Capítulo I

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Desde la última vez que visite a mis padres no había pisado el suelo de Inglaterra, ahora que Gael estaba por casarse tendría que regresar y mi madre había insistido con que llevara a una pareja. Desde su punto de vista era importante que ante la sociedad y demás invitados que se presentaran en la boda, el hijo mayor de la familia Myers, hiciera su aparición con una pareja o prometida.

Cuando inicié los negocios con algunos colegas del bufete decidí no optar por una relación estable y formal con alguien, prefería las acompañantes de una sola noche. Lo cual no se me hacía difícil, cualquier mujer al verme y ofrecerle cierta cantidad de dinero cedía fácilmente, pero no podía presentarme con una de ellas a la boda. Seguramente mamá le haría un interrogatorio y al darse cuenta que no sabe nada de mí, terminaría desquitando su enojo conmigo.

La boda era en tres semanas, tenía ese tiempo para conseguir a una mujer que estuviera dispuesta a saber cosas básicas sobre mí y que no diera a conocer la verdad, pero que no fuera alguna de esas mujeres de una noche, de las que su reputación y su pasado se nota detrás de ellas a una buena distancia.

Había pedido a Bruce que buscara alguna forma o algunas mujeres que pudieran prestarse para este tipo de situaciones. Quería una acompañante digna de mí, alguien que fuera hermosa y tuviera un cuerpo que se pueda presumir.

-Jefé, he encontrado a diferentes señoritas, tú dirás cuándo las estarás observando. –dijo Bruce entrando a mi oficina, quien era más que mi mano derecha, era el hermano que hubiera querido tener, no es que Gael no haya sido un buen hermano, pero teníamos nuestras diferencias–

-Hoy por la noche, cítalas a todas en un buen restaurante. Claro que sólo será por motivo de entrevista, no para que crean que les regalaré una cena conmigo.

-De acuerdo Izan.

Las mujeres siempre buscaban la manera de acercarse a mí, de alguna u otra manera, la mayor parte del tiempo era el tipo rudo e indiferente que era con todos, eso de alguna manera las hacía aproximarse. Pero no buscaba nada con ninguna mujer, no por el rumbo que mi vida había tomado.

Le había pedido a Bruce que para esta situación fingiéramos que sería una entrevista de trabajo, no podía darme la oportunidad de que la gente se enterara que buscaba una relación falsa, estos rumores podían llegar a los oídos de mi madre de alguna u otra manera y no podía defraudarla.

Me había vestido con un traje color azul oscuro, haciendo juego con una corbata de tono vino. Por alguna razón me gustaba mucho la combinación de aquellos colores, y bueno no podía desaprovechar en despertar algunos deseos en los cuerpos de las mujeres a las que vería.

Bruce había reservado el restaurante exclusivamente para esta ocasión, cuando llegué había una extensa fila de mujeres bien vestidas, algunas con cuerpos mejor definidos que otras. Portaban vestidos cortos, lo cual no era de muy buen parecer, si en realidad se trataba de una entrevista de trabajo, no me molestaba ver algunos muslos, pero necesitaba que se tratara de una mujer que luciera decente en todo tipo de situaciones y si, para una entrevista de trabajo se vestían de esta forma podía esperar algunas otras cosas.

Algunas de las señoritas se veían más jóvenes que otras, otras vestían con ropa muy anticuada, de alguna manera esto le quitaba la diversión y lo sensual al motivo, necesitaba una mujer que fuera sensual sin ser tan expuesta, pero tampoco anticuada.

Entré al restaurante, noté cómo las miradas se posaban en mí, algunas se acercaron, pero inmediatamente el de seguridad las apartó, entré directo a la mesa que habían acomodado. Luego ingresaron algunas de las señoritas, y una a una fueron pasando. No realicé preguntas demasiado personales o cosas por el estilo, pero tampoco hice algunas que tuvieran relación con el trabajo.

Unas se sintieron ofendidas cuando no hablé nada sobre una oportunidad laboral, tomaron sus cosas y se fueron, entonces le dije a Bruce que pasara una lista con las posibles preguntas, quienes no estuvieran interesadas en contestarlas fueran tan atentas de retirarse, no pretendía perder el tiempo preguntando a personas que al final terminarían ofendiéndose.

Por lo que pude notar muchas se habían retirado, al parecer si creían que se trataba de una oportunidad de trabajo, no es que en algún momento yo no contratara personal, pero claro estaba que ni yo asistía a las entrevistas y en caso de que lo hiciera, no se trataban de oportunidades de ese tipo, sino en otros sentidos.

Había pasado aproximadamente una hora y media desde que comencé a entrevistar, habían cuerpos bonitos, pero intereses incompatibles o viceversa, entre otros cuantos inconvenientes que encontraba. Una señorita de las que trabajan en el restaurante se acercó a mí, ofreciendo sus servicios, tal vez no era del tipo de mujer con quien pasaba la noche, pero una travesura se pasó por mi mente, inmediatamente saqué de mis mente esos pensamientos. Y sólo ordené un café.

Me estaba aburriendo, hacer preguntas similares a todas era muy tedioso, no soportaría una hora más en aquel lugar. Entonces apareció ella, una joven de unos veinticuatro años, rubia, cabello lacio y ojos verdes, con un cuerpo que no tenía tan bien definida las curvas, pero podría ser una modelo de pasarela. Me gustó.

Luego de entrevistarla me di cuenta que habría que pulir algunos pequeños detalles, pero no me importaba, estaba bien, ella tenía la apariencia de ser una perfecta pareja para mí. No es que me llegara a interesar del todo, pero podría serlo, seguramente si no hubiera tomado algunos caminos por mi vida, ella sería el tipo de mujer con el que me gustaría estar, eso supongo.

Al terminar de entrevistarla, pedí a Bruce que retirara a las demás, pero que no dejara que la rubia que llevaba por nombre Katherine, se fuera sin haberle avisado que mañana por la mañana la esperaba en el mismo restaurante para desayunar. Nos quedamos a cenar junto a Bruce, la misma señorita llegó a ofrecernos sus servicios, no pude evitar comentarle a mi compañero lo que me gustaría.

-Supongo que si le dices algo, probablemente acepte.

-¿Crees?

-Todas caen ante ti Myers.

-No estoy muy seguro de que ella sea de ese tipo.

-Tú inténtalo, nada pierdes.

-Bueno, pierdo mi racha.

-Pero si te rechaza, seguro en tus contactos tienes a alguna que está dispuesta a disipar los deseos que traes.

Me puse en pie al mostrador donde se encontraba la caja, ahí estaba ella. Llegué con la supuesta intención de cancelar la cuenta.

-¿Cuánto es lo que hay que cancelar, –hice una pausa– Alessia?

-Yo debía llevarle la cuenta hasta su asiento señor. –dijo sin levantar la vista–

-Bueno, te he ahorrado ese trabajo, no tengo problema con hacerlo.

-Ahora le doy su cuenta.

-Bien, y dime ¿a qué hora sales?

-Dentro de una hora señor. –vi como sus mejillas se tornaban rosadas–

-¿Te gustaría que me quedara para luego ir por unas copas?

-No gracias. –dijo mientras extendía una factura con la cuenta–

-Oye, puedes pensarlo. –extendí mi tarjeta– Estaré por acá durante un rato, quisiera un whisky para mi amigo y para mí.

Me alejé rumbo a la mesa donde se encontraba Bruce, quien al no ver mi cara de satisfacción supo cuál había sido la respuesta.

-He ordenado whisky, sale dentro de una hora –dije viendo mi reloj– y no ha aceptado mi propuesta.

-No te rendirás.

-No, sabes cómo soy.

-No entiendo, tienes a muchas otras que gustarían tener una noche contigo y quieres estar con la mesera de este restaurante, que no tiene nada de lo que te atrae de una chica.

-Tal vez no, pero su figura no está tan mal.

-Si te escucha decir eso, seguro que acepta. –dijo con una risa–

-No digo que esté mal, pero no es mi tipo.

-Sigue con eso, y ya verás como terminara aceptando.

La chica llevó los dos vasos con whisky, ordenamos unas dos o tres veces más, hablamos de diferentes cosas, entre ello, sobre la rubia que tendría que ver en las siguientes semanas. La hora de salida llegó, quien funcionaba como gerente del lugar, nos pidió de forma atenta que nos retiráramos, pero yo le indiqué que estaba esperando a Alessia.

-Alessia, ven acá –dijo con un tono más elevado–. Ve con tu amigo, hoy has trabajado mucho, así que nosotros nos encargaremos del resto. Pasa una buena noche. –dijo con un tono pícaro–

-No es necesario jefe.

-Ve, tómalo como una orden.

-Gracias señor. –dije sonriendo de medio lado a Alessia– ¿Nos vamos?

-Iré por mi bolso. –dijo entre dientes.

Sabía que estaba molesta, pero vaya que tenía un grandioso jefe, sólo por eso decidí dejar una buena propina, aclarando que ella había prestado un buen servicio. La esperé fuera, tampoco pretendía presionarla.

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