Prefacio

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"La vida era un reto a diario, por lo mismo uno debe encontrar su propia solución", eran las palabras de mi padre siempre que había problemas.
No era como si tuviese uno en estos momentos, pero me sentía inquieta. Así que lo deshacía a mi conveniencia por: "Si la vida no te trae algo para distrarte y no impacientarte, yo misma debía buscar un tranquilizante".

Por lo que me levanté en cuanto estuve segura de que mi hermana mayor Rachel dormía; me mataría si se diera cuenta que aún seguía haciendo lo mismo.

Miré el reloj, pasaba de las doce de la noche y aún así no estaba cansada, al contrario, me sentía inquieta y desesperada por salir. Hace días que no me había podido escapar en la noche para hacer mi trabajo, de hecho era mas que eso, era una obligación que me había impuesto yo misma, además también era lo único que me calmaba.

Me vestí con una falda corta, negra y ajustada, una blusa de tirantes roja y unos tacos de plataforma; con mi cabello negro cayendo en ondas brillantes por mi espalda y un maquillaje algo exagerado para mi edad.

Tal vez algunos ingénuos pensarían, por la forma en la que voy vestida y a la hora en la que salgo, que hago un tipo de trabajo... Pues de la calle, pero no era nada de eso, ni se le acercaba.

Así me arreglaba yo para ser un señuelo y distracción para mi verdadero objetivo, un señuelo que necesitaría con desesperación cuando uno de ellos estuviera frente a mí.

Yo era una cazadora e iba a los lugares públicos y más concurridos por la noche para terminar con el enemigo; los mejores lugares eran los bares y discotecas, he ahí un motivo para mi "extravagante vestuario". Sin embargo a Rachel no le gustaba que yo lo hiciera sola y a esas horas, pero no podía evitarlo y la verdad... no quería.

Tomé mi chaqueta favorita de cuero negro, una que había pertenecido a mi padre y por eso la amaba, después saqué mis dos estacas de madera, cinco dagas especiales, (especiales porque habían sido bendecidas en una iglesia y les causaba dolor pero no los mataba), y las oculté dentro de ella; luego me puse mi collar, un valioso y poderoso amuleto con la piedra onuxor, la única cosa que hacía que los cazadores los localizaran o los distinguieran de los humanos.

Me llevé las zapatillas en la mano mientras bajaba las escaleras de madera. Me había costado varios castigos de Rachel para aprender a salir muy sigilosamente de la casa, además ella había cerrado mi ventana con candado para que nada entrara y... nada saliera, ahora cuando me escapaba era como si no tocara el suelo.

Sonreí aliviada y agradecida cuando logré salir inmune y caminé rápido hacia la acera para pedir un taxi, usar el coche habría hecho demasiado ruido.

Cuando por fin tocó mi turno de la larga fila para entrar en Clarividence, la discoteca de moda de la ciudad, el gorila que vigilaba la entrada me miró evaluándome mientras fruncía el ceño.

—Identificación —ordenó con voz profunda.

—Por supuesto grandote —dije con una sonrisa inocente mientras se la entregaba, Rachel me había conseguido una falsa por si llegaba a tener un problema o emergencia, bueno esta era una emergencia y aún me faltaba un tiempo para conseguir una legalmente, tenía dieciseis, pero faltaba poco para que cumplir el siguiente.

El gorila la estudió un rato pero después resopló y quitó la soga dejándome entrar.

El lugar estaba atestado, el olor a alcohol y sudor inundó mis fosas nasales y arrugué la nariz. Mi búsqueda sería un poco difícil pero no imposible.

Caminé hacia la barra y me senté en un banco.

—Vodka —pedí al barman, no tenía edad y no iba a tomarlo, pero era bueno para mantener las apariencias.

Caminé entre las personas con mi bebida, me detuve para tomar la piedra onuxor entre mis manos y la apreté fuertemente.

No recibí ninguna señal de que hubiera alguna criatura aquí e iba a soltar la piedra sintiéndome decepcionada e irritada, pero después comenzó a vibrar entre mis dedos.

Sonreí satisfecha, la piedra funcionaba de esa forma, si vibraba significaba que había uno cerca y si palpitaba quería decir que estaba frente a mí o a mi lado, e identificarlos a partir de ahí no era difícil, solo tenía que esperar a que ocurriera lo segundo.

Dejé la bebida en una mesa, me adentré entre las personas y comencé a bailar para observar disimuladamente a toda la gente y distinguir a los que venía a cazar.

Esperaba que fuera un hombre y no una mujer, ya que mi "señuelo" no servía y era más difícil lograr tener a una de ellas a solas y sin personas alrededor.

De repente sentí que alguien me dio una palmada en mi trasero, me paralicé al instante y me giré lentamente para ver a un hombre gordo, ebrio y con una estúpida sonrisa, a lo que yo le sonreí dulcemente pero estaba segura de que la mía se veía maníaca y furiosa.

—Hola dulzura, ¿quieres un poco de compañía? —preguntó tontamente y me dieron ganas de golpearlo ahí mismo pero no era buena idea, me podrían sacar y no conseguiría lo que vine a hacer.

—¿No soy un poco joven para ti?

—No lo creo —contestó y le enarqué una ceja, ¿no lo creía? Si se veía de cuarenta.

—Yo tampoco —concordé y lo jalé del brazo hacia los baños, debía hacer una pequeña pausa a mi búsqueda para ponerle un alto, darle una lección.

No llegamos hasta los baños, porque antes había unas escaleras que daban a un cuarto de limpieza, lo llevé ahí después de comprobar que no había nadie y cerré la puerta con seguro dejándonos solos, sin testigos, justo lo que quería.

De repente el panzón se abalanzó sobre mí y lo empujé de vuelta.

—Alto —le advertí dando un paso atrás—, ¿dónde queda la diversión? —inquirí, sonrió y luego eructó hacia mí dejando un olor a podrido que me dio nauseas.

—Cierra los ojos —pedí suavemente y obedeció, yo sujeté sus hombros y con un rápido movimiento le di un fuerte golpe con mi rodilla en su entrepierna, él se dobló hacia adelante por el dolor, después le di otro golpe con mi puño en su rostro y lo envié al suelo.

—¡Maldita zorra! —escupió con furia y le di una patada en sus costillas, el gruñó y después me arrodillé y le torcí el brazo sujetándolo en su espalda.

—Esta mano es muy juguetona —susurré en su oído y se retorció entre mis brazos que lo inmovilizaban pero no logró zafarse—, le gusta dar azotes en los traseros de las chicas... —seguí diciendo ahora más enojada—. Despídete de ella —terminé, le torcí la muñeca hasta que la rompí y ahora sí gritó, pero nadie lo escucharía, lo empujé hacia adelante y cayó sosteniéndose su brazo, después me agaché, le saqué la billetera y la abrí, tenía cincuenta dólares, sonreí mientras me los guardaba en la blusa.

—Gracias cariño, me divertí —dije burlándome.

—Perra estúp... —comenzó a quejarse pero le di otra patada en la cara y se desmayó.

—Pervertido —murmuré molesta, me acomodé la ropa y el pelo de nuevo, tal vez había exagerado un poco en los golpes pero si no le ponía un alto yo, nadie lo haría, además... golpear me relajaba.

Después de que volví no me fui a la pista para bailar, tenía que matar rápido, había perdido tiempo ahí, pero no me arrepentía de nada.

Tardé unos minutos en localizar a un grupo de chicas alrededor de un hombre, pero no tenía una visión clara, así que tuve que aproximarme hasta él.

Cuando estuve lo suficientemente cerca, pude distinguir que el hombre era joven y muy apuesto, no por nada las tenía a todas a su alrededor, era una belleza inhumana, justo lo que buscaba. Con eso me acerqué con seguridad y cuando estuve a su lado (después de haber empujado a muchas), la onuxor comenzó a palpitar, sonreí con alegría en mi mente, por fin tenía lo que había venido a buscar, un vampiro para matar.

Pero éste no era cualquier chupasangre, lo supe por las palpitaciones rápidas de la piedra, él era poderoso y extraño; pareció sentirme también porque en cuanto estuve cerca desvió la atención de una de las chicas y me miró con desconfianza y curiosidad, a lo que yo le respondí con una sonrisa inocente e interesada, después de un rato las comisuras de sus labios se elevaron y sonreí más... lo tenía.

Él se levantó y se acercó a mí, llegaba unos centímetros más alto que yo y por las luces coloridas de la discoteca no pude distinguirlo bien, cuando las chicas vieron que me había elegido a mí, se fueron, no sin antes dirigirme una mirada asesina. Eran bonitas había que reconocerlo, pero yo también, sé que sonaba muy pedante y egoísta pero así era, tenía el cabello negro, piel blanca, labios rojos y ojos grises, y gracias a los entrenamientos diarios me mantenía en forma, a los cazadores nos ayudaba ser apuestos, sin embargo yo no presumía de eso, salvo que estuviera en una misión, como ahora.

—¿A quién tengo el placer de tener frente a mí? —preguntó con amabilidad y acento británico, él era... bello, por lo que pude distinguir, tenía el pelo rubio muy pálido y ojos... creo que negros, era un tanto musculoso e iba vestido informalmente de una camiseta con las mangas arremangadas hasta los codos.

—Jenna —mentí, regla numero uno de los cazadores: Nunca les des tu nombre real—. ¿Y tú? —interrogué con interés.

—Radrick —respondió, claro, yo tampoco tenía la seguridad de que decía la verdad, aunque por la rareza de su nombre supongo que sí lo hacía.

—Un gusto Radrick —dije mientras le tendía la mano, él la estrechó suavemente pero no la dejó ir hasta que la besó en un gesto de saludo—. Veo que estoy frente a un caballero —comenté con una risita tonta como las demás chicas fáciles.

—Y yo frente a una dama hermosa —dijo de vuelta y solté otra risita, esto me estaba fastidiando, solo quería matarlo de una vez—. ¿Estás aquí sola? —preguntó y asentí, mejor para ellos, una víctima que no venia acompañada de nadie, una fácil, o eso creía él.

—¿No eres muy chica para estar en estos lugares? —volvió a preguntar y le fruncí el ceño.

—Tengo la edad suficiente —repliqué ofendida y sonrió con satisfacción.

—¿Te gustaría bailar?- ofreció señalando la pista, pero hice una mueca y negué.

—Mejor vamos a un lugar más privado —insinué provocativa y me alzó una ceja.

—¿Un lugar más privado? —repitió—, ¿acaso quieres golpearme como aquel hombre ebrio? —soltó, esta vez no tuve que actuar cara sorprendida, porque lo estaba.

—¿Nos viste? ¿Pero como insinúas que yo lo he golpeado?

—Soy muy observador, más cuando veo a una chica como tú, irse con un hombre como ese, por lo que no pude dejar de mirarlos mientras se retiraban y mirar que tu regresabas en poco tiempo, pero sin él. Lo que me lleva a pensar que le hiciste algo y que la chica que parece indefensa puede ser todo lo contrario —contó muy seguro escrutándome con la mirada, pero yo no me inmuté y lo miré directamente a los ojos mientras hablaba.

—Tal vez le di un golpe —admití indiferente, no valía la pena negarlo—, pero no fue difícil, ya estaba ebrio, la inconsciencia era su dueña y se desmayó antes de que pudiera hacer nada —me excusé.

Radrick se acercó a mí.

—¿Y quién me asegura que no tratarás de hacer lo mismo conmigo? —susurró cerca de mi rostro, yo sonreí.

—Tú eres por mucho, más apuesto, joven y sobrio, no sería estúpida como para tratar de hacerte lo mismo —le aseguré y sonrió complacido.

—Conozco un lugar privado cerca de aquí, ¿estás dispuesta a ir conmigo? —dijo al fin y asentí con gusto.

Sonreí enormemente mientras me llevaba de la mano hacia una puerta trasera cerca del bar y salimos a la fría noche.

Nos alejamos caminando por las calles desiertas, no sabía hasta donde quería llegar, así que yo debía apresuras las cosas.
Iba a decir algo cuando él me jaló hacia un callejón oscuro y me preparé para el ataque.

Solo que no lo hizo, me recargó de espaldas a una pared, acercó su nariz a mi cuello aspirando profundamente y no pude evitar tensarme por lo que él se alejó sonriendo.

—¿Así de privado linda? —preguntó, le di una sonrisa ladeada y pasé mis brazos alrededor de su cuello.

—Perfecto —murmuré y visualicé mejor su rostro, su cabello no era rubio como creía, era ¿blanco? Sus pestañas, cejas y ojos eran negras, sus facciones muy hermosas, él era extraño hasta para un vampiro, debió tener veintitantos años cuando fue convertido.

De pronto él me besó, yo le respondí con fervor mientras que con cuidado alejaba una mano de su cuello y la apoyaba en mi estómago para sacar una daga con cuidado, pero cuando la moví dentro de mi chaqueta no logré tocar nada porque de pronto me encontraba con sus manos ahorcándome por el cuello y alzándome en el aire, golpeándome contra la pared.

Lo miré más que nada, confundida y él rió.

—¿Qué ocurre cazadora?, ¿tienes miedo? —espetó y solté un gemido de sorpresa.

—¿Crees que no reconozco a un cazador de mi propia especie? —su voz sonaba furiosa, yo trataba de respirar sin éxito, no podía alcanzar mis armas, así que encajé mis plataformas en su muslo, sabía que no lo dañaría, pero cuando miró hacia abajo, aproveché a tomar una bocanada de aire, saqué uno de las dagas y lo apuñalé en el pecho con rapidez. Él hizo una mueca y me soltó de pronto.

Yo brinqué a un lado y me alejé mientras sacaba una estaca de mi espalda.

Radrick ya se había sacado el arma, su herida había comenzado a cerrarse con lentitud, me miró con una sonrisa que mostraban sus colmillos fuera y sus ojos se habían vuelto rojo brillante.

Iba a lanzarme hacia él con la estaca, pero unas manos me alzaron por detrás y fui lanzada con fuerza hacia una pared. Me incorporé rápidamente, lo que envió ondas de dolor por mi hombro izquierdo, <genial... >

Miré a Radrick que me observaba con gesto divertido, él no se había movido y era obvio que no lo haría porque había otro aquí y ese lucharía por él.

Mi estaca estaba a unos metros lejos de mí, así que no podía tomarla, caminé de espaldas mirando a ambos lados hasta que toqué la pared y saqué otra daga; Radrick había cruzado sus brazos, sus ojos rojos habían vuelto a ser negros y sus colmillos se habían contraído de nuevo.

Cerré los ojos tratando de concentrarme en los sonidos, percibí un movimiento en el aire y con un ágil movimiento lancé el arma a mi lado derecho, abrí los ojos para ver a una mujer vampiro soltar un alarido, saqué otra daga y se la enterré al lado de la otra.

Después saqué mi otra estaca, pero ella me empujó hacia atrás, sin embargo estaba débil por las dagas enterradas en su estómago, así que le di un fuerte golpe con mi codo en su rostro que la envió al suelo de espaldas.

Me eché encima inmovilizando sus brazos con mis rodillas, ella se estaba debilitando más, así que aproveché eso y con mis dos manos sosteniendo la estaca, le atravesé el corazón y dejó de moverse, ya estaba muerta; las venas de su piel sobresalieron por todo su cuerpo haciendo que se volviera azul y púrpura.

Saqué mi estaca de su pecho y me volví hacia donde había visto a Radrick, pero ya no estaba.

—Increíble —murmuré enfadada.

De pronto aterrizó frente a mí y traté de matarlo pero solo le hice un corte profundo en su brazo. Arrancó la onuxor de mi cuello y desapareció de mi vista.

¡No, la onuxor no!, miré furiosa a todos lados.

—¡¿Dónde estás?! —grité.

—Aquí —respondió a unos metros encima de mí, alcé la vista para verlo agazapado sobre el alfeizar de una ventana, no lo alcanzaría a tiempo.

—Devuélvemela y te prometo una muerte rápida —gruñí y se rió.

—No debiste venir nunca —dijo con voz suave mientras examinaba mi amuleto, después me miró pensativo y se lo guardó en sus vaqueros—. Al menos me la quitaste de encima, ya me tenía aburrido —agregó señalando a la vampiresa muerta.

—Baja y pelea —demandé.

—Tienes todas las de perder y lo sabes linda —observó, era cierto pero no tenía importancia—. No te preocupes, no te mataré... por ahora, nos volveremos a ver muy pronto —y con eso corrió hacia el techo subiendo por la pared y desapareciendo en la noche.

Genial, ahora había un vampiro al acecho y perdí lo más preciado que tenía.

Rachel iba a matarme.

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