CAPÍTULO 20 - Prisioneros

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Narrador omnisciente

Rachel se encontraba sentada sobre el frío suelo de piedra, se sentía débil, ya llevaba días en aquél lugar.

Siempre recordaba la desesperación y la sorpresa al ver que su hermana menor se había escapado, si no la conociera, hubiera creído que era traición, pero Rachel conocía bien la manera de maquinar de Scarlette: que si se iba sola, el Círculo iría a por ella y dejarían a Rachel tranquila... por esa misma razón había decidido quedarse y esperarlos.

Les había gritado echándoles en cara que nunca encontrarían a su hermana y mucho menos la Piedra, por lo que un solo golpe de uno de ellos había bastado para que ella quedara inconsciente.

Después solo despertó en esa oscura celda, por no decir calabozo. Por horas no había recibido alimento o bebida, pero eso era lo que menos le importaba, únicamente rogaba que Scarlette no regresara y se pusiera en su búsqueda, aunque conociéndola, era justo lo que haría.

—Por favor Scarly, no vengas por mí —susurró llamando a su hermana por el apodo que le había puesto de niñas.

De repente escuchó unas pisadas acercarse, ella no levantó su rostro, seguro era el mismo viejo que le gustaba torturarla que recibía por nombre Deverus.

—Hey traidora —su voz rasposa le llamó desde el otro lado pero ella ni se movió. Eso lo hacía enfadar, así que Deverus sacó una llave para abrir el candado y darle unos buenos azotes hasta que sacara la verdad, algo que hasta ahora no había logrado.

Cuando estuvo dentro se acercó hasta ella y le dio una patada en las costillas. Rachel habría querido defenderse pero estaba tan débil que no podía hacer nada salvo gemir del dolor.

—Mírame cuándo te hablo —gruñó furioso.

Rachel sólo alzó la mirada con una mueca burlona y le escupió.

Deverus se enfureció más y hubiera cargado contra la pelinegra de no haber sido porque un muchacho interrumpió.

—Padre, Magnus quiere hablar contigo —le dijo.

—Bien, tú cierras —bramó Deverus—, y Arthur, para la próxima le dices que estoy ocupado —escupió lanzándole la llave para irse no sin antes dirigirle una mirada molesta a la prisionera.

Arthur observó con lástima a la chica que estaba echa un ovillo en el suelo, así que con cuidado se agachó para tocarle la mano, que ahora llevaba algunos cortes y cardenales cubriéndole la palma.
Su padre siempre había sido muy agresivo con los prisioneros y no solo con ellos, si no también con él, cuándo era un niño recibía duros y crueles castigos por no dar un gran desempeño en cuánto al mejoramiento de sus habilidades físicas y es que Deverus quería que Arthur lo remplazara para ser la cabeza del consejo cuándo él ya no pudiera. Ahora que su hijo era mayor con sus veintiséis años, podía tomar el poder.
Solo que Arthur no estaba seguro de eso, nunca la estuvo.

—No me toques —espetó Rachel alejando su mano.

—Espera, yo no te haré daño —aseguró y Rachel le lanzó una risotada amarga.

—Lo dice su hijo...

—Aguarda aquí, te traeré algo —avisó y ella siguió riendo sin gracia.

—Como si pudiera ir a alguna parte, idiota —dijo ella mientras él cerraba de nuevo y caminaba por el largo pasillo de calabozos.

La actitud de él dejó desconcertada a Rachel, pero sabía que no debía fiarse de nadie.

Arthur regresó al rato con una botella de agua y comida, no sabía porqué hacía eso por aquella prisionera, solo sentía que debía hacerlo.

*     *     *

(Scarlette)

—¿De verdad? —pregunté esperanzada y Patrick asintió.

—Sí, aunque deben tener cuidado, al parecer todos buscan la piedra en estos momentos. De hecho su hija mayor está en uno de los calabozos, no la dejarán ir hasta que confiese en donde está la piedra o su hermana, que casualmente está desaparecida por lo cuál es la principal sospechosa. —En cuánto esas palabras salieron de su boca, mi pecho se apretó. Lo más seguro es que estuvieran torturándola, debía sacarla pronto de allí.

—No buscamos la piedra, queremos a la vampiro —corrigió Balthazar y Patrick nos observó sin creernos del todo.

— Bien pues, pueden preguntar por ella en este lugar —dijo anotando algo en un trozo de papel—, si no está ahí, seguro alguien de ese lugar sabrá decirles. Aquí en Londres, los vampiros se conocen mutuamente —añadió antes de levantarse.

—Gracias Patrick, solo te pido ahora discreción —avisó August y el aludido asintió.

—Por supuesto, no diré nada. Si necesitas otro favor o ayuda, llámame y ahí estaré —afirmó antes de despedirse e irse.

Cuándo volvimos a la casa de los Wellyntong fue para descansar, ya que esa misma noche saldríamos hacia la dirección que Patrick nos había escrito.

Así que me encontraba en mi, ahora,  habitación temporal, tumbada sobre mi cama mientras poco a poco el sueño iba llegando a mí.  Y cuándo estuve a punto de dormirme la puerta se abrió de golpe.
Me incorporé irritada para ver a Dwight entrar con una maquina y cosas extrañas.

—¿Qué es eso? No, más bien, ¿para qué es?—pregunté y acomodó todo a un lado de la cama.

—Te haré el tatuaje característico del Círculo —respondió mientras preparaba las cosas.

—¿Y por qué piensas que yo iba a querer eso en mí y de por vida?  —Insinué molesta—, ni de coña me haré ese tatuaje.

—Piénsalo un poco, si en algún momento llegas a enfrentarte a ellos, puedes inventarte que eres una cazadora de la organización y así al ver tu marca no dudarían de ti —asimiló—. Míralo como un plan de respaldo para que no llegues al extremo de luchar.

—Bien, ¿pero llegarán a creerme? Porque fácilmente puedo ir con un tatuador y pedirle que me haga lo mismo —razoné  y asintió.

— Las marcas tienen una característica única. Cuándo son reales, los cazadores las tocan y estas se iluminan —explicó.

—¿Y puedes hacer eso? —interrogué y asintió—. ¿Funciona la tuya si yo la toco? —agregué y negó.

—Necesitas la marca —contestó—, recuéstate —ordenó y obedecí.
>>Desabróchate un poco la blusa, solo lo suficiente para dejar a la vista la piel de tu pecho —pidió luego haciendo señas con sus manos.

—Empiezo a creer que este es un plan tuyo para seducirme —reproché y sonrió maliciosamente.

—Creo que me has descubierto —admitió y fruncí el ceño mientras le dejaba el camino libre para que trabajara.
Siempre planeé que me haría un tatuaje después, pero no imaginé que sería la marca del Círculo, así que no estaba emocionada ni por asomo.

—Te va a doler un mucho —advirtió sonriendo de lado  mientras desinfectaba la aguja, después esparció un líquido sobre mi piel y sentí caliente cuándo comenzó a trabajar; dolía sí, pero era soportable.

Él trabajó durante un rato en silencio, cuando terminó me untó un poco de pomada verdosa y me levanté de un salto para ver el resultado, tenía todo el pecho irritado y rojo al rededor del círculo con las palabras en latín, lo toqué y una punzada de dolor me recorrió.

—Tardará algunos días en que te deje de molestar —dijo él mirando mi mueca de dolor—, ahora ven —ordenó y cuándo quedé frente a él, Dwight me hizo un corte en el brazo.

—¿Pero que ... —empecé a quejarme mirando como la sangre salía de mi piel.

—Lo siento —dijo entonces tomando un poco del líquido carmesí y lo revolvió con unos polvos negros, después solo me cubrió la marca con esa cosa extraña.

—¿Para qué es eso?

—Para la magia —murmuró distraído limpiando el tatuaje de nuevo. Luego sacó unas vendas y me curó la herida.

—¿No tienes hambre? —pregunté al darme que estaba trabajando con sangre.

—Tenemos reservas aquí por alguna emergencia, así que estoy bien por ahora —dijo tranquilo mientras guardaba todo otra vez—, deberías dormir, ya hemos terminado —anunció serio pero luego una sonrisa se formó en sus labios—. A menos que quieras que duerma contigo.

—Sí adiós —repliqué empujándolo hacia afuera y le cerré la puerta en la cara.

Después me dediqué a dormir ya que suponía que esa noche no podría hacerlo.

—Vamos ya es hora —alguien susurró cerca mi rostro.

Yo abrí los ojos lentamente para ver a un Dwight expectante parado junto a mí.

—En un minuto estaré lista —anuncié levantándome y yendo por ropa a mi equipaje en el suelo.

—Lindas bragas de corazones —murmuró sonriendo de lado y caí en cuenta que andaba en ropa interior de de la cintura para abajo.

—Pues disfruta la vista mientras puedas —musité rodando los ojos. La verdad es que a estas alturas el que Dwight me viera en ropa interior era la menor de mis preocupaciones.
Me enfundé unos vaqueros negros ajustados y le miré directo.
—¿Te vas a quedar ahí toda la noche? —rezongué para que se fuera y me diera privacidad. Se encogió de hombros y dio media vuelta.
—Aunque fuese lo que más que quisiera ahora, hay prisa, te espero abajo —dijo antes de marcharse.

Después de arreglarme bajé y me extrañó al ver que solo se encontraban Balthazar y Dwight.

—¿Y los demás? —pregunté en cuánto llegué.

—Fueron a arreglar unos asuntos del Círculo, al parecer se enteraron de que volvimos —respondió Dwight y fruncí el ceño.

—¿Patrick? —insinué molesta y negó.

—Él mismo nos avisó —explicó.

—Bueno creo que es hora de irnos —dijo Balthazar y nos pusimos en marcha hacia la cochera.

Pero no veía el Volvo por ninguna parte.
Por un segundo creí que tomarían el auto deportivo negro de Gregory que me sacaba los nervios en esas situaciones pero para mí suerte se fueron directo a la calle en dónde había un Porshe negro estacionado.

—A ustedes sí que les gusta el color  negro —comenté.

—Qué puedo decir, ¿discreción tal vez? No lo sé, pregúntale a Gregory, él compra los autos siempre —dijo Balthazar.

Él se puso al volante, y Dwight en el asiento copiloto así que no me quedó de otra más que irme atrás.

Pasaba de medianoche así que todas las calles estaban solitarias y oscuras.

Manejó guiándose de las indicaciones de Dwight y duramos como una hora hasta llegar a una casa grande apartada en una calle, era la única, ya que alrededor solo habían almacenes. Era una zona de fabricas.

Dejó el auto cerca de ahí y los tres nos bajamos caminando directo hacia ella.

—¿No es un poco obvio que se escondan aquí? Fácilmente los cazadores pueden venir a este lugar y atraparlos —hablé observando todo mi entorno.

—No lo creas, algunos clanes tiene contacto con el Círculo y este les da protección a cambio de tratos—contó y resoplé.

—Supongo que no me sorprende —solté.

Yo los seguí por detrás vigilando todo.

—¿Qué tenemos aquí? Una linda cazadora —dijo una profunda voz en mi oído.

Yo me giré con rapidez y mirada amenazadora.

Era un vampiro de cabello negro y largo, se veía joven, tal vez lo convirtieron cuando tenía quince o diecisiete años.

—Aléjate de mí, crío enano —susurré con una sonrisa y me miró furioso, sus colmillos salieron al instante que sus ojos se volvían rojos.

—Basta Glockar. —Otra voz sonó y un vampiro salió de las sombras. Se veía mas viejo. Glockar se alejó con un bufido pero no me relajé—. ¿A qué debemos su visita Wellyntong? —preguntó el vampiro recién llegado y los hermanos no parecieron sorprendidos de que los conocieran.

—Necesitamos información sobre una vampiresa que era cazadora del Círculo —respondió Dwight, el vampiro pareció pensárselo y luego asintió.

—Bien, entren —indicó y caminamos a la entrada con ellos detrás de nosotros.

La casa estaba en completa oscuridad pero  las luces se encendieron dejando a la vista como a unos doce vampiros, todos hombres, lo que me causó desilusión, mi madre no estaba aquí.

—Reynald, ¿en dónde ponemos al prisionero? —preguntó uno de ellos al vampiro que nos hizo pasar. A parecer era el líder del clan, por eso Glockar tuvo que obedecerlo, eran sus reglas.

—Enciérrenlo arriba, luego saldaremos cuentas —ordenó y a los segundo entraron dos chupasangre llevando a un chico pelirrojo que ya conocía bien.

Alec.

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