Capítulo 17

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Un zarpazo le rajó la cara haciendo que su sangre salpicara el suelo tierroso del Bosque Oscuro.

El ardor comenzó a cegarla con rapidez, haciendo que se desesperase e intentase escapar.
Sin embargo no tendría oportunidad.
Necesitaba ganar, tenía que probarle a todos que era buena.

El impacto de su oscura mentora la volvió a derribar con firmeza.
Se aferró al suelo y comenzó a arrastrarse con la sangre escurriendo de su cara.

– ¡Para!, ¡Para! –. Suplicó jadeando.

– Ay, querida, parece que este tipo de combate no está a tu nivel –. Luminosa la miró seriamente.

– No es eso… –. Dijo agachando las orejas.

– ¿Acaso te preocupa algo? –. La guerrera oscura la miró con un brillo preocupado.

No podía mentirle a Luminosa, la guerrera oscura la conocía mucho mejor que cualquier otro gato. Desde que la había conocido le había prometido enseñarle técnicas de combate básicos y muy avanzados, además de habilidades especiales que ningún otro gato sabía, excepto los guerreros oscuros.

Habían pasado tres lunas y media desde su primer encuentro con el Bosque Oscuro. La vida había sido complicada, y por primera vez el Clan Oscuro había dado señales de vida, atacando patrullas de guerreros.

Había crecido mucho más en todo el tiempo que había pasado. Se había vuelto más fuerte y temible, todo lo que necesitaba.
Tormenta de Fuego rara vez la entrenaba, constantemente se la pasaba organizando patrullas y ocupándose de asuntos relacionados con los clanes. Ansiaba poder entrenar realmente con su verdadero mentor.
Estrella Moteada era completamente distinta, llevaba a entrenar a Zarpa de Fuego constantemente, sus ocupaciones de líder no impedían que desempeñara su papel de mentora.

Su entrenamiento en el Bosque Oscuro le estaba sirviendo muchísimo, aunque era duro, y cada día despertaba con nuevas cicatrices hechas por la oscuridad y las garras de Luminosa o algún otro guerrero.
Había conocido al resto de los guerreros oscuros. Entre ellos estaba un antiguo curandero muy bueno y que se comportaba con ella de lo mejor. Se trataba de Enebro, no conocía su historia, sin embargo no era tan oscuro o agresivo como el resto de los gatos del Bosque Oscuro.
A pesar de eso había entablado una muy buena relación con todos ahí.
No importaban los duros combates, siempre y cuando tuviese a su verdadera familia ahí, estaba bien.
Paso de Alce no le había mentido al decirle que actuarían como su familia y la apoyarían en todo.

Con el tiempo había aprendido que tu propia familia valía una cola de ratón, y que incluso los más inesperados podrían ser los que te tendiesen la zarpa cuando la necesitaras.
Por ejemplo Pétalo Sombreado. Después del accidente en el que se habían metido, se habían hecho muy buenas amigas. Descubrió que tenían una actitud muy similar, ruda, agresiva y orgullosa.
Siempre la apoyaba para todo y se solían jugar bromas.
Se sentía orgullosa de poder formar parte de "Los Poderosos", el grupo principal de los guerreros más increíbles.
Obviamente ella era genial, y se había asegurado de que todo el mundo lo supiese.
Corazón de Zorro actuaba muy amable con ella, y solía ser otro amigo. Era obvio que le gustaba pasar el tiempo con ella, y había surgido un curioso rumor sobre ambos.
Manto Serpenteado seguía tratándola por así decirlo como una princesa. Le llevaba presas diario, la acompañaba en cada patrulla, solía ayudarla con las cosas que se le escapaban…
Disfrutaba de su compañía, pero no se sentía cómoda con ese trato, no estaba mal, no podía negarlo, pero ella no era una delicada gata que necesitaba que los demás la consintieran, justo como su hermana, Zarpa de Nieve.
Ella no se escondía detrás de los guerreros más fuertes. Le gustaba hacerle frente a todo. No era tímida o débil, le gustaba ser ruda y agresiva con sus enemigos. Podía valerse a la perfección por si misma.

Volvió a concentrarse mirando directamente a Luminosa.

– Si… supongo que sí hay algo que me preocupa –. Confesó.

– Pues dilo ya, los problemas te contaminan –. Luminosa le pasó la cola por el costado.

– Es que… –. No sabía si decirle la verdad, probablemente se burlaría de ella. Sin embargo continuó. – En mi Clan parece que soy otra sombra más… no importa cuanto haga, siempre acaba siendo invisible para los demás.

Creyó que la oscura guerrera se iba a burlar o la iba a insultar, sin embargo para su sorpresa ésta la miró comprensible.

– Supongo que nunca te he contado mi historia… pero bueno, te lo diré –. La gata la guío por unos helechos oscuros que conducían a un risco.
Ésta se sentó al borde y ella la imitó.

– Verás… de pequeña me gustaba ser alegre, me gustaba ayudar… siempre pensé que la vida era color de rosa, que todos eran buenos… que ingenua era yo…

Ella la miró con comprensión y a la vez melancolía. Zarpa Enlodada era idéntica de pequeña, siempre había sido alegre, sin saber lo que después le arrebataría la felicidad…

– Muchos gatos me odiaban, con sus miserables palabras hipócritas. Te decían que eras el mejor, pero por la espalda te clavaban las garras y te odiaban. Nunca importó que lograse o hiciese, siempre acababa en lo mismo, insultos, burlas, zarpazos…

– Parece que sufriste mucho –. Susurró.

– Lo hice, y por eso ahora te entiendo. Haría lo que sea para no ver a alguien más pasar por el sufrimiento por el cual yo pasé.
Nunca hizo falta confiar en nadie, porque sabía que los gatos vivos te traicionarían, así que nunca confíe en nadie. Siempre impuse mis propios planes, nunca le dejé ver mi debilidad a otros, y me concentré en vengar cada una de mis desgracias –. Murmuró Luminosa con la voz fría de rabia al recordar todo.

– ¿No puedes confiar en nadie? –. Preguntó Zarpa Enlodada con tristeza.

– Tal vez, pero son muy pocos los que realmente te ayudarán sin tener un interés –. Luminosa la miró con sus relucientes ojos azules.

– ¿Qué fue lo que te hizo ver eso? –. Dijo ella nerviosa.

– ¿Ves esto? –. Luminosa señaló una cicatriz que tenía en el ojo y llegaba a la mejilla.

– Si… ¿Quién te la hizo? –. Preguntó en voz baja.

– Mi padre –. Luminosa respondió sin rodeos.

Ella la miró horrorizada. – ¡¿Por qué hizo eso?!

– Porque lo reté, le dije lo que él no quería escuchar, y de la nada me dió un zarpazo. Aún recuerdo mi sangre salpicada en los árboles. Y su expresión, tan descarada y furibunda –. Luminosa se quedó viendo a la nada como si pudiese recordarlo tan bien.

Ella se quedó callada. La vida de Luminosa había sido tan parecida a la de ella…
Fue en ese entonces cuando comprendió que su destino era completamente distinto a lo que había imaginado. Ya no se fiaría de nadie, a menos que fuese su amigo.

– Gracias por contarme tu historia… y por querer que no pase lo mismo que tú –. Dijo solemne.

– No me tienes que agradecer, realmente tengo que hacerlo… lo que yo viví es peor que un infierno.
Y mi único error "Fue confiar en los de mi propia especie" –. Luminosa se puso en pie tranquilamente.
– Venga, tenemos que seguir entrenando, y quiero que salgas de aquí hecha una guerrera.

Ella asintió y la siguió por los árboles oscuros de regreso al claro de entrenamiento.

•            •           •

A la mañana siguiente se despertó sobresaltada al escuchar un sonoro crujido de hojas.
Giró la cabeza a tiempo de contemplar a Corazón de Zorro entrando a la guarida de los aprendices.
Éste se acercó trotando tranquilamente hacia ella.

– Buenos días –. La saludó tranquilo.
– ¿Te gustaría salir a cazar conmigo?

– ¡Por supuesto! –. Ronroneó incorporándose rápidamente.
Sin esperar a acomodarse el pelo, salió disparada dejando atrás al guerrero rojizo.

– ¡Ey! ¡No me dejes atrás! –. Le gritó el guerrero con tono de broma.

– ¡Debes de ser más rápido! –. Le respondió por encima del hombro.

Se sentía erradiar energía. Era lo que necesitaba después de un agotador entrenamiento con el Bosque Oscuro.
No había reparado en que las cicatrices habían sanado un poco, y solamente se le notaban las más grandes. Tampoco había notado que ella era la única que poseía tantas cicatrices, y constantemente tenía que fingir que se había tropezado con algo y se había herido. Aunque lo cierto era que probablemente nunca nadie supiese de que entrenaba en el Bosque Oscuro, incluso era poco probable que conocieran de su existencia.

Corazón de Zorro la alcanzó y le bloqueó el paso mirándola tranquilo.

– Hay que caminar, disfrutemos de un buen paseo –. Ronroneó suavemente con una voz tan alentadora y relajante.

Ella asintió y se situó a su lado mirándolo con afecto.
Pasar  los ratos con Corazón de Zorro era tan maravilloso como una estación de la hoja verde.
Admiraba tanto al guerrero que siempre aceptaba estar con él.
Sus sentimientos por este se habían transformado de una forma que ella se negaba a admitir por más que le gustara.
No era muy raro que Zarpa de Fuego se riese de ella cada vez que la veía, y le llamáse de formas graciosas.

– «Mientras estés feliz no hay problemas, sé que nadie más puede hacerte sacar una sonrisa, así que me alegro por ti» –. Las palabras de Zarpa de Fuego resonaron en su cabeza.

Lo quería bastante, pero también el joven había dejado atrás su actitud obstinada de cachorro para pasar a una tranquila, apacible y responsable. Aunque también ella había cambiado, su actitud se había vuelto altanera, orgullosa, fiera y valiente, lo que necesitaba para poder defender a su Clan y al resto.

Sus pensamientos la hundieron tanto que no reparó en una rama que sobresalía de la nieve. No alcanzó a esquivarla y cayó sobre la nieve sintiendo como una de las afiladas astillas de la rama le desgarraban la cara. Su propia sangre comenzó a escurrir, manchando la blanca nieve.

Corazón de Zorro al instante la ayudó a levantarse y la miró con preocupación por el corte que ahora tenía en la cara.

– ¿Estás bien? –. Su voz delataba preocupación únicamente.

– Eh, sí, gracias, solamente me he hecho un corte –. Murmuró tocándose la herida y advirtiendo que esta no paraba de sangrar.

– Oh no, espera, déjame limpiarte –. Corazón de Zorro se le acercó repentinamente.

Intentó retroceder pero el árbol de donde provenía la rama se lo impidió.

Corazón de Zorro pasó su lengua por la herida que tenía en la cara. Le resultó cálido y el ardor comenzó a cesar. Aún así no pudo evitar que su corazón empezara a latir más rápido, jamás había tenido tan cerca a Corazón de Zorro, y menos de ese modo. No había duda completamente de que sus sentimientos la estaban traicionando.

Pudo notar con más claridad que Corazón de Zorro poseía unas cicatrices en el cuello, apenas visibles debido a su pelaje rojizo. También tenía un poderoso cuerpo, aunque era esbelto también tenía un cuerpo robusto.
– «Es tán increíble…» –. Pensó y luego gruñó para si misma. – «Aghh, ¡¿Por qué rayos estoy pensando en eso?! » –.

Quería librarse de todos sus pensamientos y sentimientos hacia el guerrero del Clan del Río. Nunca podrían estar juntos porque eran de diferentes clanes, tenían una diferencia de edad, además ella no estaba segura de todo eso.

¿Qué es lo que haré?







Continuará…

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