Capítulo 19

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La tensión y el miedo reinaban por el claro.
La multitud de guerreros estaban con las garras desenvainadas y las orejas pegadas al cráneo.
Zarpa Enlodada sabía que en cualquier momento podría estallar una batalla contra aquél atroz líder.

Se agazapó preparándose para cualquier señal de ataque.
Zarpa de Fuego aún seguía aturdido en el suelo.

– ¿Te encuentras bien? –. Susurró preocupada.

– ¿Eh?… Si, si, por supuesto –. Aseguró Zarpa de Fuego. – Solamente estaba pensando en lo que ví.

Estaba a punto de preguntarle qué había visto y cómo era el líder, cuando Acecho de Ratón volvió a hablar después de un tenso momento de silencio.

– Tú quién eres para opinar eso –. Le gruñó mordaz al líder del Clan del Río, que anteriormente había salido en defensa de la líder del Clan del Trueno.

Había algo de aquél gato que le provocaba una sensación de poder. Su voz no temblaba, ni tartamudeaba, irradiaba tanta seguridad…

El líder del Clan del Río se le encaró erizando el pelaje hasta la cola.
– Soy el que te desafía a que te largues.

Advirtió que en la voz del líder del Clan Oscuro había un deje de contención, como si estuviera haciendo un gran esfuerzo por no saltar sobre el líder del Clan rival.

– No me iré de aquí hasta hablar con la líder del Clan del Trueno, y no con un imbécil  –. Le gruñó. A pesar de eso en su voz había un leve tono provocativo y burlón.

Los guerreros del Clan del Río comenzaron a soltar aullidos furiosos contra el líder. Sin embargo éste les prestó poca atención.
Estrella de Arroyo les hizo una señal con la cola para que guardaran silencio.
Estaba a punto de volver a hablar cuando Estrella Moteada le pasó la cola por la boca para callarlo.

– Probablemente no te enteraste, pero los cuatro Clanes nos hemos unido para combatir al Clan Oscuro y a ti –. Su voz sonó profunda y directa.

La voz incrédula del líder resonó haciendo eco entre los árboles.
– ¿Cómo te puedes aliar contra tus propios enemigos? ¿Es que has olvidado lo que le hicieron a tu Clan? –. Su voz sonaba asqueada y llena de odio. – Quería hacer las cosas más fáciles, quería que llegáramos a un acuerdo, hablando, pero no has querido, y espero que no te arrepientas después –. Su voz no reveló nada más.
No podía observarlo pero escuchó el roce de unos helechos.
El líder se había ido con su Clan.

Tormenta de Fuego le hizo una señal a Garra de Halcón, Vuelo Raudo y Torbellino de Colmillos.
– Siganlo, y asegúrense de que salga de nuestro territorio.

Los tres guerreros asintieron y se pusieron en marcha por donde había desaparecido el líder y su Clan.

– ¿Cómo es el líder? –. Susurró a su amigo quien aún seguía nervioso.

– Era… blanco –. Murmuró reaccionando.

– ¡¿Qué?! ¡¿Solamente eso?! Ni siquiera es especial. Tormenta de Fuego mencionó que tenía algo diferente a todo lo que había visto, pero yo no veo nada de especial en eso. Zarpa de Nieve es blanca, y no es nada especial –. Bufó incrédula.

– Lo sé, pero es todo lo que ví, no hay más –. Se disculpó Zarpa de Fuego.

– Está bien, no es tu culpa de todos modos, supongo que no hay mucho que hacer –. Murmuró desilusionada.

Dejó a Zarpa de Fuego con tranquilidad y se dirigió a donde se encontraba Pétalo Sombreado.
La guerrera estaba sentada cerca de Corazón de Zorro, ambos charlaban con las cabezas muy juntas.

– Hola –. Saludó al llegar y se sentó al lado de su amiga.

– ¿Qué opinas de todo lo que dijo Acecho de Ratón? –. Murmuró Pétalo Sombreado con un toque algo extraño.

– ¿Acecho de Ratón? Yo lo llamaría Idiota sin cerebro –. Gruñó Corazón de Zorro.

Creyó ver un destello fulminante en los ojos de Pétalo Sombreado trás las palabras cortantes y llenas de odio del guerrero rojizo, como si no le hubiese parecido que éste insultara al líder del Clan Oscuro, pero no supo si solamente fue su imaginación.

– Creo que significan más problemas, tendremos que estar muy preparados –. Respondió con tranquilidad.

– Siempre he admirado mucho tu confianza y seguridad, parece como si supieses que esto lo ganarás –. Ronroneó Corazón de Zorro con afecto.

– Sí –. Coincidió Pétalo Sombreado, pasándole la cola por el costado.

Ella miró a sus compañeros con gratitud. – Gracias chicos, enserio significa mucho para mí, poder estar en este grupo.

– En realidad es genial que estés aquí, con nosotros. Tenerte en el grupo lo hace aún mejor. Y te queremos mucho –. Dijeron ambos guerreros abrazándola.

Era muy genial que ambos gatos la valoraran tanto. Se sentía tan increíble que al menos algunos la vieran como lo que era, y no como una sombra más.
Ahora que estaba en ese grupo se sentía mucho más poderosa.
Tal vez cualquier cosa era más importante que los problemas que solía tener.

Reparó sorprendida en que Zarpa de Nieve se acercaba con tranquilidad y arrogancia.
Su pelaje blanco relucía pulcro y esponjado. Brillaba de una manera atractiva bajo la luz del sol invernal.

Se apartó un poco con la intención de marcharse, no quería tener que verle la cara a la presumida de su hermana. Sin embargo Pétalo Sombreado la detuvo con una de sus poderosas zarpas.

– ¿De qué habíamos hablado?

No hace mucho le había contado a la guerrera los problemas que le causaba Zarpa de Nieve. Ésta le había aconsejado no huir de ellos, sino enfrentarlos y golpearlos con todas sus fuerzas, y barrer con ellos el suelo. Sus grandes consejos la habían ayudado un poco, pero era la hora de poder usarlos.

– Tengo que enfrentar mis problemas –. Susurró.

– Así es, y no pienses que todo te puede derribar, tú eres más fuerte que cualquier cosa –. Le dijo guiñándole un ojo.

Ella sonrió y luego volvió a concentrarse en la gata blanca.

– Hola –. Saludó ésta con actitud obstinada.

– ¿Qué es lo que quieres? –. Le dijo valientemente.

– Lo que yo quiera no es asunto tuyo –. Zarpa de Nieve le gruñó mordaz.

Se le erizó el pelaje al máximo y desenvainó las garras agresivamente. Estaba a punto de saltar sobre ella cuando Pétalo Sombreado la detuvo con la cola.
– ¿En qué podemos ayudarte?

– Me quiero unir a ustedes –. Dijo arrogante. – Yo sería una perfecta candidata para completar su grupo, yo los haría ser más increíbles de lo que ya son –. Fanfarroneó.

Corazón de Zorro había captado la incomodidad y nerviosismo que le provocaba la aprendiza blanca. Y a pesar de que no le había contado nada, éste parecía querer defenderla de cualquier cosa. Y por lo siguiente que dijo lo comprobó completamente.

– ¡No puedes! –. Le espetó el guerrero del Clan del Río.

– ¿Por qué no? –. Bufó Zarpa de Nieve.

– Porque no eres lo que se necesita para poder formar parte de éste grupo –. Le replicó.

– ¿Y qué necesito? –. Dijo impaciente.

– Sea lo que sea jamás lo obtendrás, no aceptamos mininas patéticas que no pueden hacer algo sin parar de quejarse. En pocas palabras, no aceptamos blandas gatitas mimadas –. Las palabras de Corazón de Zorro fueron muy hirientes, que hasta incluso ella sintió un poco de lástima por la gata.
Fue entonces cuando descubrió que Corazón de Zorro podría ser de lengua muy afilada y de personalidad muy agresiva. Agradeció que el guerrero estuviese de su lado y no en su contra.

Zarpa de Nieve retrocedió incrédula y a la vez dolida por las palabras del agresivo guerrero.

– ¡Pagarán por esto! –. Chilló la aprendiza llorando.
Sin voltear salió disparada hacia el bosque.
No pudo evitar sentir un poco de lástima, era su hermana después de todo

– No tenías que hacer eso –. Le espetó a Corazón de Zorro.

– ¿Y por qué no? –. Corazón de Zorro la miró incrédulo. – Después de todo ella te trata igual.

– ¡Pero podrías haber sido menos brusco! –. Su furia comenzaba a crecer como un incendio.

– Ey, tranquila. No deberías de sobreponerte a esto. Solamente te quiero ayudar –. Le replicó el guerrero.

– Yo no creo que sea ayudar, más bien parece que la estás protegiendo –. Señaló Pétalo Sombreado risueña.

– ¡Eso no es cierto! –. Contradijo Corazón de Zorro con rabia.

– ¡No necesito que me protejan! –. Le bufó al gato rojizo dándole la cara.

Se sintió furiosa porque la quisieran proteger, pero por encima de eso aún más porque se sintiera mal por su hermana, después de todo nunca la había tratado del todo bien.
No comprendía lo suficiente hasta que una imagen surgió de su mente repentinamente.
Se había sentido aún más molesta al comprender que solamente había sido provocado por sus sentimientos tan absurdos ante el guerrero del Clan del Río.
Y aún más cuando éste la había defendido de tal modo y Pétalo Sombreado había declarado y observado que la estaba protegiendo.
Ahora ella sabía que Corazón de Zorro también sentía algo por ella, y eso le provocaba algo de tirria.
Y ni siquiera sabía el por qué.


Una luna rojiza relucía sobre un cielo despejado y lleno de nubes escarlatas.
Los enormes árboles de un color podrido y quemado, se alzaban proyectando largas sombras anchas y de formas aterradoras, que se asimilaban a enormes garras.

Había pasado un cuarto de luna desde sus alborotados sentimientos por Corazón de Zorro y la visita del Clan Oscuro y su aterrador líder.

El Bosque Oscuro la había convocado de nuevo como cada dos días. Aunque recientemente no lo había visitado, y había gozado de un sueño tranquilo y reparador.

No hace mucho había tenido una riña con Zarpa de Nieve, quién la había acusado de insultarla horriblemente, aunque de cierto modo ella ni siquiera había abierto la boca. Si la culpa era de alguien, era de Corazón de Zorro.
Había obtenido a cambio un regaño humillante por parte de Corazón Florecido.
Su mente estaba demasiado alborotada para pensar con claridad.

Siguió la franja de camino rumbo al claro de entrenamiento del Bosque Oscuro. Quería saber qué novedades había.
Llegó pronto con la cola ondeada.
Al llegar observó sorprendida que había muchos gatos en el claro. Todos los guerreros oscuros tenían al menos a un gato que entrenaban.
Luminosa permanecía sentada sobre una roca, con la cola enroscada alrededor de sus zarpas.
Lavaba cuidadosamente su pelaje pardo, y parecía tranquila.
Se encaminó hacia ella intentando parecer segura.

– Hola –. Ronroneó.

– Hola, Zarpa Enlodada. Pensé que no vendrías –. La voz de la gata sonaba algo extraña.

– Eh, sí, iba a venir, necesito más entrenamiento, últimamente las cosas se han complicado –. Murmuró.

– Bien, pero ya conoces muchos movimientos, no necesitas tanto para ser poderosa –. Su mirada se posó sobre ella con orgullo.

– Supongo que sí –. Dijo nerviosa.

Por sorpresa y de la nada, la guerrera la derribó al suelo.
Sin embargo ella se incorporó con rapidez justo a tiempo antes de que la guerrera oscura clavara sus garras en ella.
Rodó sobre sí misma para poder ponerse fuera del alcance de Luminosa.
Con un veloz zarpazo, logró despistarla y cayó pesadamente aplastándola.
Luminosa soltó un aullido de ira y con un escurridizo movimiento se libró de ella.
Se incorporó levantando tierra con su cola. Se sentó un poco mareada.
Necesitaba descansar después de aquél arduo combate.

– Estás muy preparada para un combate real. Tu velocidad y agilidad te hacen poderosa, practica más y en poco tiempo todo el mundo te temerá –. Ronroneó Luminosa con una mirada de convicción.

– Lo haré –. Prometió.

– Seguro. Como puedes ver, hoy decidimos entrenar a todos nuestros aprendices –. Murmuró.

– Nunca los he visto a ellos –. Dijo confundida. – ¿De dónde son?.

– En el poblado hay muchos gatos que necesitan hacerse duros, y acuden aquí, pero también hay algunos aprendices privilegiados del Clan Oscuro –. Explicó la guerrera observando a sus compañeros entrenar.

– ¿Solamente aprendices? –. Murmuró observando a algunos gatos que no parecían aprendices.

– No, tenemos también gatos adultos, y un guerrero poderoso y del cuál todo el Bosque Oscuro está orgulloso –. Ronroneó Luminosa.

Iba a preguntar quién era pero Luminosa le pasó la cola por el hombro.
– Sigamos con nuestro entrenamiento –. Le había dicho.

Ambas se situaron más allá, lejos de los demás combatientes.
Aún su mente giraba con todo el aprendizaje que había recibido, y con la curiosidad que le daba conocer al resto de los gatos.
Ni siquiera tomó en cuenta cuando Luminosa le había indicado que comenzaran.
Fue demasiado tarde para reaccionar cuando sintió un potente y doloroso golpe que la mandó volando por los aires.
Se esperó el aturdimiento al chocar contra un árbol o alguna roca, pero lo único que sintió fue un impacto contra algo suave y cálido.
Escuchó un bufído entre iracundo y sorpresivo.

Se lamentó no haber puesto atención y estar más concentrada.

Se levantó rápidamente y se volvió sobre si misma para disculparse.
Se sorprendió al ver a un musculoso y joven guerrero de pelaje blanco.
Pero lo que más le sorprendió fueron sus poderosas zarpas negras y sus abrasadores ojos amarillos.

– Lo lamento muchísimo –. Dijo. Y sin esperar respuesta salió disparada hacia donde la esperaba Luminosa.

Se sentía nerviosa y con miedo, no había sido su intención derribarlo, había sido un accidente, y esperaba que éste lo comprendiera.

Luminosa la miró risueña.
– A que hás conocido a nuestro campeón, ¿Eh?.

– ¿Campeón? –. Preguntó confundida.

– Si, él es Acecho de Ratón, y probablemente ya hayas escuchado hablar de él –. Explicó tranquila la guerrera oscura.

La sorpresa casi la derriba. No podía creer que el temible líder del Clan Oscuro estuviese en el Bosque Oscuro entrenando, y que por encima de eso ella había chocado con él.

Volvió a observar por donde se había estrellado. El guerrero estaba charlando con Paso de Alce y tenía la mirada fija en ella.
¿Es que acaso les diría a todos sus compañeros que ella entrenaba ahí? ¿O le cobraría una venganza por haberlo aplastado?
El nerviosismo comenzó a subir por su garganta como una sombra aplastante.

– Deberías de concentrarte más.
No sé en qué rayos estabas pensando, pero sé que deberías de olvidar lo que no es importante –. Le gruñó Luminosa.

– Lo siento –. Susurró. –Prometo que practicaré más. Aunque sea por mi cuenta.
No mentía al decir eso. Tormenta de Fuego solamente la había entrenado durante las primeras lunas, pero después la había dejado a su suerte como si no tuviese importancia.

– Tal vez deberías de tener otro mentor que te entrene por el día –. Murmuró pensativa la gata.

– Pero… no tengo a nadie más –. Susurró con tristeza.

– Ummm, ya veré que se me ocurrirá –. Prometió Luminosa.

– Será mejor que me vaya –. Dijo. – Necesito patrullar por la mañana.

– Está bien querida –. Luminosa sonrió cálidamente.

Se despidió de su mentora oscura con una sacudida de la cabeza y continuó de regreso al sitio por donde escapaba del mundo de los sueños.

Aún varios guerreros oscuros entrenaban con movimientos muy avanzados y peligrosos, y muchas manchas de sangre adornaban el suelo.

Localizó a Reflejo Solar. Ella siempre había admirado mucho al guerrero rojizo. Era poderoso y muy inteligente, además la única vez que la había entrenado, se había comportado cálido y comprensivo con ella.

Los pensamientos de cada guerrero oscuro eran distintos, pero lo que tenían en común era que todos eran su familia.

Siguió pensando en eso hasta que una sombra la interceptó bloqueando su paso.

Se trataba del mismo guerrero con el que había chocado; Acecho de Ratón.
Se sintió algo extraña, tal vez una mezcla de temor con valentía.

– Lo lamento muchísimo por lo que pasó, no era mi intención, estaba  distraída –. Dijo con tono nervioso.
Ni siquiera se atrevió a mirarlo a los ojos directamente.

– No te preocupes por eso, definitivamente eres una gata con la que vale la pena chocar –. Su voz sonaba dulce como la miel.

Lo miró centrando los ojos en los del guerrero, pero luego los volvió a apartar.

– Gracias, tengo que irme –. Susurró.

– ¡Espera! Te tengo una propuesta, reúnete conmigo en el Lago de Brillo. Te esperaré ahí –. Le dijo tranquilo.

Ella asintió, no era que realmente pensara en ir, definitivamente no podría, si iba tal vez sería su final…




Continuará…






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Espero que les haya gustado este capítulo!

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