nube flotante que lo llevaba hasta el cielo.

Se corrió con potencia al mismo tiempo que Junghyun, los colmillos de su Alfa volvían a abrir la vieja marca otra vez.

Los dos cuerpos quedaron sobre la cama, con sus respiraciones agitadas y temblando por el potente orgasmo que acababan de tener.

—Te amo tanto, mi omega. —Repitió Junghyun, volviendo a buscar de los labios néctar de Jimin.

—También te amo, Alfita.

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