Capítulo 18

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– ¡Hey! –. La voz de Estrella Moteada lo sacó de sus pensamientos.
Al instante el potente golpe de la líder lo derribó sobre la arena.
Se levantó escupiendo polvo.

– Parece que estabas distraído –. Señaló Estrella Moteada seriamente.

– Lo siento –. Se disculpó algo azorado.

– Las disculpas no te hacen aprender, creo que es todo por hoy. Resuelve los problemas que tengas en la cabeza y mañana practicaremos –. Dijo ésta algo molesta.

Su mentora no solía estar con esa actitud. Solamente había estado distraído por un tiempo.
Sus problemas y preocupaciones no era cosa que se pudiese solucionar de la noche a la mañana, no. Y más si se trataba de una profecía por la cuál nadie parecía preocuparse excepto él.
Parecía recio a creer que nadie parecía importarle siquiera, sobre todo cuando el Clan Oscuro había decidido ponerse a atacar patrullas, sobre todo particularmente las del Clan del Trueno.
– «Claro, ¡ja! Solamente saben que somos nosotros, pero no saben que el resto de los Clanes también están con nosotros» –.
Ahora comprendió la actitud malhumorada de Estrella Moteada, tal vez era muy normal, sobre todo si básicamente sus guerreros corrían el riesgo de morir de la misma manera que un ratón, acechados por el propio Clan Oscuro y su absurdo líder que no se había molestado en dar la cara.
Es más, ni siquiera lo conocía en absoluto, cómo era que iba a luchar y a cumplir con una profecía si no conocía a su enemigo de nada.

– Tal vez pueda luchar con él por telepatía o metiéndome en sus sueños –. Dijo sarcásticamente.

– ¿Por qué estás hablando solo? –. La voz risueña de Zarpa de Laguna hizo que pegara un salto avergonzado.

– No estoy hablando solo, sólo expreso mis pensamientos y problemas en voz alta –. Gruñó malhumorado.

– Así que te sigue preocupando lo del Clan Oscuro, ¿eh? –. Zarpa de Laguna observó.

– ¡Obviamente! Todo esto está mal, y tú pareces tranquila porque no han atacado a nadie de tu Clan –. Dijo molesto.

– Supongo que es suerte, o tal vez que mi Clan es de lo más tranquilo y congruente –. Ronroneó la aprendiza con tono de provocación.

La observó risueño, y tomándola desprevenida la derribó sobre la nieve.

– ¡Hey! –. Zarpa de Laguna lo fulminó.

Él no se podía aguantar la risa. Se echó a reír al ver su expresión.

– Vale, vale, ya te burlaste mucho –. Dijo ésta. – Ahora es mi turno.

No captó lo que dijo cuando de repente ésta lo derribó con las patas traseras y luego lo sacudió mandándolo lejos.

– ¡Wow! ¿Cómo hiciste eso? –. Dijo sorprendido.

– ¿Creías que el Clan del Río sólo sabía cazar peces? –. Ésta lo miró risueña.

Se levantó y la miró suplicante.
– Enséñame a hacer eso, por favor.

– Supongo que no pasará nada si te muestro algunas técnicas –. Murmuró pensativa. – Ahora todos los clanes están aliados, supongo que está bien.

Él saltó de emoción, aprendería muchas técnicas más.

– ¿Con qué comenzaremos? –. Preguntó con la sangre bombeándole de emoción.

– Corazón Mellado siempre dice que es más fácil que tu enemigo caiga que tú cuando eres muy veloz. Normalmente los guerreros del Clan del Río suelen mojarse el pelaje para hacerse más escurridizos en una batalla. Además somos muy rápidos, tal vez no tanto como el Clan del Viento, pero sí lo suficiente como para despistar a nuestros enemigos.
La mejor manera de vencer a tu oponente es en tu propio territorio –. Le explicó.

– ¿Cómo crees que podamos derrotar al Clan Oscuro? –. Preguntó directamente.

– ¡Ay, por favor! Zarpa de Fuego, ni siquiera lo sé, creo que prácticamente nadie lo sabe. No te enseñaré movimientos para que te vayas ahora mismo a atacar su campamento.

– Pero… ¡Ni siquiera iba a hacer eso! –. Le replicó.

– Aghh, vale, vale. Te enseñaré. Vamos al río –. Le propuso.

Él asintió y se encaminó con la joven a su lado, avanzando por los árboles.

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– ¡¿Cómo rayos se supone que debo de luchar en medio del agua?! –. Le dijo enojado.

– ¡Bola de pelos! Te dije que te enseñaría a hacer esto. Sé más paciente –. Le espetó Zarpa de Laguna.

Zarpa de Fuego la miró y asintió saliendo del agua.
Era muy complicado luchar entre las turbias corrientes de agua que había en el río. Pero sabía que Zarpa de Laguna tenía razón, aquel enemigo que no supiera cómo hacerlo, acabaría siendo vencido de la forma más fácil.

Zarpa de Laguna se sumergió en el agua durante un tiempo, tiempo que se le antojaron lunas.
Al cabo salió con un enorme pez que relució con la luz de la estación sin hojas.
La joven se lo empujó hacia él.
– Pruébalo –. Lo instó.

Él se agachó brevemente y hundió los colmillos en el resbaladizo pescado. Un sabor amargo y dulce se le filtró por la boca. Definitivamente aquél sabor no era el mejor. Sin duda los peces no eran para él.
Apartó el pez brevemente hacia la aprendiza de nuevo.
Observándola con sorpresa le dijo.

– Wow, ¡eso es asombroso! –. Maulló sorprendido. – ¿Cómo es que aguantas tanto tiempo bajo el agua?.

– Ummm… bueno, digamos que el Clab del Río tiene habilidades especiales como esa. Los veteranos dicen que nosotros descendemos de los grandes y poderosos leopardos, por eso tenemos sus habilidades. Y en mi opinión realmente parecemos leopardos –. Dijo orgullosa.

– ¿Cómo sabes que te pareces a un leopardo? Nunca has visto uno –. Le señaló.

– No, tal vez nunca haya visto uno, pero puedo apostar mil lunas a que son ¡fantásticos! –. Le replicó.

– Yo no digo que no sean fantásticos –. Protestó. – Solamente digo que ni siquiera sabes cómo son, o qué hacen.

– Tal vez algún día conozca a alguno, y si eso pasa seré la primera en hacerlo –. Fanfarroneó.

– No si yo lo veo primero –. La retó.

– Eso crees tú, bola de pelos –. Con el mismo movimiento rápido que  lo había derribado anteriormente lo lanzó al agua.

Estaba helada, a pesar de que ya no estaba congelada podía sentir pequeños trozos de hielo entre sus garras.

No necesitaba saber que sentía un pez para poder decir que definitivamente no eran las mejores condiciones.

– Los peces a veces suelen ir corriente arriba hacia zonas con menos hielo –. Le explicó la aprendiza. – Muchos peces necesitan oxígeno de vez en cuando, y el hielo se los impide, así que se van más arriba hacia el «Lago de Arena».

– ¿Qué es el Lago de Arena? –. Dijo confundido.

– Es parte de nuestro territorio, se le conoce así ya que tiene arena en las orillas y algunos caracoles con formas graciosas. De ahí sacamos los adornos de nuestras guaridas. Mientras que la arena le sirve a Caudal y a Arenosa para detener sangrados y secar hierbas –. Ronroneó.

– Todo eso es ¡Increíble! Su Clan y el Clan del Trueno tienen muchas diferencias realmente –. Observó asombrado.

– Si, pero eso no significa que no puedan compartir sus costumbres y convivir como un sólo Clan –. Coincidió Zarpa de Laguna.

– ¿Sabes? –. Le preguntó.

– Mmmm, ¿Qué? –. Le respondió ésta.

– Formamos un excelente equipo, si seguimos así podemos hacer que nuestros Clanes convivan tanto y se fortalezcan mutuamente –. Ronroneó entusiasmado.

– ¡Si! Suena de lo mejor, realmente sería muy fantástico, y a todos les ayudaría mucho poder aprender más de unos y de otros –. Dijo la aprendiza sacudiendo la cola con emoción.

– Podemos planearlo en el campamento –. Sugirió. – Deberíamos de regresar, no queremos que nuestros Clanes se preocupen por nosotros.

La aprendiza coincidió con un murmullo y ambos se alejaron del río en dirección a los campamentos.


De regreso se dispuso a tomar una presa del montón.
Largas sombras se proyectaban sobre las guaridas y campamentos simulando afiladas garras.
El cielo se encontraba nublado y la luz del sol apenas era visible por encima de las montañas. Se avecinaba una gran tormenta de nieve, lo sabía.
Los guerreros habían apilado las presas en grandes montones, los habían guardado cerca de un muro, donde no sufrirían daño.

Todo el campamento estaba en movimiento, como si ellos también supieran que estaba a punto de estallar una gran tormenta.

Los aprendices reforzaban las guaridas de las reinas y los veteranos, mientras eran supervisados por guerreros.
Divisó a Soleado trabajando con Zarpa Tormenta, apilaban hierbas en una enorme reserva. Ambos estaban muy unidos desde el terrible accidente que había dejado ciego al aprendiz.
Se sentía bien por él, al menos era útil en algo como quería serlo.
Y su hermana parecía más tranquila y calmada después de la muerte de Oreja Parda. Los curanderos de los tres Clanes habían puesto todo su empeño en mostrarle cada conocimiento a la joven y ejerciendo de mentores.

Sintió un roce de pelaje contra el suyo.

– Hola, Zarpa de Fuego –. Zarpa Enlodada lo saludó.

– Hola –. Ronroneó, restregandose contra su amiga.

– ¿Cómo te ha ido? –. Le preguntó dándole un empujoncito.

– Supongo que bien. Aunque Estrella Moteada parecía molesta, demasiado en mi opinión… –. Confesó.

– Debe de estar muy preocupada, y no la culpo, con todo lo que está pasando… – Murmuró. – ¡Salí con Corazón de Zorro a cazar! –. Dijo de la nada con expresión emocionada.

– ¿Con él? –. Preguntó sorprendido. – ¿No te parece muy presumido y arrogante?.

– ¡No!, Para nada –. La aprendiza lo miró con seriedad.

– Bueno, yo decí…

No terminó de hablar cuando murmullos de sorpresa y temor comenzaron a extenderse por el claro.
No comprendió porqué hasta que captó un aroma desconocido.

– Es el Clan Oscuro –. Le susurró Zarpa Enlodada.

– ¿Cómo lo sabes? –. La miró confundido.

– Estuve a punto de caer de un risco en su propio territorio y sus guerreros me salvaron, ¿Cómo se supone que no pueda reconocerlo? –. Le espetó.

Todos parecían alterados, y entre los susurros pudo escuchar:
– «¿Es un ataque? » –. – «¿Por qué vienen?» –. – «¿Qué hacemos?» –.

Corazón Mellado que estaba cerca de ahí, gruñó:
– Rodeen a los aprendices, protejan a los cachorros, reinas y veteranos.

Los guerreros que estaban cerca de ambos comenzaron a empujarlos hacia atrás, donde reunieron a todos los aprendices.
Zarpa Enlodada le soltó un mordisco a uno de los guerreros que se apartó fulminandola.
– Nadie me toca –. Gruñó.

No podía alcanzar a ver al líder del Clan Oscuro, quería saber cómo era.

Por lo visto no estaban protegiendo a los aprendices y cachorros porque fuese importante, sino porque no querían que ellos vieran a su líder.
Tenía que conseguir verlo o no tendría otra oportunidad como esa.

– Tenemos que verlo –. Le susurró a su amiga.

– ¿Cómo? Estos estúpidos gatos hacen mucha multitud y jamás nos dejarán verlo –. Bufó la aprendiza.

– Por eso hay que hacerlo sin que nos vean –. Le replicó.

Se coló por detrás de unos guerreros con sigilo. Había un árbol del cuál colgaban ramas partidas que proyectaban sombras sobre la espesa nieve.
Buscó las raíces y la mejor manera de trepar. Con un potente salto, se aferró a una de las ramas más altas.
Solamente se aferró un poco más y con las patas traseras se impulsó para agarrar uno de los extremos más fuertes de la corteza.

Zarpa Enlodada lo observaba con preocupación.

– No creo que esto sea buena idea –. Le dijo desde abajo.

No le respondió. Esta era la única oportunidad que tenía, y no la iba a desaprovechar.

La voz conocida y firme de Estrella Moteada habló por abajo, en el claro.

– Buenos días, Acecho de Ratón. ¿Qué podemos hacer por ti? –. Su voz era suave e intentaba sonar de lo menos agresiva. Era muy obvio que no quería causar problemas con el temible líder.

– ¡Ja! Cuánta cordialidad, Estrella Moteada, pensé que me tratarías del mismo modo que en el Campamento –. La voz de éste tenía algo que en particular hacia que no pudiese dejar de escucharlo.
Revelaba una seguridad y arrogancia, mayor que cualquier otra cosa.
Sus palabras ocultaban un doble sentido, entre rabia y locura, y paz y tranquilidad. Lo cual sabía que era mentira.

– Ve directo al punto, no tengo todo el tiempo, ¿qué es lo que quieres? –. Le espetó repentinamente la líder.

– Venía a tratar un asunto contigo… esperaba que pudiese ser en privado –. Su voz aún sonaba pacífica a pesar de la manera en la que le había hablado Estrella Moteada.

– De ninguna manera –. Aulló Estrella de Arroyo, colocándose al lado de la líder.

No podía ver completamente al líder, pero advirtió que el pelaje de Acecho de Ratón se comenzaba a erizar, y tuvo que hacer un gran esfuerzo por volver a alisarlo.

«Entonces es blanco, ¿Eh?», pensó sorprendido. «Creo que no será muy difícil reconocerlo».
Se agarró a la rama para no caerse.
Se inclinó un poco hacia arriba, levantando el cuello para poder observar más.
La rama tenía muchas grietas quebradizas, y en cuanto se puso adelante, ésta se partió haciendo que cayera sobre la nieve.
El estruendo hizo que todos se voltearan repentinamente hacia él, observándolo con expresión risueña y otras molestas.
Avergonzado se apartó pidiendo disculpas.
Captó la mirada de Tormenta de Fuego sobre él, tan abrazadora como siempre.
Zarpa Enlodada lo miró y lo arrastró lejos de la vista de los demás.
– ¿En qué estabas pensando, bola de pelos? –. Le bufó. – Por poco te matas.

– Lo siento –. Susurró algo adolorido por la caída. – No era mi intención, sólo quería saber más.






Continuará…

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