Capítulo 25

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– ¡Tenemos que hacer algo!.

– No podemos hacer mucho Estrella Moteada… –. Murmuró Eclipsada.

– ¡Asesinó a uno de mis guerreros! No me voy a quedar sentada viendo como nos acaba –. Gruñó.

– Pero tampoco podemos hacer mucho –. Señaló Estrella Diurna. – Al menos yo no arriesgaré a mis guerreros.

– ¡Tenemos que lanzar un ataque! –. Volvió a decir Estrella Moteada.

– Creo que no es una buena idea… no sabemos cómo pelean –. Murmuró Estrella de Arroyo.

Era la noche a la muerte de Viento Volador.
Zarpa de Fuego se encontraba en la cueva de reuniones de los líderes, había sido convocado como aprendiz de la líder.
Estaban debatiendo en qué harían por lo ocurrido. Estrella Moteada estaba furiosa, y los miembros del Clan del Trueno exigían justicia.
Pero los demás Clanes parecían dubitativos, como si creyeran que no era importante, pero a pesar de eso también parecían algo atemorizados.
Él podría haberse quedado a la vigilia del guerrero esa noche, pero no lo había conseguido.

– Tal vez deberíamos de atacar las patrullas e intentar darle el mensaje de que no estamos asustados –. Sugirió Corazón Mellado.

– Es una mejor idea que llegar y atacar su campamento de la nada –. Coincidió Eclipsada.

– Deberíamos de intentar, seguramente lograremos algo, ¿no? –. Maulló Estrella de Arroyo.

– La idea es perfecta, sólo falta buscar candidatos para el plan –. Murmuró la líder del Clan del Trueno.

– El Clan del Trueno tiene un guerrero que es familia del líder del Clan Oscuro, ¿no? –. Gruñó Estrella Diurna.

– Eh… si… pero está bajo nuestra protección, es muy leal a nuestro Clan, y por nada del mundo nos traicionaría, tiene el mismo juicio que su padre –. Dijo con voz algo orgullosa pero a la vez sumida en recuerdos.

– No lo decía porque fuera desleal –. Se explicó el líder del Clan de la Sombra. – Deberíamos de mandarlo a la patrulla de ataque, y ver cómo reacciona ante él, tal vez no lo ataque. O amenazar con matarlo si sigue acabando con nosotros.

– ¡Para nada! –. Exclamó Estrella Moteada. – No arriesgaría a un guerrero tan bueno. Además… no sé cómo reaccionaría ante él.

– Pero si arriesgarías a gatos inocentes, ¿verdad? –. Replicó Diente de Piedra.

La líder lo fulminó.

– Yo misma iré en la patrulla de ataque. Y está bien, llevaré a Vuelo Raudo conmigo –. Gruñó. – ¿Algún voluntario? –. Preguntó observando a lugartenientes y a líderes.

– Yo, supongo –. Maulló el lugarteniente del Clan de la Sombra.

– Yo también iré, me hace falta estirar las patas en un buen combate –. Ronroneó Estrella de Arroyo.

– Por supuesto que iré, como tu lugarteniente, Estrella Moteada –. Dijo Tormenta de Fuego.

La líder asintió agradecida en dirección al lugarteniente.
– ¿Alguien más?.

– Lo lamento, pero prefiero quedarme aquí en el campamento –. Gruñó Estrella Diurna.

– Yo iría, Estrella Moteada, pero si muero en ese combate no sé que haría el Clan del Viento, Estrella de Hielo está muy débil, mi Clan me necesita –. Se disculpó Eclipsada.

– No te preocupes, te entiendo –. Estrella Moteada le dedicó una mirada comprensiva.

– Iré –. Aceptó Corazón Mellado.

– Está bien, entonces dirigiremos el ataque mañana a la primera hora. Tenemos que asegurarnos de que sea una patrulla donde no esté Acecho de Ratón –. Dijo la líder.

Todos asintieron con murmullos breves.

– Comunicaré todo después de la vigilia de Viento Volador –. Continuó Estrella Moteada.

– Mi Clan prestará algunos guerreros, pero te advierto, Estrella Moteada, si alguno de mis gatos muere, olvídate del apoyo del Clan de la Sombra –. La amenazó el líder con una mirada gélida.

– No necesito tus amenazas, Estrella Diurna, te prometo que tus guerreros estarán bien –. Sentenció la líder del Clan del Trueno.

Él no sabía si la líder podría hacer esa promesa, era demasiado arriesgado perder el apoyo del Clan de la Sombra.
Tal vez la idea del ataque era muy mala, después de todo lo único que sabían del Clan Oscuro era que tenían un líder que no le importaría matar a todos los Clanes con tal de llegar a su objetivo.
Había meditado todo el día después de su encuentro con Zarpa Enlodada, sobre los sueños que había tenido.
Tal vez si le revelaba tan solo una pequeña parte a la líder probablemente serviría, pero también sería otro motivo por el cual se sentiría con la responsabilidad de proteger a todos. O tal vez con el peso de saber que la única esperanza para los Clanes era una profecía…
También estaba Vuelo Raudo, el supuesto hermano del aterrador y asesino líder del Clan Oscuro.
No se imaginaba al relajado y tranquilo gato siendo familia del demente y despiadado guerrero. Es que tan solo de imaginarlo era imposible, dos gatos tan opuestos, era como oscuridad y luz, como fuego y agua, día y noche, sombras y brillo… cosas completamente opuestas.
Si Vuelo Raudo decía la verdad entonces en otro punto debieron de haber sido iguales, o simplemente jamás se habían llevado bien.
Tenía curiosidad de saber más acerca de la historia de ambos hermanos, tal vez si le preguntaba al guerrero negro podría saber.

– Ya no hay nada más que hacer por aquí Zarpa de Fuego, hemos terminado, puedes marcharte –. Ronroneó la líder.

Él suspiró y asintió con la cabeza.
Siempre le decía eso después de una reunión. ¡Ni siquiera hacía nada más que sentarse a su lado y observar! No hablaba, no opinaba, no se movía siquiera.

Repentinamente una oleada de murmullos comenzaron a resonar en el claro, afuera.

– ¿Nos están atacando? –. Gruñó Estrella de Arroyo incorporándose.

Los líderes se pusieron en pie rápidamente y salieron disparados.
Él se apartó a tiempo antes de que lo lanzaran o derribaran.

Los siguió con curiosidad y a la vez con el pelaje completamente erizado de tensión. Jamás había estado en un combate de verdad, sería bueno poder participar en uno.
Pero al llegar frenó en seco detrás de una multitud de gatos curiosos.

Se coló entre un par de guerreros del Clan del Río y llegó casi al frente.

Garra de Halcón y Corazón de Zorro estaban ahí.
Corazón de Zorro se derrumbó con la respiración entrecortada.
Mientras Garra de Halcón lo miraba con preocupación.

– ¡Traigan curanderos! –. Ordenó Corazón Mellado mirando urgentemente a sus guerreros.

– Nadie entre en pánico –. Dijo Estrella Moteada intentando tranquilizar a la alborotada multitud.

Caudal, Pastizal y Saucedo aparecieron abriéndose paso entre los gatos.

Caudal se inclinó ante Corazón de Zorro examinandolo rápidamente.

– Está perdiendo mucha sangre –. Informó con una voz de preocupación.

– Intentaremos parar la hemorragia, pero no prometemos nada –. Dijo Saucedo quien traía telarañas en la boca.

Garra de Halcón parecía estar en mejores condiciones. Tenía el pelaje manchado de sangre y lleno de cortes, además de una feroz mordida en una de las patas. Sin embargo se mantenía de pié.

– ¿Qué es lo que ocurrió? –. Exigió saber Tormenta de Fuego.

El joven le devolvió la mirada algo agotado.
– Nos atacó.

– ¿Quién? –. Dijo Estrella de Arroyo con el pelaje erizado.

– El líder del Clan Oscuro –. Susurró jadeando.

– ¡Esto no se puede quedar así! –. Aulló el líder del Clan del Río con rabia. – Si mi guerrero muere no me voy a quedar aquí.

– ¡Tenemos que atacar ya! –. Aulló Corazón Mellado con la mirada encendida.

– No podemos, no sabemos que trame –. Señaló Eclipsada con preocupación.

– Él… él… dijo que le dieramos un mensaje a los Clanes… que nos va a matar a todos… –. Dijo Garra de Halcón temblando.

– ¡Que lo intente! –. Bufó Tormenta de Fuego con el pelaje crispado de rabia.

Todos en el claro lo habían escuchado. Permanecían temblorosos, mientras que otros estaban rabiosos y soltaban gruñidos.

Tal vez era momento de decirle a la líder sus secretos. Tal vez funcionaría de algún modo.
Sin embargo de nuevo el pensamiento de la profecía lo detuvo.
«No puedo hacerlo». Se dijo.

Se imagino el ataque que lanzarían los líderes. ¿Cuántas muertes se cobrarían ahí?.

Intentó buscar a Zarpa Enlodada entre la multitud, pero no había ni rastro de ella.
Seguramente había salido a cazar para intentar al menos sorprender a sus padres o demostrar que ella era mejor que Zarpa de Nieve.
Aunque no era propio de ella salir en las noches.
Tal vez estuviese por ahí pero entre tanta multitud alborotada no podría verla.

– ¡Atacaremos! –. Aulló Estrella Moteada con rabia.

Los demás se le unieron con gruñidos aprobatorios que resonaron por todo el claro.
Él no sabía qué hacer ahora, no había más… si la batalla se libraba el precio iba a ser letal.

Centró su mirada en Corazón de Zorro quien aún permanecía en el suelo inerte. Su respiración era entrecortada y rápida.
Los curanderos hacían lo que podían para intentar ayudarlo, pero estaba tan malherido que era difícil pensar que se salvaría de la muerte.
Luego pensó en tantas vidas inocentes, que acabarían siendo aniquiladas por aquél gato desalmado. Entonces la furia si lo encendió por dentro.
Haría lo que fuera para poder estar dentro de esa batalla.

– ¿Cuándo atacaremos? –. Preguntó Estrella de Arroyo sacudiendo la cola con impaciencia.

– Mañana, vigilaremos todo, y en vista de que no sabemos cómo es que están divididos, iremos todos –. Respondió la líder del Clan del Trueno con un gruñido.

– ¿Dejar todo solo no es peligroso? –. Murmuró Eclipsada.

– Sí, pero haremos que unos cuantos se queden –. Le dijo zanjando.

El nerviosismo lo acorraló. Si iba a aquella batalla podría usar los peores temores del líder en su contra. Como que sus actos lo consumían y destruían. Era una buena idea, perfecta para poder llevarla a cabo mañana.

•           •         •

– Ya te dije que no, Zarpa de Fuego.

– Por favor, Estrella Moteada, permíteme ir. Prometo que lucharé por mi Clan –. Suplicó.

– Ese es el problema, no sabes luchar lo suficiente como para poder estar en una batalla con esas bestias –. Le gruñó molesta.

– Pero se supone que soy especial, ¿no? –. Le dijo.

– Tal vez… pero si te pasa algo jamás me lo perdonaré –. Suspiró la líder.

– Bueno, pues no te culpes. Te prometo que saldré vivo de la batalla, y solamente lucharé por mi Clan –. Aseguró él.

– Está bien, te lo permitiré. Tu amiga también irá, será una buena experiencia para ambos –. Sentenció.

Él la miró boquiabierto. Zarpa Enlodada iba a asistir después de que el entrenamiento con su mentor ni siquiera había sido realizado. Los pocos movimientos que tal vez sabría habían sido enseñados gracias a la contraparte del Clan Estelar, el Bosque Oscuro.
Al menos la joven sabría como defenderse. Además Zarpa Enlodada no era una blanda gatita que necesitaba que los guerreros más fuertes la protegieran. Sabía valerse por si misma, y cuando alguien intentaba defenderla se enfurecía y era capaz de darle un zarpazo.

Salió de la guarida despidiéndose con un gruñido.
El claro nocturno bullía de actividad, todos estaban preparándose para la batalla.
Era obvio que después del ataque de Corazón de Zorro y Garra de Halcón ya no habían podido conciliar el sueño por el temor de morir mientras estaban durmiendo.

Zarpa de Laguna estaba sentada cerca de la pila de carne fresca, contemplándola con decepción.
Zarpa de Fuego se le acercó con la cola a rastras.

– El montón es muy pequeño –. Suspiró la joven removiendo un conejo.

– Sí… pero lo bueno es que pronto llegará la estación de la hoja nueva –. Ronroneó intentando animarla, pero incluso así su voz sonó un poco triste.

– ¿También estás preocupado por la batalla? –. Le preguntó ésta mirándolo con sus hermosos ojos.

– Supongo que sí… pero yo también iré. Ojalá que el Clan Estelar nos acompañe –. Suspiró con tristeza.

La joven gata sin decir nada más hundió el hocico en su pelaje y le susurró.
– No te preocupes, Zarpa de Fuego, mientras tengamos fé todo estará bien.

Sus palabras le hicieron sentir de nuevo tranquilo. Había algo en Zarpa de Laguna que lo atraía más que cualquier cosa. Su tácto y calidez, lo hermosa que era… lo hacían confiar en ella de una manera infinita.

Zarpa de Fuego le dió un lametón en la cabeza suavemente.
– Gracias, Zarpa de Laguna… mientras estemos juntos todo estará bien…



Continuará…





~ Recuerden, este libro se actualiza todos los Sábados ;3

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