Capítulo 20

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Una suave ola engulló a Zarpa de Fuego lentamente.

Se despertó en un claro nocturno, lleno del aroma estelar.
Los árboles brillaban y sus hojas se mecían al ritmo del viento.
Las estrellas centelleaban en el cielo azulado.

Un camino trazado perfectamente se internaba  entre los árboles cerca de ahí. Decidió seguirlo.
Siempre acudía al Clan Estelar cuando tenía problemas, y además era el primer gato que podía ver al Clan Estelar sin ser un curandero.

La suave hierba rozaba su pelaje haciéndole cosquillas.
Escuchó el ulular de un búho a la distancia.
Todos los aromas y sensaciones del Clan Estelar le resultaban tranquilas y relajantes.

Siguió trotando tranquilamente por aquél sendero. Hasta que llegó a un pequeño riachuelo.

Una esbelta y bonita gata rojiza lo esperaba cerca de ahí.
Con gran alegría corrió a entrechocar el hocico con su hermana.

– Me alegra que hayas venido, Zarpa de Fuego –. Ronroneó cálidamente.

– ¿Tú me llamaste? –. Dijo sorprendido.

– Así es, hay muchos secretos que deben de salir a la luz… –. Su voz sonó sombría.

– ¿Secretos? –. Dijo curioso.

La gata empujó una pequeña planta de aspecto espinoso. Emitía un aroma intenso.

– ¿Qué es esto? –. Preguntó aún más confundido.

– Es hioscina, o así se le conoce en los Clanes –. Respondió Nutria.

– No la conocía –. Murmuró.
Aunque no estaba seguro del todo, de hecho le resultaba extrañamente familiar.

– Sé lo que estás pensando, que no la conoces pero te resulta conocida. Eso es porque ya la hás comido –. Maulló la gata.

– ¿¡Pero… cuándo!? –. Aulló alarmado.

– Probablemente no recuerdes nada de lo que pasó en el exilio de Acecho de Ratón, estuviste ahí, lo conociste, hablaste con él, y le pediste que fuera tu mentor –. Sus palabras sonaron profundas.

– ¡Eso es mentira! –. Protestó. – Yo jamás hice eso.

– Lo hiciste, pero esta hierba te borra la memoria, y tus padres te la dieron –. Gruñó Nutria.

– ¡Ellos serían incapaces! –. Volvió a protestar.

– Es la verdad. Estrella Moteada se los ordenó dárselo a todos los cachorros. Recuerdas algo de la hierba, y lo sé.
Sé que recuerdas poco, pero lo suficientemente para decir que ya la habías visto antes –. Nutria tomó aquella hierba y se la empujó aún más.

El penetrante aroma de aquella planta le evocó recuerdos intensos que le nublaron la visión.

Se recordó a si mismo en la maternidad, como un inocente cachorro, sin siquiera reparar en las amenzas del mundo.
Una planta estaba frente a él, idéntica a la que Nutria le había mostrado.

– Tómala querido –. La suave voz de Flor de Ceniza se repitió en su mente.
Se vió con mirada curiosa e interrogativa.

– ¿Qué es esto, mamá? –. Dijo él con voz suave.

– Es una hierba que te dará mucha fuerza, y te convertirá en todo un guerrero –. Dijo la reina con dulzura.
– ¿Verdad, Oreja Parda?

La curandera asintió con sequedad.
– Seguro –. Su voz sonó sombría.

En ese entonces era tan inocente que ni siquiera había reparado en que Oreja Parda lo sabía y jamás había estado de acuerdo con dárselas.
¿Cómo era que jamás se había dado cuenta?
Que conocía a Acecho de Ratón y que incluso había hablado con él.

Aquella visión se borró de su mente y su vista se volvió a aclarar.
Nutria lo miraba con tranquilidad.
– Hás visto suficiente, ¿verdad?

Él asintió tembloroso.
– ¿Por qué me muestras esto? –. Susurró.

– Hay muchas cosas más que con el futuro averiguarás, y cuando la verdad sepas, muchas cosas cambiarán.

Un remolino de oscuridad comenzó a engullir todo a su alrededor. Los ojos azules de la gata se volvieron rojizos y una marea escarlata comenzó a inundar el claro.
El horror se apoderó de él e intentó escapar. Sin embargo una ola de oscuridad lo azotó.
La sensación de desesperación y ahogamiento lo superó.

«Tus peores miedos te ahogan»
«Te consumen»
«Te aniquilan»

Voces le susurraban tan sombrías como las peores noches.
Todas esas palabras se le clavaban en la piel como afiladas garras que lo destrozab desde adentro.

La visión de un gato blanco con las zarpas negras manchadas de sangre le recibió.
El aroma a sangre se le coló espesa por la nariz, lo asfixiaba y se sentía tan mareado.

«La oscuridad te consume»
«Piensas que todo ha acabado»
«Pero te equivocas, tan solo ha empezado»
«Tus acciones te desgarran»

Todo lo estaba asfixiando.
Se sentía tan desesperado que lo único que pudo hacer fue cerrar los ojos y pedirle al Clan Estelar que lo sacara de aquella pesadilla.

Otra visión pasó por sus ojos, el mismo gato.
Comprendió con terror que se trataba de Acecho de Ratón.
Estaba viendo sus pensamientos, sus sueños, estaba sintiendo todo lo que él sentía, el mismo infierno
¿Cómo es que podía ver todo eso?

Toda la confusión terminó con una sacudida.

Se despertó jadeando y temblando desbocado.
Se sentía como si una orda de tejones le hubiese pasado por encima.

– ¿Te encuentras bien? –. Un joven macho de pelaje plateado lo miraba con curiosidad.

– Eh… ¡Si! Seguro –. Dijo nervioso ante la idea de que alguien sospechara por lo que había visto.

– Te ví quejándote y moviéndote mucho, así que decidí despertarte, y estaba a punto de llamar a un curandero –. Añadió el joven risueño.

– Gracias, pero estoy bien, tan sólo era una pesadilla –. Ronroneó intentando sonar convincente.

– Supongo… ¿Quieres ir conmigo? –. El aprendiz lo miró divertido.

– Si, ¡Me encantaría! –. Exclamó. No le vendría mal una buena estirada después de una noche tan mala. – Y por cierto, ¿cómo te llamas?

– Zarpa Plateada –. Ronroneó el joven.
–Aunque prefiero Plateado… y soy del Clan de la Sombra –. Añadió por último orgulloso.

– Yo del Clan del Trueno –. Le respondió.

– Lo sé, o más bien todo el mundo lo sabe, eres el aprendiz de la líder, además hijo del lugarteniente y hermano de la curandera del Clan del Trueno, por no mencionar que hiciste un ridículo el día que vino el líder del Clan Oscuro. Alcancé a ver algo, pero apuesto mil patrullas de caza a que incluso Acecho de Ratón se rió –. Recordó risueño Zarpa Plateada.

– Eh… si, solamente fue un accidente, no pretendía caer del árbol, solo quería ver cómo era… en nuestro Clan cualquier pregunta de él es considerada prohibida. Y ahora me siento peor por saber que me conoció de una forma tan estúpida –. Murmuró meditando las últimas palabras del aprendiz. Había sido un mal comienzo…

– No te preocupes, en todos los Clanes es lo mismo, todos los líderes acordaron eso al parecer, o al menos eso dijo mi padre. Creo que le conocen como el "Voto Secreto" –. Señaló el aprendiz del Clan de la Sombra.

– ¿Y cómo es que tu padre sabe eso? –. Le replicó Zarpa de Fuego.

– Porque mi padre es el lugarteniente –. Fanfarroneó. – No eres el único con un padre importante.

Él se sorprendió un poco, cómo es que no había reparado en que aquel joven era hijo de Diente de Piedra.
No tenían ni el más mínimo parecido, pero el joven si tenía una actitud un poco orgullosa y obstinada, aunque no era desagradable, y sospechaba que iba a entablar una muy buena amistad con él.
No era tan hostil y agresivo como los demás guerreros del Clan de la Sombra, pero tampoco era blando, tal vez como él.

– ¿A dónde saldremos? –. Dijo incorporándose para lavarse y acomodarse el pelo.

– Sinceramente no lo sé… me gustaría ir a cazar, pero si quieres podemos ir a una patrulla, a mi Clan no le importaría que vinieras, después de todo ahora somos uno –. Maulló Zarpa Plateada.

La sola idea de ir o estar en una patrulla conformada por guerreros del Clan de la Sombra le ponía los pelos de punta. El Clan de la Sombra era bien conocido por despreciar principalmente a los gatos del Clan del Trueno, y por ser el principal aliado de los del Clan del Río.
– Está bien –. Aceptó.

– Bien, vamos, o nos dejarán –. El gato salió veloz, dejando una ráfaga intensa de viento a su paso.

Lo siguió más despacio, aún titubeante por la idea.

Varios guerreros del Clan de la Sombra estaban al pie de un árbol charlando. Estaban organizando una patrulla.
Zarpa Plateada regresó a por él.
– Date prisa.

Avanzó más rápido, decidido a demostrar que era fuerte y valiente.

– Hola Zarpa Plateada –. Ronroneó un joven de pelaje gris casi blanco. – ¿Estás listo para una buena patrulla?.

– ¡Si! –. Aulló el joven con determinación. – Él es mi hermano, Punto de Cielo –. Le presentó.

–  Hola… yo soy Zarpa de Fuego –. Dijo cortés con un inclinamiento de cabeza.

– Si, te conozco. Cómo no conocerte, eres la sensación en todos los Clanes.
Que valentía la tuya de trepar a un árbol y casi morir –. Dijo Punto de Cielo.
La patrulla comenzó a reír.

No sabía si era burlona o de admiración, pero no era un buen comienzo.

– Dejemos de tanto cuchicheo y vamos –. Gruñó Zarpa Plateada impaciente.
– Y él vendrá con nosotros –. Dijo.

– ¿Un gato del Clan del Trueno en nuestra patrulla? –. Replicó un musculoso guerrero de pelaje rojizo escarlata.

– Venga, sería bueno tenerlo. Además las patrullas pueden ser mixtas, ¿No? –. Le espetó el aprendiz.
Tenía que admitir que era valiente por haberle respondido así a un guerrero.

– Creo que tiene razón, Amanecer de Sangre. Con él aquí tenemos más probabilidades de aprender a ser más valientes –. Las palabras de Punto de Cielo sonaron tranquilas y serias, sin nada de burla.

– Está bien, pero al primer problema que de, yo mismo le sacaré los ojos –. Le escupió Amanecer de Sangre.
Él se encogió tembloroso.

La patrulla se puso en marcha con ellos hasta el final.

– No te arrancará los ojos, tranquilo –. Ronroneó Zarpa Plateada.

– Si, lo sé –. Susurró.

– Su nombre es Amanecer de Sangre, es el guerrero más irritante y gruñón del Clan de la Sombra, la verdad es que nunca está de acuerdo con nada, y la única que se ha salvado de su malhumor es su compañera Flor de Otoño. Con ella es un gato completamente diferente –. Ronroneó. – Lo que hace el amor, ¿verdad? –. Dijo risueño.

– Si –. Rió.

– Mi hermano es genial, ¿no? –. Ronroneó orgulloso el aprendiz.

– Si, lo es –. Dijo tranquilo.

– ¿Tu tienes hermanos? –. Le preguntó mirándolo.

– Si, creo que eso ya lo sabes, Zarpa Tormenta –. Respondió.

– Si, lo sé, pero no me refiero a Zarpa Tormenta, ¿tienes un hermano mayor? Cómo yo –. Añadió.

– Si… se llama Garra de Halcón, pero para nada es tan genial como el tuyo –. Dijo decepcionado.

– ¿Y por qué no? –. Le preguntó con curiosidad.

– Bueno, él nunca sale a cazar ni a patrullar conmigo, y siempre está presumiendo demás –. Suspiró.

– Los hermanos son así, Punto de Cielo era igual, pero cuando se volvió guerrero siempre estuvo a mi lado. Somos inseparables realmente, me encanta su compañía, es lo mejor –. Ronroneó agitando la cola con emoción.

– Suena genial –. Dijo con risa.

– ¡Si! –. El aprendiz sonrió.

De repente la patrulla se detuvo. Un aroma penetrante como el de su sueño se le filtró por la nariz.
Miró el territorio y observó que se encontraban entre el borde del Clan del Trueno y el del Clan de la Sombra.

Apartó a uno de los guerreros de la patrulla para poder ver lo que los había detenido.

Al llegar la sorpresa lo invadió al ver lo que yacía en frente de ellos…



Continuará…

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