CAPÍTULO 14 - Anabell y August

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—¿Cómo sabe de mi madre y de mí? —pregunté molesta y a la vez confundida.

August señaló un sofá negro que estaba detrás mío, hasta ahora lo había visto, pero yo negué, no quería sentarme y al parecer tampoco Dwight ni Balthazar porque se quedaron en donde estaban. Él se encogió de hombros mientras caminaba hacia mí.

—Como gustes—dijo y se sentó para comenzar a relatar.

—Yo conocí a tu madre Anabell Grawel, cuando ella acababa de cumplir los 18 años. Acababa de iniciarse en El Circulo e ir a cazar vampiros a un hotel abandonado en Francia fue su primera misión. Yo me encontraba en aquél lugar y cuando un gran grupo de cazadores entró me preparé para escapar, pero me detuve al ver a uno de los vampiros que se encontraban refugiados ahí intentando matar a una cazadora... a mi vista pareció indefensa, pues no se defendía y solo susurraba cosas con incoherencia, se puede decir que ella se congeló a media lucha sin saber qué hacer, así que sin pensar salté en su ayuda y la saqué de ahí.

>>Ella intentó matarme la primera vez pero al darse cuenta de que yo la había salvado me agradeció y me dijo su nombre. A partir de ese entonces se volvió por así decirlo en una amiga y una aliada, me contaba algunas cosas que ocurrían dentro del consejo, fue como se dio cuenta de que en El Círculo había corrupción e injusticia, me dijo que se quedó dentro para vigilarlos hasta que un día sus padres fallecieron dejándole el objeto más poderoso en sus manos; yo pensaba que confiaba en mí lo suficiente como para decirme en donde había ocultado la piedra de la noche, pero me equivoqué y perdí el contacto con ella —se detuvo y sonrió a la nada—. Después de algunos años me enteré de que se había casado y que tuvo dos hijas. No fue hasta hace siete años que volvió a contactarme diciendo que la piedra la había dejado oculta en donde su hija menor pudiera encontrarla. —Y me miró directamente—. Tú te pareces a ella Scarlette Bloodwod, mismos ojos, mismo cabello, tu onuxor perteneciente a la familia, no fue difícil adivinar de donde provenías —explicó y me quedé sin habla. Mi madre, la que siempre había creído que jamás había tenido consideración con un vampiro y ahora me enteraba de que hasta le había dado una pista sobre en donde la ocultó y lo que era peor, al tío de los Wellyntong. Ahora entiendo lo que dicen sobre que el mundo era muy pequeño.

—Pues no sé en donde está —dije quitándole las posibles esperanzas que había albergado—, además, ¿en dónde estaban ustedes cuando todo eso pasó? —le pregunté a Dwight.

—Hubo un tiempo en el que nos fuimos a vivir a Alemania porque August no nos quería poner en peligro con los cazadores—contestó mirándolo fijamente—. Pero nunca nos dijo nada de lo que había ocurrido en nuestra ausencia —añadió.

—No le vi el motivo para hacerlo —dijo August con voz calmada y amable.

—Bueno pues como dije antes, no sé en donde está la piedra, lamento destruir sus ilusiones —repetí y August no se inmutó.

—Una lástima, pero no necesariamente tienes que saberlo, Anabell dijo que la puso en donde pudieras encontrarla, solo tienes que pensar en un lugar en donde buscarías solo tú y que nadie más lo haría.

—Que no lo sé y aunque lo supiera no se lo diría —repliqué de forma brusca.

—Scarlette—dijo Dwight reprendiéndome pero lo ignoré y salí de ahí. Necesitaba irme, ya no quería estar en ese lugar, ya no quería enterarme de más secretos o mentiras ni de mi madre ni de nadie, estaba cansada de todo esto.

Abrí las grandes y elegantes puertas de madera de la entrada pero cuando estuve fuera frené en seco, la casa se encontraba rodeada de arboles y no veía la carretera, creo que no había mentido acerca de que estaba a las afueras de Washington.

—Espera traeré el auto—dijo Dwight a un lado de mí, antes de desaparecer en el interior nuevamente. Supongo que no insistiría en lo de la piedra o eso esperaba al menos, aunque si lo hacía no conseguiría mucha información.

No dije nada y me limité a quedarme de pie esperándolo.

—Qué pequeño es el mundo cazadora—dijo Balthazar saliendo hasta donde estaba yo.

—Eso es justo lo que pensé vampiro—murmuré sin mirarlo pero pude sentir como esbozaba una sonrisa—. ¿Por qué tienen las marcas del Círculo en el pecho?—pregunté curiosa y él suspiró.

—Nos presentamos ante el consejo hace un año, pues ya no nos recordaban, todo lo que había pasado con nosotros fue siglos atrás, nuestra historia está en el pasado; así que fuimos y anunciamos en mentira que nuestros padres habían muerto en manos de los vampiros, que nosotros habíamos visto el asesinato y logramos escapar, les dijimos que queríamos venganza. ¿Y qué mejor que formar parte de ellos para hacerlo? Así que con eso decidieron creernos y nos empezaron a entrenar, pero salimos de eso rápido y nos iniciaron con la nueva ceremonia dejando estas marcas en la piel como fidelidad hacia El Círculo.

>>No saben que somos mitad vampiro pues los onuxor no funcionan a menos que los toquemos. Hicimos todo esto para saber lo que pasa dentro del consejo, para prevenir futuros peligros con nuestra especie, pero luego nos enteramos de la piedra y aquí estamos—contó en voz seria.

—No todos los vampiros merecen la salvación—observé molesta, todos los chupasangre eran asesinos sin excepción, ninguno se merecía tal ventaja.

—Tal vez no, pero yo soy uno de ellos y cada quien hace lo que esté a su alcance para proteger a los suyos, sabes que es verdad.

—Como sea, si lo que quieren de mí es la piedra, espero que les guste la decepción—murmuré en voz baja.

—Ya veremos—susurró antes de desparecer y dejarme ahí sola, otra vez.

A los pocos segundos llegó Dwight en su coche y me subí de mala gana.

Manejó en un silencio tenso, que yo decidí no romper, y solo me limité a mirar por la ventana. Pero de repente mi celular sonó y lo abrí rápidamente, cuando vi que era Alec decidí no contestar, no sabía lo que quería pero le hablaría después cuando estuviera a solas. Dwight me miró de reojo pero no dijo nada.

Cuando llegamos bajé sin decir nada y caminé hacia la puerta, creí que no vendría y me alivié pero eso duró poco al darme cuenta de que cuando cerré la puerta estaba detrás de mí.

—Yo no te invité a pasar —dije irritada rodeándole al pasar y fui a la cocina por un gran vaso de agua, tenía mucha sed.

Aun estaba el agujero en el mueble, recordaba la molesta cara de Rachel al decirle que había estado practicando en la casa y no en el sótano dejando como resultado ese gran hoyo en la madera.

Bebí todo de un trago y suspiré relajada antes de acordarme de que él estaba adentro observándome.

—¿Tengo que repetirlo? Ya tuve suficiente vampiro por hoy—mascullé pero él no se movió.

—Lo siento, es que me cuesta creer que tú tengas la piedra—confesó y me reí amargamente.

—No, no la tengo, no sé ni donde está —dije con enojo, ¿Cuántas veces tenía que repetirlo? Mierda—. Aunque como ya dije, si supiera no te lo diría —agregué y asintió.

—Creo que es... razonable que actúes así, es bueno tener miedo—aseguró y enfurecí.

—¿Miedo? No Dwight, no tengo miedo, tengo furia, hasta ahora había tratado de mantener a raya mis emociones, ¡pero no me vengas con tus estúpidos comentarios que explotaré! —protesté a gritos, así que ya era demasiado tarde, ya lo había hecho, no me detuve ahí; me acerqué a él y lo empujé con mis dos manos sobre su pecho—. He tratado de controlarme con tu historia, he tratado de controlarme cuando August me contó las mentiras de mi madre, pero no es miedo es furia, una que caerá sobre ti si no te callas—dije entre dientes.

De pronto sin esperarlo me rodeó con sus brazos y me quedé paralizada por la sorpresa.

—¿Qué te crees que... —comencé a preguntar pero me apretó con más fuerza.

—La tristeza y miedo siempre vienen disfrazados de furia, así que desahógate puedes hacerlo —dijo con seguridad y fue la gota que derramó el vaso.

—Suéltame, basta —dije de forma brusca y me zafé—. Tu manera de querer terapearme es estúpida —agregué enfadada y resopló.

—Tu manera hostil, indiferente y tozuda es desesperante —respondió—. Ocultar tus emociones solo acumulará tus preocupaciones.

—Eso es asunto mío, no te metas Dwight, ya no lo hagas. Hablo en serio —advertí.

—Temo decirte que no puedo hacerlo.

—Jódete —gruñí—, será mejor que te vayas —señalé la puerta.

—No me iré —afirmó.

—¿No puedes dejarme en paz un maldito día?

—Por lo visto no —dijo con una sonrisa de lado triste y caminé hacia la entrada.

—Adiós Dwight —dije cuando estuvo frente a mí.

—¿Estas molesta conmigo? —preguntó serio y lo miré fijamente.

—No solo contigo, estoy molesta con todo y todos —admití.

—No es bueno albergar ese sentimiento en tu interior.

—Pues es el único que hay —dije entre dientes—, vete ya, te veré luego. Pero ahora quiero estar sola —dije con cansancio, pero antes de abrir alguien llamó a la puerta.

Alec estaba del otro lado, sonriéndome en saludo cuando por fin salí. Se la devolví forzosamente y giré para ver a Dwight, pero él no me veía, si no que miraba a Alec como si quisiera matarlo, aunque también parecía sorprendido.

—¿Robins? —preguntó Dwight con el ceño fruncido, Alec también pareció sorprendido de verlo ahí.

—¿Wellyntong? ¿Qué haces aquí? —dijo alzando sus cejas.

Era obvio que estos dos se conocían, ¿pero de dónde?

—El Círculo me dio un corto descanso, así que vine a visitar a Scarlette aquí a Washington —mintió y comprendí todo.

—¿Ya se conocían? —preguntó Alec mirándonos.

—Sí, desde al año pasado, ¿y qué me dices de ustedes? —preguntó de vuelta y Alec se encogió de hombros.

—Digamos que somos amigos de la infancia —contestó con un poco de ironía y Dwight asintió lentamente.

Yo no dije nada y dejé que se arreglaran entre los dos.

—¿Estaban ocupados? Puedo volver luego —dijo Alec.

—No, Dwight ya se iba, ¿no es así? —expliqué mirándolo.

—Sí, pues... creo que me iré —comentó indeciso. No quería irse eso se veía a simple vista, pero ni modo, no iba a aguantar sus charlas "motivacionales" por otro minuto más.

—Hasta luego, saluda de mi parte a tus hermanos —dijo Alec con voz amable, antes de entrar en la casa. Dwight estaba rígido y tenso, pero terminó por salir.

—Te veré mañana Scarlette — se despidió antes de dirigirse a su coche, desprendía un aire de irritación y enojo, estaba celoso, de eso no tenía duda.

Vi como se alejaba y no pude evitar sentirme insegura, sabía que me preguntaría de donde conocía a Alec y qué hacía en mi casa, así que no me quedaría de otra más que mentirle. Ya no era nuevo para mí.

—¿Estás bien? —preguntó Alec de pronto, yo asentí y entré de nuevo.

—¿Qué necesitas?

—Pues no me llamabas y Martina me dijo que se acababa de enterar de que El Círculo envió a cazadores hacia aquí para investigar sobre la piedra... tal vez lleguen mañana —anunció y maldije. No podía ser, todas las cosas se me estaban juntando, eso sin contar que tenía menos tiempo en el cual Radrick esperaría noticias o información.

—Entonces debo estar preparada —dije para mí.

—Te ayudaré —dijo con firmeza y asentí mientras pensaba en cómo le contaría todo lo que estaba ocurriendo a Rachel, la verdad no quería imaginar su rostro con el hecho de que no había tenido la confianza para decírselo todo.

Supongo que no sería agradable. 

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