XXIII

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El cumpleaños de Max llegó demasiado pronto para mi gusto. Tendrá una fiesta en su casa, con sus amigos de la preparatoria y sin padres a la vista. Solo Scott y Nathan como supervisores.

Quise saber si Diana va con Nate, pero dijo que han estado algo apartados. Supongo que eso me deja sola en una fiesta de niños. Rayos, mi casi-novio apenas cumple 17 años.

- ¡Eres una asaltacunas, Charlie! - se ríe Diana.

- Bueno, tampoco es para tanto. Si lo piensas, es solo un año menor que yo.

- ¡Pero qué año! - ríe con malicia.

- Hey, deja a mi Maxi fuera de esa cabecita sucia - la regaño.

- Bien, yo solo digo que tengas cuidado.

- Bueno - exhalo resignada - ¿segura que no quieres venir a hacerme compañía?

- Oh, no, no tengo muchas ganas de ver a Nate. Esperaré unos días antes de llamarlo.

- Entonces te llamo más tarde, tengo que irme.

Cuelgo la llamada con mi mejor amiga para darme un último vistazo en el espejo antes de bajar. Mamá se ofreció a llevarme, pero luego querrá quedarse y no creo que a Max, Nate y Scott les haga gracia.

Tomo la mochila en la que cargo el regalo de Max, las llaves y mi móvil para caminar hasta su casa.

Esperaba ser recibida por el estridente ruido de la música, las voces y los gritos, pero en su lugar la casa está en absoluto silencio.

Toco la puerta y espero paciente. Solo cuando Nathan abre, es que puedo ver al montón de chicos sentados en la sala, jugando videojuegos.

- Hola Charlie.

- Hola Nate - miro a los chicos adentro que no voltean - ¿me equivoqué de día? ¿No era hoy la fiesta de cumpleaños?

- No te equivocas, pasa - Nathan se aparta para dejarme pasar - Tu novio y sus amigos tienen una fiesta de locura... Ahí... Aplastados en sus traseros.

Nate rueda los ojos y yo trato de no reírme por su característico mal humor. Él camina por detrás del sofá y yo lo sigo esperando a que Max me mire.

Pero no lo hace, así que aclaro mi garganta con un carraspeo y me preparo para hacerme notar.

- Hola a todos, buena tarde.

Las cabezas de los 7 chicos y dos chicas voltean para verme, pero me enfoco en el chico sonriente que se levanta esquivando los cables de los controles.

- ¡Charlie!

- Hola Max - le sonrío - ¡feliz cumpleaños!

- Me alegra verte - dice mientras me abraza.

Todos sus amigos siguen con los ojos puestos en nosotros, así que toma mi mano y me lleva hasta la cocina, donde Scott come frituras.

- Hola Charlie.

- Hola Scott.

- ¿Quieres una bebida? Aquí está la fiesta de los divertidos - dice Nate sentándose junto a su hermano.

- ¿Ustedes son los divertidos? - se queja Max - sentarse a comer no es lo mismo que estar de fiesta.

- Si, si, largo. Ve a seguir jugando y déjanos a Charlie, aquí no se va a morir de aburrimiento.

- ¿Charlie? ¿Te quedas aquí un rato o vienes conmigo?

- Pues, supongo que puedo ir contigo.

Max sonríe y toma mi mano para llevarnos de nuevo hasta la sala. Lo que no me dijo es que además de nosotros, otros dos chicos están sentados en el sofá.

Siguen jugando mientras los demás se ríen. Yo trato de acomodarme entre los brazos de Max, pero cuando le pasan uno de los controles para que juegue, se endereza haciendo que me aparte.

- Voy por un refresco.

- ¿Quieres que lo traiga? ¿Voy contigo?

- Como quieras - sonrío pero él no me mira. Su vista sigue fija en la pantalla.

Me levanto con cuidado de no tropezar y voy hasta la cocina, dónde Nate y Scott se ríen de algo. Tomo una lata de la encimera y me siento entre ellos.

- Te dije que te quedaras con los divertidos - se ríe Nate.

- No estaba segura de que ustedes lo fueran - digo seria y ellos me observan antes de reír.

- ¡Es porque Nate es un idiota! - se ríe Scott.

- ¿A quién le dices idiota? ¡torpe! - gruñe Nathan.

- Gracias a Dios - ruedo los ojos - No sé qué habría hecho de tener hermanos como ustedes.

- ¡Oye! Somos adorables - Nate arquea una ceja.

- Yo soy adorable - Scott guiña un ojo - Tú eres simpático.

- ¿Y Max? - pregunto en medio de esta conversación extraña.

- Max es adoptado, no hay forma de que ese chico tenga nuestro nivel de galanura y carisma.

Nathan habla con toda seguridad, inflando el pecho tratando de parecer más grande de lo que en realidad es. Ese brillo travieso en sus ojos le da un toque rebelde.

En cambio Scott, con la camisa a cuadros abierta sobre la camiseta blanca y sus jeans azules luce bastante casual, el tipo de chico del que toda chica quisiera ser vecina.

- Bueno, sería muy aburrido si los tres fueran iguales - digo en defensa de mi amor.

- No dije que teníamos que ser iguales - Nate golpea mi frente con su dedo índice - dije que no es como nosotros.

- ¿Quién? - pregunta Max desde la puerta.

Los tres giramos para verlo, pero nuestro silencio nos delata. Sabe que estábamos hablando de él.

- ¿Terminaste de jugar? - dice su hermano.

- Si, ¿por qué?

Nathan se levanta de la silla y camina hasta quedar frente a él. Su postura rígida me da a entender que está molesto.

- Charlie vino a verte a ti, no a nosotros, idiota - le gruñe y sale de la cocina.

Scott se endereza en la silla, confundido igual que yo. Pasa su vista por nosotros, luego se levanta y hace una seña sobre ir con Nathan, dejándome sola con Max.

- ¿Quieres venir conmigo?

- ¿A la sala? La verdad no tengo muchas ganas de verlos jugar - trato de sonar calmada - por qué no vuelves con ellos y te veo después.

- ¿Quieres irte? - dice con tono molesto.

- Deberías convivir con tus amigos, creo que no los ves mucho después de la escuela y seguro podríamos vernos otro día.

Supongo que no es lo que esperaba oír, pero no lo digo para molestarlo. Realmente creo que podría disfrutar la tarde con sus amigos y vernos mañana.

- Como quieras - dice de pronto y se da la vuelta.

Max sale de la cocina tan molesto que creo que echa chispas.

- Bien hecho Charlie, ¡simplemente perfecto!

Apoyo los codos en la mesa y pongo mi cabeza entre mis manos. Cuando levanto la vista de la mesa, me doy cuenta de la chica que está parada en el marco de la puerta mirándome.

Es la misma chica que estaba con él en la mesa de la cafetería cuando fui a buscarlo. La chica sonríe y yo intento sonreírle, pero se siente forzado.

- ¿Puedo hacerte compañía? - señala ella el lugar junto a mi - Soy Sofy, la amiga de Max.

- Soy Charlie, su... - balbuceo porque aún no lo hemos hablado - su otra amiga.

Ella me mira extrañada y vuelve a sonreír. Le señalo la silla para que se siente conmigo y Sofy se acerca mientras tomo otras dos latas de refresco de la encimera.

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