VI.

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— ¿A donde vas?

Mamá nos atrapó bajando las escaleras a toda prisa.

— Con Diana, a pasear.

Di se detiene junto a mí y voltea para saludar a mi mamá. Ella nos mira con los ojos entrecerrados pero no dice nada más. Acaba de llegar de su turno en el hospital y seguro está cansada.

— Está bien, pero las quiero de vuelta a las 7.

— ¡Mamá! ¡Dame una hora más!

— No Charlotte, no las quiero caminando solas de noche.

— ¡Oh! ¡Pero no vamos solas! — dice mi amiga.

Le lanzo una mirada de: ¡cierra la boca! Pero me ignora... De hecho ni me mira.

— ¿Quién más va con ustedes?

— Nathan.

— ¿Nathan? ¿Cuál Nathan? — mamá me mira esperando una respuesta.

— Nathan, el hijo de Allison.

El sonido del horrible auto rojo se escucha hasta la sala donde estamos paradas. Nate toca la bocina para avisarnos que está aquí.

— Es él -?— le digo.

Mi madre abre la puerta y se detiene afuera. Nathan agita su mano desde su asiento para saludarla y ella le responde el gesto con emoción.

— ¿Él las trae de vuelta?

— Si mamá.

— Entonces está bien, me quedo tranquila. Vayan con cuidado.

¿Así de fácil? ¿Confía en un chico que vió una vez hace 9 años? Bueno... En este punto yo también estoy confiando. Le doy un beso a mi madre cuando paso por su lado y corremos hacia el auto.

— Hola chicas.

— Hola Nate — saluda mi amiga con una sonrisa.

— Hey — le digo desde el asiento de atrás.

— ¿Listas para ir a la práctica? Podría ser algo aburrido.

— No importa — dice Di.

Nathan conduce hasta el campo de fútbol en el que jugaron la ocasión anterior. Bajamos del auto con él y lo seguimos hasta las gradas donde ya se encuentran reunidos algunos de sus compañeros de equipo.

— Oye, ¿tu mamá también viene a las prácticas?

— No, solo a los juegos. ¿Por qué? ¿Le tienes miedo?

— ¡Claro que no! ¿Por qué habría de tenerle miedo a Allison?

— Bien, porque ahí está mi hermano — Nate señala a un grupo de chicos — ¿vienes para que te presente?

— ¡No! No frente a todos ellos, además no necesito que me presentes a Scott, no es un desconocido.

— ¿Y cómo piensas hacer que te hable?

— Lo voy a mirar fijamente hasta que se sienta incómodo y me mire — digo con sarcasmo.

— ¿En serio? ¡Vaya estrategia Charlie!

— Solo vete a correr o lo que sea que hagas aquí — le señalo el campo de juego.

Nathan se ríe, de mi seguramente y se aleja con el grupo de chicos que mencionó antes. Sé quién es Scott porque lleva el jersey con el número 11.

¡No pensé que el entrenamiento fuera tan aburrido! Los chicos corren de un lado a otro, luego esquivan conos naranjas, hacen abdominales, vuelven a correr y luego se golpean unos a otros.

Todo el tiempo mi vista estuvo en Scott, y creo que la de Diana en Nathan. 45 minutos después, los chicos se dejan caer sobre el pasto para beber agua de sus botellas.

— Ahí viene Nate, vamos con él — me dice Diana.

Baja las gradas rápidamente así que la sigo hasta donde ella está parada. Nathan toma agua de su botella y vacía otro poco sobre su cabeza.

— ¿Quieren refrescarse? — apunta la botella de agua hacia nosotras.

— ¡No! — le grito.

— ¡Hey Nate!

Los tres volteamos hacia el chico que grita. Viene caminando hacia nosotros mientras se quita el casco y su cabello castaño luce desordenado. Mi corazón se acelera mientras mantengo mi vista en Scott.

— ¿Qué quieres? — le grita su hermano.

— Necesito que...

Antes de que acabe de hablar, un chico se lanza sobre él golpeando su abdomen con el hombro. Ambos caen al piso y un tercero se lanza sobre ellos.

— Vaya tacleada — se ríe Nathan.

— ¡Scott! — grito por la sorpresa — ¡lo mataron! ¡Lo mataron!

— No exageres Charlie, es solo un golpecito.

— ¿Es que no te preocupa tu hermano?!

— No.

— ¡Lastimaron su espalda! ¡Le quebraron alguna vértebra! ¡O una costilla!

— Hey, hey, ¡calma! Él está bien.

Observo como los chicos que cayeron sobre Scott se levantan y ríen. Otros más llegan y los rodean para seguir empujándolos. ¿Es así como entrenan?

— Y bien, ¿vas a ir a hablarle?

— No frente a todos, no quiero público. Voy a esperar a que se acerque.

— Buena suerte con eso, porque tengo que irme.

— ¿Qué? — le grito a Nathan.

— Tengo que pasar por Max a su clase de dibujo, ¿van o se quedan?

— ¡Vamos! — grita Di.

— Me quedo.

— ¡Pero Charlie! — dice mi amiga en voz baja.

— Tú puedes ir, yo quiero quedarme un rato más.

— Pero tu mamá dijo que... — la interrumpo.

— Sé lo que dijo mi mamá, ahora vete con Nate — le guiño un ojo.

Diana parece entender lo que digo porque sonríe. Nos volteamos de nuevo hacia Nathan y sonreímos.

— ¿Segura que no vas? Solo llego por Max.

— No gracias, estaré bien.

— Como quieras — dice molesto — vámonos Diana.

Mi amiga se despide con un movimiento de su mano y yo la imito. Camina detrás de Nathan hasta el estacionamiento. Es entonces cuando vuelvo mi vista a Scott.

Esta platicando del otro lado de las gradas con tres chicos y dos chicas. Una de ellas lo empuja juguetona del hombro. Vuelvo a sentarme en la grada mientras observo de reojo a mi crush.

— Mierda, debí irme con Nate y Di.

Todos empiezan a retirarse poco a poco, así que no me sorprendo cuando Scott y su grupito caminan hacia el estacionamiento.

— ¡No, no, no! ¿Se va con ellas?

Camino detrás de ellos, pero me detengo en la acera. Yo no tengo auto y me toca caminar de regreso. Y como todo me sale mal, salí de casa sin el paraguas porque planeaba regresar en el horrible auto rojo.

"Everybody hurts" se reproduce dramáticamente en mi cabeza mientras camino bajo la lluvia. Por lo menos no soy la única loca, del otro lado de la calle un chico con suéter de capucha va en su patineta.

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