CAPÍTULO 19 - Londres

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

—Toma —dijo Dwight dándome un vaso con café caliente.

Los dos estábamos en el aeropuerto de Seattle esperando el avión correcto.

Sus hermanos y August se habían marchado desde ayer, él y yo nos tuvimos que quedar para hablar con la mamá de Honor y la policía que ya la estaba buscando, pero claro, solo estaban desperdiciando su tiempo.

Después de ordenar mi casa para que no pensaran que me habían raptado a mí también, tuve que inventar la mentira de que hace días que no la veía y que no sabía en dónde pudiera estar.

Aún recordaba la mirada devastada de su madre al pensar que podría estar muerta, su llanto desconsolado... pobre mujer.

Le di un gran sorbo a mi café negro que hizo que mi lengua se quemara. Iba a soplarme para quitarme el ardor pero el sonido de mi teléfono lo impidió.

—¿Sí? —hablé sin si quiera ver quién era.

—¿Scarlette? ¿Dónde mierdas has estado? Pensé que el Círculo te había encontrado —la voz molesta de Alec resonó del otro lado de la línea.

—No lo hizo... lamento no haberte llamado, es solo que no tenía ganas de hablar con nadie.

—Al menos me hubieras avisado para decirme que no irías, te estuve esperando por horas —dijo con enojo.

—Lo sé, ya te dije que lo sentía —solté irritada y pude ver que Dwight estaba tecleando en su celular pero podría apostar a que estaba pendiente de cada palabra.

—¿En dónde estás? Aún necesitamos hablar.

—De camino a Londres —confesé y Dwight me lanzó una mirada de reprobación al escuchar que le había dicho.

—¡¿Qué?! No puedes ir tú sola y sin la piedra, ellos te encerrarán en los calabozos o peor, pueden... matar a tu hermana —exclamó y me tensé.

—Es problema mío lo que haga, de todas formas te agradezco todo Alec —dije para colgarle.

—Espera... —dijo pero yo ya había cortado y en seguida lo apagué.

Odiaba viajar en avión, este sería un viaje de nueve horas y con varias escalas. Primero tuvimos que tomar una avioneta desde Washington hasta el aeropuerto Seattle/ Tacoma intl, en dónde tomaríamos el vuelo a Londres, pero primero pasaría por Nueva York, Chicago, Reikiavik, Amsterdam y Francfort. Mi espalda se quejaba y no podía dejar de moverme, estaba inquieta, no sabía lo que me esperaría al llegar.

—No pensé que te austaran las alturas —comentó Dwight a mi lado y le lancé una mirada molesta

—No es así, es solo que odio estar sentada mucho tiempo —expliqué.

—Entonces toma un siesta, así no estarás tan desesperada —opinó y resoplé removiéndome de nuevo.

—No tengo sueño —repliqué.

—Sé lo que te digo, en Londres hay una diferencia de ocho horas y si no descansas ahora llegarás más agotada y en pleno día —explicó y fruncí el ceño.

—Mejor deberías hacerlo tú, tienes el sueño muy pesado —me quejé e hizo una mueca.

—Bien —dijo pasando un brazo por mis hombros y se recargó sobre mí.

—Tu asiento es para eso, ¿sabes? No es necesario que me aplastes —gruñí intentando zafarme pero él ya había cerrado los ojos mientras apoyaba su cabeza en mi brazo.

Yo suspiré frustrada dándome por vencida después de diez minutos, supuse que él ya se había dormido porque su respiración era lenta y profunda. Yo me habría dormido de no haber sido por un maldito niño llorón que se sentaba en los lugares de atrás, solo porque no tenían caramelos en el avión y él quería unos jodidos dulces.

Después de algunos minutos me di la vuelta con cuidado y alcé mi cabeza encima del asiento para quedar frente suyo, era un niño de tal vez unos ocho años de edad y el que suponía era su padre no le decía nada porque estaba profundamente dormido con la boca abierta.

—¡Hey niño! Cállate de una vez, ¿quieres? —le dije molesta lanzándole una mirada amenazadora a lo que él me miró asustado.

—Tengo la solución —escuché la voz de una chica que estaba en los asientos de a lado, yo la miré y esta sonrió mientras sacaba de su bolso un par de chocolates, al niño se le iluminó la mirada y trató de arrebatárselo, pero ella negó—. Solo si no llorarás más —le puso condición.

—Sí, algunos tratan de dormir —musité, él niño asintió y ella le dio su recompensa.

—Gracias —le dije a la chica mientras me acomodaba de nuevo en mi asiento.

—Los niños son así, debes de darles algo a cambio para que hagan lo que quieras —dijo ella y asentí.

—Lo tendré en cuenta —murmuré.

—Soy Danielle, pero dime Danny —se presentó, yo la miré incrédula antes de estrechar su mano.

—Scarlette, pero dime Scarlette —dije a mi vez y ella sonrió.

—Así que Scarlette... ¿estás de vacaciones? —preguntó y torcí los labios incómoda.

—Algo así... —mascullé—, más bien asuntos familiares —añadí y ella asintió. Danny era delgada, menuda más bien, tez clara, castaña y su cabello era rizado, casi hasta llegar a lo salvaje pero ella sabía como peinarlo.

—Yo igual, si se podría decir así, mis padres me obligaron a venir a visitar a mi abuelo —dijo un poco fastidiada.

—Oye, no te desanimes, seguro que pasar el tiempo con un viejo es divertido —dije sonriendo y ella resopló.

—Ojalá sólo fuera un viejo común y corriente, pero es todo lo contrario a eso —dijo más para ella, pero pude notar que bajo sus palabras había un secreto oculto—. ¿Es tú novio? —preguntó de pronto señalándome a Dwight que ahora estaba recargado contra la ventanilla.

—No, sólo un amigo —solté y asintió.

—Es atractivo —comentó y no pude evitar sonreír.

—Lo es.

El resto del vuelo fue casi en silencio, ya que había durado otro rato hablando con Danny, no acostumbraba a mantener una conversación con desconocidos pero ella era agradable, me contó que venía de Nueva York, y se quedaría algunas semanas con su abuelo, el cuál pude notar, no se llevaban muy bien.

Después de eso no supe cuándo me quedé dormida hasta que sentí unas manos acariciando mi cabello, abrí los ojos solo para ver que estaba acostada sobre el regazo de Dwight mientras él me observaba atentamente.

—Hey, por fin despiertas —dijo con una sonrisa a lo que yo bufé y me acomodé mejor en sus piernas—, ya no te duermas, falta una hora.

—Entonces me despiertas en una hora —susurré antes de cerrar los ojos.

—Lo haré con beso —advirtió pero no le hice caso.

—No se ven como amigos —la voz de Danny me trajo de vuelta y me senté lentamente mientras le daba una mirada amenazadora a lo que ella sonrió.

—Oh, conociste a alguien —observó él a mi lado.

—Sí, como sea—mascullé y ellos se sonrieron en saludo.

—Hacen bonita pareja —dijo ella.

Hace un momento me caía bien.

—Créeme, estoy intentando que me haga caso, pero no logro tirar ese duro acero, tu eres una chica... —dijo él

—Que observador —le cortó ella con sarcasmo y sonreí.

—Como decía, ustedes entre las chicas se entienden, tal vez podrías convencerla de que salga conmigo —pidió y le fruncí el ceño.

—Estoy aquí, puedo oír todo lo que dicen...

—Claro, haré el intento. —Me ignoró y puse los ojos en blanco.

—Da igual —solté antes de recargarme sobre el asiento para esperar lo que quedaba del viaje.

Cuando pude sentir el aire en mi cara de nuevo suspiré aliviada, hice estiramientos para desentumirme y relajarme.

—Vamos, Gregory nos espera —apremió él tomando mi mano para llevarme.

Estábamos en el aeropuerto de Londres:  Heathrow, que para mi buena suerte casi no había demasiada gente como suponía.

Encontré a Gregory con facilidad, su cabello dorado resaltaba por mucho. Nos sonrió con arrogancia pero en saludo.

—Hey preciosa, ¿me extrañaste? —murmuró él dándome un fuerte abrazo mientras me levantaba del suelo y daba algunas vueltas.

—Aparta tus sucias manos Gregory —protestó Dwight molesto al mismo tiempo que yo le decía: bájame o te castraré mientras duermes.

Cuando estuve de nuevo en el suelo le lancé una mirada irritada pero no quería admitir que me alegraba verlo.

—¡Scarlette! —me gritó una voz femenina a nuestras espaldas, los tres nos volvimos para ver a Danny caminando hacia nosotros con una sonrisa.

—Pásame tu número telefónico —pidió en cuánto llegó.

—¿Para qué? —pregunté extrañada.

—Para llamarte —dijo obvia—, pero si quieres una razón es porque me gustaría salir contigo mientras esté aquí, no conozco a nadie más —explicó y casi me rehúse, no venía para hacer amistades pero su sonrisa era tan contagiosa que terminé dándoselo.

—Hola nena, ¿y tú eres? —se metió Gregory acercándose a ella.

—Piérdete —soltó irritada y la miré sorprendida al igual que Dwight.

—Es un placer piérdete, yo soy Gregory —se burló a lo que ella le miró de mal modo.

—No me agradan los de tu tipo, lo siento —le encaró ella antes de mirarnos y me agradó mucho más—. Bien, hasta luego entonces —nos dijo sonriendo de nuevo antes de alejarse.

Yo solté una carcajada.

—Al parecer estás perdiendo tu toque hermano —se burló Dwight pero Gregory no dejó de sonreír ningún instante.

—Ella caerá, ya verás —aseguró antes de echar andar hacia la salida para montarse sobre un impresionante Ferrari negro.

—A ustedes sí que les gusta llamar la atención —me quejé mientras me sentaba en los asientos de atrás.

El clima de aquí era diferente, no hacía tanto frío como en Washington. Londres era templado aunque casi siempre nublado.

Gregory condujo por un rato, yo no supe cuánto ya que estaba entretenida mirando todo a mi alrededor, los edificios y todo era elegante, todo lo contrario a mi hogar, uno que ya añoraba enormemente.

Él se dirigió hasta una calle llamada Strand, en dónde se acercó a una enorme reja negra de una gran casa color crema.
Gregory se detuvo para sacar su mano y teclear unos números que sirvieron para que las puertas se abrieran.

Mientras acomodaba el auto, Dwight me llevó al interior para que eligiera mi dormitorio. Me contó que esa casa era de las muchas propiedades de August, y que cada mes venían personas a limpiarla.

Escogí uno del segundo piso, la habitación era amplia y tenía una gran ventana con vista a la calle... perfecta.

Él me dejó a solas para que me instalara, tiré mi bolso y fui a darme una ducha antes de bajar de nuevo hacia la cocina en dónde una mujer mayor de tal vez mas de sesenta años me sorprendió gratamente con lasaña y un pastel de chocolate que devoré al instante.

—No sabía lo que le gustaba pero el joven Dwight me dijo que usted comía de todo —dijo apenada y sonreí.

—No se preocupe, él tiene razón, por cierto esto es delicioso, buen sazón... —alabé esperando que me dijera su nombre.

—Soy Grace, para servirle —dijo amable y asentí preguntándome si sabía que trabajaba para vampiros, tal vez no.

—¿Lista? —preguntó de pronto Balthazar entrando y le sonrió a Grace en saludo.

—¿Para? —pregunté.

—Nos vamos en diez minutos —anunció antes de volver a salir.

Yo volví a la habitación para guardarme algunas armas, nunca se sabía cuándo podrían necesitarse.

Cuándo regresé todos estaban esperando en la salida; August terminó de hablar por teléfono antes de salir hacia el estacionamiento con nosotros detrás de él.

—¿A dónde vamos? —inquirí a Dwight que iba vestido completamente de negro.

—A Westminster, August se encontrará con un contacto suyo que le dirá los lugares en dónde se refugian algunos clanes de vampiros clandestinos —explicó, era lógico porque si mi madre era un chupasangre pues sería más fácil encontrarla o al menos tener una pista.

—Yo me iré en mi amor —alardeó Gregory caminando hacia el Ferrari, agradecí que August planeaba irse en un Volvo plateado estacionado junto al lujoso coche deportivo.

—No, te irás con nosotros, llamarás mucho la atención —argumentó August y Gregory con un bufido volvió al Volvo y se subió en el asiento del copiloto.

Nosotros tomamos nuestros lugares y con August al volante y nos fuimos en un tenso silencio.

Después de un rato pude ver una gran torre con un reloj que estaba junto a lo que parecía un castillo y el mar la rodeaba por un lado mientras que había un puente sobre él.

—El Palacio de Westminster —me informó Dwight siguiendo mi mirada—, es en donde se encuentra el gobierno y las altas clases que controlan Londres, pero también es el lugar en donde está el consejo de cazadores —contó y lo miré sorprendida.

—¿Ellos controlan Londres? —pregunté incrédula y negó.

—No, me refiero a que el Círculo no está en el palacio, si no debajo de él. Y seguro que el gobierno ni siquiera se imagina lo que sucede bajo sus pies.

De pronto recordé a Rachel, estaba cerca de ella.

—Mi hermana... —solté de pronto y negó.

—Todo a su tiempo, ella estará bien confía en mí —me aseguró, y le maldije por tener razón, si quería que las cosas salieran bien, debía ser paciente para planearlo todo.

—Dime a dónde —pidió August.

—Dice que está por el Palacio Westminster, cerca de la calle Downing —respondió Gregory leyendo en su celular.

—¿No es algo arriesgado quedar de verse con un vampiro cerca en dónde está el Círculo? —inquirí recelosa.

—No es un vampiro —replicó Balthazar—, es un cazador que tampoco está de acuerdo con las reglas del consejo, así que es mas bien un infiltrado —explicó y asentí, solo esperaba que no nos traicionara porque entonces pasaría a formar parte de mi lista negra, que por cierto ya era muy larga.

Me limité a quedarme callada mientras observaba el Palacio que justo en ese momento se encontraban mis ahora, enemigos. Al menos si alguno de ellos me veía no sabría quién era.

—Acomoda el coche —ordenó August a Gregory cuándo estuvimos a un lado del Palacio, este se bajó y caminó hacia el otro lado para manejar, todos lo imitamos y miré como Gregory se alejaba por la calle.

El día ya se estaba oscureciendo así que el Palacio resaltaba más porque estaba iluminado por fuera.

Los seguí mientras esquivaba la gente que paseaba por ahí.

Estaba vigilante mirando a mi alrededor hasta que August se metió en un pequeña pero elegante cafetería cerca de allí.

Él buscó por unos momentos antes de caminar hacia la esquina más solitaria del lugar. Ahí sentado, se encontraba un hombre de tal vez unos cuarenta años, su cabello era marrón y las arrugas de la edad ya se marcaban en su rostro, no pude decir el color de ojos ya que traía unas gafas oscuras, llevaba puesto un abrigo café que parecía de piel falsa.

—Patrick —saludó August a lo que este solo asintió y nos sentamos frente a él, ningún sentimiento o expresión se mostraba en su cara.

—Díganme mis estimados Wellyntong,  ¿cómo es el vampiro al que buscan? —preguntó sin rodeos directo al grano. Perfecto.

—Es una vampiro, no un... —corrigió August.

—Nombre —repitió Patrick y August pareció pensar si debía decirlo o no.

—Anabell Grawel —dije sin pensar y Dwight me dio un ligero codazo.

—Ah ya veo, buscan a la ex cazadora de la piedra —comentó mirándome ahora a mí—. ¿Y tú eres?

—Elizabeth Jonnes —mentí, no volvería a meter la pata.

—Bueno Elizabeth, si en realidad es ella, creo que sé en dónde podrían buscarla —culminó al fin.

* * *

Nota: en la foto está el Palacio de Westminster.
Gracias por leer y perdón por la espera.
Los amo ❤️xx.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro