V.

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— ¿Seguro que estará ahí? — Le pregunto a Nathan.

Porque si, después de la escuela Diana me convenció de pedir su ayuda, creo que está interesada en él y es su oportunidad de verlo.

¿Yo? ¿Saber la ubicación de Scott y conseguir un aventón hasta ahí? ¡Por supuesto!

— Ya te lo dije Charlie, estará en los videojuegos de la plaza comercial.

— Bien, ¿entonces pasas por nosotras?

— Si, estoy en camino.

— Bien... Gracias.

Cuelgo la llamada y volteo para ver a Di acostada en mi cama. Sus ojos brillan de la emoción.

— ¿Y? ¿Qué te dijo? ¿Va a venir?

— Si.

— ¡Ahhh! ¡Me muero!

— Cállate, por Dios, no es para que grites así. Aún creo que es demasiado bueno con nosotras.

— ¡Oye! Así es él y yo estoy feliz de verlo — me sonríe — además te va a ayudar con su hermano, ¿no es eso lo que querías?

— Si, pero no confío.

A Nathan le tomó unos minutos aparecer por mi casa en su horrible auto rojo. Diana le hace plática mientras escucho desde el asiento trasero.

Llegamos hasta la plaza comercial donde todo empezó hace años y suspiro por el recuerdo de mi papá.

— Le gusta venir a jugar videojuegos y billar con sus amigos — la voz de Nathan me saca de mis pensamientos.

— ¿Y qué vamos a hacer?

— Esperar a que salga, podría toparme con él como un "accidente" — sonrío.

— ¿Tengo que esperar contigo? — dice Di.

— Sería muy amable de tu parte hacerlo, pero si no quieres... — me interrumpe.

— ¡No quiero! Gracias por entender — sonríe — Nate, ¿quieres comer un helado?

— ¡¿Qué?! — le gruño — ¡pequeña traidora!

— Yo también voy a aprovechar el rato y pasarlo con Nathan.

— ¿En serio? ¿Ahora lo llamas Nate y toda la cosa?

Ella encoge sus hombros y voltea hacia Nathan que está sentado en una banca a unos metros de nosotras. Él le hace una seña hacia la tienda de los helados.

— ¡Gracias por el apoyo! — le grito cuando se aleja.

— ¿Tú quieres un helado Charlie? — me dice él.

— No quiero, gracias.

— ¿Segura? mi hermano puede estar ahí un par de horas, ¿vas a quedarte aquí a verlo por la ventana?

— Si, prefiero esperar aquí. Ustedes pueden ir por ahí a pasear.

Nathan asiente y le habla a Diana. Caminan por el ancho pasillo del centro comercial hacia el área de comida y las mesas. Me dejo caer en la banca frente a la tienda de videojuegos pero... ¡Dios! ¡Esto es tan aburrido!

Saco mi teléfono para distraerme viendo imágenes y videos que tengo guardados. Cuando vuelvo a ver el reloj, ya a pasado más o menos una hora después que Nate y Di se fueron.

Dirijo mi vista de nuevo hacia el local frente a mi. Scott se ríe con sus amigos mientras camina a la puerta, así que me levanto de un brinco y corro a un lado de la tienda. Me acomodo el cabello en el reflejo de la ventana de un lado.

Él se queda parado ahí con dos de sus amigos. Una camiseta verde y un pantalón azul cielo lo hacen lucir muy relajado y guapo. Nerviosa empiezo a caminar a donde él está para "toparnos por accidente".

— No... ¡No! ¡No! ¡No!

Repito cuando lo veo caminar con sus amigos al lado opuesto del pasillo. No camina hacia mi, más bien se aleja. ¡¿Por qué Dios?! ¡¿Por qué?! ¡¿Toda la tarde aquí para nada?!

— ¡Agh! ¡Estúpido destino! ¡¿Dónde rayos estás cuando te necesito?!

— ¿Charlie? ¿A dónde va Scott?

Volteo a ver a mi amiga con el ceño fruncido. Quisiera poder fulminarla con la mirada como hacen en los libros para exaltar su enojo, pero no puedo. Diana luce feliz con un gran vaso de helado y Nathan parece divertirse con mi desgracia.

— Vámonos, estoy cansada.

Suelto un suspiro de forma dramática mientras una nube negra imaginaria llueve sobre mi. ¡Qué triste!

Subimos de nuevo al auto viejo de Nathan y Diana enciende el radio con una canción pop bastante alegre. No puedo creer que mi plan haya fallado de nuevo, ¡ni siquiera he podido acercarme a él! Comprendo que ahora más que nunca necesito a Nate de mi lado para conseguir mi objetivo.

— Hemos llegado, señoritas.

Apenas me doy cuenta que acaba de estacionar afuera de mi casa. Nathan mira primero a Di y luego a mi, pero la expresión de mi amiga llama mi atención. Prácticamente está babeando sobre él.

— Gracias — le digo cuando bajo de su auto.

— ¿Nos vemos mañana? — dice desde la ventanilla del auto.

— No sé, ¿que haremos?

— Tenemos práctica de fútbol americano, pensé que irías...

— Si, claro, ¿Por qué no...?

— Bien, las veré ahí — voltea a ver a Di que sigue sentada junto a él.

— ¡Oh! Si, claro — ella baja del auto — mañana estaremos ahí para verte... Digo para verlos.

— ¿Quieren que pase por ustedes? Quedan en el camino a mi casa — dice con indiferencia.

— No queremos molestarte — le digo.

— No lo hacen, paso antes de la práctica. Te aviso para que estén listas.

— Bien.

Hago una seña con mi mano como despedida. Diana camina hacia mi mientras Nate arranca de nuevo el motor y se aleja a toda velocidad.

— ¿No te parece extraño?

— No, me parece maravilloso.

— Dices eso porque te gusta Nate.

— Si, me gusta mucho. ¿No te parece guapo? Creo que estoy enamorada...

— ¡Quieres por favor comportarte! ¡Eres demasiado obvia!

— ¿Y eso es malo? ¿Que se de cuenta que me gusta?

— Pues si, por lo menos hasta que sepas que también le gustas — Di baja la mirada — Oye, lo siento, no te he preguntado qué ocurre con él por estar pensando en mi plan.

— Si me gusta Nathan, es muy simpático y le gustan las bromas. Pero tienes razón, no ha dicho o hecho algo que me haga pensar que yo le gustó también.

— Solo.... No quiero que te lastime, ¿está bien? Trata de pasar tiempo con él y ver si se interesa por ti como algo más que amigos.

— Creo que tienes razón — me mira con los ojos entrecerrados — creí que de nosotras, yo era la del sentido común.

— Ya ves que no, el amor te ha cegado.

Bienvenida a mi mundo.

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