CAPÍTULO 4 - Sorpresas

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

—Alguien debería darte clases de modales —me dijo Honor en cuanto salí.

—¿De qué hablas? —pregunté y negó con desaprobación.

—Del chico nuevo. Te ayudó y más grosera no pudiste ser —respondió.

—Actué normal —observé mientras caminaba a mi siguiente clase.

—Claro que no. Scarlette no te puedes portar así con todos los hombres —se quejó mientras me seguía. Me detuve y la miré alzando una ceja.

—Solo con la mayoría —corregí—, además, me porto así porque las intenciones de todos son las mismas —agregué queriéndole recordar todas las veces que habían roto su corazón. Ella suspiró encogiéndose de hombros.

—Aún así, ser más amable no te matará —masculló y resoplé.

—Tal vez sí —contesté y abrió la boca para protestar pero la interrumpí—. Será mejor que me vaya, tú y yo no estaremos de acuerdo. Te veré en el almuerzo. —Ella asintió antes de irse.

Caminé hacia el aula, pero antes de llegar mi teléfono sonó. Miré la pantalla pero era número desconocido, tal vez era… Radrick.
Con rapidez fui hacia la puerta más cercana para salir, si era él, no sería bueno estar dentro  de la escuela.

Cuando estuve afuera y respondí, la llamada se colgó enseguida, molesta fruncí el ceño a la pantalla que decía:”SIN SEÑAL”.

—Señal de mierda —susurré irritada mirando a todos lados con actitud vigilante, pero después de unos minutos me aburrí y guardé el teléfono para entrar de nuevo.

—Se te olvidó algo. —Una voz varonil me detuvo. Me giré lista para atacar si era un vampiro, pero me quedé quieta cuando vi a un chico evaluándome.
Era un poco musculoso, de un cabello lacio y rubio dorado que le rozaba los hombros, piel blanca y ojos negros, llevaba unos vaqueros negros ajustados lo suficiente para no verse afeminado, botas negras y una camiseta blanca de cuello en “V”.

El segundo chico más atractivo que había visto hoy, sin duda. No lo ataqué porque era un estudiante y peor, era un Wellyntong, no era difícil adivinarlo porque sus rasgos eran un poco parecidos a los de Dwight y nunca lo había visto por aquí, así que era nuevo. Solo que no sabía si era Balthazar o Gregory.

—¿Qué? —interrogué recordando lo que me había dicho. Él sonrió mostrando, como era de esperarse, unos dientes blancos y perfectos, me tendió 20 dólares y lo miré sorprendida mientras me rebuscaba en el bolsillo trasero. Mi dinero se había caído.

Asintiendo los tomé y los guardé de nuevo.

—Gracias —dije tomando en cuenta lo que Honor me había dicho. Di media vuelta pero él ya estaba obstruyéndome el paso.

—¿Nada de recompensa? —inquirió con una sonrisa de lado. Me crucé de brazos malhumorada, esto era a lo que me refería cuando se lo dije Honor, eras amable con ellos y pensaban que querías que se metieran en tus bragas.

—¿Qué te parece una patada en el culo? — amenacé y me miró sorprendido pero sonriente.

—¿Una chica intolerante a las bromas?

—Solo a las más estúpidas.

—Soy Gregory Wellyntong —se presentó hundiendo sus manos en los bolsillos de sus vaqueros.
Mejor, no deseaba dar apretones "amistosos".

—Scarlette —dije a su vez y me alzó una ceja.

—¿Scarlette…? —quiso saber el resto.

—No te importa —murmuré guiñándole un ojo y dirigiéndome de nuevo a la puerta.

—Espera, Sacerlette no te importa —me llamó de nuevo y puse los ojos en blanco con fastidio—, me agradas, ¿qué tal si te llevo a tomar algo? —propuso y bufé.

—¿No deberías estar adentro? —insinué señalando con el mentón a la escuela y Gregory torció los labios.

—De estar en una clase aburrida y acosar a una chica linda, prefiero lo segundo. —Sonrió provocativo.

—Pues que lástima que yo no crea así.

—Es lo menos que podrías hacer, yo te salvé de que te quedaras con hambre. —Señaló en donde me había guardado el dinero.

—Mira si lo que quieres es a una chica fácil, lamento decirte que te equivocas de persona  —espeté perdiendo la poca paciencia que me quedaba—. Suerte para la próxima chico, pero ya tuve suficiente Wellyntong por hoy —agregué y frunció el ceño.

—¿Mucho Wellyntong? ¿Uno de mis hermanos está en tu clase?

—Lamentablemente —respondí con voz indiferente. Gregory lo meditó unos segundos para luego sonreír.

—Pues para la próxima envíale saludos a mi pequeño hermano Dwight de mi parte.

—Es Balthazar —mentí

—No lo creo, soy demasiado bueno para adivinar —se elogió y rodé los ojos.

—Como sea —solté y caminé de nuevo hacia la puerta, me habló otra vez pero lo ignoré.

Las clases habían terminado y todos se dirigían al comedor para el almuerzo.

—¡Scarlette! —Escuché la voz de Honor llamándome en voz alta, busqué entre la multitud de estudiantes, hasta que la vi viniendo hacia a mí.

—Hey —la saludé y frunció el ceño

—No fuiste a clases —dijo con un poco de regaño en su voz.

—Algunas veces es relajante faltar.

—Da igual, vamos, muero de hambre. —Me jaló del brazo hacia el comedor y la seguí suspirando.

El comedor estaba repleto de gente, gemí de impaciencia cuando nos formamos en la larga fila.

—No alcanzaremos panqueques —se quejó y caminé hacia adelante buscando a alguien que pudiera convencer para que me metiera.

—Hola Kevin, podrías… —comencé a pedirle a uno de los jugadores de futbol de la escuela, que me sonrió en saludo. Yo le gustaba porque a veces me guiñaba un ojo o se me quedaba mirando como idiota, por eso lo detestaba. Pero oigan, conseguir esos panqueques era un caso de vida o muerte.

—No es necesario que hagas eso, pero de haber sabido que eres dulce con la comida, lo habría intentado antes —me interrumpió Gregory. Supe que era él sin verlo si quiera. Me giré y le alcé una ceja molesta, él sonrió tendiéndome dos panqueques, los miré deseosa de arrebatárselos y salir corriendo. Pero no los tomé, al contrario, me crucé de brazos

—Esperaré mi turno —lo desafié y ahora él fue quien me alzó una ceja incrédulo.

—No parecía eso hace un momento. Pero como gustes, igual puedo llevárselos tu amiga y te aseguro que ella no los rechazará. —Miró a Honor. Bueno él tenía razón, oprimí los labios y luego resoplé.

—¿Cómo sabías?

—Te dije que soy increíble adivinando —presumió tendiéndomelos de nuevo y esta vez los acepté.

—Te los pagaré —musité sacando el billete y negó.

—No seas ridícula, ya veré como me cobro después. —Y con una sonrisa de suficiencia se fue y salió del comedor.

Pude sentir varias miradas asesinas de las porristas. No les tomé importancia, además no se metían conmigo porque sabían como era yo.

Cuando volví, Honor me miraba atónita

—¿Qué? —pregunté irritada.

—No me digas que ese era un Wellyntong —soltó emocionada y puse los ojos en blanco.

—No lo diré entonces —murmuré y bufó exasperada.

—Estoy en lo cierto, ¿no? —insistió.

—Es Gregory —respondí caminando hacia la salida.

—Es mejor de lo que me imaginaba — susurró para sí misma— . Aguarda, ¿cómo es que te regaló esos panqueques?

—Usó las manos y me los dio, ¿acaso no viste? —repliqué con sarcasmo, rodó los ojos y se detuvo de repente en medio del pasillo—. ¿Qué haces? —añadí me miró acusatoria.

—Ustedes ya se conocían, ¿no es cierto?

—No —mentí y negó sin creerme.

—Mientes, porque si no se hubieran conocido, no los habrías aceptado.

—¿Cómo estás tan segura de eso?

—Te conozco lo suficiente como para saber que le habrías respondido de forma amenazadora al estilo “Scarlette”, pero sin embargo, los aceptaste.

—Solo hemos cruzado unas palabras —admití por fin y me miró sorprendida. Comencé a caminar hacia la puerta para salir de la escuela, porque siempre nos íbamos a comer a unas bancas que estaban de vista al bosque. Alejadas de los alumnos, más relajante...

—Espera —ordenó y me detuve con un gemido— ¿No será que te saltaste la clase por estar con él? —preguntó asombrada como si hubiera descubierto algo increíble. Abrí la boca para hablar, pero me interrumpió:—Claro, lo conociste y no te pudiste resistir a escaparte con él, de seguro tendrán citas y… —comenzó a contar mirando al suelo.

—Wow, detente —la callé, ella me miró con el ceño fruncido—, para empezar, yo no tengo citas, las odio. —Era cierto, había tenido algunas y terminaban por ser un desastre porque yo no soltaba prenda tan fácil.

—Sí, pero tal vez con un adonis como ese sí —opinó y bufé sacudiendo la cabeza.

—Por más sexys que fueran, no lo haría, no te voy a negar que los Wellyntong son… atractivos, pero no me interesa salir y menos con uno de ellos.

—Eres una amargada —susurró.

—Quizá, pero jamás lloraré por un hombre, y mucho menos andaré de arrastrada, eso es lo que consiguen las chicas con novio, hasta que les ponen el cuerno —exclamé molesta y me miró mordiéndose el labio

—Lo sé. —Un suspiro entrecortado salió de sus labios y supe que recordaba esos momentos en su vida.

—Oye, lo sie… —empecé, pero negó fingiendo una sonrisa.

—Tienes razón, en parte, porque sé que en algun lado está el indicado y que llegará por mí.

—No pierdas la esperanza, yo seré la amiga con muchos gatos —Arrugué la nariz y se rió.

—Aunque no lo quieras, también encontraras el amor, solo que en estos momentos estas peleada con él.

—Bueno, ¿podemos ir a comer ya? —rogué y asintió.

Salimos al aire libre y caminamos hacia la banca de siempre. Comencé a devorar mi panqué, pero mi celular sonó a mitad de una mordida. Fruncí el ceño molesta y vi que era un número desconocido de nuevo. Apreté los labios en una línea, miré a Honor que estaba más ocupada en su comida que en mí.

—Tengo que contestar —avisé y me alejé de ella para que no escuchara.

Cuando estuve a una distancia considerable, respondí:
—Si eres tú, te diré solo una vez que no me molestes de nuevo idiota, ¿te crees que eres el… —derramé toda la rabia contenida.

—¿Señorita Scarlette Bloodwod? —preguntó una voz de mujer interrumpiendo antes de que siguiera lanzando fuego por la boca.

—Eh... —me aclaré la garganta—. Sí, ¿quien habla? — quise saber, tratando de ignorar lo que había dicho al principio.

—Me llamo Martina Robins —se presentó—. Soy cazadora y vivo en Seattle —contó y fruncí el ceño, tal vez era del Círculo, otra vez.

—Dígale al Círculo que no me interesa trabajar para ellos.

—No te hablo de parte su parte.

—¿Entonces?

—Te llamo porque sé que cumplirás años pronto, y tu madre me dejó algo para ti antes de que muriera. Éramos amigas, ella confiaba en mí y me hizo prometerle que si le pasaba algo algún día, te buscara hasta que tuvieras diecisiete y te diera lo que me entregó —habló rápido y tuve que asimilarlo unos instantes mientras sentía la garganta seca y el corazón apretado.

Mi madre me había dejado algo… Mi madre...

—¿Qué sería eso exactamente? —inquirí con cautela.

—No es algo que se pueda decir por teléfono, tenemos que vernos —pidió.

No sabía si era algo bueno, quiero decir, no la conocía y nunca había oído hablar de ella, pero se trataba de mi madre. Era lo que había esperado durante años, ¿no?

—De acuerdo, dime cuando y dónde —pedí con voz firme y con el corazón latiéndome fuerte.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro