XVIII

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Max tiene que bajarme para que yo pueda buscar mis llaves en la mochila y abrir la puerta. Cuando lo hago, vuelve a levantarme para que crucemos y luego la empuja con el pie.

— Quédate aquí — me deja en el sofá.

Lanza su mochila y la mía al otro sillón mientras doblo las piernas para mirarme las rodillas. No es un gran raspón, ni estoy sangrando mucho pero arde.

— ¿Tienes toallitas en la cocina? ¿Y alcohol?

— Si, en el último cajón de la gaveta. Ahí guarda mi mamá el botiquín.

— Ya vengo.

Dice y se va por el pasillo. Lo escucho abrir la llave del agua y luego abrir los cajones de la cocina.

Cuando regresa, trae un trapo húmedo, jabón, la botella del alcohol, unas vendas.

— ¿Qué haces?

— Tenemos que limpiarte la herida para que no se infecte.

— ¿Tienes experiencia en esto?

— ¡Por supuesto! Me he caído suficientes veces como para saber qué hacer. Incluso me he quebrado un brazo.

— ¿En serio?

Él me mira y sonríe mientras pasa la toallita con jabón por mis rodillas. Arde, pero mi atención está en el chico guapo que se sonroja.

— Eres bueno en esto.

— Es un talento natural.

Lo veo mientras termina de limpiar los pequeños cortes, aplica un poco de alcohol y luego pone pequeñas vendas en mis rodillas.

— Solo por un rato, luego podrás quitártelas y ponerte alguna pomada para golpes.

— Gracias doctor — le sonrío — gracias por ser tan lindo conmigo.

— De nada Charlie.

Esta sentado en el sofá junto a mí, tan cerca que su respiración suave me acaricia la mejilla.

Volteo para verlo y me doy cuenta que está sonrojado. Intenta disimularlo, pero falla terriblemente tratando de lucir enojado.

Mi vista pasa de sus ojos a sus labios y se queda ahí. Un suspiro se me escapa a medida que él se acerca más hasta presionar sus labios sobre los míos. ¡Si!

Un pequeño besito suave e inocente, que se vuelve muchos besitos más que se presionan más fuerte en nuestros labios.

Apoyo mi mano en su mejilla para que no se aparte, pero no puedo evitar acariciar su suave y rebelde cabello cobrizo.

— ¿Hoy no vamos a leer, verdad? — dice bajito y se ríe.

Vuelve a besarme mientras se recarga sobre mi en el sofá. Mis piernas se estiran sobre su regazo buscando una mejor posición para seguir besándonos.

— ¿A qué hora llega tu mamá?

— Shhh — digo aún sobre sus labios — no la invoques.

— ¿Invocarla?

— Concéntrate — lo regaño para que deje de reír.

El ruido en la calle de la camioneta de mi mamá nos alerta. Sonrojados, agitados y sonrientes, nos acomodamos de nuevo en el sofá. Todo esto parece demasiado bueno para ser cierto.

— ¿Hay algo malo contigo?

— ¿Qué?

— Si, ya sabes, pareces salido de uno de mis libros de historias románticas. ¿Eres alguna clase de Maxon?

— ¿Quién? — arquea ambas cejas sorprendido — No sé de qué historias me hablas, pero soy más un chico de anime.

— ¿Anime? ¿Caricaturas y dibujitos?

Oh oh... Toqué algún nervio. Max frunce el ceño y me mira como si yo hubiera dicho la cosa más hiriente del mundo.

— Creo que debería mostrarte lo que es el anime.

— ¡Charlie! — mi mamá grita antes de abrir la puerta — ya llegué.

— ¡Ya te oí! Y todos los vecinos de la calle, Selene.

— Pero qué grosera eres con... Hola Maxi... Max.

Mamá cierra la puerta pero se queda parada en la entrada, viéndonos.

— Te lo mostraré el sábado, cuando vayas a la fiesta de aniversario de mis papás.

— ¿Fiesta de aniversario? Se supone que esas son reuniones familiares.

— Lo sé — rueda los ojos — pero quiero que vayas y te estoy avisando con tiempo.

— Bien, entonces ahí estaré.

Quisiera robarle otro beso de piquito, pero la mirada curiosa de mamá no nos da privacidad. Le sonrío y el agita su mano para despedirse de nosotras.

— ¿Qué te pasó?

Permanezco en silencio sin entender qué quiere decir, no quiero soltar información de más.

— ¡En las rodillas, Charlie!

— Ahh eso... Me caí de la patineta.

— ¿Patineta? ¿Cuál patineta? — me mira con los ojos entrecerrados — apenas y puedes mantenerte en pie cielo.

— Ay mamá, es cuestión de práctica.

— ¿Y desde cuánto tienes tanto interés en las patinetas? ¿Y en Maxi? Digo, Max.

Me giro hacia el frente para que no vea mi cara, porque no puedo dejar de sonreír. Toco con mi dedo el borde de las vendas que Max puso en una de mis rodillas.

— Pensé que te alegrarías de saber que hago más que sólo leer.

— Si, me alegro, pero eres de las que no soportan el dolor. Por Dios Charlie, ¡ni siquiera has visto el capítulo donde Derek Sheppard se muere!

— ¡Mamá! No me lo recuerdes — le grito — Solo digo que estar con Max es divertido y le gusta mucho leer igual que a mí.

— Bien, solo... Lleva todo con calma. Son muy jóvenes para tener responsabilidades de grandes, ¿si me entiendes? — balbucea nerviosa — Ya sabes, de esas que tienes que esperar hasta que seas madura y vivir tu vida... solo no quiero que... Mierda, ¿cómo te lo explico?

— ¡Selene! ¡Dijiste la palabra con "M"!

— Pues lo siento, pero es que necesito que entiendas...

¡Ay, no! ¿La charla de los bebés? Me levanto de un brinco del sofá y camino rápido hasta las escaleras para evitarla.

— ¿A donde vas?

— A mi cuarto, tengo tarea.

— ¡Pero te estoy hablando!

— Y te estoy escuchando, pero estás más avergonzada que yo y ni siquiera has mencionado la palabra Método anticonceptivo...

Mamá presiona sus labios muy fuerte pero se sonroja. ¡Por Dios! ¿No es una adulta, ya? Debería poder hablar de cualquier tema con su hija. Además, ¿Max es todavía un niño, no?

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Nuevamente estrenamos portada gracias a @valecastaing 😘

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