Capítulo 5

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Había pasado cuatro días desde su nombramiento. Todo en el campamento había estado pacífico. No había rastros del Clan Oscuro y tampoco habían tenido ataques por parte del Clan del Río.

Según lo que decían los guerreros mayores, era que trás las visita del Clan Oscuro los clanes se habían asustado.

A pesar de eso, aquello favorecía al Clan del Trueno muchísimo, ya que no se había dado otra batalla.

Volvió a la realidad observando el claro a la espera de Estrella Moteada.

La felicidad bullía por el cuerpo de Zarpa de Fuego.

Ese día por primera vez saldría a entrenar con Estrella Moteada.
La líder había estado demasiado ocupada y no había podido estar con él.

Estrella Moteada surgió de su guarida caminando con tranquilidad y ondeando la cola con determinación.

Se acercó hacia él y lo saludó con un ronroneo. – Buenos días, Zarpa de Fuego –.

– Buenos días, Estrella Moteada –. Saludó dando saltitos emocionados.

Aún era un poco de noche, sin embargo el campamento ya bullía de actividad. Muchas patrullas ya se estaban preparando para salir, mientras que otros guerreros ya realizaban tareas en el campamento.

La vida en el Clan siempre había sido así. Mientras más temprano te levantaras aprovechabas más.

Captó con el rabillo del ojo a Zarpa de Nieve y a Zarpa Enlodada, ambas aprendizas estaban plantadas enfrente de sus mentores.

Le costaba creer que lo mentores de sus amigas eran sus padres.

Bostezó algo somnoliento, le había costado demasiado trabajo mantenerse despierto. Y ahora su cuerpo bullía con emoción y energía.

Estrella Moteada le dió un coletazo afectuoso. – Venga Zarpa de Fuego, sígueme –. La líder salió veloz hacia el túnel de acceso al campamento.

Él la siguió lo más rápido que podía. Sus patas habían crecido más, y la nieve no lo detenía en absoluto, había aprendido a usar una técnica para no hundirse, después de haber visto a unos pájaros caminar sobre esta.

El bosque lucía mágico con la nieve encima, el río florecía aún en movimiento. Se sorprendió un poco pues pensó que estaría congelado.

Rebasó con velocidad a Estrella Moteada y derrapó en la nieve cayendo sobre esta. Su pelaje rojizo quedó cubierto al completo por una fina capa de nieve.

Estrella Moteada soltó un ronroneo de risa por detrás de él.

Avergonzado por su acto tan torpe se incorporó y volvió tranquilo al lado de su líder y mentora.

Un aroma suave y particular, alertó sus sentidos.

Estrella Moteada agitó la cola en dirección a unos arbustos. – Es un ratón –.

Él asintió con emoción. – ¿Puedo cazarlo? –. Suplicó.

La líder asintió permitiéndole cazarlo.

Zarpa de Fuego comenzó a avanzar sobre la nieve de la forma más sigilosamente posible. Su cola y su pelaje arrastraban por la nieve mientras él avanzaba. Al acercarse más descubrió un pequeño ratón blanco entre los arbustos nevados.

Sin esperar a más él saltó veloz hacia su víctima. El horrorizado ratón no tuvo tiempo de reaccionar antes de que él lo atrapase sobre la fría nieve.

Regresó triunfante con su primera presa.

Estrella Moteada le pasó la cola por el costado. – Eres un aprendiz prometedor, Zarpa de Fuego. No me equivoqué en escogerte como mi aprendiz –. Ronroneó orgullosa.

La felicidad estalló en Zarpa de Fuego. Las palabras de la líder lo motivaron lo suficiente como para sentir que él podría hacer todo lo que se propusiera.

– En marcha. Hoy te enseñaré lo básico de la caza –. Sacudió la cola barriendo la nieve blanca.

– ¡Cazaré todos los ratones del mundo! –. Ronroneó determinado.

– Seguro que sí –. Maulló Estrella Moteada con un deje risueño.

Él la siguió por el territorio del Clan del Trueno.

Pasaron de frente por un enorme árbol. Un pequeño conejo se escondía entre las raíces de un árbol más allá de aquel roble.

Se preparó listo para saltar y detenerlo cuando Estrella Moteada lo derribó sobre le fría nieve.

Sus ojos se desorbitaron. ¿Es que acaso había hecho algo malo?

Estrella Moteada se apartó un poco nerviosa. – Escucha, nunca traspases esta frontera. Pertenece al Clan Oscuro, y no creo que le guste que un aprendiz como tú se meta en su territorio –. Dijo con un suspiro.

Zarpa de Fuego asintió. – Lo siento, no lo sabía. Y… ¿Qué es ese roble? –.

– Es el Roble Mayor, un roble sagrado durante generaciones –. Le respondió ésta.

– ¿Y porque es sagrado? –. Maulló con curiosidad.

– Según las leyendas, cuenta de dos gatos que se enamoraron y fijaron el árbol como un lugar de encuentro secreto. Se dice que la sangre de ambos fue derramada por la paz para salvar a todos… –. Estrella Moteada observó el árbol con serenidad.

– ¿Por qué todo tiene que ver con el amor? A mí se me hace aburrido –. Dijo haciendo una mueca.

La líder soltó una risita. – No creo poder responder esa pregunta, Zarpa de Fuego –.

– Vale, pero entonces… me podrías enseñar a combatir y a luchar –. Suplicó.

– Lo más importante es que aprendas a cazar hoy, pero si dominas todo este mismo día, te enseñaré a luchar mañana, lo prometo –. Maulló.

– ¡Si! –. Exclamó con entusiasmo.

Estrella Moteada se incorporó y con un movimiento de la cola le indicó que la siguiera.

La líder le dió una palmadita en la cabeza. – Venga, vamos a una zona más dentro de nuestro territorio –.
La líder echó a correr velozmente con su pelaje moteado brillando sobre la nieve.

Usando su energía se impulsó hacia adelante siguiéndola con determinación.

•         •        •

El sol ya se asomaba por el horizonte de las montañas cuando Estrella Moteada y él regresaron al campamento con presas.

Se le había hecho tan fácil cazar que había logrado atrapar muchas. Estrella Moteada incluso había dicho que poseía un don especial para la cacería.

Su pelaje estaba cubierto de nieve que le había caído cuando chocó contra un árbol intentando perseguir una ardilla.

Depósito sus presas sobre la pila de carne fresca. Pensaba tomar una y comer, después de todo el Clan ya había comido y él ya había contribuido con su parte.

Iba a tomar un conejo cuando un lamento de dolor resonó por el túnel de acceso al campamento.

Los guerreros que permanecían en el claro también se sobresaltaron al escuchar eso, y alarmados se voltearon a ver lo que pasaba.

Por la entrada apareció Viento Volador y Vuelo Raudo, ambos cargaban el cuerpo inerte de Soleado. El aprendiz jadeaba y soltaba uno que otro aullido de desesperación.

Todo el campamento se quedó paralizado.

– ¿Qué ha ocurrido? –. Dijo Estrella Moteada con alarma. – ¿Los atacaron?.

Vuelo Raudo negó. – Soleado estaba cazando cuando un conejo lo atacó –.

Oreja Parda y Zarpa Tormenta surgieron de la guarida de los curanderos con velocidad.

La Curandera examinó con preocupación a Soleado e indicó a los guerreros que se lo llevasen a su guarida.

Perlada que había contemplado todo con horror también se marchó rápidamente para ver a su hijo.

Volteó a ver el claro en busca de Zarpa Enlodada y Zarpa de Nieve, después de todo Soleado era su hermano.
Sin embargo las dos jóvenes no estaban por el campamento, y tampoco se veía por ningún lado a Tormenta de Fuego y Flor de Ceniza.

Volvió a dejar el conejo que había tomado, se le había quitado el hambre por la preocupación. Esperaba que Soleado estuviese bien.

Varios guerreros en el campamento aún seguían mirando con preocupación la entrada de la guarida de la Curandera.

Vuelo Raudo apareció por la entrada y se dirigió al montón de carne fresca.

Él se acercó aprovechando. Quería saber como se encontraba su amigo.

– ¿Cómo está Soleado? –. Murmuró.

El guerrero negro tomó un mirlo del montón de carne y lo miró sentándose en frente de él.

– Oreja Parda dice que el conejo le destrozó los ojos –. Susurró.

– Pero… estará bien, ¿Verdad? –. Preguntó con preocupación.

– No lo sé… Oreja Parda hará todo lo que esté en sus zarpas, pero lo demás estará en patas del Clan Estelar –. Le respondió.

Él asintió. – Está bien… gracias –. Dijo levantándose.

Dejó al guerrero comer y buscó qué hacer en el campamento. La líder tenía otras ocupaciones, y por lo tanto no saldrían a entrenar más por ese día.

Decidió ayudar a reforzar el campamento, así que usando su velocidad corrió hacia donde estaban los guerreros.

Manto Serpenteado y Manto Pardo estaban hablando con susurros. Los ojos del primero brillaban con un deleite.

Se acercó y saludó con un ronroneo. – ¿Puedo ayudar en algo por aquí?.

– Seguro –. Respondió Manto Pardo.

– ¿Puedes ayudarme a mí con algo especial? –. Ronroneó Manto Serpenteado.

– Si… pero ¿A qué? –. Dijo confundido.

– ¿Qué le gusta a Zarpa Enlodada? –. Su mirada se transformó en deleite.

Aquella pregunta lo pilló desprevenido. ¿Por qué le había preguntado eso? Y sobre todo ¿Por qué sobre Zarpa Enlodada?

– ¿Y? –. Lo presionó Manto Serpenteado con impaciencia.

– No…no… sé… ¿Por… qué… me preguntas eso? –. Tartamudeó.

– Aghh, sé que debes de saber que le gusta, y para responder tu pregunta, ella es especial –. Sacudió la nieve con una zarpa.

La plática ya se había vuelto demasiado incómoda, Zarpa Enlodada era su amiga, jamás revelaría secretos que ésta le había confiado, y mucho menos a un guerrero que parecía estar empeñado en la joven.

No le respondió y antes de que éste le insistiese más, salió disparado lo más lejos posible.

Pensaba dirigirse al bosque cuando por la entrada apareció Zarpa Enlodada con Zarpa de Nieve y sus dos mentores atrás.

Parecían ajenos a lo ocurrido con Soleado.

Aprovechando que Zarpa Enlodada había vuelto, corrió hacia ella, pensaba en contarle lo que le había preguntado Manto Serpenteado.
No sabía que era lo que se esperaba…

Continuará…

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