CAPÍTULO 1 - La piedra de la noche

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—Míralo, es increíblemente sexy. —Honor murmuró mirando la gran pantalla frente a nosotros.
Ella siempre ha sido mi mejor amiga desde el primer grado. Nos habíamos conocido en el recreo, el primer día de clases, cuando unas chicas mayores y crueles le habían quitado su dinero, entonces yo había ido y la había defendido, lo que terminó en pelea, una que yo gané al instante, por el entrenamiento que ya recibía.
A partir de ahí, Honor y yo fuimos inseparables, nadie se volvió a meter con ella, ni yo con nadie, porque había recibido un buen castigo de mi padre por haberle fracturado el brazo a la chica.

—Pues he visto mejores —murmuré viendo la película y lanzó un sonido indignado.

—No te creo, además el que sea vampiro lo hace aún mejor —dijo y me reí por lo bajo.

—Hablando de eso, esta es la película más horrible de vampiros que he visto —comenté.

—Claro que no —contradijo negando.

—Sí lo es, ¿dónde está la sangre? ¿El terror? ¿La realidad?  —pregunté y me miró de reojo.

—Es una película romántica —recordó.

—Lo hace aún peor, un vampiro real no puede amar, ya están muertos.

—Sí pueden. ¿Qué no lo ves? —apuntó la pantalla.

—Lo único que yo veo, son a unos vampiros maricas.

—Calla, no sabes nada sobre ellos —reclamó y sonreí maliciosamente, si supiera… Honor sabía todo sobre mí, excepto que mi familia ha sido cazadores de vampiros, por lo que yo también.

—¿Y tu sí? —inquirí, estaba a punto de protestarme pero mi celular sonó callando sus reclamos y ganando varias miradas molestas de la fila delantera.

—Es Rachel —le avisé antes de pararme y salí al pasillo.

—¿Dónde estás? —exigió en cuanto contesté.

—Hola Rachel, ¿cómo estás? —pregunté con sarcasmo.

—No estoy de humor —advirtió.

—Ni yo cuando me hablas así —repliqué.

—Contéstame —insistió—, ¿estás cazando cierto? —Su voz subía un tono más molesto con cada palabra

—Si fuera así no te habría contestado —observé.

—Claro que sí.

—Estoy en el cine con Honor, ¿bien? —solté irritada.

—¿Por qué no me dijiste que saldrías?

—No creí que necesitara hacerlo.

—Regresa ahora —ordenó.

—Ya pagué la entrada e irme sería despilfarrar dinero, ¿no te quejas siempre de eso?

—Mal intento, pero si no quieres un buen castigo, estarás aquí en veinte minutos —dijo colgando sin darme tiempo de seguir peleando.

Entré de nuevo en la sala, Honor me preguntó con la mirada y negué.

—Debo irme —anuncié mientras agarraba mi soda y le daba un sorbo.

—Pero aún no va ni a la mitad —se quejó y suspiré.

—Ya conoces a Rachel, se pone como fiera si no llego a tiempo.

—Eso apesta.

—Dímelo a mí —concordé con malhumor antes de despedirme, dar media vuelta e irme.

Salí del cine bebiendo mi soda y comencé a caminar rumbo a mi casa. Había venido en el coche de Honor así que no me quedaba de otra, pero hacia más de media hora, así que Rachel no podría reclamarme, o eso esperaba yo.

Desde que mis padres murieron, ella se había convertido en la gran hermana mayor a cargo y mi tutora legal, por lo que también más estricta, porque me conocía y sabía que yo tenía un temperamento fuerte, algo que la hacía sentirse con mucha obligación y responsabilidad hacia a mí, para que no hiciera precisamente lo que ella no quería, que yo saliera a cazar sola, algunas veces íbamos juntas, pero esas salidas habían disminuido porque tenía que dividirse entre su trabajo y mi cuidado.

Esa era una razón por la cuál me escabullía en las noches. Tal vez no fuera lo correcto por parte mía, pero no podía vivir sin matar a esos bichos, sin hacer lo que mis padres me habían enseñado, eso es lo que hubieran querido.
Sin embargo sabía que Rachel más que nada tenía miedo, miedo por mí, a que en uno de mis escapes, un vampiro me asesinara como a ellos. Pero debía confiar en que estaba haciendo lo correcto, además mis cacerías tenían un objetivo: encontrar al maldito chupasangre que los mató, o al menos tener una pista, pero en los últimos seis años no había conseguido nada.

Miré hacia el cielo que ya estaba oscurecido, así que apresuré el paso, más por Rachel que por mí. Pero cuando iba pasando por un pequeño parque mi celular sonó, me detuve y fruncí el ceño el ver que era un número desconocido.

—¿Sí? —pregunté cuando descolgué.

—Hola cazadora, ¿me has extrañado? —dijo una voz masculina que reconocí al instante. Con rapidez me puse en guardia sosteniendo la única daga que llevaba, miré hacia ambos lados y bajé mi soda al piso.

—Tranquila, no te atacaré, así que puedes dejar tu posición de lucha —murmuró fastidiado aunque no guardé mi arma y me fui lentamente hacia una banca bajo un árbol.

—¿Dónde estás? —exigí en cuánto me senté vigilando mi entorno.

—No necesitas saberlo, yo puedo verte así que es suficiente —avisó y metí la daga en mi bota negra.

—Si no vas a atacarme, ¿para qué me hablas? ¿Y cómo diablos conseguiste mi numero? —espeté y se rió con desgana.

—Soy poderoso, un simple número de teléfono no es un problema, en cuanto a lo otro... necesito algo de ti —confesó y ahora fui yo la que reí.

—Entonces no eres tan poderoso si necesitas la ayuda de una cazadora.

—No me subestimes querida, si quisiera ya te habría matado a ti, a tu hermana y a tu amiga, dudo que quieras perderlas después de tus padres —comentó y se me hizo un nudo en la garganta.

<¡Maldito hijo de…!>

—Si te atreves a tocarlas, juro que me convertiré en tu peor pesadilla —amenacé.

—Claro que no lo haré, si me ayudas —dijo ignorando mis palabras.

—Nunca ayudaría a un monstruo como tú.

—No tienes muchas alternativas.

—Solo el matarte —opiné.

—Morirías antes de verme si quiera —aseguró.

—¿Y qué ganaría yo con esto?

—Te contaré que no es mi estilo dar algo a cambio, pero tendré una consideración contigo. —Hizo una pausa para aspirar profundo— te daré tu amuleto...

—Eso ya era mío —interrumpí y resopló.

—Hay algo más, si tú me ayudas, yo te diré quien asesinó a tus padres —terminó y me quedé sin habla.

—¿Cómo lo sabes?

—Solo te diré que la conozco muy bien —contó con diversión.

—¿Es una mujer? —pregunté atónita.

—Ya dije suficiente, si quieres saber más, tendrás que hacer lo que diga —ordenó y enfurecí.

—Púdrete —dije entre dientes.

—Como quieras, nada mas me quedaría ir por ti para hacer que sufras hasta la muerte.

—Oh estoy deseando que lo hagas —amenacé.

—Piénsalo Scarlette, es una oportunidad única —soltó y ni siquiera me sorprendí que supiera mi nombre, porque lo más seguro es que estuviera enterado de quién era yo, mi familia y hasta la de Honor—. Además no sabes lo que quiero que hagas —añadió.

—Cuéntamelo entonces —pedí y pude sentir que hacia una sonrisa.

—Tu amuleto onuxor es perteneciente de la familia Bloodwod, ¿me equivoco? —preguntó y apreté la mandíbula, era cierto, cada familia de cazadores tenía un amuleto onuxor diferente, el mío era de la familia Bloodwod y había sido hecho especialmente para mí, tal vez por eso Radrick sabía mucho sobre quién era yo y mis padres.

—No —admití.

—Muy bien —sonó satisfecho—. Te pediré una cosa insignificante… Quiero que me entregues la piedra de la noche.

—¿La piedra de qué? —pregunté confundida.

—No te hagas la estúpida. —Ahora sí sonaba furioso.

—No me hago nada —repliqué furiosa—, nunca había oído hablar de eso.

—Tus padres fueron los últimos cazadores en quedarse con ella —acusó y resoplé.

—Jamás mencionaron nada de ninguna piedra —me defendí y se quedó un momento en silencio.

—De acuerdo, creo que tendrás que investigarlo entonces, no debería ser muy difícil para ti —opinó calmado.

—¿Eso crees?, pues ahora sí te equivocas, aparte yo no tengo ninguna obligación contigo.

—Piénsalo, no te presionaré, pero ya sabes las consecuencias si te niegas, sin mencionar el hecho de que sabrías lo que tanto has buscado.

—No tengo que pensar nada.

—Créeme, lo harás… Bueno, tengo que irme querida, disfruté hablar contigo. —Su voz sonaba amable e hizo que rodara los ojos—, estaré en contacto, cuídate Scarlette. —Lo último sonó amenazante y antes de que lo insultara, colgó.

De pronto las luces de un auto estacionado a una calle se encendieron, me puse de pie en un salto pero se fue de manera rápida.

Metí el celular en mis vaqueros y eché a correr a mi casa, que ya solo quedaba a unas pocas calles de ahí.
Me hallaba furiosa y confundida, ¿Qué era la piedra de la noche? ¿Por qué la necesitaba tanto? Además si no la buscaba, iría por Rachel y Honor, no podía dejar que eso sucediera.
Y a pesar de todo esto... me sentía entusiasmada, al menos tenía una pista de lo que había estado buscando y sería más fácil ir por la vampira que había asesinado a los seres que más había amado.

Mi venganza estaba cerca.

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